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Revista NARRATIVAS, octubre-diciembre 2014
Hay títulos que provocan crisis de ansiedad que terminan en bajas laborales entre el colectivo de bibliotecarios encargados del trabajo catalográfico. Todo porque estos pobres tienen que distinguir entre «título» y «ampliación de título». La ampliación de título es aquello que viene después de dos puntos en un título. Con un ejemplo nos bastará. Sea el título Manual de Podología básica o de andar por casa: los callos y durezas y cómo eliminarlos. Lo que viene después de los dos puntos es la «ampliación de título», y si no ando muy descarriado, en el peor de los casos, el bibliotecario catalogador podría no incluirlo en el campo de la ficha catalográfica correspondiente si debido a su extensión, no le cabe.
Juan Jacinto Muñoz-Rengel puede que se haya granjeado la antipatía de un nutrido grupo de profesionales al titular su obra El libro de los pequeños milagros y los planetas ignotos, que contiene las pormenorizadas y muy veraces {micro}narraciones de los grandes hechos sobrenaturales y extraordinarios de este mundo, así como las {mini}epopeyas de otras tantas hazañas extraterres – tres, y una recopilación de la más diversas y memorables prácticas amatorias, venganzas y torturas, muertes, reencarnaciones, espíritus y fantasmas, reptiles, monstruos, arquitecturas imposibles, las crónicas de la conquista del espacio y la búsqueda de Dios.
Y aprovechando que en todo esto aparece dios, si algo podemos decir acerca del hecho de la creación literaria es que es de carácter milagroso. Pues al igual que a propósito de los milagros, (de los cuales ni dios se pone de acuerdo sobre si existen o no, si son o no son), nadie puede canonizar en relación a lo que es o no literatura de la buena.
Lo único verdadero es que para leer se necesita fe. La misma de la que hace gala el protagonista de Fe, microrelato que como su título indica gira en torno a la fe y a lo que se consigue con la fe. Y como no hay fe sin descreimiento, ni dios sin diablo, ahí tenemos Impronta, el complementario de Fe. Complementario, porque si en este el descreimiento del mundo exterior genera la «tragedia material», en Impronta la «tragedia inmaterial» justifica la creencia del mundo exterior.
Lo mío no es más que una afirmación sin pretensiones axiomáticas. No quiero tensionar, exhortar a la fe ciega de quien lea esta reseña (entre otras cosas porque ya dije que para leer se neces ita fe, y si esta es ciega, podemos estar entrando en una paradoja). Y ahora ya me he hecho la cama para decirle que el libro contiene alguna que otra de esas (paradojas), a partir de títulos que nos incitan a pensar en los extraños compañeros de cama semántica que genera el lenguaje. Es el caso de Parad(h)ojas, que aun siendo una creación casi poética me viene a pedir de boca (una obviedad, porque antes de la escritura, no habría otra forma de pedir que no fuera a viva voz, con la boca).
Y a veces no hay nada más obvio que un título que lo dice todo: Backward, una vuelta atrás en cada uno de los micros que integran esta serie que va desde Backward I hasta Backward VI. La «complementariedad» entendida en el sentido de «lo contrario», aunque Backward II bien podría ser además un homenaje a Viaje a la semilla de Carpentier, o a Cuatro corazones con freno y marcha atrás de Jardiel Poncela, o a toda la ficción que ha tratado el mito de la vuelta atrás en el tiempo.
Lo obvio, lo evidente, los micros carentes de herramientas referenciales, de fuertes cargas semánticas que pudieran nuclear el peso de la narración, la falta de interés estético y de sujeción a las normas del efectismo literario a que la práctica ha consagrado el microrelato, desembocan en productos en los que no hay maquinaria argumental ni de trama que se ponga a funcionar, ningún resorte, no hay cortas y pronunciadas pendientes hacia el climax, ni fosfenos… Micros que podemos calificar de lacios… ¿Debería Muñoz-Rengel claudicar de la escritura de microrelatos y emplearse como operador telefónico de teletienda? Hágase su voluntad. Pero perderíamos a uno de los pocos o quizá al único visionario que se atreve a nadar contracorriente incursionando en el lado de lo simple, lo evidente, lo huesudo. Claudicación va de eso, de claudicar. Dicho así, se confirma que no estoy en la zona vip de la tabla del cociente intelectual. Pero déjeme añadir que esta claudicación no se contempla desde la orilla del abandono, del dejarse hacer, sino que los protagonis tas son parte activa en la resolución de su propio destino, convirtiendo esa fatalidad en rebeldía. Me da a mí que eso explicaría gran parte de la esencia de estos microrelatos que (salvo aquellos que tienen un mero interés recreativo (por lo de juego, sea el caso de Soles que nos alumbra una dimensión de nuestro sol que cobija aves fénix, pero también otros animales que en los documentales de la 2 se nos presentan más ajenos al calor, pero ahora debidamente evolucionados para soportar esos cuantos millones de grados) mayoritariamente cobijan un alarido de dolor frente a las perversiones sociales que se nos están imponiendo.
Aunque va por otros derroteros, por ejemplo Vigilados me ha recordado que ahora soy incapaz para cualquier actividad, salvo que pueda pagar mi «capacitación». De hace años, lo más «habilitante» que recuerdo es el «Carnet de manipulador de alimentos». Ahora necesitaría un carnet para aplicar un herbicida en el jardín de mi casa, un carnet para cortar con una motosierra una rama de un árbol de mi casa, un carnet para mover con una carretilla un palet de latas de conserva que compré para mi despensa, un carnet para traspasar el umbral de una obra y poder entrar a trabajar como fontanero… Si en Gnosticismo un dios crea a otros dioses lo mismo que un robot crea otro robot, ¿qué organismo supremo de inspección, que Big Brother del conocimiento universal crea y evalúa a todos estos que nos evalúan y cobran por decir que sabemos hacer algo?
Podría decirse que a partir de la amplificación real (no de la deformación ficcional) se nos alerta sobre el hecho de que estamos pasando de la vida privada a la privatización de la vida, que en verdad nos acercamos peligrosamente al Expolio. Un expolio que en una realidad quizá no demasiado lejana se extenderá hasta el mismo uso del lenguaje: De la pintura rupestre al lenguaje del futuro.
