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Revista OTROLUNES, Mayo 2013
Por Rubén Sánchez Trigos.
En su prólogo a Perturbaciones. Antología del relato fantástico español actual (Salto de Página, 2009), Juan Jacinto Muñoz-Rengel afirmaba que la literatura fantástica “mantiene un pulso constante con los límites de nuestra idea de realidad”; sin embargo, precisaba después, para resultar efectivo (para disparar bien), el escritor fantástico debía elegir cuidadosamente qué blanco de la realidad en concreto iba a poner en cuestión, contra qué convención de aquella construcción que entre todos hemos dado en llamar nuestro mundo, iba a cargar. Muñoz-Rengel sugería así, del mismo modo que lo han hecho teóricos y escritores como el fundacional Todorov, David Roas, Susana Reisz o Rosie Jackson, que el buen relato fantástico debía empezar por establecer un marco lo más parecido posible a nuestro entorno cotidiano, para luego transgredirlo desde dentro. El sueño del otro, segunda novela del autor malagueño tras la mucha menos ortodoxa El asesino hipocondríaco (Plaza & Janés, 2012), podría leerse en cierto modo como una puesta en práctica de estos postulados. Y sin embargo, quien firma estas líneas aceptaría que alguien defendiera la novela como perteneciente al género de la ciencia ficción. La naturalidad con que el libro evita dar explicaciones acerca de la naturaleza sobrenatural o especulativa del fenómeno imposible lo permite.
El sueño del otro es una narración bicéfala, que sigue la progresiva pesadilla de dos personajes condenados a soñar el uno con el otro sin distinguir (ni ellos ni el lector) quien sueña a quien, qué lado de la realidad es el auténtico y cual es el onírico. André Bodoc es un director de informativos locales de éxito en todos los campos de su vida; Xavier Arteaga, un gris profesor de instituto, divorciado y con un hijo. Este punto de partida permite una estructura dual en la que las fronteras entre los dos mundos (que son, aparentemente, el mismo, es decir, el del lector) se difuminan página a página, propiciando no sólo ese efecto fantástico que mencionaba Muñoz-Rengel, sino, lo que parece más importante, el cuestionamiento extratextual de la propia realidad del lector.
Es aquí donde El sueño del otro encuentra su punto de presión más efectivo, al retratar el desmoronamiento moral, social y cultural del que tanto se habla hoy: la extrañeza en que los personajes acaban instalándose no se refiere sólo al hecho fantástico de soñar el uno con el otro, sino que acaba fundiéndose/confundiéndose con la extrañeza que el propio lector pudiera tener de su mundo. Como espeta uno de los personajes: “¿O crees que tiene sentido un mundo en el que las agencias de calificación y los intermediarios financieros derrocan gobiernos? No, es un chiste (…) Las promesas y los programas electorales no implican ningún tipo de compromiso legal. Los políticos no dimiten. Los ineptos y los bufones copan las televisiones y son seguidos en masa. Los empresarios exconvictos cobran cantidades millonarias por conceder entrevistas (…) No es posible. ¿Dónde está la cámara oculta? Esto no puede ser la realidad”. El sueño del otro amplía así los límites de lo fantástico, no tanto como género sino como efecto, abordando bajo esta lectura temas como el suicidio, el divorcio o los malos tratos, y deslizando, de paso, una tesis no por manida menos perversa: la idea de que aquello que llamamos realidad no es sino una construcción de los medios de comunicación más o menos aceptada por todos. De hecho, quizás la novela se hubiera enriquecido aún más atenuando algunas referencias implícitas a la actualidad más inmediata. No las necesita: lo que quiere contar, está bien contado.
Más cerca de los volúmenes de cuentos publicados por su autor que de El asesino hipocondríaco, la novela reafirma la existencia de una literatura española fantástica (o digamos simplemente no mimética) que no necesita de coartadas culturales para llegar por sí sola a un lector no necesariamente especializado. Félix J. Palma o José Carlos apuntan también en esta dirección. La diferencia de Muñoz-Rengel con muchos de sus coetáneos es, posiblemente, que sus referentes miran tanto a lo foráneo (en El sueño del otro, al menos, sobrevuela la sombra de Roland Topor, Kafka, Borges e incluso de Philip K. Dick) como a la propia tradición fantástica española (José María Merino, Cristina Fernández Cubas). Esto aporta al panorama español la diversidad que todo género necesita para afianzarse.
CRÓNICAS LITERARIAS desde New York, 27/03/2013
Por Óscar Garrido.
Imagina que una mañana, al despertar, te resulta imposible afirmar quien eres aunque creas saberlo. Imagina que formas parte de la vida de otra persona a quien no has visto ni has oído hablar nunca de ella. Que vives su propia vida y él la tuya. Que, elijas el camino que elijas en la rotonda por donde circulas, siempre optes por la misma salida: vivir los recuerdos de este desconocido y que éste, a su vez, viva los tuyos, por muy íntimos o escabrosos que sean. En resumen, que creas estar viviendo una vida alternativa de la que eres incapaz de controlar. ¿Impresionado? Pues esto es lo que les sucede a los dos protagonistas de esta novela: Xavier Arteaga, un profesor de instituto aquejado de una crisis nerviosa y André Bodoc, un afamado periodista dispuesto, si es preciso, a manipular la información por seguir en la cima del periodismo. Ambos sueñan que es el otro. ¿Pero es ficción o es real? ¿Acaso es el desdoblamiento de personalidad de uno de ellos? ¿O el álter ego del otro?
Las dos personas afectadas en El sueño del otro, actúan como vasos comunicantes entre sí y se ven envueltos en una espiral de intriga que invita al lector a analizar sus anómalos comportamientos. Un recorrido al borde la locura, ya que cualquier paso dado por alguno de ellos puede interferir en el destino del otro y acarrearles trágicas consecuencias. El entorno, por momentos, se vuelve inaguantable, obligándolos a actuar de manera impredecible, en contra de sus voluntades, como si fuese otra persona la que viviera dentro de sus organismos y le incitaran a hacer algo que no desean. Incluso las personas a las que conocen parecen no darle demasiada importancia a un hecho que consideran estrés o falta de sueño. Toda la historia parece una conspiración, una broma pesada de quienquiera que maneje los hilos.
A medida que vamos avanzando en la lectura, descubrimos que las conductas obsesivo-compulsivas de nuestros protagonistas van en aumento y que sus trastornos no tienen límite. Es una tela de araña donde se encuentran atrapados, incapaces de distinguir la realidad de la ficción y donde todo, por increíble que parezca, puede suceder. Cualquier nimia circunstancia puede repercutir en la vida del otro, aquel con el que sueña o con quien comparte su existencia. La quimera en la que se hallan sumidos les condena a urdir un plan para llegar a una solución: saber quien sueña a quien. Pero la historia no acaba ahí, para dar más suspense a la obra, una oleada de suicidios tienen lugar en la población. Un fuerte virus depresivo conocido como el Melancovirus que empuja a la gente a saltar al vacío desde sus hogares y hace saltar la alarma en los medios de comunicación. ¿O también esto es un sueño?
Juan Jacinto Muñoz-Rengel vuelve a sorprendernos con su segunda novela publicada: El sueño del otro, una obra muy original que combina suspense y fantasía, y es, al mismo tiempo, una crítica a la manipulación informativa. Las bifurcaciones por las que, por antojo, nos lleva el autor, nos hacen reflexionar y eso se agradece. Un trabajo muy entretenido que, si tienes la oportunidad de leer, deberías hacerlo.
Factor Crítico, 20/03/2013
Por Paz Olivares.
En la contratapa de El sueño del otro, Plaza y Janés nos presenta el argumento de la última novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel con estas palabras: «Xavier Arteaga es un profesor de instituto que cada noche sueña que es André Bodoc, un director de informativos. André Bodoc es un director de informativos que cada noche sueña que es Xavier Arteaga, un profesor de instituto. Pero ¿quién sueña a quién? ¿Quién es real y quién está siendo soñado?» Y sólo con leer estas palabras ya se nos desata a algunos la mala (o buena) costumbre de continuar con las preguntas, porque ¿no serán ambos reales? o ¿no podrían ser ambos el sueño de un tercero? ¿No serán el sueño, muy unamuniano esto, de Muñoz-Rengel? ¿Qué es la identidad? ¿Qué es el sujeto? ¿Qué la realidad? ¿Qué la vida y la muerte?… Y es que el mayor acierto de esta historia de ciencia-ficción prospectiva reside en acabar con todas las certezas para obligarnos a buscar la nuestra.
Ya en el primer capítulo Muñoz-Rengel se posiciona al respecto: «En demasiadas ocasiones lo que nos protege es lo que nos hace cautivos». El apego a nuestras certezas, a lo que conocemos y nos da seguridad es lo que nos impide ser críticos con la realidad. «Pero la realidad, la auténtica realidad, siempre es invisible» para André o «las cosas no son lo que parecen» en boca de Xavier.
