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Anika entre Libros, 11/10/2017
Por Anika Lillo.
«El gran imaginador» es también «la fabulosa historia del viajero de los cien nombres», una novela muy diferente a las anteriores que ha permitido a Juan Jacinto Muñoz-Rengel dar un origen alternativo a hechos y mitos que nos han maravillado alguna vez, como el mito de Frankenstein, el Golem creado en un ghetto judío, la leyenda de Drácula o el mismísimo manuscrito Voynich. Un alarde de imaginación que es, a su vez, un homenaje a la literatura. En ella, el pequeño Nikolaos Popoulos empieza su infancia como esclavo del hieromonje Slobodan Uros, para huir y terminar alternando con piratas uscoques, el harén de Solilman I el Legislador, o la mismísima Elizabeth Báthory, para terminar siendo amigo y protector de un joven escritor llamado Miguel de Cervantes. «El gran imaginador» es una novela altamente recomendable, ambiciosa, de gran calidad narrativa, amena y una gran provocadora de curiosidad.
Resulta difícil catalogar o incluso reducir a un argumento tu novela ¿cómo la presentarías tú?
Para mí este libro, antes que ninguna otra cosa, es un intento de indagar en los orígenes de la propia ficción y de los géneros literarios modernos. De manera que sobre el fondo de la novela histórica he tratado de construir un homenaje a la literatura fantástica, a la literatura de terror y a la protociencia-ficción, doté además al narrador de cualidades propias del realismo mágico y a la trama de los mecanismos del género de aventuras. En realidad, se trata de una empresa muy cervantina. Pero me estoy olvidando de lo que hace todo esto posible. Su protagonista. Me preguntabas cómo la presentaría: esta novela es la historia del mayor fantaseador de todos los tiempos, con una capacidad de imaginar que va mucho más allá de los límites humanos.
Has utilizado un tiempo muy lejano pero también un lugar que te queda lejos. Te has debido documentar mucho ¿Por qué esas elecciones?
Mi personaje debía ser griego porque fue en Grecia donde tuvo origen nuestra civilización, la filosofía, la mitología, la tragedia… Allí nos inventamos el mundo, con grandes dosis de imaginación y fantasía. Incluso la ciencia-ficción surgió en las islas y las costas del mundo helénico, muchos siglos antes del nacimiento de Cristo. Por otro lado, el periodo concreto elegido, el siglo XVI, me permitía a su vez muchas otras cosas. Nos encontramos en los inicios de la Modernidad, ya existe la imprenta y está a punto de aparecer el Quijote, que cambiará por completo el decurso de la historia de la literatura. Esta elección temporal, junto con los viajes de Popoulos, me facilitarán poder hablar de la influencia del Imperio Otomano en Occidente, rescatar la hoy repudiada historia de la Grecia otomana, profundizar en los orígenes de las identidades nacionales de los Balcanes, en sus leyendas vampíricas, en el tráfico internacional de reliquias, en el funcionamiento de las órdenes religiosas, en la vida de los cruzados y de los piratas uscoques. También la falsificación y la manipulación histórica son transversales en la novela, lo que complicaba aún más el ya de por sí arduo trabajo de documentación.
Me decías en tu dedicatoria que has dedicado tu vida a esta novela. Eso suena muy profundo ¿qué la diferencia de las anteriores?
Mi intención siempre ha sido escribir libros distintos los unos de los otros. Pero lo que tiene de paradójico «El gran imaginador» es que, siendo muy diferente de todo lo que había hecho hasta ahora, al mismo tiempo contiene algo de cada una de mis obras anteriores: conserva cierto humor y la excentricidad del protagonista de «El asesino hipocondríaco»; la visión de la realidad como uno de los efectos de la ficción de «El sueño del otro»; la fusión entre lo histórico y lo futurista que ya podía encontrarse en «De mecánica y alquimia»; hay también ideas de sesgo metafísico, fantásticas a la manera de Borges, como ocurría en «88 Mill Lane»; y de «El libro de los pequeños milagros» toma la fantasía más gamberra, los seres imposibles, los alienígenas y las invasiones. Pero piensa que he tardado catorce años en escribir esta novela. A mi edad, eso ya es dedicar toda tu vida útil a un libro. Y claro, desde que empecé a proyectarla, mientras duró el proceso de documentación y cuando comenzaba a darle forma a su estructura, fue a la vez conviviendo con todos mis demás libros. Y quizá sea eso lo que a la vez la hace distinta: aunque siempre me había interesado mezclar géneros, nunca había cruzado tantos al mismo tiempo, tantos elementos en una misma obra.
A mí me ha parecido la más ambiciosa (sin que suene en absoluto peyorativo, todo lo contrario)…
Es que, además de todo lo anterior, era una novela plagada de retos. Aunar tantos géneros en una obra, ir pasando de uno a otro sin que chirríe, tratando de mantener el equilibrio del conjunto, reduciendo en las curvas y salvando una y otra vez los riesgos de que la novela se rompiera, suponía todo un reto. Pero la propia hipótesis de partida lo era. Intentar escribir, sirviéndome de una imaginación común y limitada, una novela sobre un personaje cuya imaginación no conoce límites, era un acto bastante suicida.
En el subtítulo ya indica que nuestro protagonista tendrá muchos nombres ¿por qué esa necesidad de cambiarlos?
Porque la mente y la personalidad de Nikolaos Popoulos son tan grandes que un solo nombre no puede abarcarlas. Es como la propia novela, que se resiste a ser etiquetada. Popoulos se reinventa constantemente. No puede ser de otra manera, le es casi imposible ser una sola persona. Y sus muchos viajes por el Mediterráneo y las situaciones siempre disparatadas que vive lo empujan una y otra vez a cambiar de identidad.
Otro por qué es ¿por qué de entre todos los autores famosos has escogido a Miguel de Cervantes para que sea su amigo y, de vez en cuando, coprotagonista?