El todopoderoso Poder Invisible (bajo cuyo paraguas se cobija el Big Brother del conocimiento que señalaba líneas arriba) crea el problema, el todopoderoso Poder Invisible crea la solución, el todopoderoso Poder Invisible crea la noción de lo políticamente correcto, y así el ciudadano se paraliza en la indecisión: objetivo conseguido. Biobuitre, una ecuación perfecta para explicarlo.
Si cosificar algo implica negarle voluntad propia, entonces Rebelión de las cosas es una paradoja con todas las de la ley (basta contraponer «rebelión» a «cosas»). Vida artificial bien podría ser el colofón.
Ya lo sé: es estúpido y redundante hacer una reseña sobre una obra cuyo título es un compendio de los elementos que contiene. Estúpido, redundante, y largo. Para que esta reseña reúna esas tres características no tengo más remedio que seguir dando el tostón, diferenciando otra categoría más de micros que podríamos nombrar como modelo «al otro lado del espejo». Por abreviar no citaré más que Neuroleptol, que tiene su continuación Neuroleptol, fase de administración masiva que mira la realidad desde el lado de un «alucinado».
La regresión infinita en Reproducción a escala. Los Recovecos, quién sabe si sacados de una pintura imposible del matemático Escher. La viga literaria en el ojo propio en Persistencias. La sonrisa que nos arranca 15 con la fina ironía del «Aquellos eran tiempos de acción» que da la vuelta al calcetín de la realidad…
La identidad en Expiación, el paso del tiempo en La lógica del tiempo y la suposición del doble en El doble, son tres de las obsesiones que señalan en otra dirección: la de recordarnos que antes hubo un Muñoz-Rengel novelista que masticó estos temas en su novela El sueño del otro.
Si quiere que corte, yo le digo que en el libro hay un buen puñado de otros microrelatos representativos de tantas otras tendencias cuyos títulos no he citado (esta vez por pereza ni siquiera conté el total de micros), y como herramienta extraordinaria un Índice para la confección de un bestiario que abarca al que en el libro se arma. A cambio, usted no me hace escribir de nuevo el título de esta obra que como toda la materia antes del Big Bang se colapsa, no como el universo, en el equivalente material a una cucharilla de café, sino en Backward VI.
Universo La Maga, 07/01/2014
En la reseña que hice para Universo La Maga del anterior libro de Juan Jacinto Muñoz-Rengel, El sueño del otro, comentaba que“La estructura de capítulos cortos, alternativamente dedicados a uno y otro personaje, comunica a la novela una tensión y una agilidad que engancha al lector desde el primer capítulo”. Me encuentro ahora con esta nueva novela del autor en la que los capítulos no son cortos, sino cortísimos: ¿microrrelatos?; ¿pensamientos breves?; ¿aforismos? La verdad es que se trata de un libro extraño. Creo que el autor es consciente de la dificultad que puede encontrar el lector que trate de encontrarle un sentido al libro entero y a cada uno de sus capítulos. En un primer intento, el autor nos ofrece un ÍNDICE PARA LA CONFECCIÓN DE UN BESTIARIO. También incluye, al principio del libro, una ADVERTENCIA: ESTO NO ES UN TEXTO. “El texto que ahora tienen antes sus ojos está lleno de errores. Algunas palabras han sido sustituidas por otras: Como donde dice texto, o palabras, debiendo en realidad decir mapas, o calles. O viceversa”.
Ya he manifestado en otras reseñas en Universo La Maga la importancia del “continente” además del“contenido” de los libros impresos. Tengo que decir que este libro tiene una presentación muy atractiva, empezando por la portada y siguiendo por las páginas que lo componen que nos anuncian una especie de libro de poesía (reconociendo con ello la calidad de estos libros) cambiando los versos por prosa. El libro se divide en: URBI, ORBE y EXTRAMUNDIS. ¿El mundo y lo ignoto? ¿Lo humano y lo inhumano? ¿Lo real y lo imaginario?
URBI (URBI, a la ciudad) Aquí encontramos algunas reflexiones del ÍNDICE PARA LA CONFECCIÓN DE UN BESTIARIO: Spoilers, Chiroptera Pilosus, Conocer a alguien, A media tarde y Compañíadoméstica. ¿Qué nos dice cada uno de estos relatos, en cierto modo, seleccionados por el autor?
-Spoiler. Se conocen como Spoilers esos párrafos donde se revela, total o parcialmente, el argumento de una obra. Dado que el verbo Spoil puede ser traducido por arruinar, un sustantivo/adjetivo castellano sería arruinador. Pero también la palabra spoiler hace referencia a un elemento de la carrocería de un automóvil que lo hace más aerodinámico. ¿Qué significado podemos dar a la descripción: “Hacía días que los spoilers sobrevolaban la ciudad? El sentido que parece darle el autor es el de un peligro físico: “…uno de aquellos spoilers me hundió su pico en la espalda, y no he vuelto a ser el mismo desde que sé lo que de verdad nos espera tras la muerte”. ¿Una visión anticipada de lo que será su futuro?
–Chiroptera Pilosus (Chiroptera=quirópteros) ¿Qué puede significar “…que apenas cierre la puerta de casa, una barba salga volando en busca de su sitio en el techo, se cuelgue de la viga del salón, bocabajo, y enrolle sus alas alrededor de su cuerpo”, como haría cualquier murciélago.
– Conocer a alguien (Un tipo normal) ¿Avatar? “Cada día antes de verla, me afeito con meticulosos esmero la larga mata de pelo azul que me crece en la espalda, en el pecho, en los bíceps y en los antebrazos…previamente me he vendado las rodillas, y todas las articulaciones, para evitar los saltos involuntarios que me harían sobrevolar los árboles de tres en tres…hasta hoy, que me ha dicho adiós por teléfono, acusándome de ser un tipo demasiado normal”.
– A media tarde (Animal del sueño). “Entré revoloteando por la ventana y lo vi tumbado en el salón…le di un par de coletazos en la nuca…resbalé sobre sus párpados…y me colgué de su labio inferior…aquel tipo creería que acababa de dar un cabezazo en medio del sopor de la tarde”.