El autor parte de esa sospecha acerca de la realidad que viven los protagonistas de la novela para inocular esa misma duda en el lector siguiendo las teorías del maestro Foucault. No es casual que Muñoz-Rengel incluya una alusión al filósofo en el último tramo de la novela: «La joven había anotado una frase de Michael Foucault, a mano, una frase que decía que la ficción no consistía en hacer ver lo invisible, sino en hacer ver hasta qué punto era invisible la invisibilidad de lo visible» La frase está extraída de un fragmento de El pensamiento del afuera, ensayo fundamental de Foucault donde se defiende la sospecha acerca de todo lo que nos rodea y esto implica, cómo no, nuestra propia identidad. Desde El sueño del otro, Muñoz-Rengel cumple a la perfección con la tarea. Utilizando la distancia que aporta la distopía clásica nos viene a decir que quizá nuestro mundo sea pura ficción, que la identidad no exista, que se trate de una interpretación.
El tema no es nuevo, es verdad, lo que llama la atención es el tratamiento para exponerlo. No es que se nos esté contando que el Yo no existe, sino que se nos presentan dos Yo con la misma apariencia de realidad y se nos invita a decidir cuál de ellos es el sueño del otro. Son dos identidades que al soñarse mutuamente comparten realidad en la vigilia. En esa realidad empiezan a confundirse los recuerdos de uno y otro y las decisiones del uno repercuten en la vida del otro. Los límites de sueño y vigilia, de identidades, de tiempos y espacios se desvanecen igual que el mundo que parece desmoronarse alrededor: la violencia social es extrema, la manipulación política, económica e informativa es obscena, los ciudadanos parecen dormidos y los que no lo parecen terminan por suicidarse como si hubieran sido contagiados por un extraño virus. La realidad se tambalea, el orden se cae, se desmonta, se desestructura, se vacía:
«Sobre la azotea de uno de los edificios de enfrente, unos operarios estaban renovando el anuncio de una valla publicitaria. El cartel representaba una puesta de sol entre dos rascacielos. Si se concentraba y conseguía ignorar las amenazas de muerte de su vecino, podía comprobar hasta qué punto el sol ficticio de la lámina y el sol que iluminaba todo aquello un poco más arriba tenían exactamente el mismo diámetro. Dos soles idénticos que desde aquella perspectiva apenas parecían distar unos centímetros. Mientras los operarios empezaban a retirar los paneles verticales, el sol se ocultó detrás del cartel, en lo que le parecieron unos segundos, y pareció fundirse con aquel círculo pintado de amarillo. Los hombres seguían moviendo aquí y allá sus escaleras. Uno de ellos llegó hasta el panel del sol y comenzó a desmontarlo. En el preciso momento en que lo retiró, la luz cambió. El día pareció apagarse de pronto, como si estuviera a punto de anochecer. No había ni rastro por ninguna parte del verdadero sol, que debía de permanecer detrás de la valla publicitaria eclipsado por alguna nube oscura. André miró a su derecha y contempló, dominando como siempre el horizonte, los dos rascacielos de las compañías de seguros. El cielo se seguía apagando de forma incomprensible y a un lado y al otro, a su izquierda y a su derecha, la pareja de rascacielos parecían reflejarse como en un espejo. Qué era real y qué no. Cuáles de aquellas imágenes eran más reales que las otras y por qué. En aquel mundo todo era una ilusión, pura apariencia. Lo tenía más claro que nunca: la realidad, la auténtica realidad, siempre es invisible. Aplastó la colilla del cigarro contra el petril y por un instante sintió un vértigo infinito al ver que los operarios continuaban retirando el resto de los paneles. Qué pasaría si seguían haciendo aquello, si nadie los paraba. Si seguían desmontando el resto de las capas de la realidad como si fuesen paneles. Abajo, los furgones de policía y las ambulancias hacían sonar sus sirenas. Arriba, algún helicóptero surcaba aquel cielo turbio y opaco. Pero nadie parecía darse cuenta de nada. Qué sucedería si de repente aquellos hombres desprendieran la capa responsable de los colores de las cosas, de todos los colores, también del blanco y el negro. Y si después les permitiesen desinstalar la capa correspondiente a la propiedad contable de los objetos, la de las relaciones lógicas, la del principio de causalidad. Si nadie los detuviera y enrollasen la envoltura relacionada con las formas innatas de la percepción, incluyendo la intuición del espacio y la del tiempo. Si aquellos hombres enfundados en sus monos de trabajo terminasen despegando la lámina que almacenaba los datos aprendidos acerca de cómo es el mundo y cómo funciona, y todos los demás filtros subjetivos de la sensibilidad».
¿Qué pasaría?
Que tal vez estaríamos en el afuera de Foucault, donde el sujeto habría dejado de existir.
Lo cierto es que la noción del Yo se ha entendido como un absoluto metafísico identificado con la consciencia demasiado tiempo. Foucault nos lo recuerda en El pensamiento del afuera y es sobre este concepto sobre el que se desarrolla la novela de Muñoz-Rengel. No hay que olvidarlo porque así se entiende que en una historia de ciencia-ficción aparezca el tema atípico de lo social ya que al teorizar sobre la identidad del sujeto se teoriza también sobre su dimensión social y política. Se está hablando de una estética de la existencia como práctica ética de producción de subjetividad así que no se trata de encontrarnos a nosotros mismos sino que se trata de reinventarnos, de interpretarnos. Si Nietzsche dijo en su día que Dios había muerto hoy podemos decir lo mismo del sujeto. Si Marx habló del fetichismo de la mercancía hoy hablamos del fetichismo del sujeto y del mismo modo en que se sentenció en el XIX que sin ese fetichismo no había capital me atrevería a decir hoy que sin el fetichismo del sujeto no hay identidad. En ese vacío del Yo y sus posibles disfraces nos encontramos y a ese vacío es a dónde nos lleva Muñoz-Rengel para buscar la interpretación adecuada. Cada lector encontrará la suya.
Para interesarnos en la búsqueda, el autor echa mano de la ficción más perturbadora, desarrollada en capítulos muy breves. Son fogonazos que se suceden y enlazan alternativamente entre André y Xavier, entre la fuerza visual de la realidad y la intensidad del delirio. Los hechos defienden el tema (estamos ante una historia de ficción no de un ensayo filosófico), las reflexiones que articulan los personajes nunca se convierten en conclusiones, sino que se confía en la elaboración del que lee, lo cual se agradece. El ritmo de la novela va incrementándose a medida que avanza la confusión y desorientación de los personajes y aunque el lenguaje siempre es claro y directo, sin adjetivaciones ornamentales que despisten al lector, se incluyen imágenes simbólicas e inquietantes, a la manera de Murakami, lo que favorece la visión onírica de la historia.
Una de las imágenes más angustiosas utilizada por Muñoz-Rengel es la de los suicidios. En El sueño del otro, la gente parece enloquecer. Continuamente nos encontramos con individuos que toman la decisión de quitarse la vida, de cuerpos que caen sobre el asfalto, de pájaros que se estrellan contra edificios después de trazar mensajes en el cielo, de gente que se vuela la cabeza. Hay referencias a famosos suicidas como Hemingway, Anne Sexton o el mismo Foucault, de cuyas tentativas de suicidio tenemos suficiente información… El suicidio sobrevuela la novela de manera constante. Y es lógico. Nada reafirma tanto la vida como la muerte. Nada reafirma tanto la identidad como la violencia contra uno mismo. ¿Es el suicidio un acto de cobardía o de valentía? ¿Es una solución? ¿Es el miedo a perder la vida lo que nos hace cautivos? Pero, ¿cautivos de qué? ¿De la realidad? ¿De qué realidad? Las preguntas nunca acaban.
Todo lo contado en El sueño del otro es susceptible de reflexión e interpretación. Uno entra en la mente de André y Xavier a ciegas, se deja llevar, se mete en su piel, vive con ellos, piensa con ellos, actúa con ellos, se angustia con ellos y al final se reconoce en ellos. Y «Cuando cada noche dejas de ser tú para ser otro, acabas comprendiendo que todo es relativo, que en un instante pueden cambiar las coordenadas de todo lo que te parecía esencial y el centro del mundo se reubica.»
En El pensamiento del afuera, Foucault se refiere a la ficción utilizando el símil del canto de las sirenas: «Toda su seducción consiste en el vacío que abren». Juan Jacinto Muñoz-Rengel abre en El sueño del otro un abismo en el que no hay más que una certeza: somos ficción, podemos interpretarnos.
La Biblioteca Imaginaria, 07/03/2013
Por Cristina Monteoliva.
¿Has soñado alguna vez que eras otra persona? Probablemente sí, pero, ¿has soñado más de una vez que eras esa persona? Si la respuesta es afirmativa, ahora te pregunto: ¿te parecían aquellos sueños tan reales como la vida misma? Da un poco de miedo pensarlo, ¿verdad? Casi tanto miedo como el que sienten los personajes de “El sueño del otro”, la nueva novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel de la que hoy hablaremos.