Cervantes fue el inventor de la novela moderna, el inventor de la ficción tal y como la conocemos. En el «Quijote» aúna además un sinfín de géneros, desde las obras de caballería hasta la novela pastoril, desde los relatos breves hasta los poemas, desde la parodia hasta la metaficción. De algún modo, por un lado, con «El gran imaginador» quería reconstruir las circunstancias que hicieron posible este fenómeno. Y, por otro, como autor, me preguntaba cuáles serían los géneros literarios que fusionaría hoy Miguel de Cervantes.
«El gran imaginador» es, además de una novela muy aventurera, un enorme homenaje a la literatura ¿cierto?
En cada una de sus partes hay homenajes y guiños a otras obras. En la infancia de Popoulos en Atenas, a toda la literatura de ciencia-ficción de la era precristiana, a las obras de Yambulo, Antonio Diógenes, Luciano de Samosata y Ctesias de Cnido, al «Poema de Gilgamesh» y al «Physiologus». En su adolescencia en el monasterio del Monte Athos, a los cuentos de Poe y de Borges, a la obra de Lovecraft y a «El nombre de la rosa» de Eco. En Estambul, a «Las mil y una noches», a «La guerra de los mundos» de H.G. Wells y a «Picnic extraterrestre» de los hermanos Strugatski. Durante su peregrinación por los Balcanes, a la literatura gótica, a «El vampiro de Polidori», a «Drácula» de Stoker y a «La condesa sangrienta» de Alejandra Pizarnik. Y en su estancia en Praga, a la cábala y la literatura rabínica, y a «El Golem» de Gustav Meyrink.
¡Y a la imaginación!
Claro, es el leitmotiv. La literatura se podría dividir en dos grandes grupos, el de los escritores realistas y el de los escritores de la imaginación, que tratan de aumentar el mundo poblándolos de nuevos seres, posibilidades, objetos o ideas. En estos tiempos de realismo, a mí me gustaría posicionarme con los segundos. A pesar de ir contracorriente, o precisamente por ello. Todo el libro, por lo tanto, es una reivindicación de la literatura de la imaginación y de este modo de escribir.
Me ha parecido maravilloso que Nikolaos no sea nadie y sea al mismo tiempo tan importante, que tras él se escondan obras tan famosas, y también hechos. Obviamente son licencias de autor pero ¿por qué escogiste estas obras en particular?
Todos los guiños intertextuales que mencionaba, si te fijas, están relacionados con esto último: todos apelan a obras muy imaginativas, precursoras de los géneros de la imaginación, que, de alguna manera, al mismo tiempo también han ido componiendo mi imaginario personal. Por otra parte, lo justo es señalar que hay dos libros cuyo papel es mucho más central en la novela y no un mero recurso. Por un lado el Quijote, por los motivos que comentaba, junto con la vida del propio Cervantes, imaginador anacrónico, adelantado a su tiempo y maltratado por su época. Y, por otro lado, el Manuscrito Voynich, porque Nikolaos Popoulos también es el mayor falsificador de todos los tiempos, capaz de inventar los enigmas más irresolubles. De modo que mi intención era que su biografía estuviera diseñada para poder también explicar la existencia de este manuscrito cifrado, que después de tantos siglos nuestra ciencia aún no ha sabido resolver.
Cuando descubría estos homenajes te imaginaba disfrutando mucho pensando en cómo reaccionaríamos los lectores ¿es así?
Sí, supongo que ese diálogo interno lo tenemos todos cuando escribimos. No obstante, era consciente de que muchos de los juegos tan solo serían recibidos por una parte de los lectores. Por eso me preocupé de que en todo momento hubiera siempre una trama que pudiera suplir esa falta de sintonía. Quería que todos los lectores conectaran con la historia, aunque algunos lo hicieran a más niveles que otros.
Dime la verdad ¿tienes tú algo de Nikolaos Popoulos o lo tiene él de ti?
¿Qué es antes, el huevo o la gallina? Él, por lo pronto, tiene una imaginación incomparablemente mayor que la mía, considerando que la suya es infinita. Aunque, por supuesto, soy yo quien lo ha imaginado a él. Así que nuestra relación es compleja. Es cierto que muchas situaciones vividas por Popoulos en el siglo XVI pueden tener paralelismos con mi propia vida, más de las que pueda parecer. Aunque también es verdad que en otros aspectos se aleja mucho de mí y ni siquiera nos parecemos. Su personalidad, entre otras cosas, es muy distinta de la mía.
Debo decirte que se me ha quedado corta la experiencia de Popoulos con Báthory. ¿Por qué no decidiste darle más tiempo, sacarle más jugo?
Me parecía que hacer el libro aún más largo ya era un tipo de abuso. El encuentro con la condesa se produce en penúltima parte del libro, y mi sensación era que tenía que ir recogiendo los cabos sueltos. Por otro lado, me resultaba muy difícil alargar esos sucesos: todo lo que ocurre desde que Popoulos entra en el castillo de Erzsébet Báthory está tomado de testimonios reales, todos los detalles de las torturas, cada momento de monstruosa crueldad sucedió tal y como se cuenta. Así que mi estómago no lo soportaba mucho más.
Uno de los personajes coprotagonistas es su amigo Mixalis Phanerotis. No vamos a descubrir su secreto pero debes saber que como lectora acostumbrada a que nada me sorprenda, lo suyo sí me ha dejado perpleja (y encantada, claro) Háblanos de él.
Tampoco yo quiero descubrir su secreto, así que estoy un poco atado de manos. Pero diré que, para ser consecuentes, alguien como Nikolaos Popoulos tenía necesariamente que tener un amigo así. A mí me sirvió además para tener un complemento perfecto, un personaje con quien pudiera hablar en todos los momentos de su vida y, además, una clave para introducir la vis cómica en la novela. Pero te contaré un secreto más: el increíble personaje de Mixalis Phanerotis, con todas sus particularidades, está basado en una persona real.