–Compañía doméstica (Seres velo) ¿Significa que los detalles domésticos hacen que tu casa sea diferente de cualquier otra? “Descubrirás hasta un total de seis seres-velo en la casa…y acabas entendiendo que son una parte esencial de tu vida”.
Hay otro intento taxonómico: la serie Backward (hacia atrás): I, II, III y IV: el cliente de un bar que en vez de vaciar el grifo de la cerveza, lo llena y en vez de pagar, cobra; el cadáver que va del nicho al tanatorio y de ahí al hospital; el padre que le dice a su hijo “…como quien dices acabas de morirte”; o este otro “(…) y entre terribles alaridos de dolor, consiguieron introducirle el recién nacido hasta alojarlo en el interior de su vientre”.
Cada página de este libro te ofrece una ventana para contemplar el mundo desde una óptica cambiante para cada lector. Como urbanista que soy, me gusta la descripción cínica de la definición de Ciudad dormitorio: 1. Conjunto suburbano de una gran ciudad cuya población laboral prescindiría del arte “…a cambio de obtener un puesto fijo o de funcionario como profesor de arte…” 2. Conjunto urbano en el que los ciudadanos han decidido pasar sus vidas durmiendo. 3. Ciudad zombi.
Hay otro, El doble, que puede llevarnos a El sueño del otro, del mismo autor. “Hace diez días, vi a un hombre idéntico a mí tomando un café…Esta mañana, el café que me he tomado de pie en la cocina no me ha sabido a nada, y hace días que advierto que el espejo me refleja cada vez con menos intensidad…Ya casi no me quedan dudas: el doble soy yo”.
Algún otro como Tres días, nos remonta a sucesos recogidos en otros contextos religiosos: “Tres día más tarde, la mosca resucitó y reemprendió su vuelo”
ORBE (URBI, al mundo) Cuando el lector comienza el libro, y tiene en cuenta la expresión Urbi et Orbi, palabras que significan en latín A la ciudad (Roma) y al mundo, que era la fórmula con la que empezaban los proclamas del Imperio Romano, espera un cambio en los relatos de esta segunda parte. Lo primero que me resulta diferente es una mayor atención a la historia, especialmente a la bíblica, con varios escritos como Arca de Noé: el origen, una irónica interpretación del Diluvio y la extinción de los dinosaurios, o Hijos de Caín, en la línea de los que se preguntan si en los cuadros de Adán y Eva estos deberían tener o no ombligo; en este caso en relación al incesto entre nuestros antecesores. Dentro de esta interpretación irónica, no católica, de los mitos del mundo cristiano occidental, encontremos varios escritos más: Teísmos, Gnosticismo y La segunda Babel. Esta última es una versión triunfante de la Torre de Babel, donde “(…) pese a sus múltiples lenguas lograron entenderse los unos a los otros (…)”. También hay otro intento de crear otra nueva taxonomía en las Historias cruzadas con unas interesantes interpretaciones de la manzana del Paraíso, el retrato de Dorian Gray, una comparación entre la Pinta, la Niña y la Santa María y el Titanic y una recreación del asedio de Troya. Hay una referencia importante, aunque heterodoxa, a los animales en Ah, las fábulas, Una pareja, Señales, Plik-Plik, Claudicación, Love Doll, Ganado, Mamíferos marinos y Mundos invisibles.
EXTRAMUNDI (EXTRAMUROS, fuera del recinto de la población)
Con una cierta lógica, la mayoría de los títulos del ÍNDICE PARA LA CONFECCIÓN DE UN BESTIARIOcorresponden a esta tercera parte donde deben aparecer los casos que se encuentran fuera de la cuidad y del mundo: Arachnida cervidae, Aves Fénix, Coralinos, Crustáceos ondulantes, Especie de presencia única, Focas de fuego, Guerreros de doble ano, Habitantes del desierto de los nopales púrpuras, Habitantes de la Galaxia NGC 772, del Planeta Axz, del Planeta Iolo, del Planeta Krrrrr, del Planeta OpOpOp, del Planeta Zxa, del Tercer planeta del cuádruple sistema de anillo. El resto de los títulos de este apartado tienen el mismo fondo de originalidad, de futurismo y de inquietud e incertidumbre que los que pertenecen al BESTIARIO.
Sería imposible recoger la cantidad de registros que tiene este curioso libro de difícil definición, pero de indudable atractivo para una lectura reposada y reflexiva. Esta es mi opinión sobre este libro que está abierto a las infinitas interpretaciones que pueden aportar diferentes lectores e incluso a la infinitas interpretaciones que puede aportar un mismo lector.
Blisstopic, 16/12/2013
El tamaño no importa… siempre y cuando sepas qué hacer con él. En términos literarios, claro, la extensión se debe antes a la elección del autor que al designio de la madre naturaleza, pero el tópico inicial sigue revelándose de plena validez. Y lo destaco porque el nuestro es un país de superdotados, parece, donde durante años se menospreció el cuento frente a la novela y, ahora, se trata con cierta rechifla un género, el del microrrelato, que como todos tendrá sus altibajos, pero que además suele presentarse a la pelea con una mano atada tras la espalda: cuanto más larga la distancia, más disimulados se ven los puntuales baches del camino; en cambio, un trayecto de cinco pasos contados quedará inevitablemente ligado a cualquier imperfección que en él encontremos.
Sirva este prólogo, en todo caso, para justificar la siguiente afirmación: escribir un libro entero de microrrelatos se me antoja una machada y pretender que la mayoría de ellos lleguen al mejor de los puertos, una utopía al alcance de muy pocas plumas. ¿Implica tal apriorismo que debemos bajar el listón y mostrarnos condescendientes ante una obra como la que aquí nos ocupa? Por la memoria del dinosaurio monterrosino que no, pero considero justa y necesaria la conciencia de que las piezas fallidas que vayan amontonándose en el debe dispondrán de un peso molecular menor del habitual.