Xavier Arteaga es profesor en un instituto privado. Cada noche desde hace algún tiempo, sueña que se transforma en André Bodoc, un seductor director de informativos de mediana edad. Paralelamente, en algún lugar de este mundo o de otro paralelo, existe un André Bodoc director de informativos que sueña continuamente que es un anodino profesor de instituto privado. La pregunta es evidente: ¿quién es el real y quién el soñado? La respuesta, sin embargo, no lo parece tanto una vez que te metes de lleno en una novela donde, sin duda, nada es lo que parece.
Me suelo tomar muy en serio mis sueños, incluso aquellos que no tienen ni pies ni cabeza. Por eso, cuando pienso que podría de pronto soñar que soy otra persona durante varias noches seguidas, se me ponen los pelos de punta. Y es que no, la cosa no tiene gracia. Y si no que se lo pregunten a Xavier Arteaga, un profesor de instituto divorciado y con un hijo que, agobiado por los sueños que tiene con André Bodoc, un exitoso director de informativos, decide no ya solo darse de baja en el trabajo de forma indefinida, sino también emprender la desesperada búsqueda en el mundo real del hombre con el que sueña.
André, por su parte, sueña cada vez que duerme que es Xavier. Este periodista, obsesionado tanto por las mujeres como por hacer que el mundo crea sus noticias inventadas, parece llevarlo bien al principio. Conforme transcurran las páginas, sin embargo, nos iremos dando cuenta de que la obsesión ha calado hondo en el director de informativos. ¿Qué decidirá hacer al respecto? La respuesta la encontrarás en el libro.
El argumento de “El sueño del otro” es fácil de resumir. Lo que ya no lo es tanto es explicar qué es lo que realmente vais a encontrar en este libro. Son tantos los ingredientes literarios que su autor ha utilizado en él, que es bastante probable que me deje alguno en el tintero. Creo que lo fundamental es saber que esta novela es thriller de ciencia ficción con tintes fantásticos y de terror psicológico, una obra bastante ambiciosa que nos plantea varias cuestiones sobre las que reflexionar: hasta qué punto nuestros sueños pueden contener un “algo” o un “todo” de realidad, la influencia que pueden tener lo que soñamos en nuestro comportamiento diario, la fuerza de la obsesión, la posibilidad de que la mente de un ser humano esté conectada a la de otro, la existencia de universos paralelos, la posibilidad de que esos universos se encuentren, el poder de los medios de comunicación y si estamos dispuestos a creernos todo lo que nos cuentan las noticias.
Otro de los puntos fuertes de la novela lo encontramos en sus personajes (especialmente los protagonistas), perfectamente perfilados. Es fácil empatizar con ellos, también vivir a su lado la angustia de no saber qué es real y qué no. Aunque creamos llegar a conocerlos bien, al final harán cosas que no esperamos de ellos, lo que no deja de ser emocionante y desconcertante al mismo tiempo.
El ritmo in crescendo de la narración desemboca en un final abierto que dará mucho que pensar a la vez que dejará en el lector ganas de conocer más sobre la increíble historia que contiene este libro. De cada cual dependerá imaginar cómo continúa la historia.
“El sueño del otro”, en definitiva, es una obra que mezcla distintos géneros, nos ofrece una historia inquietante, rica en matices y con muchas preguntas para el lector. Sumérgete ahora en este libro lleno de sueños que se transforman en pesadillas, de hombres que se obsesionan por conocer la verdad y realidades confusas para descubrir que todo nuestro universo puede desmoronarse a raíz de un simple sueño.
Tiene que ser curioso soñar que eres otra persona, sobre todo cuando el sueño se repite. Lo que parece divertido al principio puede convertirse en toda una pesadilla que te hace replantearte toda tu existencia. Descubre hasta qué punto en “El sueño del otro”, una novela que te sorprenderá.
El hombre de perfil, 22/02/2013
Por Manuel Valderrama Donaire.
Xavier Arteaga, un profesor de instituto divorciado y con su padre moribundo ingresado en un hospital, es un hombre doblegado por la realidad, que cuando duerme sueña la vida de André Bodoc, presentador de informativos en un canal de televisión, que inventa una noticia para poner a prueba la realidad, para doblegarla. Cuando duerme, André sueña con la vida de Xavier Arteaga, un profesor de instituto…
Al mismo tiempo, en ambas realidades (en ambos sueños) nos encontramos con la crisis económica y los suicidios como telón de fondo, como un rumor que se va haciendo ensordecedor, en un mundo (en dos mundos) que se desmorona, aparentemente abocado a desaparecer, a cambiar. “Una vida sin rieles. Una vida precipitándose al vacío”.
Con este inquietante juego de espejos, Juan Jacinto Muñoz-Rengel construye esta novela, que es una reflexión sobre la naturaleza de la realidad, sobre la vida como paradoja. La vida es sueño y los sueños, a veces, se transforman en pesadillas.
La Biblioteca del Kraken, 21/02/2013
Por Eloi Puig.
Si nos dicen que Xavier Arteaga es un profesor de instituto que sueña cada día que es otra persona, concretamente el presentador de televisión André Bodoc, y que este sueña también día tras día que es Xavier Arteaga … y que por tanto ambos forman un bucle continuo donde las realidades se funden y los periodos de vigilia de un son la vida del otro … podríamos afirmar bastante convencidos de que sería una trama propia de un autor como Phillip K. Dick. Pero no es así: El sueño del otro es la segunda obra de un autor español, Juan Jacinto Muñoz-Rengel, un autor que ya se dio a conocer con su ópera prima, El asesino hipocondríaco -que no he tenido el gusto de leer todavía- y que sí, nos sugiere una fantasía dickiana en toda regla donde la realidad, una vez más es la protagonista.
El libro está estructurado de forma que cada capítulo nos muestra el día a día de uno de los personajes protagonistas, sea Xavier Arteaga o André Bodoc, pues cuando uno está despierto el otro sueña la vida del segundo y viceversa. Ambos saben de la existencia del otro pero se toman este hecho de forma diferente: Arteaga es un profesor tirando a tímido, con problemas constantes y con un padre en el hospital, se empeña en encontrar a Bodoc en su realidad, en descubrir dónde vive para intentar encontrar una solución a su problema de los sueños. La suya es una búsqueda que le llevará a plantearse no sólo si él es real o no, si no también a filosofar sobre los misterios de la vida y la muerte. En cambio Bodoc lo toma de forma diferente. El periodista es inteligente, confiado, con gran experiencia con las mujeres y camina por la vida con cierta prepotencia. Bodoc quiere también descubrir la causa de estos pesadillas pero se encamina más a confiar en la ciencia. Visita médicos y expertos (algunas conversaciones entre su neurólogo y él provocan algunos planteamientos interesantísimos, especulaciones propias de novelas de pura ciencia ficción), necesita encontrar una solución precisa, lógica, palpable a lo que le está pasando.
Los universos del profesor y del periodista irán confluyendo poco a poco, contaminandose mutuamente de forma sutil, casi sin que se den cuenta de lo que pasa a su alrededor. Y sus carácteres y personalidades también sufrirán cambios, al principio insignificantes, más tarde sobrecogedores. Los universos y los recuerdos se borran poco a poco y en cada página del libro, tanto Arteaga como Bodoc, se cuestionan su realidad. Quién es real y quién no? La exploración del propio universo con los sentidos no es seguro sobre si la propia realidad es la buena. Además, el mundo está cambiando en cada universo, las crisis económicas, naturales, sociales … parecen querer avisar a los protagonistas que todo se acaba, que la existencia no tiene sentido.
La trama puede parecer a priori compleja, pero el autor tiene mano izquierda para hacerla rodar con buen ritmo y sobre todo con buena prosa. Algunos tramos están llenos de una fuerza abrumadora como es el caso de parte del capítulo 19 con los pensamientos de Artega fluyendo mientras oberva por la ventanilla de un tren. Por si fuera poco, el autor nos presenta dudas sobre la realidad en dos capas distintas. La primera es la que da paso a la trama principal: El juego de universos (que no sabemos si son contemporáneos o no) entre el profesor y el periodista. La segunda es un juego que inventa André Bodoc, tergiversando una información ficticia en su mundo que provoca una escalada de pánico y destrucción en todo el planeta. El autor también nos quiere hacer dudar de nuestra realidad, aquella que seguimos a través de los medios de comunicación y que creemos a pies juntillas sin cuestionarla, sin investigar las fuentes. Un doble juego intenso y con más preguntas que respuestas.
El final, como no podía se de otra manera está lleno de posibles especulaciones por parte del lector. Este es uno de esos libros ideales para clubes de lectura, para charlas y encuentros entre aficionados. Cada uno verá una solución, un posible desenlace, un detalle que se escapa a la visión del otro. Cada uno creará su propio universo con las imágenes que proporciona el libro a nuestro subconsciente. Quizás no existe una sola puerta de salida para explicar el final del libro, quizás cada uno de nosotros encontrará una secreta y se pensará que es la correcta … y quizás lo sea.