Tu Nikolaos sufre de malditismo, por cierto ¿crees en él, en su existencia?
No te podría decir que sí, porque no soy supersticioso ni creo en ninguna fuerza sobrenatural o superior. Pero, al mismo tiempo, todos conocemos a personas a las que todo les sale siempre bien, con tremenda facilidad, incluso cuando interviene en gran medida el azar. Y a otras a las que todo les sale mal, y sabemos que les seguirá saliendo mal una y otra vez en el futuro. Sin embargo, me interesaba además hablar de otra cosa en la novela: de todos esos malditismos sufridos en silencio, de todos esos destinos mínimos, que nunca serán conocidos por nadie, de los libros escritos pero nunca leídos, de los libros soñados pero ni siquiera escritos, de los grandes genios encerrados en un desván, de los grandes tiranos que murieron de niños, de toda esa historia invisible.
Desde que salió el libro hasta ahora te han hecho ya unas cuantas entrevistas ¿Qué les ha faltado preguntarte?
Me han preguntado casi de todo. Sin embargo, pocas veces me hacen mención al Manuscrito Voynich y al peso que tiene en la novela si se hace una lectura inversa. Supongo que me tendré que cruzar con algún experto para que me pregunte por todas esas cosas que vive Popoulos y que lo convierten en el único posible autor del volumen. Por otra parte, casi nadie me ha preguntado por la orientación sexual de Cervantes en el libro, ni por el tipo de relación que mantiene con Popoulos; a pesar de que todo lo referente al cautiverio en Argel está profundamente documentado, y contrastado con las teorías de los cervantistas más serios e innovadores.
«El gran imaginador» fue premiado en el pasado Festival Celsius. La mejor novela en castellano. No es tu primer premio pero ¿qué se siente con éste?
Este hace especial ilusión por varias razones. Por un lado, es un premio a libro publicado, que siempre tiene algo de reconocimiento que todo autor necesita y agradece. Por otro lado, es un premio a novela de género, otorgado por una treintena de escritores que son grandes aficionados y expertos, y no se me ocurre una recompensa mayor para una obra como esta que rinde homenaje a los principales géneros de la imaginación. Y, por último, en el marco de celebración donde tuvo lugar la entrega del premio, en el propio Festival Celsius en Avilés, había tantos lectores puros y auténticos que me hizo recuperar la esperanza, no sé si momentáneamente, en el futuro de la literatura.
Merecido premio, por cierto. Muchas gracias por la entrevista, Juan, ha sido un placer leer tu novela.
Muchas gracias a ti, Anika, como siempre, por todo tu apoyo y por tu interés en lo que escribo.
Zas! Madrid, 22/07/2017
Por Pedro M. Domene.
El gran imaginador es la última novela publicada por Juan Jacinto Muñoz-Rengel, y el escritor asegura que «seguirá buscando aún esa gran obra, la gran obra a la que todos aspiramos, como un horizonte imposible de alcanzar pero que incita al movimiento».
Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974) es autor de las novelas El asesino hipocondríaco (Plaza & Janés, 2012) y El sueño del otro (Plaza & Janés, 2013) y, de la colección de microrrelatos El libro de los pequeños milagros (Páginas de Espuma, 2013), de los libros de relatos De mecánica y alquimia (Salto de Página, 2009), Premio Ignotus al mejor libro de cuentos del año, y 88 Mill Lane (2006). Ha coordinado y prologado las antologías de narrativa breve La realidad quebradiza (Páginas de Espuma, 2012), Perturbaciones (Salto de Página, 2009) y Ficción Sur (Traspiés, 2008). Ha sido incluido en las tres antologías de referencia de su generación: Cuento español actual (Editorial Cátedra, 2014), Pequeñas Resistencias (Páginas de Espuma, 2010) y Siglo XXI (Menoscuarto, 2010). Traducido al inglés, al francés, al italiano, al griego y al ruso, ha publicado recientemente, El gran imaginador (Plaza & Janés, 2016), que ha obtenido el Premio a la Mejor Novela en castellano 2017 del Festival Celsius.
¿Está usted enfermo por derrochar tanta imaginación?
Mi protagonista desde luego es un enfermo de imaginación, un enfermo de literatura. Creo que yo, al menos, comparto con él la enfermedad. Aunque poseer la imaginación de Nikolaos Popoulos es imposible: la suya no tiene límites, la suya es más grande que todo lo que hayamos conocido y que este propio universo, y es capaz de anticipar todos los futuribles y sus opuestos. Por otra parte, aunque hay autores que intentan economizar sus ideas, para mí derrochar no puede ser nunca poner negro sobre blanco una historia, derrochar la imaginación es dejar que se pierda o quedártela para ti.
¿La Historia puede convertirse en una aventura imaginaria?
La Historia es una aventura imaginaria. Como todo lo que hace el hombre, su historia es ficcional, como la religión (que proyecta), la filosofía (que especula) o la ciencia (que funciona con hipótesis). La inteligencia humana no puede hacer otra cosa que utilizar la imaginación y la metáfora para relacionarse con el mundo.
¿Necesitamos buscarle esos recovecos a la historia con mayúscula?
Por supuesto, en todo relato humano siempre conviven todo tipo de imperfecciones, desde la subjetividad a la falsificación. Por eso la historia, que por definición se escribe siempre después de los hechos, debe ser siempre una y otra vez revisada. Sobre todo cuando hay intereses políticos, religiosos o económicos en juego. Los Estados son muy dados a reescribir su historia. Esta fue la razón que me hizo interesarme por el siglo XVI, en los inicios de la modernidad y con el auge de la imprenta comienza el verdadero movimiento falsificador a gran escala.
¿El gran imaginador es su deuda con el maestro Cervantes?
El gran imaginador es muchas cosas. Pero, sin duda, en primer lugar es un homenaje a El Quijote, que supuso el origen de la novela moderna. E incluso, diría, un intento de explicar —desde la imaginación— cómo fue posible que alguien como Cervantes escribiera algo tan adelantado a su época. Un intento de comprender cómo funcionan los mecanismos creativos del genio. Por eso, muchos pasajes de mi novela pueden leerse como precuelas de El Quijote.