“El libro de los pequeños milagros” (mantendremos el título en su versión reducida) es una obra en consecuencia irregular; que, para más inri, en aras de alcanzar una extensión razonable, no tiene problemas en retomar de forma recurrente ciertas fórmulas (la narración cronológicamente inversa de una circunstancia socialmente establecida, por ejemplo), así que a algunas ocurrencias no especialmente conseguidas hay que sumar el peaje del chiste repetido. Pero, tras tanto mostrarnos a la defensiva, tras comenzar destacando sus (inevitables, insisto) cojeras, hay que reconocerle una inventiva, una variedad, un desparpajo y un sentido literario que vendrían a justificar plenamente su lectura de cabo a rabo.
El malagueño J.J. Muñoz-Rengel nos conduce por escenarios galácticos y terráqueos, bíblicos y mitológicos (si no se trata de lo mismo), históricos y fabulados, con piezas protagonizadas por animales humanizados y humanos animalizados y alguna que otra civilización extraterrestre. Y en todas ellas luce el ingenio, en bastantes brota la sugerencia y la paradoja y el humor absurdo; en algunas, y no es botín escaso, podemos hablar de narraciones redondas, de esas que perfectamente merecerían integrar una antología del género. La acumulación, cierto es, acaba por homogeneizar tales resultados en un todo con el bien por bandera, pero ese no deja de ser otro gaje de un oficio tan arduo como dolorosamente incomprendido.
Todoliteratura.es, 23/10/2013
Juan Jacinto Muñoz-Rengel es un escritor que se mueve en mundos paralelos a la realidad, tanto en lo literario como en lo cosmológico. El libro de los pequeños milagros contiene una serie de micro relatos que nos ponen los pelos de punta y nos hacen pensar o preguntar si el mundo en el que vivimos es el mismo que el del autor malagueño. Su última obra ha sido publicada por la editorial Páginas de Espuma.
Forjado en el relato, dio el salto a la novela con El asesino hipocondríaco publicada en 2012, un fulgurante éxito de ventas que le hizo consagrarse como un joven valor de la literatura hispana. Original y perturbador. Su prosa es potente y concisa. No sobra ni falta una palabra y menos una frase. Este año, ha publicado su segunda novela, El sueño del otro, un cruce de sueños entre dos personas que viven la vida del otro. Esta novela no ha tenido tanto éxito como la primera, pero no desmerece en absoluto de la anterior.
El libro de los pequeños milagros es un libro de relatos dividido en tres partes: Urbi, Orbe y Extramundi. Los títulos pueden decirlo todo, pero el lector que se enfrenta a estos relatos encuentra más de lo que supone en un primer momento, incluso lo que no quiere encontrar.
Un bestiario de animales desfila por unas páginas que cuesta pasar. El lector repasa el cuento una y otra vez no dando crédito a lo que lee. No comprende cómo de un cerebro humano puede salir lo escrito, cómo alguien puede ni siquiera imaginar lo que está leyendo. El ciber cerebro del autor inventa historias imaginarias con visos de realidad, historias reales deformadas por una imaginación desbordante y oscura.
El mundo de Muñoz-Rengel no es el mismo que vemos los humanos. El mundo del autor es un mundo de historias que se mezclan y se retuercen a su gusto. Son historias que avanzan hacia atrás, en las que los protagonistas son animales imposibles o personas deformes, monstruosas, tanto en lo físico como en lo mental.
Ciencia ficción o historias que emergen del principio de los tiempos se entrecruzan y lo que sale es una nueva historia diferente a lo que nos han contado, donde todos los protagonistas tienen algo de monstruos, algo del cerebro reptiliano que llevamos escondido en alguno de los lóbulos del mismo.
Los cuentos del libro son relatos minúsculos, alguno con el título más largo que el relato o pueden ser también un dibujo o una sucesión de ceros y unos. Otros alcanzan a duras penas un poco más de una hoja, lo cual nos viene bien para no desequilibrar ese cerebro anticuado que llevamos encima de los hombros.
Cuentos, microcuentos, relatos, microrrelatos, con personajes humanos o animales, con personajes humanos con mente animal o personajes animales con mente humana se van sucediendo en las páginas del libro. Todos tienen una historia que contar. Escritos en primera persona, en tercera persona o con narrador omnisciente, los cuentos nos van reflejando un microcosmos donde todo es lo que parece, pero deformado en los espejos del callejón del Gato.
Escoger un cuento entre todos es una tarea difícil; algunos acabarán en la antología de los microcuentos. Me quedo con el primero, el relato de las historias cruzadas y con todos los titulados Backward, donde la narración avanza hacia atrás. Pero podría escoger muchos más, ¿todos? También.
Juan Jacinto Muñoz-Rengel da con el quid del cuento. Todos aportan algo diferente, todos tienen algo que no tiene el siguiente, ni el otro, ni el otro… Todos cuentan una historia y su esencia. Son cuentos esenciales que tienen una máxima clásica impresa en el ADN. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Lo bueno, si micro breve, cuatro veces bueno y así en progresión geométrica. Es un libro para no perderse.
Solodelibros.com, 22/10/2013
Por Sr. Molina.
Para los que no conozcan a Juan Jacinto Muñoz-Rengel hay que decir que es todo un maestro del relato breve, aunque sus incursiones en el terreno de la novela le hayan proporcionado notables éxitos. Y con esta recopilación de microrrelatos se confirma que su autor debe estar, necesariamente, en ese panteón de “cuentistas” (sin desmerecer por el uso del término) que conforman el núcleo de narradores que trabajan por dotar al relato breve (y al micro-breve, como es el caso) de entidad e importancia propias. El libro de los pequeños milagros es una fantástica —en la doble acepción de la palabra— colección de microcuentos que nos ofrece a partes iguales magia, psicología, humor, ciencia ficción, ironía, terror y, por supuesto, imaginación. De la pluma de Muñoz-Rengel emergen toda una miríada de seres increíbles, de mundos desconocidos, de situaciones descabelladas que, aparte de mostrar su peculiar talento para la construcción de universos, nos dejan también sentir la conexión que toda literatura fantástica tiene con la realidad.
Y es que en esta colección tenemos un constante aluvión de referencias fantásticas, pero muchas de ellas evitan la mera literariedad para erigirse en metáforas de nuestro tiempo. Un microrrelato tan simple como “Hamelín” contiene, en su única frase, todo un universo referencial de causticidad, crítica y perspicacia:
Y cuando todas las ratas estuvieron dentro de la caja, Hamelín apagó el televisor.