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Si ens diuen que Xavier Arteaga és un profesor d’institut que somia cada dia que és una altra persona, concretament el presentador de televisió André Bodoc; i que aquest somia també dia rere dia que és Xavier Arteaga… i que per tant tots dos formen un bucle continu on les realitats es fonen i els periodes de vetlla d’un són la vida de l’altre… podriem afirmar força convençuts que seria una trama pròpia d’un autor com Phillip K. Dick. Però no és així: El sueño del otro és la segona obra d’un autor espanyol, Juan Jacinto Muñoz-Rengel, un autor que ja es va donar a conèixer amb la seva opera prima, El asesino hipocondríaco –que no he tingut el gust de llegir encara- i que sí, ens suggereix una fantasia dickiana en tota regla on la realitat, un cop més és la protagonista.
El llibre està estructurat de forma que cada capítol ens mostra el dia a dia d’un dels personatges protagonistes, sigui Xavier Arteaga o André Bodoc, doncs quan un està despert l’altre somia la vida del segon i viceversa. Ambdós saben de l’existència de l’altre però es prenen aquest fet de forma diferent: Arteaga és un professor tirant a tímid, amb maldecaps constants i amb un pare a l’hospital; s’entesta a trobar a Bodoc en la seva realitat, a descobrir on viu per intentar trobar una solució al seu problema dels somnis. La seva és una recerca que el portarà plantejar-se no només si ell és real o no, si no també a filosofar sobre els misteris de la vida i la mort. En canvi Bodoc s’ho pren de forma diferent. El periodista és intel·ligent, confiat, amb gran experiència amb les dones i camina per la vida amb certa prepotència. Bodoc vol també descobrir la causa d’aquests malsons però s’encamina més a confiar amb la ciència. Visita metges i experts (algunes converses entre el seu neuròleg i ell provoquen alguns plantejaments interesantíssims, especulacions pròpies de novel·les de pura ciència-ficció), necessita trobar una solució precisa, lògica, palpable al que li està passant.
Els universos del professor i del periodista aniran confluint poc a poc, contaminant-se mútuament de forma subtil, quasi sense que s’adonin del què passa al seu voltant. I llurs caràcters i personalitats també patiran canvis, al principi insignificants, més tard colpidors. Els universos i els records s’esborren poc a poc i a cada pàgina del llibre, tant Arteaga com Bodoc, es qüestionen la seva realitat. Qui és real i qui no? L’exploració del propi univers amb els sentits no és cap assegurança sobre si la pròpia realitat és la bona. A més, el món està canviant a cada univers, les crisi econòmiques, naturals, socials… semblen voler avisar als protagonistes que tot s’acaba, que l’existència no té sentit.
La trama pot semblar a priori complexa, però l’autor té mà esquerra per fer-la rodar amb bon ritme i sobretot amb bona prosa. Alguns trams són plens d’una força aclaparadora com és el cas de part del capítol 19 amb els pensaments d’Artega fluint mentre oberva per la finestreta d’un tren. Per acabar-ho d’adobar, l’autor ens presenta dubtes sobre la realitat en dues capes diferents. La primera és la que dóna pas a la trama principal: El joc d’universos (que no sabem si són contemporanis o no) entre el professor i el periodista. La segona és un joc que s’inventa André Bodoc, tergiversant una informació fícticia en el seu món que provoca una escalada de pànic i de destrucció a tot el planeta. L’autor també ens vol fer dubtar de la nostra realitat, aquella que seguim a través dels mitjans de comunicació i que creiem a ulls clucs sense qüestionar-la, sense investigar les fonts. Un doble joc intens i amb més preguntes que respostes.
El final, com no podia se d’altre manera és ple de possibles especulacions per part del lector. Aquest és un d’aquells llibres ideals per clubs de lectura, per xerrades i trobades entre afeccionats. Cada un veurà una solució, un possible desenllaç, un detall que s’escapa a la visió de l’altre. Cada un crearà el seu propi univers amb les imatges que proporciona el llibre al nostre subconscient. Potser no existeix una sola porta de sortida per explicar el final del llibre, potser cada un de nosaltres en trobarà una de secreta i es pensarà que és la correcta… i potser ho sigui.
Universo La Maga. Órbita Cultural, 21/02/2013
Por Enrique Hernández Gómez-Arboleya.
Hoy nuestro colaborador Enrique Hernández Gómez-Arboleya nos reseña “El sueño del otro“, la nueva novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel. Una novela de gran agilidad que se introduce en el tenebroso terreno de los sueños y lo que ocurre cuando estos se apoderan de la realidad.
Que alguien sueñe con otra persona, no es nada extraño. Que lo que se sueñe de esa otra persona tenga que ver con la propia vida del que sueña, tampoco es extraño. Como indica el autor, en la boca de un psicólogo, los sueños tienen una estructura doble: por un lado el sueño manifiesto, incoherente y sin sentido, y el contenido latente que es lo que se oculta bajo el sueño manifiesto. Los psicólogos intentan sacar a la luz ese contenido latente. Cuando no estamos preparados para aceptarlo, la mente dispone de un mecanismo represor que lo mantiene alejado de la conciencia.
¿Pero qué ocurre cuando una persona no es que sueñe con otra, sino que vive la vida de otra cuando se duerme? Y si, además, no es una persona, sino dos las que viven durante el sueño la vida real del otro. Y si a lo anterior, se añade que los sueños están perfectamente ordenados y tienen sentido.
¿Quiénes son estos dos personajes? Estos personajes son André Bodoc, director de informativos de una televisión local, y Xavier Arteaga, profesor de un colegio. André se nos presenta como el conductor de una BMW R 1200 R, que acaba de abofetear a un niño maleducado en la cafetería de una gasolinera, que se siente desorientado, fuera de control y que va a la farmacia de guardia a que la den lo que sea para dormir, pero sin sueños. Xavier se nos presenta como un profesor de secundaria que anuncia a sus alumnos que no sabe si va a poder seguir impartiendo clase el resto del curso. Como es un buen profesor, la delegada le pide que le prometa que volverá en cuanto pueda. Y el responde: «¿No te das cuenta? ¡No recuerdo tu nombre! y acaba por enfrentarse a sus alumnos: No te das cuenta. ¡No veis una mierda!»
También ambos tienen problemas en el comienzo de la novela con las llaves de su casa: Xavier, que “tenía miedo a salir a la calle y tenía miedo a quedarse allí solo, en aquella casa, en casa”, y se encuentra encerrado porque no encuentra las llaves con las que había cerrado la puerta, protegida por un sistema de autoprotección; André que no podía entrar en su casa porque también había perdido las suyas, después del accidente que había tenido tras el episodio de la cafetería.
Ambos tienen problemas con su situación profesional. André, en los últimos diez años de su vida profesional, “no había hecho sino abismarse en el vacío, siguiendo la pauta de una serie de decisiones autodestructivas que parecían estar planificadas”. Xavier “se encuentra infinitamente lejos de sí mismo. Sobrevolando por encima de su cuerpo y de sus circunstancias como si todo aquello le estuviera ocurriendo a otro”. Va a dejar el colegio y el director le dice “tu problema Xavier es que siempre has sido un cretino. Si sales por esa puerta, no vuelvas”
¿Cómo eran esos sueños que permitían vivir plenamente una vida ajena? Xavier lo cuenta a su compañera de trabajo, Helena, “no sueño con otro hombre, sino que yo soy ese otro hombre.” André le comenta a su psicólogo, “siempre que me quedo dormido sueño que soy un profesor de instituto. Pero no me refiero a que haya cambiado de trabajo y sea yo un profesor de instituto. Sino que soy otro hombre, un hombre que se llama Xavier Arteaga”.
Ambos viven una vida actual, con los problemas del siglo XXI. Indudablemente, la vida de André es más interesante y recoge alguna problemática de la información. Le comenta André al presentador del telediario que “vivimos un enorme simulacro y a nadie le importa. ¿Quieren mentiras? ¿Quieren fraudes? ¿Quieren falsificaciones? Yo se los daré”. Y comienza con la invención de un virus que podría llegar a ser responsable del treinta por ciento de los casos de depresión diagnosticados los últimos seis meses. También aparece el intento de control de la información, “aquella madrugada los dueños de la cadena le prometieron conservar sus últimos ascensos profesionales siempre y cuando ninguno de sus informativos divulgara una noticia concreta, la relacionada con el escándalo financiero que acababa de estallarle en la cara de uno de los candidatos a la presidencia del gobierno”.
La vida de Xavier se debate entre temas más cotidianos: el divorcio, la custodia del hijo, el amante de su mujer y la soledad: “el castillo de sombras que se levantaba sobre la mesa del centro, construido a base de platos acumulados, torreones de vasos de cristal unos dentro de otros, empalizadas de cajas de pizzas, fiambreras de plástico y restos de comida haciendo de corrupta argamasa. Un asco. Su vida, su vida real, se deshacía por momentos”.