Se lo pregunto porque la imaginación de la novela parece la misma empleada por el autor de El Quijote, ¿es así?
Esa era la intención, desde luego. Cervantes consigue aunar en su obra maestra toda clase de géneros, desde las aventuras de caballería o la parodia hasta la novela pastoril, desde los relatos breves o los poemas hasta la metaficción. Y lo hace además con un enorme despliegue de imaginación fabulosa y de sentido del humor. Dos elementos que en la literatura española, tan dada a los complejos, parecen haber desaparecido. Cuando empecé a escribir El gran imaginador me planteé cuáles serían los géneros que fusionaría Cervantes hoy, e hice mi propia apuesta: las aventuras, sí, pero también la literatura fantástica, la ciencia ficción, la literatura de terror, el realismo mágico, la intertextualidad y el trasfondo histórico.
La imagen que proyectan sus protagonistas, Popoulos y Phanerotis, ¿son tal vez una suerte de don Quijote y Sancho?
Exacto. Dos amigos que se ven obligados a recorrer los Balcanes en busca de un desaparecido pelo de la barba de Mahoma, por orden del sultán Solimán el Magnífico. Aunque en mi novela se invierten sus figuras: Popoulos, que cabalga sobre la montura más alta y escuálida, es tan rechoncho que la desborda; y al flaco Phanerotis, sobre su mula, los pies le arrastran por el suelo.
¿El gran imaginador parte de una historia real con una buena dosis de imaginación?
Hay muchas historias reales en la novela, sí. He intentado que todos los datos históricos estén ampliamente contrastados. Y también los pequeños detalles, desde el nombre de una calle en la Atenas otomana, el tejido de una prenda o una frase hecha, hasta la moneda que tanto cambiaba en ese momento apenas te desplazabas en una región. Sin embargo, al mismo tiempo, esta novela es un juego entre realidad y ficción. Una reflexión acerca de cómo tanto el autor como el lector contemporáneos deben entender la naturaleza y el funcionamiento de las ficciones.
Reivindico algo muy sencillo: si todo el constructo humano de la realidad es ficción, si el mundo lo hemos construido nosotros a nuestra medida, ¿por qué no hacer que esta realidad humana y ficcional sea un poco más agradable para nosotros? ¿Por qué no hacerla menos rigurosa, dotarla de cierta magia, de cierto encanto, que nos permitan vivir con más alegría?
¿Qué le falta, según su opinión, a la narrativa contemporánea?
Le falta justo eso: humor, fantasía y géneros de la imaginación. Es cierto que esta situación está cambiando a pasos agigantados. Pero a la literatura española le siguen faltando en gran medida estos componentes. La visión del crítico literario sigue siendo más rígida ante ciertos temas cuando la obra es española que cuando la firma un autor extranjero. Y necesitamos lograr cuanto antes una literatura realmente desprejuiciada.
¿Cómo se puede viajar con un mapa en la mano?
Las paredes de mi dormitorio han estado llenas de mapas durante muchos años. Así que me sé de memoria todo lo que queda del lado oriental del Mediterráneo. Las islas griegas, el Monte Athos, Malta, Estambul, toda Rumelia, desde Albania o Serbia hasta la Croacia de los piratas uscoques, Valaquia, Transilvania o la alquímica Praga del gólem son solo algunos de los escenarios de la historia de Popoulos.
¿Admite usted algún tipo de deuda con Las mil y una noches?
Claro que sí. Sobre todo porque El gran imaginador está escrita como un puente entre Oriente y Occidente. Como un reconocimiento a la deuda que tenemos con el Imperio Otomano, en particular, y con el mundo musulmán, en general, pese a que no nos guste admitirlo. Nuestra cultura y nuestro imaginario literario no serían los mismos sin esta influencia, y los cuentos de Las mil y una noches están sin duda presentes en todos nosotros.
¿Siguen existiendo escritores secretos?
A patadas. Es algo que se ha conseguido con la enorme producción de títulos, desde que el mercado se apropió del hecho literario. Puedes escribir la barbaridad más extrema, revelar todos tus íntimos secretos, que estarán a salvo dentro de un libro. A nadie le importa lo que haya dentro de un libro.
Con la democratización de la literatura que permite publicar a todo el mundo, con las nuevas tecnologías en la era de la información, ahora todos seamos escritores secretos. Como todo el mundo escribe, nadie lee
¿Ha conseguido, finalmente, esa gran obra que planeaba escribir?
He conseguido escribir todo lo que tenía planeado, lo he logrado encajar todo más allá incluso de lo que podía esperar. Sin embargo, seguiré buscando aún esa gran obra, la gran obra a la que todos aspiramos, como un horizonte imposible de alcanzar pero que incita al movimiento.
Premio del Festival Celsius de Avilés, La Nueva España, 11/07/2017
«El gran imaginador», mejor novela para los premios «Kelvin 505»
Por Saúl Fernández.
Los premios «Kelvin 505», los del Festival Celsius 232, ya tienen nombres propios. La mejor novela en castellano ha resultado ser «El gran imaginador», de Juan Jacinto Muñoz-Rengel. La mejor novela juvenil en castellano, «Las puertas del infinito», de José Antonio Cotrina y Víctor Conde; la mejor novela traducida, «El problema de los tres cuerpos», de Cixin Liu (con traducción de Javier Altayó); y la mejor novela juvenil traducida, «Un cuento oscuro», de Naomi Novik, con traducción de Julio Hermoso.
Los «Kelvin 505» son los premios que reconocen -con una estatuilla y sin cheque dinerario- a las mejores novelas de ciencia ficción, fantasía y terror publicada el año anterior en España. Estos galardones consolidan la ciudad de Avilés como centro de la literatura de género en España.