La fuerza de los textos de Muñoz-Rengel se basa, pues, en dos elementos bien diferenciados. Por una parte tenemos esa constante revisión de lo que conocemos, de nuestra realidad cotidiana; esto se aprecia con claridad en cuentos como “Teleobjetivos”, “15″, “La lógica del tiempo” o “Ciudad dormitorio; estos microrrelatos se agrupan en la primera parte del libro, “Urbi”, que compone así un fresco basado en la observación del entorno. Por otra parte tenemos el desarrollo de unos mundos absolutamente fantásticos que son ajenos a cualquier entendimiento, motivo que se amplía en la segunda parte del libro, “Orbe”, y sobre todo en la tercera, “Extramundi”; así, encontramos texto como “Ciclos”, “Historias cruzadas”, “Invasión”, “Soles” o “Relatividad”. Quizá en estas dos últimas secciones es donde brilla con más fulgor la habilidad de Muñoz-Rengel para crear textos hipnóticos, plenos de fuerza visual y plagados de sugerentes imágenes, sensuales descripciones y brillantes tramas. Su estilo se despliega con brío en unos microrrelatos que ofrecen unas historias imaginativas, llenas de personajes curiosos y extravagantes y con unos planteamientos que aúnan inteligencia y sagacidad.
El libro de los pequeños milagros es un compendio exquisito de momentos intensos, de lecturas que provocan el escalofrío, de detalles que iluminan un motivo escondido. Una colección de microrrelatos que nos permite atravesar el velo de la realidad para contemplar otros mundos, otros tiempos y otras posibilidades, pero siempre con la mirada puesta en nosotros mismos, en lo que hace humano al ser humano. Un viaje por la fantasía, sí; pero sobre todo un viaje por nuestros miedos, nuestros sueños, nuestros errores o nuestros vicios. Un libro, en suma, que trasciende su materia imaginaria para ofrecernos una visión radiante y clarificadora del hombre como habitante, ciudadano, amante, progenitor o aventurero. Pocas veces se podrá disfrutar tanto escudriñando en los sótanos de la mente humana como leyendo este luminoso texto. Háganse un favor y deléitense con él: no les defraudará.
Culturamas | La Tormenta en un Vaso | Estandarte, 17/10/2013
Por Luis Borrás.
Juan Jacinto Muñoz-Rengel es ya un escritor reconocido. Pero en lugar de dedicarse a tiempo completo a la novela prefiere –y los hinchas del relato se lo agradecemos- no renunciar a nada y sumar a su bibliografía un nuevo volumen de cuentos; esta vez en forma de cien microrelatos. El libro de los pequeños milagros se presenta como un “Bestiario” –con lo que Muñoz-Rengel se suma a Cortázar, Perucho, Arreola y Óscar Sipán- y lo es porque en su portada aparece un perro verde con tronco y extremidades de loro del Amazonas, en la contraportada se dice expresamente y en la última página hay un “Índice para la confección de un Bestiario” en el que por orden alfabético se da una lista de los animales, mutaciones, poltergeist y seres de otros planetas y galaxias que aparecen en estas narraciones. Pero ese heterogéneo listado nos da una pista de que estos cien micros no son un “Bestiario” al uso; no son una colección de bichos raros, aberraciones genéticas descendientes de la oveja Dolly, peces radioactivos de tres ojos o un Godzilla que viene a destruir Nueva York; en este libro hay extraterrestres y ciencia-ficción sí, pero también habitantes del planeta Tierra. En realidad para saber lo que hay dentro no hay más que acudir a su portada interior y leer: El libro de los pequeños milagros y los planetas ignotos, que contiene las pormenorizadas y muy veraces {micro}narraciones de los grandes hechos sobrenaturales y extraordinarios de este mundo, así como las {mini}epopeyas de otras tantas hazañas extraterrestres, y una recopilación de las más diversas y memorables prácticas amatorias, venganzas y torturas, muertes, reencarnaciones, espíritus y fantasmas, reptiles, monstruos, arquitecturas imposibles, las crónicas de la conquista del espacio y la búsqueda de Dios. Todo eso hay y de eso tratan –y algo más- estos pequeños milagros que son en muchos casos auténticas pesadillas. Y en esa variedad heterogénea Muñoz-Rengel demuestra su inteligencia porque reducir cien relatos a una unidad temática acaba convirtiéndose en aburrida monotemática. Repetir el mismo argumento -aunque sea creando un zoológico de monstruos- hubiera resultado un exceso que terminaría saturando al lector.
Muñoz-Rengel divide sus cien {micro}narraciones en tres grupos: Urbi (ciudad), Orbe (que no Orbi; Mundo) y Extramundi (que no necesita traducción). Pero lejos de convertirlos en tres compartimentos estancos los enriquece introduciendo en cada uno otras temáticas complementarias y coherentes: teología, historia, transmigración de los cuerpos, reencarnación, futurismo, crítica social o astronomía.
Reconozco que no soy muy amigo de la fauna y el naturalismo –los documentales de la 2 me parecen el somnífero ideal para la siesta- tal vez por eso los micros que tienen a los animales como protagonistas son los que menos me han gustado. Esas aves que dibujan un SOS en el cielo o sus suicidios colectivos arrojándose al fuego o los delfines y ballenas varados en la playa son imágenes impactantes, pero me parecen más propias de un relato para una campaña de la WWF. Si tengo que quedarme con relatos de animales prefiero –ya que se trata en parte de un “Bestiario”- a esos monstruos terroríficos que Muñoz-Rengel crea como la Arachnida cervidae (un ciervo-araña caníbal -jugando con la inocencia de Bambi- que devora al cazador), esas mutaciones de laboratorio como el Biobuitre (ave carroñera que recicla la basura con sus cuatro estómagos) y el Megatauro (un toro –invencible animal de guerra- que tiene un punto débil: como el de la canción está enamorado de la luna y se deshace en sollozos al escuchar un poema que habla de ella) y ese pulpo del relato “Love Doll” que se encuentra en una ría con una gaita abandonada que convierte en su muñeca hinchable.