La novela, de una extraordinaria agilidad, se desarrolla entre la realidad de André y Xavier y la realidad del otro que vive cada uno de ellos cuando se duerme, que en gran parte coincide con la anterior. Ambos llegan a perder la noción de la realidad, o tal vez, ambos creen que la realidad no existe. Reflexiona Xavier: lo cierto es que nada era lo que parecía. Todo estaba en la mente. La auténtica realidad siempre está más allá de los límites de la percepción. Dice André: Qué era real y qué no. Cuáles de aquellas imágenes eran más reales que las otras y por qué. En aquel mundo todo era ilusión, pura apariencia. Lo tenía más claro que nunca: la realidad, la auténtica realidad siempre es invisible.
Esta confusión entre realidad percibida, realidad soñada y realidad falsa altera totalmente la vida de los personajes, que nosotros llamaríamos vida real, y nos conduce a un final totalmente sorprendente. La estructura de capítulos cortos, alternativamente dedicados a uno y otro personaje, comunica a la novela una tensión y una agilidad que engancha al lector desde el primer capítulo.
OcioZero, 19/02/2013
Por Diseccionadora de Libros.
Si hubiese una imagen capaz de resumir la nueva novela de Juan Jacinto Muñoz sería «El sueño de la razón produce monstruos» de Goya. Al contemplar este grabado, apreciamos cómo este estado de inconsciencia posibilita que las fronteras entre ambos mundos, el real y el onírico, desaparezcan hasta volverse uno solo.
El sueño del otro nos obliga a plantearnos dónde se encuentran sus límites y qué sucedería si no fuésemos capaces de distinguirlos. A primera vista podríamos creer que la novela nos va a narrar el conflicto entre un personaje y su alter ego onírico, pero no es así. Juan Jacinto Muñoz yuxtapone las historias de dos personajes antagónicos que, sin ninguna explicación, comienzan a soñar con la vida del otro. De este modo, sus respectivos mundos empiezan a desestabilizarse a medida que son incapaces de distinguir qué es sueño y qué es realidad.
El autor reflexiona sobre el conflicto de identidad que sufrimos en el actual contexto social a través de sus personajes. Los progresivos avances en las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) y el auge de las redes sociales solo han servido para reforzar el aislamiento de las personas que las utilizan ante la incapacidad para relacionarse fuera del mundo online. Una dependencia que no se restringe a un nivel personal, sino que extiende su influencia a otros ámbitos, como el periodístico ante el mayor número de noticias que tienen su origen en un tweet o un blog.
De esta forma, Juan Jacinto Muñoz nos describe todas las dimensiones de este fenómeno. Xavier Arteaga representa la visión más personal y cercana, mientras que André Bodoc demuestra las consecuencias y los riesgos de esta práctica a nivel social. De hecho, resulta muy significativo que el primer paso de Xavier para encontrar a André sea buscar su nombre en Google.
A pesar del carácter reflexivo de El sueño del otro, el autor no descuida la acción, y sabe intercalar aquellos fragmentos en los que predominan la mente sobre el cuerpo, el pensamiento sobre la realización del acto y viceversa. Una novela bien equilibrada que no solo consigue entretener al lector, sino también hacerlo partícipe de la historia.
Por un lado, la desazón de algunas ideas expuestas nos persigue incluso después de haberlo terminado. Resulta imposible no detenerse y observar nuestro entorno con diferentes ojos ahora que la venda se ha caído para apreciarlo con todo sus matices. Por otro lado, la imposibilidad de resolver el enigma planteado. Los constantes giros narrativos nos impiden sostener cualquier teoría el tiempo suficiente para que se consolide en nuestra mente. Al igual que les ocurre a Xavier y André, todo lo que creíamos conocer va desmoronándose y jamás llegamos a tener una respuesta definitiva. Es más, el final no tiene una interpretación única, sino varias en función del lector y su mentalidad.
El sueño del otro nos sumerge en un estado de vigilia constante, donde se entremezclan dos mundos que deberían permanecer separados. A lo largo de sus páginas, Xavier y André se convierten en nuestros guías a través de una realidad cada más confusa y que progresivamente adquiere las líneas y las formas de lo onírico hasta desembocar en un desenlace capaz de desmoronar cualquier convicción previa. En definitiva, una novela psicológica compleja e inteligente, donde el sueño se acaba convirtiendo en pesadilla, pero sin la posibilidad de poder despertar para escapar de su influencia. Tendrás miedo de cerrar los ojos.
La Furgoneta Azul, 18/02/2013
EL LIBRO DE LA SEMANA: EL SUEÑO DEL OTRO.
El joven malagueño lo ha vuelto a hacer. Todavía con la resaca de su estupendo debut en la novela con El asesino hipocondríaco, nos viene con una historia tan irreal como la vida misma. Culto, curioso y con una prosa inteligente y renovadora, Juan Jacinto Muñoz-Rengel crea mundos donde todo es posible y donde lo increíble parece normal. Un juego el suyo bastante endiablado donde asoma en ocasiones, o al menos a mi me lo ha parecido, un Gonzalo Suárez juguetón.
Empezar a contar la historia es destriparla un tanto pero es necesario partir de la base que propone. Un profesor de vida gris sueña cada noche que es un afamado director de informativos. Por su parte el afamado director de informativos sueña cada noche que es el profesor de vida gris. ¿Quién es real? ¿Quién es soñado? Con una premisa tan atractiva es fácil suponer lo divertida de su lectura y Muñoz-Rengel explota al máximo su potencial, poniéndose en cabeza de los escritores de su generación.
Una historia divertida, dramática, de suspense, incluso terrorífica que cae en una espiral llevándote a una lectura voraz, casi enfermiza. Sueño y realidad, sueño e irrealidad, dándose la mano en un juego sin tablero visible. Una sutil e inteligente visión del individuo del siglo XXI. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto leyendo una novela. Larga vida a Juan Jacinto Muñoz-Rengel. Y larga vida a nosotros para poder leer su obra.
Entre montones de libros, 13/02/2013
Por Silvia.
Descubrí a este autor de mano de El asesino hipocondríaco. Un libro divertido y fresco que se desmarcaba de las temáticas habituales. Me sorprendió y me prometí seguir la pista a esta autor que no conocía y que, de repente, se había posicionado en muchas publicaciones literarias. Cuando hace unas semanas descubrí que salía a la venta el libro que hoy os traigo, no dudé ni un momento, tenía que leerlo. Y hoy lo traigo a mi estantería virtual. Hoy traigo a mi estantería virtual, El sueño del otro.
Conocemos a Xavier, un profesor divorciado con una vida bastante pasiva, casi apática y a André Bodoc un hombre de éxito en el mundo de la comunicación, y también en la cama. Cuando uno se acuesta el otro se levanta. Porque ambos sueñan con la vida del otro y ambos son conscientes de sus sueños, así que… uno de ellos ha de ser el sueño del otro.
Si con su primera novela os contaba que hubo momentos que me hicieron sonreír (aún me río con el «momento pastillas perdidas») en este caso tengo que decir que no me reí ni una sola vez. Más bien al contrario me iba sintiendo intranquila, angustiada por no encontrar la respuesta a la gran pregunta que plantea el libro. La barrera entre lo cierto y lo falso, la realidad y la ficción.
A golpe de capítulos cortos vamos viviendo una rutina en la que uno se acuesta y otro se levanta. Cuando Xavier abre los ojos, es porque André los cierra y cuando uno vive algo, le repercute al otro. Poco a poco vamos viendo los mismos paralelismos que ellos, incluso más. Vemos un mundo lleno de verdades a medias y momentos que se desmoronan y también como el hacerse conscientes uno del otro les va cambiando, ayudando a tomar las riendas de determinadas decisiones. Hasta que aparece la necesidad de saber, de tener la certeza sobre la realidad y esa necesidad se instala en el lector que busca relaciones más allá de las que el autor nos señala. Asistimos atónitos a la invención de la noticia, la farsa informativa y las frases sueltas recogidas aparentemente al azar que provocan nuestra duda más allá del libro. Asistimos a sucesos y casualidades, suicidios y actos incomprensibles que razonamos buscando una explicación, necesitando una respuesta y eso hace que volemos por sus páginas.
Y con todo, entre dudas y búsquedas, destaca por su sencillez. No se pierde en filosofías inalcanzables ni explicaciones enrevesadas, sino que nos conduce a un final que a mí me dejó satisfecha y que da para una muy larga conversación. Pero eso, evidentemente, sería un spoiler. Y es un libro para descubrir paso a paso, giro a giro, sueño a sueño.
Una historia que os invito a descubrir a lo largo de trescientas páginas con un convencimiento: no os dejará indiferentes.
Y tú, ¿con qué personaje sueñas ser?
Cinetralia, 11/02/2013
Por Unai Luna.
Queda claro que Juan Jacinto Muñoz-Rengel supo sorprender con una obra del calibre de “El asesino hipocondriaco” gracias a una historia diferente y un sentido del escrito particular. Por ello encontrarse con su nueva novela EL SUEÑO DEL OTRO significa meterse de lleno en una nueva historia no menos llamativa.