La organización del Celsius 232 convocó a un jurado con capacidad para proponer un máximo de tres obras en cada categoría. Cada una de esas obras recibió un punto. Las obras que más puntos obtuvieron pasaron a la segunda fase, en la que el mismo jurado eligió a sus cabeza de cartel. Los ganadores de la pasada edición de los premios literarios avilesinos fueron Claire North, Guillem López, Joe Abercrombie y Laura Gallego.
El Festival Celsius 232 se celebrará en Avilés entre el 19 y el 22 de julio, y cuenta con un amplio programa de actividades relacionadas con la literatura fantástica.
Premio a la Mejor Novela Nacional Kelvin 505, Diario SUR, 11/07/2017
Juan Jacinto Muñoz-Rengel gana el premio Kelvin 505 con ‘El gran imaginador’
El último novelón de Juan Jacinto Muñoz-Rengel, ‘El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres’ (Plaza & Janes) se hizo ayer con el premio de novela nacional Kelvin 505, que organiza el Festival de Terror, Fantasía y Ciencia Ficción de Aviles-Celsius 232. El galardón reconoce al malagueño como autor de la mejor publicación española de «ciencia ficción, fantasía, terror y géneros aledaños», mientras que la categoría de novela extranjera fue para ‘El problema de los tres cuerpos’, de una de las grandes firmas de la literatura del género en China, Cixin Liu (Nova).
El palmarés lo completó el premio de literatura juvenil nacional para ‘Las puertas del infinito’, de J.A. Cotrina y Víctor Conde (Fanctasy), mientras que ‘Un cuento oscuro’, de Naomi Novik (Planeta), obtuvo el de extranjero en esta categoría. Los galardones se entregarán en Avilés durante la celebración del próximo Festival Celsius, que se desarrollará entre los próximos 19 y 22 de julio.
Revista LEER nº 281, abril 2017
Generación BBVA: tiempo de cosecha
Por Marta Caballero.
Varios autores premiados por la Fundación BBVA con sus becas para la creación presentan a LEER los proyectos literarios que pudieron llevar a término gracias a estas ayudas. Dos años después, testeamos los resultados.
Cuando llegó a Madrid, Antonio Rojano (Córdoba, 1982) era un chaval que quería apostarlo todo por el teatro. Llevaba tiempo escribiendo en el sur cuando se marchó a la capital para desarrollar su carrera como autor. En aquellos primeros días, cruzaba la puerta del Teatro Español, una caja sagrada para los nuevos autores, preguntándose si algún día alguno de sus textos llegaría a estrenarse allí. El pasado 9 de marzo su última obra, Furiosa Escandinavia, vio la luz sobre esas tablas. Ha seguido con emoción y nervios cada uno de sus estrenos pero este le ha supuesto, tras esos momentos de incertidumbre, un verdadero paso adelante.
Gracias a la beca de la Fundación BBVA, Rojano pudo pasar diez meses escribiendo esta obra cuya puesta en escena ha venido acompañada de una crítica excelente. Como contó en el encuentro celebrado hace dos años por el 30 aniversario de LEER, junto a los escritores Juan Gómez Bárcena, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Pablo Martín Sánchez y Andrés Barba, también premiados por la Fundación, este tipo de ayudas son clave en un mundo en el que es prácticamente imposible vivir de la creación. “En origen la obra bebía de En busca del tiempo perdido, pero luego se convirtió en un texto que no tiene nada que ver, aunque mantiene temas proustianos, como el de la memoria. En ella aparece un personaje en conflicto con su pasado por una historia amorosa”, detalla.
Sus aspiraciones, una vez se sentó a escribir, eran estrenarla en buenas condiciones y publicar el texto en Antígona, dos logros que ha culminado, pues la editorial lanza el libro este mes de abril. “Moví el guión entre directores, teatros, actores… un año después, me concedieron el premio Lope de Vega, un elemento que activó el mecanismo de su puesta en escena”, celebra. Con Furiosa Escandinavia, el Español recupera la tradición de estrenar las obras premiadas con este galardón.
Para Rojano, las cosas no han podido ir mejor: “Estrenar en el Español nos ha permitido un montaje con muchos medios y un gran equipo de colaboradores. Pero, antes de todo esto, la beca fue fundamental, porque era imprescindible ese tiempo de reflexión y lectura. Muchas veces los proyectos no son lo que uno quería sino lo que ha podido llegar a hacer. En cambio, este texto me ha permitido avanzar en mi carrera. Todo lo que estoy viviendo es fruto de poder trabajar de esta manera”.
Con este trabajo, asume, su nombre empieza a salir de la emergencia en la que suelen enclaustrar a los ya no tan nuevos dramaturgos: “Llevo quince años escribiendo teatro y mi trayectoria se ha ido consolidando poco a poco, pero este tipo de reconocimientos, junto con el del público, que también te impulsa, son los que, de verdad, te permiten avanzar”.
No estuvo en el encuentro en el Espacio LEER pero otro ejemplo del éxito de estas becas es la obra Historias de Usera, dirigida por Fernando Sánchez Cabezudo (Madrid, 1979), que el pasado 16 de febrero comenzó su gira nacional en el Teatro Principal de Valencia tras su aplaudido paso por el Matadero de Madrid. Una prueba más de que el mecenazgo, las becas y las ayudas como las que brinda BBVA dan alas a la joven creación española.
También Juan Gómez Bárcena (Santander, 1984), uno de los talentos literarios más destacados de su generación, autor de títulos como el celebrado El cielo de Lima, pudo llevar a puerto gracias a esta ayuda la compleja novela que tenía en mente. La ha titulado Kanada y acaba de publicarse en Sexto Piso. Desde Roma, donde cursa otra beca, nos habla del proceso: “En mi carrera las becas han sido muy importantes. Me han permitido mis primeros espaldarazos. Esta, en concreto, fue vital porque tenía entre manos una obra muy compleja y no estaba seguro de tener el tiempo y la energía para escribirla. Gracias a ella, pude apartar ese otro trabajo al que estamos obligados los escritores, los talleres y las clases, y dedicarme a ella”.