Reconozco también que las narraciones de temática extraterrestre, alienígena o marciana no son mis favoritos, tal vez porque soy de los que piensa que viven entre nosotros –de otra manera no puedo entender a determinados “famosos” que salen en la tele- y que esos Guerreros de doble ano, habitantes del desierto de los nopales púrpura, de la galaxia NGC 772, y del planeta Axz y Zxa no me resultan atractivos; pero sí que Muñoz-Rengel acierta plenamente con su “Invasión” alienígena al revés; en tres de su serie “Multiverso” con un Papá Noel convertido en díptero y una ciudad que es una voraz colonia de pólipos que avanza implacable y en el terrorífico y excepcional “Cadena trófica” con sus bandejas de carne humana en los supermercados.
Sin duda los micros que prefiero son los que relacionan al ser humano con lo sobrenatural. Y es en “Urbi” en donde mayoritariamente los encuentro. Ingenios mecánicos –spoilers- que sobrevuelan la ciudad; una mujer recubierta de una película gelatinosa viaja con nosotros en el metro; encontramos a nuestro doble en la calle; hay francotiradores en las azoteas; un muñeco de nieve que hace un niño se derrite y nos muestran sus vísceras; vivimos en una casa de muñecas que es una matrioska; nuestra novia imaginaria es vista por los demás y oímos las palabras registradas en una grabadora de la última persona viva momentos antes de su muerte.
Pero creo que si por algo deben destacar estos {micro}textos de Muñoz-Rengel –y la idea me la dio él en el último- es por su capacidad para darle la vuelta –como una moneda que se gira en un pase mágico- a lo que inicialmente vemos. Ya no es sólo por su capacidad para reescribir la Historia desde el humor o el misterio en sus “Historias cruzadas” o de rebobinar el argumento, conseguir avanzar dando marcha atrás en su excelente serie de cuatro relatos “Backward”. Es -por utilizar otra imagen- por ser capaz de darle la vuelta a un calcetín y que por dentro sea de otro color. Y ese darle la vuelta ya no es sólo su desbordante imaginación, la originalidad de su mirada y su perspectiva o la sorpresa como virtud; no es sólo el humorcomo marca de agua de sus relatos, desde la sonrisa hasta la carcajada -como en el genial “Convenciones”-; la ironía reveladora y crítica que invita a la reflexión en “Hamelín” y “Teleobjetivos” o las consecuencias de tomar “Neuroleptol” un fármaco antialucinógeno; no es el terror superlativo de “En mitad de la noche” –uno de mis favoritos- o el inquietante misterio de “Levantamiento silencioso”; o la cruel paradoja de conseguir el sentido de la “Visión” para comprobar que la realidad es mucho peor que la imaginación. Es el llevar la narración por un camino y que en un punto y seguido nos haga doblar la esquina y todo sea lo contrario de lo que parecía.
Pompas de Papel, EITB, 17/10/2013
Muñoz-Rengel, cuentos milagrosos tras el hipocondríaco
Vamos a decir que el nuevo trabajo de Juan Jacinto Muñoz-Rengel se titula El libro de los pequeños milagros y lo vamos a dejar así; aunque el título completo es más largo que algunos de los relatos que contiene este volumen. Pero sí añadiremos que en el propio título, -la primera joya que encontramos en esta colección de microrrelatos-, se anuncia que estamos ante un ramillete de cuentos que versan sobre grandes hazañas pero también sobre hechos de apariencia intrascendente. Como señalan en la editorial, en Páginas de Espuma, Rengel ofrece un recorrido que va desde el fondo de nuestros cajones, desde debajo de nuestras camas hasta las galaxias más remotas.
Por empezar por el principio, les diré que este “libro de los pequeños milagros” se abre con el relato Spoilers que es magnífico, la verdad. Lo malo es que mantener un nivel tan alto es muy complicado. Por supuesto, no todos los relatos pueden ser antológicos pero el conjunto que nos trae Muñoz-Rengel es más que digno: es ambicioso y estimulante. Estos textos llegan cargados de segundas intenciones, de complicidad, en sus brevedades. Salvo excepciones, la extensión de los cuentos no supera la página y algunos son tan cortos como un par de líneas.
El libro está dividido en tres partes: Urbi, Orbe y Extramundi. En la primera división las historias son, digamos, más terrenales; en la segunda destaca el recorrido por la historia de las civilizaciones que efectúa a través de numerosos relatos y en última, en Extramundi, donde nos habla de extraños y desconocidos planetas. La diversidad de atmosferas, de planteamientos y de escenarios nos da idea de la imaginación poderosa del autor. Pero además el libro está recorrido por la ironía y por la crítica social. Cuestiona por ejemplo la pasividad ante los abusos o los atropellos, la nueva sociedad de la información, la mentira, los dogmas.
Muñoz-Rengel se sirve del humor, del terror, de la fantasía, del realismo y del hiperrealismo, de la ciencia ficción, del relato de corte histórico, de fábulas, de alegorías… para trasladarnos cómo ve él el mundo que nos rodea, tanto a ras de suelo como a vista de pájaro… o desde una nave espacial.
El rincón de Koreander, 14/09/2013
Por Sergio Llamas.
‘El libro de los pequeños milagros’… y de las grandes historias
JUAN JACINTO MUÑOZ RENGEL DESPLIEGA TODO SU IMAGINARIO EN LOS CIEN CUENTOS QUE DAN FORMA A SU ANTOLOGÍA DE SUCESOS MICROSCÓPICOS
Esta semana me ha llegado una pequeña joya por correo, ‘El libro de los pequeños milagros‘ (aunque su título completo es mucho más largo) de Juan Jacinto Muñoz-Rengel. Se trata de una breve antología de microcuentos dividida en tres partes –Urbi, Orbe y Extramundi– en los que caben desde pequeñas piezas de realismo mágico a una gran cantidad de fantasía urbana, montones de ciencia ficción, abundante terror, y hasta un toque de humor, tamizado con pequeñas pinceladas de hiperrealismo.