Su libro produce una especie de desasosiego personal, donde el juego con el lector está presente en todo momento donde se hace complicado saber dónde estamos y cuál es la realidad y lo ficticio.
Aquí la historia se centra en dos personajes, Xavier Artega, profesor de instituto divorciado con un hijo que apenas ve y una vida gris, donde lo más llamativo le ocurre de noche cuando sueña que es André Bodoc, un director de informativos. Todo puede tener un sentido y resultar curioso si no fuera porque a su vez, André sueña cada noche que es Xavier Artega, lo que une dos vidas muy diferentes entre sí que hacen no sepamos muy bien dónde nos encontramos.
Un juego doble de vidas paralelas donde no se sabe qué es real y qué es imaginación. Una búsqueda desesperada por la identidad hará que la existencia de cada uno se ponga en duda y lo cual hace que nosotros como lectores nos sintamos con cierta angustia por no saber dónde nos encontramos.
Rozando la duda existencial gracias a la forma de escribir de su autor hacen que encontremos una nueva obra sin duda particular, diferente y llena de ideas e imaginación. Un juego con el lector sutil y complicado que te mantiene en vilo y engancha como pocas novelas en estos tiempos.
Blogs de ANTENA 3, Tiempo de Silencio, 06/02/2013
Por Antonio Martínez Asensio.
Ayer se presentó en Madrid esta novela entre el relato fantástico y la distopía, como señaló José María Merino. Novela sorprendente, cautivadora, extraña, siempre a caballo entre un mundo real, donde reconocemos la actualidad más cercana, y la sorpresa, el mundo imaginado, los universos paralelos. La historia es sencilla y sin embargo sorprendente. Un hombre sueña cada noche que es otro hombre, y cada noche sueña una vida completa, detallada, precisa, con números de teléfono, nombres, sentido, sentimientos, y continuidad. Y ese mismo hombre sueña cada noche que es el primero. Y tanto se reconocen, y tanto se sienten reales, que empiezan a agobiarse, a extrañarse, y al final, en el que seguramente es el giro fundamental, como dijo Merino, empiezan a buscarse, sin dar lugar a dudas sobre la existencia de dos universos paralelos, que están destinados a no encontrarse jamás, porque uno es una prolongación del otro, un trasunto.Y así, Xavier Arteaga, se ve sorprendido un día por una extrañeza en su ordenado mundo, mientras da clase, mientras intenta poner orden en una generación incontrolable, violenta y manipulable, y en una excelente escena, se escapa del colegio en el que intenta dar clase, y busca a su ex mujer, y busca a su hijo, y trata de entender donde se perdió, cómo se sumió en la frustración, la grisura y el fracaso. Y lucha. Y mientras más sueña con André Bodoc más es capaz de recuperarse o de recrearse, hasta que inicia una búsqueda imposible.
André Bodoc perseguirá una explicación para su sueño mientras crea una noticia imaginaria, mientras su estable mundo de Director de Informativos se va desmoronando entre entrevistas enloquecidas y relaciones sucesivas, entre accidentes y coincidencias, psicólogos y despiadados colegas de trabajo. Y de alguna forma cambia, también, y se atreve a dar el paso, y entrar en la casa de al lado, en vez de huir.
Y mientras, en ambos mundos empiezan a suceder cosas que parecen no sorprender a nadie, pero que muestran que cualquiera de los mundos podría ser tan ficticio como a veces parece ser, si lo miramos despacio, si lo analizamos. Calles que terminan como si no hubiera forma de escapar del mapa que otros dibujaron para nosotros, gente que salta de las azoteas, con demasiada frecuencia, madres terriblemente extrañas, bandadas de pájaros que vuelan en formación sin ser de la misma especie, hijas maltratadas que vivían en la casa de al lado, relaciones insospechadas, besos húmedos, manifestaciones y cargas policiales exageradas, noticias inventadas que la prensa se encarga de divulgar para acusar de mentiroso a quien desvela la verdad.
¿O nos acaba de pasar lo mismo y estamos viajando desde lo fantástico hasta lo distópico (lo contrario a lo utópico, el peor futuro que podemos imaginar)? ¿Acaso si nos asomamos por la ventana no dejaremos de asombrarnos y desearemos ser alguien que pudimos ser y que tal vez nunca seremos? ¿Soñaremos con él? ¿Le encontraremos, en el espejo de un baño, una mañana?
El placer de la lectura, Febrero 2013
Por Miguel Ángel Gómez Juárez.
El sueño del otro (Plaza & Janés, 2013) es la última novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel, autor de El asesino hipocondríaco. En su anterior libro, Rengel realizaba una fusión de géneros (novela negra, parodia humorística, metaliteratura), que resultó todo un éxito. En este ocasión, vuelve a ofrecernos otra original combinación en la que encontramos fantasía, thriller, denuncia social y novela existencial.
La trama de la novela es de las que sorprenden y abren una serie de puertas fascinantes que nos hacen disfrutar y reflexionar. Como suele ocurrir en estos casos, el final suele quedar por debajo de las expectativas creadas, pero en esta ocasión no importa, da igual, el propósito ya está cumplido, el autor quiere defender la tesis de que “la literatura fantástica ha sido siempre, es y seguirá siendo un eficaz instrumento para analizar y cuestionar la realidad” y lo logra con creces a través de una historia que no nos va a defraudar.
Los protagonistas de la novela son dos hombres muy diferentes entre sí. Xavier Arteaga es un profesor de instituto divorciado, con un hijo, que lleva una vida anodina en la que todo se repite. André Bodoc es un director de informativos cuya carrera había ido asomándose al abismo por una serie de decisiones autodestructivas y que se embarca en una misión personal para desenmascar el gran engaño que sufre el mundo. Pero los dos tienen algo en común, cada uno de ellos sueña que son el otro cada noche. En el momento en el que comienzan a soñar, se meten en la piel de la otra persona y la otra vida con su mundo correspondiente adquiere forma real.
Los sueños son tan reales que cada uno de ellos comienza a obsesionarse y a preguntarse quién sueña realmente con quién, quién es real y quién está soñando. En esta parte la novela nos ofrece toda una sucesión de hipótesis fascinantes mientras asistimos a las diferentes reacciones de los protagonistas, Xavier comienza una búsqueda desesperada, una persecución sin tregua de su alter ego, mientras André quiere quitarse de encima la pesada losa de Xavier, a quién aborrece.
Este planteamiento ya es de por sí atractivo y suficiente para ofrecernos un thriller psicológico y sobrenatural de alto voltaje, que además crece en interés con los continuos giros que nos depara la narración. Pero el autor va a más allá del simple entretenimiento y El sueño del otro se adentra en un terreno más trascendental y comprometido. A través de la vida de André y su peculiar y heterodoxa cruzada que emprende para desmantelar la gran mentira en la que vive la sociedad, el autor realiza una acertada crítica sobre la hipocresía social, la manipulación informativa, la corrupción de un sistema dominado por intereses políticos y económicos, y la pasividad de una población que se niega a reaccionar y abrir los ojos a la realidad.
Y, finalmente, las experiencias oníricas de los dos protagonistas nos llevan también a reflexiones filosóficas y metafísicas, que nos hace replantearnos la realidad en la que vivimos y nuestra propia percepción sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea.
Blog de Ricardo Bosque, 01/02/2013
Por Ricardo Bosque.
Hace un año caía en mis manos una de las novelas más originales de los últimos tiempos, una novela difícil de clasificar pero que, por aquello de que tenía como protagonista a un asesino a sueldo -e hipocondríaco, por más señas-, decidí reseñar para la revista Calibre.38, especializada en crímenes varios. Firmaba la novela Juan Jacinto Muñoz-Rengel, nombre que anoté de inmediato en mi lista FIES (fichero de internos de especial seguimiento) para no perderme nada de lo que el individuo en cuestión pudiera hacer literariamente hablando en el futuro.
Afortunadamente, no ha habido que esperar mucho: a mitad del mes de enero -iba a decir “el de la cuesta” pero ya no tiene mucho sentido cuando todo el año es una rampa interminable salvo para unos pocos- se editaba su nuevo trabajo y, como me prometí en su momento, no tardé en hacerme con un ejemplar.
Y si original y divertida era El asesino hipocondríaco, igualmente original pero nada divertida es El sueño del otro. Más bien angustiosa, opresiva, desasosegante. Intensa y exquisitamente contada a pesar de lo difícil que tiene que resultar sacar adelante de un modo comprensible, fluido y disfrutable para el lector una trama a priori tan compleja.