Con la cantidad recibida, Gómez Bárcena pudo regresar un tiempo en Budapest, ciudad en la que había vivido entre 2010 y 2011. Ahora necesitaba residir allí un mes para reencontrarse con algunos escenarios de la novela, que narra la historia de un preso liberado de un campo de concentración que regresa a su ciudad. “Pude documentarme y visitar muchos museos de una capital en la que la huella del Holocausto está muy presente. Alquilé un pequeño piso y pasé varios días allí dentro. Era muy importante, ya que la historia versaría sobre un encierro, tenía que vivir la experiencia de un personaje que mira los cambios de su entorno a través de una ventana. No me interesaban el fenómeno del Holocausto ni el papel de los verdugos sino los efectos que deja en una víctima. Es una historia que se cuenta de manera elusiva, en la que no aparecen la guerra o Hitler. La idea de un hombre que se encierra funciona como un símbolo de la imposibilidad de las víctimas para volver a encontrar su lugar”.
Más áspera e incómoda que su novela anterior, el escritor ha pasado dos años centrado en ella, mermada la carga de trabajo relacionado con la literatura pero no literario con el que subsisten las letras jóvenes del país.
Por su parte, Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974) publicó también con éxito entre la crítica su novela El gran imaginador (Plaza & Janés), una historia que tenía en mente desde hacía catorce años y que ya se ha traducido en otros países. “Se trataba de un proyecto muy ambicioso y por eso la beca fue crucial. De otra manera, me habría demorado mucho en escribirlo. Probablemente se me habrían colado por el camino otras novelas y habría acabado perdiendo pulso o no terminándola nunca. El respaldo económico te permite concentración y la posibilidad de no perder la intensidad de la idea inicial. Además, como mi personaje viajaba por el Mediterráneo, me ha facilitado moverme a muchos lugares, como Turquía y Grecia. Necesitaba estar dentro de las ciudades y comprobar ciertas cosas para que concordaran con lo que estaba escribiendo”, sostiene.
En su opinión, un trabajo de esta envergadura (500 páginas finalmente) era muy difícil de compaginar con las tareas de corte alimenticio a las que se entregan los escritores para poder seguir escribiendo. Aquí no sólo había que viajar sino, además, afrontar un hondo proceso de documentación. “He mantenido el fondo histórico, los lugares y la época que pensé en origen, así como el hecho de que el protagonista fuera un imaginador sin límites. El objetivo era homenajear a la imaginación haciendo guiños a las grandes obras que dan lugar a la modernidad literaria. Todo eso lo tenía claro y lo he respetado hasta un punto que ni yo mismo esperaba. Pero me faltaba una idea que hiciera fluir ese tributo la imaginación, una tesis fantástica sobre la que levantar todo. El tiempo del que gocé me permitió encontrarla y que cada cosa acabase cuadrando de forma natural”.
También a finales del pasado año llegó a las librerías Tuyo es el mañana (Acantilado), la segunda entrega de la trilogía del DNI de Pablo Martín Sánchez (Reus, 1977), otro de los becados de la Fundación BBVA. Tras El anarquista que se llamaba como yo, centrada en el nombre del autor, este nuevo experimento se basa en su fecha de nacimiento, en tanto que el tercero, en proceso, se dedicará a su ciudad natal, Reus.
Como adelantó en el encuentro con LEER, la obra se desarrolla durante 24 horas y parte de la autoficción para, a su vez, ficcionar otras historias “que tienen mucho de real”. Entre la novela histórica y la fantasía, este título le ha permitido ahondar en el contexto de la transición, a través de seis personajes de la época, reflejando un cambio importante en uno de ellos. Como sus compañeros, Martín Sánchez pudo pasar doce meses centrado en terminar este libro. “Habría tardado dos o tres años en acabarla de no haber logrado esta ayuda”, agradece.
Andrés Barba (Madrid, 1975), otro de nuestros jóvenes prosistas más eminentes, presentó a comienzos de 2016 su ensayo La risa caníbal. Humor, pensamiento cínico y poder, que culminó gracias a la Fundación BBVA. En él se volcaba con un tema que, según confesó a LEER, le obsesiona desde hace años, el humor. Y abordaba temas tan actuales como ¿quién decide de qué y hasta dónde nos podemos reír? De paso, invitaba a la reflexión sobre lo que hemos aprendido riéndonos de los demás o enfrentándonos a sus carcajadas. Publicado por Alpha Decay, el trabajo desfila por momentos como el día que Hitler se enfrentó a la sátira de Chaplin.
La Estación Azul, Radio Nacional de España, 19/02/2017
El programa La Estación Azul, de Radio Nacional, dedica su sección de Cambalache a El gran imaginador. Cristina Hermoso de Mendoza introduce el libro, una oyente cuenta su experiencia de lectura y Javier Lostalé hace un recorrido por la trayectoria del autor y por el impacto de su última obra. (a partir del minuto 26′)
Fallo de Sistema, Radio 3, Radio Nacional de España, 5/02/2017
El autor entrevistado por Santiago Bustamante a propósito de El gran imaginador, en Fallo de Sistema de Radio 3, Radio Nacional de España.
Neo Nostromo, 2/02/2017
El autor entrevistado por Miquel Codony en el programa de literatura fantástica Neo Nostromo.
Pasen y lean, Radio Guadalquivir, 27/01/2017
El autor entrevistado por Nerea Riesco en el programa Pasen y lean, de Radio Guadalquivir.
Es la vida, Canal Sur Radio, 17/01/2017
El autor entrevistado por Jesús Barroso y Vicky Román en el programa Es la vida, de Canal Sur Radio.
Premios Cálvorot 2016, 11/01/2017
El gran imaginador ha sido merecedor del prestigioso Premio Cálvorot de Oro. ;-)
Los libros del año, Diario SUR, 28/12/2016
Once libros de 2016 que brillaron desde Málaga
Por Antonio Javier López.