En total son 101 historias (si contamos el título completo, como una obra más) en las que se nota el mimo estilístico que Juan Jacinto Muñoz-Rengel pone a todos sus trabajos. Son narraciones bastante alocadas, con un gramo de realismo por cada dos cucharadas de fantasía, en las que hay mucho de imaginación desbocada que recuerda a Dalí, por poner una imagen plástica. ¿En qué sentido? En el de que todos los elementos de las historias están aquí, en el mundo real, pero la lupa que el autor pone sobre ellos los funde como los famosos relojes. Las cosas de siempre se vuelven mucho más… espectaculares, como si las abordáramos tras consumir algún tipo de sustancia alucinógena.
Lo más interesante de este libro es que no se trata de una recopilación de meros microrrelatos. No es un mero cajón de sastre en el que depositar chistes pretenciosos o frases pseudoingeniosas, como la mayor parte de lo que se escribe al trabajar en estas distancias. Lo que ofrece Muñoz-Rengel realmente son gérmenes de historias, semillas de grandes relatos. Estos pequeños cuentos van más allá de presentar una idea o resumir un argumento. Es como si nos golpearan de frente con una idea alocada, o incluso completamente descabellada, pero que de alguna manera el autor consigue encajar y convertir en narrativa.
El libro funciona también como un verdadero disparadero de ideas. Los aficionados a la escritura harán bien en tener un cuaderno cerca mientras saltan por esta antología, porque es muy posible que la ráfaga de argumentos que se nos presenta en este volumen provoque cortocircuitos mentales en el lector, y dispare su libre asociación de ideas. Hay algo mágico en disfrutar de esta manera el libro. Es una experiencia similar a la que ofrecían aquellos antiguos libros de ‘El ojo mágico‘, en los que si te quedabas mirando durante un buen rato una pintura abstracta, por pura saturación, el cerebro acababa revelando imágenes ocultas. Con las historias de Muñoz-Rengel ocurre algo similar. La abrumación de texturas, la salva de conceptos y metáforas que despliega, tienen la capacidad de conectar nuestras neuronas.
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Decía antes que en estos mini cuentos hay gérmenes de historias, y hasta puede que haya pequeños miembros de ellas, desperdigados de manera obscena como en la mesa de un forense literario. Yo he detectado un par de esos pasajes, aunque puede haber más. Se trata de los microrrelato ‘Compañía doméstica‘ y ‘En mitad de la noche‘, que funcionan perfectamente como minicuentos, pero que también ayudan a crear el cosmos en el que se desarrolla la historia de toques bizarros ‘Pink‘.
Por extensión es un más un relato largo que una novela corta, aunque por la complejidad de la estructura podría encajar mejor como lo segundo. Lo fácil sería calificar esta historia de terror, por el contenido, aunque la descripción de los elementos fantásticos que emplea Muñoz-Rengel recuerdan una vez más al realismo mágico, en el sentido de que los personajes no se escandalizan por los hechos extraños que tienen lugar, sino que los asimilan en su cotidianidad. Así, aunque comparte semejanzas con la novela corta de Stephen King ‘La niebla‘, el enfoque que ofrece Rengel es completamente distinto, y sus personajes son la antítesis: un viejo pervertido, una obesa mórbida, una pareja de extrañas aficiones culinarias y un hombre que convive con presencias invisibles son los principales ingredientes de una historia extraordinaria en algunos momentos, y totalmente desbordada en otros.
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Volviendo a ‘El libro de los pequeños milagros‘, dice el autor que el del microrrelato es un género que le fascina, “porque siempre me ha permitido hacer todo lo que he querido hacer“, y se nota. La libertad y la capacidad para quitarle las bridas a la imaginación que maneja Juan Jacinto Muñoz-Rengel en este volumen es admirable. “He podido volcar todo mi imaginario“, nos advierte. Y así es.
La colección nos depara algunos inicios geniales que no tendrían razón de ser una historia más larga, pero que funcionan a la perfección en las distancias cortas. Valgan de muestra algunos ejemplos, como la frase que abre el primer relato de la antología (y quizás mi historia favorita en todo el volumen):
“Hacía días que los spoilers sobrevolaban la ciudad”.
Redondo. Poderoso. Inolvidable. O ese otro cuento que arranca:
“Tras el quinto incendio del verano, los insectos pusieron rumbo al origen del fuego”.
Y el escalofrío que recorre al lector cuando lee las dos frases que conforman la brevísima historia titulada:
“Palabras registradas en 1986 por la grabadora de la última persona viva en la ciudad fantasma de Prípiat, en la oscuridad de la madrugada, momentos antes de su muerte”.
Habría muchos más para destacar, como la serie de ‘cuentitos’ titulada ‘Backward‘, con una premisa semejante a la de ‘El curioso caso de Benjamin Button‘, aunque llevada un paso más allá.
Quizás la mejor forma de disfrutar este libro sea a sorbos. Es más fácil decirlo que hacerlo, si tenéis una personalidad compulsiva y o sois de naturaleza ansiosa, como yo. Es fácil decir eso de “uno más y lo dejo”, pero las historias son tan breves, y las ideas tan poderosas que los microcuentos acaban cayendo uno detrás de otro como el fumador que enciende un pitillo con las ascuas del anterior. No pasa nada. Ni el libro se consume, ni provoca cáncer, aunque a largo plazo puede que sí instale un pequeño virus deformante de la realidad en nuestro organismo, ¿quién sabe?
Lo cierto es que no pasa nada si el libro se devora en poco tiempo, porque se ofrece a la relectura. Algunas son historias de final ingenioso, de esas que cuando sabes cómo terminan pierden su fuerza, sí, pero la mayoría son potentes y literarias como un poema, que ganan en tamaño cuanto más se recitan. También hay cuentos lo bastante abstractos y abiertos como para que la interpretación que hagamos de ellos cambie cada vez.
Son historias que se degustan mejor con calma, si puede ser entre sorbos de café. Seguramente sea recomendable dejar tiempo entre una lectura y otra, y hasta reposar entre cuentos para evitar empachos. A no ser, claro, que seáis tan glotones como yo.
Revista Experpento, 08/10/2013
Un perro verde con cuerpo de loro o un loro verde con cara de perro, da la bienvenida a El libro de los pequeños milagros.