Porque la historia se centra en dos personajes que no sabremos si terminarán siendo uno solo padeciendo una bipolaridad extrema por vía onírica. Dos personajes tan dispares como Xavier Arteaga, profesor de instituto, divorciado, anodino y apocado incluso ante sus alumnos, y André Bodoc, comunicador nato, presentador de éxito y exitoso con las mujeres, manipulador de la realidad hasta el punto de ser capaz de colar noticias inventadas que llegarán a adquirir repercusión mediática, económica y social a lo largo y ancho de todo el planeta. Aunque, bien pensado, tal vez esto no sea tan meritorio sino práctica habitual en los informativos de cualquier cadena televisiva que tengamos el disgusto de seguir a diario.
¿Y qué tiene de complicado este planteamiento, tal vez te preguntes? Nada, simplemente que, cada noche, André sueña que es Xavier y Xavier sueña que es André. Cada vez que Arteaga se encierra en su dormitorio vive la vida de Bodoc, accidentes incluidos. Cada vez que Bodoc echa una cabezada, pierde las llaves del apartamento de Arteaga. Cada vez que una mujer aparece en la vida de uno de los dos, otra lo hace en la del contrario. O del complementario, según se vea.
Un sueño entrecruzado, una mezcla de realidad y ficción en las vidas de dos personas -o una sola, qué más da- que le sirve al autor para enfrentarnos a algo mucho más preocupante: hasta qué punto podemos confiar en lo que vemos, en lo que oímos, en lo que leemos; hasta qué punto podemos dar credibilidad a cuanto nos rodea cuando -y esto lo digo yo, no el autor- somos capaces de considerar como verídica una noticia aparecida en el satírico El Mundo Today y no damos crédito alguno a otras aparecidas en los medios “serios” de los que depende la visión del mundo que terminaremos teniendo.
Una excelente novela que transita por la confusa frontera entre el sueño y la vigilia, que habla de realidades y apariencias, que transcurre entre credibilidad e incredulidad. Una novela para cuya lectura solo tengo un consejo posible a la hora de afrontarla: déjate mecer por las páginas del libro y que tengas dulces sueños, aunque dudo que lo consigas.
El rincón de Koreander, Blog de literatura fantástica, 31/01/2013
Por Sergio Llamas.
EL SUEÑO DEL OTRO: UNA LECTURA QUE DESPIERTA CONCIENCIAS
JUAN JACINTO MUÑOZ RENGEL RASGA LA REALIDAD EN UNA NOVELA QUE FUNDE FANTASÍA, NOVELA NEGRA, Y SOBRE TODO FILOSOFÍA
“Si esta mañana y este encuentro son sueños, cada uno de los dos tiene que pensar que el soñador es él. Tal vez dejemos de soñar, tal vez no. Nuestra evidente obligación, mientras tanto, es aceptar el sueño, como hemos aceptado el universo y haber sido engendrados y mirar con los ojos y respirar”, ‘El otro’, de Jorge Luis Borges
—-
He empezado con una cita de Borges para hacerme el interesante. En realidad lo que me hubiera gustado es arrancar esta reseña con ese viejo chiste de Terry Pratchet sobre un filósofo al que le pillan en un bar a horas intempestivas, y ya no recuerdo si su señora o su santa madre le pregunta: “¿Pero qué haces tú aquí?”. Decía Pratchet que la respuesta del filósofo se prolongó durante varios días. Juan Jacinto Muñoz-Rengel es doctorado en Filosofía y ha ejercido esta profesión en la enseñanza. Por suerte para el lector, es también un magnífico narrador y un estilista del lenguaje –tanto que enseña el oficio de juntaletras en la prestigiosa escuela de escritura de Fuentetaja-. A muchos no hará falta que les explique lo bien que escribe este señor, porque quizás ya han leído su anterior obra, la exitosa e ingeniosa: ‘El asesino hipocondríaco’. ¿Así de bueno es? Pues no. En ‘El sueño del otro’ demuestra que es aún mejor.
El argumento del libro se puede resumir de forma tan breve como una adivinanza:
“Xavier Arteaga es un profesor de instituto que cada noche sueña que es André Bodoc, un director de informativos. André Bodoc es un director de informativos que cada noche sueña que es Xavier Arteaga, un profesor de instituto. Pero ¿quién sueña a quién? ¿Quién es real y quién está soñando?”
¿Es esto una excusa para hablar sobre qué es la realidad?, ¿voy a encontrarme en este libro con una buena dosis de filosofía de instituto?, y ¿a caso no resolvió ya todas estas dudas René Descartes? Pues sí y no (¡qué gran filósofo se ha perdido el mundo conmigo!). ‘El sueño del otro’ profundiza muchísimo en la esencia misma de la realidad, en el quid de la existencia, pero lo hace de una manera tan literaria, tan ligada a la trama, que…
[¡Ojo!, ¡tópico de reseña literaria!]…es imposible dejar de leer. No espera, puedo ser más original: ¡Cómo invita a pasar las páginas! [Fin del tópico]
Ahora en serio. El libro está tan bien estructurado, la narración es tan sólida y los personajes parecen tan trabajados, que como lectores nos sentimos absorbidos por el universo de la novela. Todo ello consigue un efecto agridulce, y es que las 299 páginas que nos brinda Juan Jacinto Muñoz duran un suspiro.
Eso no significa que estemos ante un relato ligero, solo que el autor ha sabido hilar con acierto filosofía y trama; divulgación y entretenimiento. Al comienzo de la lectura nos impregna un sentimiento de realidad melancólica. Al mismo tiempo, y de forma creciente según avanza el libro, nos vemos sumergidos en una sensación extraña, febril, como si el tejido mismo de la realidad ondulase. Como si la vigilia tuviera también una cualidad onírica. De alguna manera, es como si al hablar sobre la realidad, esta pareciera menos tangible, más ficticia. ¿Sabéis esas conversaciones en las que a veces uno de los interlocutores se pone místico, mira al cielo, y empieza a hablar de algo más profundo que un escote o un partido de fútbol? Una de cada diez veces ninguno de los tertulianos jode el momento con una cita de Paulo Coelho. A veces surgen reflexiones en voz alta tan interesantes… bueno, casi tan interesantes como esta novela.
“Podemos ver la mente como un conjunto de redes neuronales. Un conjunto que funciona a la manera de un algoritmo infinitamente complicado, con un elevadísimo número de variables. La ejecución de ese algoritmo seríamos nosotros, como una constante explosión neuroquímica. Millones de pequeñas explosiones en las sinapsis neuronales, intercambio de iones y descargas en las bombas de sodio-potasio. Y el yo emergiendo como consecuencia de esa excitada actividad de la materia”.
Pero como decía antes la gracia de este libro es que nada de eso entorpece la lectura. La historia avanza a un ritmo trepidante (perdón, aquí no he puesto la alerta de tópicos). Incluso la forma en que los dos personajes abordan la rara situación que viven parece beber de la novela negra. Uno decide enfrentarse a su ‘alter ego’ onírico buscándole en su propio mundo, como un detective aficionado. El otro lo busca en escáneres cerebrales y doctos psicólogos: Same Spade y el Doctor House. Por eso me sorprende que las primeras críticas del libro hablen tanto de sus similitudes con Borges o Cortázar, acertadamente en mi opinión, y sin embargo no mencionen a autores mucho más ‘populares’ y modernos como a Haruki Murakami. Vale, quizás comparar a estos dos novelistas sea una extravagancia, pero no tanto. La forma en la que el escritor malagueño introduce elementos casi dalinianos en un cuadro por lo demás hiperrealista, tiene también algo del autor nipón.
“Un gato gris con rayas negras, idéntico al anterior, lo estaba mirando fijamente a los ojos. Era evidente que no se podía tratar del mismo animal, y, sin embargo, no sólo su apariencia era idéntica sino que también tenía la misma actitud. Lo miraba tal y como lo haría una persona. Y había algo en su mirada que oscilaba entre la interrogación y la amenaza. Él tragó saliva. No se atrevía a hacer ningún movimiento brusco”.
Ahora un poco sobre la forma del contenido. ‘El sueño del otro’ se divide en capítulos breves. ¿Es una estrategia para mantener enganchado al lector? Pues claro. Sin embargo, esta manera de fragmentar la novela también afecta a la trama misma, ya que en los capítulos impares se nos narra la historia del profesor de instituto Xavier Arteaga (es cierto que el nombre parece vasco, pero la novela carece de total localización o referencia geográfica, aunque sí está presente la crisis y la actualidad nacional), y en los pares las peripecias del director de informativos y entrevistador televisivo André Bodoc.
El primero es un hombre divorciado con un hijo al que apenas ve y un padre moribundo. Sus alumnos le desprecian casi tanto como se desprecia él mismo, aunque tiene una buena amiga, Helena, que es compañera de trabajo y apoyo durante toda la obra. Así las cosas él aborda el raro fenómeno de convertirse en André Bodoc cada noche con preocupación, pero también con interés. No es para menos, ya que la persona que sueña ser cada noche, y que a su vez le sueña a él, es un hombre mayor de mucho éxito profesional y no menos suerte con las mujeres. Un hombre con una vida en apariencia envidiable, que trata por todos los medios de superar este ‘raro trastorno’, pero al que al mismo tiempo no le hace falta demasiado para ‘asomarse a la locura’.