Un repaso a títulos de autores y/o editoriales de la provincia que despuntaron en el año que termina
Uno de los aforismos atribuidos a Oscar Wilde viene a decir que la mejor manera de evitar una tentación es caer en ella. Y en estos días de listas, repasos, análisis y balances del año que termina, las siguientes líneas quieren hacer memoria sobre algunos libros de autores y/o editoriales de Málaga publicados en el año que termina y que se quedaron a vivir en la memoria y en la retina.
1. ‘El gran imaginador’ (Plaza & Janés), de Juan Jacinto Muñoz-Rengel
Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974) admite que ‘El gran imaginador’ es, hasta la fecha, el libro de su vida. Lo es por el tiempo y el esfuerzo dedicados y también por la onda expansiva que empieza a alcanzar la historia protagonizada por Nikolaos Popoulos, planteada como una reivindicación del poder, también de la necesidad, de fabular. El autor de ‘El asesino hipocondríaco’ (2012) y ‘El sueño del otro’ (2013), entre otros títulos, firma ahora una historia poderosa sobre la memoria, el paso del tiempo y, claro, la imaginación.
Autor: Juan Jacinto Muñoz-Rengel. Novela. Editorial: Plaza&Janés. 480 páginas. España. 2016. Precio: 18,90 euros.
2. ‘Apóstoles y asesinos’ (Galaxia Gutenberg), de Antonio Soler
La historia de Salvador Seguí ‘El Noi del Sucre’ hace saltar la espoleta de ‘Apóstoles y asesinos’, la novela que Antonio Soler (Málaga, 1956) llevaba a las librerías a principios de marzo. La Barcelona de las dos primeras décadas del siglo XX aparece como escenario, casi como un personaje más, en una novela que traslada al lector a aquellos años convulsos. El lanzamiento de ‘Apóstoles y asesinos’ ha compartido calendario con el vigésimo aniversario de la novela de Soler ‘Las bailarinas muertas’, Premio Herralde, que ahora reedita Galaxia Gutenberg.
Título: ‘Apóstoles y asesinos’. Autor: Antonio Soler. Novela. Editorial: Galaxia Gutenberg. 440 páginas. España. Precio: 21,90 euros.
3. ‘La familia real’ (Pálido Fuego), de William T. Vollmann
La prosa de William T. Vollmann hace cumbre en la monumental novela ‘La Familia Real’, editada por primera vez en español por el sello malagueño Pálido Fuego. Saludada con entusiasmo por la crítica y por la legión de fieles lectores, ‘La Familia Real’ bucea en el lado menos amable de la realidad para brindar una historia de amor nacida en ambientes marginales poblados por criminales y prostitutas. Tras publicar ‘Historias del Arcoíris’ en 2013, Pálido Fuego brinda un nuevo motivo de regocijo para los lectores en español de Vollmann.
Título: ‘La familia real’. Autor: William T. Volmann. Novela. Editorial: Pálido Fuego. 1.052 páginas. España. Precio: 42,90 euros.
4. ‘Hombres felices’ (Páginas de Espuma), de Felipe R. Navarro
Este libro representa el feliz regreso de Felipe R. Navarro a los territorios de la narrativa después de un paréntesis de más de una década. Navarro (Málaga, 1969) hilvana en ‘Hombres felices’ un conjunto de relatos en la mejor tradición del género: eficaces, sorprendentes y redondos, como una maquinaria tan pensada y bien engrasada que apenas se hace notar en el devenir de sus historias.
Título: ‘Hombres felices’. Autor: Felipe R. Navarro. Relatos. Editorial: Páginas de Espuma. 120 páginas. España. 2015. Precio: 14 €.
5. ‘El Quijote a través del espejo’ (EDA Libros), Varios autores
El escritor Juan Francisco Ferré coordina una edición tan ambiciosa como brillante de la mano de la malagueña Ediciones de Aquí (EDA Libros). En el marco de los fastos con motivo del cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, EDA Libros lanza un volumen con diferentes aproximaciones a la vida y la obra del autor firmadas por escritores como Juan Goytisolo, Manuel Vilas, Vicente Luis Mora y Mercedes Cebrián, entre otros.
Título: ‘El Quijote a través del espejo’. Varios autores. Ensayo. Editorial: EDA Libros. 428 páginas. España. Precio: 20 euros.
Seguir leyendo: http://www.diariosur.es/culturas/libros/201612/28/once-libros-2016-pasaron-20161227200838.html
Radio USAL, Universidad de Salamanca, 20/12/2016
El autor entrevistado por Elena Villegas en la Radio de la Universidad de Salamanca.
América Hoy, Radio Exterior, Radio Nacional de España, 19/12/2016
El autor entrevistado por Teresa Montoro a propósito de El gran imaginador, en América Hoy, Radio Exterior, Radio Nacional de España (a partir del minuto 8’15»).
La Calle de Enmedio, Canal Sur Radio, 11/12/2016
El autor entrevistado por Mariló Maldonado en el programa La Calle de Enmedio, de Canal Sur Radio.
Gómez&Cía, 5/12/2016
Por Antonio Parra Sanz.
Con motivo de la publicación de su última novela, El gran imaginador, hemos tenido la oportunidad de charlar con Juan Jacinto Muñoz-Rengel, que nos habla de esa última creación y de su pasión por la literatura. Una conversación más que interesante.
1) Esta novela es radicalmente diferente a lo que ha hecho con anterioridad, ¿cómo podemos catalogarla?