A primera vista parece especialmente diseñado para ser colocado en ese revistero que llamamos bidé, y suplir en nuestro momento diario de merecido asueto, las carencias literarias de las traducciones en champús y cremas hidratantes. Pero amigos, no os equivoquéis, Juan Jacinto Muñoz-Rengel –que pese a mi admiración, no es mi primo– es capaz de meter en tres líneas más reflexiones que muchos bestseller en 500 páginas. Para muestra, lo siguiente: “El texto que ahora tienen ante sus ojos está lleno de errores. Algunas palabras han sido sustituidas por otras. Como donde dice texto, o palabras, debiendo en realidad decir mapa, o calles. Y viceversa”. Y esto lo leemos cuando el libro ni siquiera ha empezado. Así que, si quieres asueto, no lo dejes en el bidé.
¿Qué nos encontramos? Pues tres subgrupos de granadas de mano (urbi, orbe y extramundi) que se quedan alojadas en la cabeza a la espera de que les quitemos la anilla y nos caigamos del guindo. Soy incapaz hasta de marcar un género. Solo leedlo porque el autor de El asesino hipocondriaco vuelve a demostrar que quizás esté a la cabeza de una nueva generación literaria por la que sentir orgullo.
Las vacaciones de Holden, 06/10/2013
Por más que la distinción entre fondo y forma resulte de lo más práctico en el ámbito escolar -¿quién no ha hecho un comentario de texto intentando responder a las cuestiones “¿qué dice?” y “¿cómo lo dice?”- quien desde aquí les habla lleva ya unos años convencida, desde que leyó Contra la interpretación de Susan Sontag, para más señas, de que tal distinción no es del todo real. Según lo veo yo, no solo el estilo sino también el formato, el continente, condicionan la recepción y la interpretación de lo leído. No en vano, no son pocas las veces que he visto cómo una anotación marginal, una mala puntuación o la falta de una cursiva han generado interpretaciones fallidas sobre el contenido de este o aquel manuscrito medieval.
Viene esto a propósito de la preciosa e impecable edición que Páginas de Espuma ha hecho de El libro de los pequeños milagros de Juan Jacinto Muñoz-Rengel, con guardas volantes de color verde, a juego con la portada y un par de ilustraciones del interior; con un índice de lo más prolijo que juega a ser analítico y a presentar el volumen como un texto de consulta; y con un título y un subtítulo de lo más descriptivos, plasmados en forma de triángulo invertido que, al margen de la ligereza de este librito, vienen claramente inspirados por los de aquellos magníficos volúmenes in folio y encuadernados en piel presentes en las bibliotecas más venerables de los sabios más reputados.
¡Forma, forma, forma…! protestarán Vds. ¿Y el contenido qué? Y yo les digo que la forma, amigos míos, encaja a la perfección con esta colección de piezas presentadas con acierto como bestiario y colección de prodigios, que trascienden las pocas líneas en que están narrados y enfrentan al lector con un mundo de realidades subvertidas donde tienen cabida la metaficción, una insuperable y minimalista historia de la escritura, el terror, las más irresolubles paradojas, la gran falacia del antropocentrismo, la sátira teológica, la nostalgia y, no es sorprendente en el autor de la descacharrante El asesino hipocondríaco, la ironía y el humor.
Es cierto que, como es habitual en colecciones tan heterogéneas, algunas piezas no están a la altura del resto -“Razones” resulta de lo más simplón y “Love doll” parece demasiado inspirada por un chiste leído en Huérfanos de Brooklyn de Jonathan Lethem- pero El libro de los pequeños milagros es una obra singular y original que, salvando las distancias, hace justicia en espíritu y ejecución a los Vonnegut o Perucho que la inspiran. Ahí es nada.
Lean, lean…
El Fescambre, 02/10/2013
CONSTELACIÓN MICROSCÓPICA
La vuelta a las distancias cortas de Juan Jacinto Muñoz-Rengel(Málaga, 1974), con su nueva colección de cuentos, es todo un acontecimiento literario para los amantes del género breve. El escritor andaluz experimenta con el microrrelato para dar a conocer un mundo imaginario, plagado de fantasía, que requiere la complicidad interactiva del lector. Un título extensísimo, que es un párrafo y que supera de largo a algunos de los microrrelatos que aguardan el interior de sus páginas.
Con El libro de los pequeños milagros (Páginas de Espuma, 2013), Muñoz-Rengel logra vaciar todo su universo imaginario narrando toda su fantasía soñada y pensada de una manera unitaria. Tiene una estructura bien definida: una primera parte denominada Urbi, una segunda, titulada Orbe y, por último, una tercera parte llamada Extramundi, que de alguna manera reproducen el juego de las pequeñas historias que contiene el libro. Los micros englobados en Urbi hacen acopio de la actualidad urbana, con una mirada de extrañamiento y perplejidad, e incluso crítica social, hasta aterrizar en el absurdo. En Orbe el contenido es referido al mundo global, y aquí los microrrelatos recrean la historia mundial, las religiones y la ciencia. Por último en Extramundi, Muñoz-Rengel da un paso al espacio exterior para introducirse en la ciencia ficción y soñar, sin ningún tipo de límites, con hipótesis sobre el más allá y criaturas alienígenas.
El libro de los pequeños milagros es un libro de nuestro tiempo, de la crisis, de las cuestionadas nuevas tecnologías, de las sinrazones históricas y de las aberraciones religiosas. Un libro que insiste en la impostura del hombre moderno que no se atreve a abrir los ojos a la verdadera realidad. 100 microhistorias desbordantes de ideas, de imágenes ocultas, metáforas sin muro desperdigadas por las ciudades, por el mundo y por el firmamento.
Juan Jacinto ha escrito su primer libro de microrrelatos en estado de gracia y eso que ésta es una vertiente donde el escritor asume mucho riesgo con el lector, pero que parece no importarle por el derroche de libertad creativa y destructiva que ofrece este subgénero.
El lector que sea capaz de conectar con el mundo imaginario de Muñoz-Rengel disfrutará con el juego propuesto y no pondrá reparos a las paradojas y extrañamientos que se va a encontrar en estas milagrosas historias mínimas.