Casi desde el principio se nos propone como lectores el juego de adivinar quién es real y quién una manifestación del subconsciente, aunque también como lectores intuimos desde el principio que esta historia esconde mucho más. El cambio de capítulos no resulta brusco a pesar de que supone siempre un cambio de conciencia narradora –si bien todo está contado en tercera persona-. En ocasiones esta división está tan elaborada que nos acerca a la rara experiencia de despertar siendo otra persona, y al mismo tiempo nos presenta dos realidades idénticas pero asimétricas, como el reflejo de un espejo:
(Capítulo André)
“En el aire comenzó a sonar un ruido atronador, un rugido ascendente, metálico y ensordecedor que parecía venir de otro mundo, y que hacía temblar las paredes, el techo, los cuadros y las lámparas, como si todo estuviera a punto de venirse abajo.
***********
(Capítulo Xavier)
“Un ruido ensordecedor hizo vibrar el aire. Era un sonido metálico y estridente que parecía no tener fin. Las ventanas de los automóviles comenzaron a estremecerse, como por efecto de un seísmo. Xavier miró alrededor para comprobar si el mundo seguía su curso a pesar de los temblores”.
De alguna manera recuerda a esas hermosas y raras escenas de la película ‘Origen’ (‘Inception’), con la que la obra de Juan Jacinto Muñoz también guarda algunas similitudes. De hecho, buena parte de la historia gira en torno al suicidio y a la idea de saltar al vacío para despertar a la realidad: un fenómeno que en ‘El sueño del otro’ alcanza tintes de pandemia. También a saber qué es en sueño y qué no, y a los llamados ‘test de realidad’: como probar a encender y apagar las luces, tratar de recordar cómo hemos llegado a un sitio, o comprobar la hora para saber si estamos dentro de un sueño. Este juego, este inmenso quebradero de cabeza, es una de las claves de la novela.
Ahora bien, como historia pseudopoliciaca, también hay una reflexión sobre la sociedad y su avanzar hacia el punto de ebullición. En este sentido habla sobre la violencia en las aulas, la corrupción política, la crisis económica como invento de unos pocos, y hasta la tragedia por la que atraviesa el mundo del periodismo. Merece la pena destacar algunas reflexiones lanzadas por este ‘muy poco ético’ personaje que es André Bodoc:
“- Las agencias, los periódicos, las televisiones –continuó- están hambrientos de sucesos llamativos, de noticias que resulten atractivas. Y nadie quiere quedarse fuera del baile. Las redacciones están llenas de profesionales poco experimentados y mal pagados, que se ven empujados a copiar la información de internet, de otros medios y hasta de las redes sociales (…)”.
En fin, normalmente llegados a este punto de la reseña suelo advertir al lector de algunos fallos que hacen que la novela no funcione todo lo bien que podría, o de qué le falta al libro para llegar al 10. Me cuesta mucho encontrar motivos de queja en ‘El sueño del otro’. A nivel de trama quizás hay algunos lugares comunes en la novela, con personajes o situaciones demasiado clásicas: el vecino maltratador, el nuevo amante de la ex esposa, el presentador ambicioso… En cualquier caso, se trata de elementos tan secundarios que pasan ante nuestros ojos como el paisaje durante una travesía en tren. Poro otro lado, a nivel estilístico la sencillez que refleja la escritura de Juan Jacinto Muñoz está muy trabajada. Cuesta mucho trabajo narrar con tan poco esfuerzo, decir tanto en tan poco espacio, y que además se entienda así de bien. Sí es cierto que en ocasiones el autor parece un poco redundante, quiere rematar sus propias frases, y eso le hace reiterativo en algunos párrafos o provoca que ideas redondas, lo sean un poco menos.
De todas maneras es un efecto que solo he notado en los primeros capítulos, cuando el propio ritmo de la novela es más pausado, sin resultar cargante, y le obliga al escritor a pausar la acción, a introducir menos diálogos y a mantener a sus personajes a la espera. En seguida el libro se dispara y el lector se ve catapultado (hoy los tópicos me salen solos) por su necesidad de respuestas. Sobre si el autor las da o no, mejor dejar que sea el propio lector el que lo descubra.
En definitiva, ¿qué decir de ‘El sueño del otro’? Es una novela brillante, de esas que te hacen odiar un poco al autor (solo un poco, de verdad), Que parecen ligeras cuando se ponen densas, y que resultan densas cuando se piensa en ellas. Sin embargo pensar es gratis, o al menos todavía no lo han privatizado. Aprovechen y lean a Juan Jacinto Muñoz. Él sí es real.
Papel en Blanco, 30/01/2013
Por Sarah Manzano.
La que hoy tengo entre manos es una reseña difícil. Difícil de explicar, porque el desasosiego que produce la lectura de El sueño del otro de Juan Jacinto Muñoz-Rengel continua latente después de haberlo terminado. La dificultad no es poca, porque ya sabéis que me ciño a una política libre de spoilers y este intrigante libro da para hablar largo y tendido…
‘El sueño del otro’ juega con nosotros, como lectores, como personas. Nos arroja sin remordimientos a un mundo turbio, asfixiante; a un juego de espejos en el que es difícil saber qué es la realidad y qué es el reflejo correspondiente. Un juego sutil de realidades encontradas que van diluyéndose y confundiéndose conforme pasamos las páginas.
Xavier Arteaga es un profesor de instituto normal como el que más. Divorciado, con un hijo al que apenas ve y un padre al borde de la muerte, ve su vida pasar como una monotonía gris. Salvo por un pequeño detalle, y es que, cada noche, sueña que es André Bodoc, un director de informativos. No sería nada extraordinario, tampoco, si no fuera porque cada vez que duerme, André Bodoc sueña que es Xavier Arteaga, un gris profesor de instituto… Dos vidas muy distintas entre sí, dos existencias que nos hacen dudar de todo y de todos…
Comienza de esta manera un juego doble, dos vidas paralelas en la que no sabemos, ni ellos mismos saben, quién es real y quién imaginación. En un mundo que se desintegra, nuestro protagonistas comenzarán una búsqueda frenética de su propia identidad, una búsqueda que les hará plantearse su propia existencia y la realidad en la que viven.
Ese detalle, precisamente, es el que hace la lectura de ‘El sueño del otro’ tan angustiosa. Ese no saber qué es real y qué no lo es, ese remover los cimientos de la conciencia, traspasar los límites de la realidad y volver del revés nuestra vida. La prosa de Muñoz-Rengel te ata, te confunde, te lleva por caminos extraños y, sobre todo, te crea una duda existencial. Ahí es nada.
Juan Jacinto Muñoz-Rengel nació en Málaga en 1974. Licenciado en Filosofía, ha trabajado como docente y como colaborador en diversos medios como las revistas Ínsula y Clarín o en Radio Nacional de España. Escritor habitual de relatos, dio el salto a la novela el año pasado con El asesino hipocondríaco, con la que ha cosechado un gran éxito entre lectores y críticos. Sólo había leído de él el relato «London Gardens», incluido en la recopilación ‘Steampunk’, y era de mis favoritos, de modo que tenía una deuda pendiente con él.
Yo, que tengo propensión a sueños largos, detallados y extraños he leído ‘El sueño del otro’ con un deje de aprensión, de intriga ante la realidad que vivimos día y noche. Me gusta especialmente el escepticismo ante los medio de comunicación, ese macabro juego de la verdad, tan en boga hoy en día. Hagamos un sano ejercicio de duda, pongamos en tela de juicio nuestra vida y dejémonos llevar por las circunstancias. Al final, como siempre, nos damos cuenta de lo real, de lo importante del aquí y ahora, de disfrutar el momento. Y qué mejor manera de hacerlo que con un libro en las manos, ¿no?
Periodista Digital, 18/01/2013
Por Guillermo Roz.
Plaza y Janés edita en este enero de 2013, El sueño del otro, la nueva novela del multipremiado escritor malagueño Juan Jacinto Muñoz-Rengel, quien consiguió gran notoriedad por su obra anterior El asesino hipocondríaco.
El sueño, esta vez, es pesadilla y al cuadrado. Xavier Arteaga, un profesor de instituto de vida gris, sueña cada noche que es André Bodoc, un mediático periodista televisivo. Éste sueña todas la noches que es Xavier Arteaga. El cruce insólito de personalidades los llevará a cada una al borde de la locura, pasando por toda clase de escenas entre el surrealismo, la locura y los precipicios de la violencia psicológica más despiadada.
Muñoz-Rengel despliega una película de dos vidas que por ser tan diferentes resaltan aún más la única verdad: todos somos iguales, sufrimos de los mismos traumas, nos asomamos a los mismos espantos, necesitamos de una vida ordenada, de una sola y acostumbrada identidad, para sentirnos tranquilos.
Diálogos inteligentes, climas opresivos y descripciones de la mente obsesiva, hacen de esta novela un volumen verdaderamente interesante y altamente recomendable.