Siempre he intentado escribir libros distintos los unos de los otros. Hay escritores a los que admiro que solo escriben una y otra vez el mismo libro, perfeccionándolo, haciéndolo cada vez mejor. De una forma muy temprana me di cuenta de que ese no podía ser mi caso, tenía demasiadas dudas sobre qué escribir o quería escribir demasiadas cosas. Hasta que comprendí que también se puede construir una identidad —una voz, una singularidad, un imaginario personal, como queramos llamarlo— desde la propia diferencia: mis libros publicados han ido perfilando poco a poco cierta forma, ciertos rasgos comunes, un conjunto que yo mismo no soy capaz de percibir y que empieza a dibujarme. Lo que tiene de paradójico esta última novela es que, siendo distinta de todo lo anterior, al mismo tiempo incluye algo de cada uno de mis libros. De El asesino hipocondríaco toma el humor y la excentricidad del personaje; de El sueño del otro, los juegos de espejos y el concepto de realidad como una consecuencia de la ficción; la fusión entre lo histórico y lo futurista ya podía encontrarse en De mecánica y alquimia; están también las ideas de corte borgesiano de 88 Mill Lane; y no faltan los seres imposibles y los alienígenas, como en El libro de los pequeños milagros. Creo que han sido varios los factores que han hecho que esto haya sido posible. Por un lado, la considerable extensión de esta novela. Por otro, el tiempo que me ha llevado escribirla, lo que la ha hecho convivir con la escritura de todos los demás títulos. Y, por último, que El gran imaginador es de alguna manera un libro de libros, un libro de géneros, donde intento cruzar las formas de la literatura con las manifestaciones más populares y lúdicas. Me sería muy difícil catalogar esta obra con una sola frase. Pero si tuviera que hacerlo diría que se trata de una novela histórica con una trama de realismo fantástico.
2) ¿Quién nació primero, la historia o el personaje de Nikolaos Popoulos?
Desde el principio tenía claro que mi protagonista recorrería el Mediterráneo del siglo XVI, en busca de algunos de los acontecimientos y de los personajes que, desde mi punto de vista y de una manera simbólica, dan inicio a la Modernidad. Sin embargo, con esos elementos el resultado habría sido tan solo una novela histórica, demasiado rígida, que no acababa de parecerse a lo que intuía que tenía dentro de mí y no sabía aún como extraer. Transcurrieron los primeros años de documentación y, al fin, di con la idea que necesitaba: mi personaje, Popoulos, tenía que ser un imaginador sin límites. Esa hipótesis imposible convertiría toda la novela en fantástica. Y, al mismo tiempo, era lo más coherente: podría hablar de los orígenes de la ficción desde la ficción misma, desde de la más pura y excesiva imaginación. Y, de este modo, el viaje a través de los distintos géneros literarios también quedaba asegurado.
3) Ha confesado que ésta es la novela de su vida, ¿cómo se lleva convivir todo este tiempo con una criatura literaria como El gran imaginador?
El mayor desafío de esta novela se encontraba precisamente en este planteamiento. Tenía que medirme en todo momento con el mayor soñador de todos los tiempos, con un imaginador sin ninguna de las limitaciones con las que nacemos todos los seres humanos. Se trataba, por supuesto, de una competición desigual y de partida imposible. Pero aun así me ha llevado en muchos casos al límite de mis fuerzas y al borde de la crisis. Por suerte, Popoulos es también un personaje entrañable y generoso, con quien después de una década de convivencia he trabado una estrecha relación de amistad. Ahora lo echo de menos cada día.
4) Realismo, imaginación, ficción, ¿con cuál de las tres se quedaría?
Entiendo que la ficción es un intento de conciliar la realidad con lo imaginado. La ficción lo es todo. Es nuestro único instrumento para conocer la realidad. Tanto las hipótesis científicas como los conceptos filosóficos son ficcionales, conjeturas provisionales que nos son de utilidad durante un tiempo, aunque nunca alcanzaremos la cosa en sí, el noúmeno. Y creo que ahí radica la principal función de la literatura. La literatura aspira a mostrarnos cómo es, cómo se ordena y de qué manera se aplica sobre el mundo la jerarquía de la ficción. Cuáles son los distintos grados de veracidad de todo lo que ocupa nuestra mente, desde personajes históricos a los que nunca hemos visto, pero en los que creemos, como Vlad Tepes, príncipe de Valaquia, o Erzsébet Báthory, la Condesa Sangrienta, hasta personajes legendarios como los vampiros, o literarios como Drácula, en los que no creemos, pero que sin duda también forman parte de la realidad de un modo diferente. O los recuerdos. O las ideas abstractas, como la teoría cuántica de campos, el principio de incertidumbre, el amor, la verdad, las leyes bursátiles o la noción de mí mismo.
5) ¿Alguna vez se ha visto sometido a los impedimentos para escribir que asaltan a Popoulos en algunos momentos de la novela?
En realidad, la maldición que parece perseguir a Popoulos es una metáfora de todo lo que frustra las intenciones literarias del escritor en particular —los compromisos sociales, familiares y laborales, la necesidad de tener que ganarse la vida con algo distinto de su verdadero trabajo, la tiranía del cuerpo sobre la mente, que lo arranca de su mundo interior una y otra vez— y las aspiraciones de cualquier persona en general. Quién no ha sentido alguna vez cómo su vida se dirige en una dirección distinta a la que había planeado, cómo van quedando atrás los sueños y lo verdaderamente importante, cómo nos convertimos en alguien que no se parece a quien de verdad somos o creíamos ser, y nos vamos rodeando de obligaciones que seguirán frustrando en el futuro nuestros deseos por el resto de los días.
6) En el libro se percibe un gran homenaje a la literatura, especialmente a algunos clásicos, ¿qué supuso para usted la lectura de los mismos?
Sin ellos no sería quien soy. Al fin y al cabo, un noventa por ciento de lo que somos está hecho de imaginación. Todos los libros que aparecen en mi novela, de una manera directa o subconsciente, forman parte de mi mundo interior, tanto como mis propias vivencias y recuerdos, que después de todo en gran medida estarán adulterados. Somos lo que vivimos, pero también somos lo que leemos. Y, por supuesto, sin esas lecturas El gran imaginadornunca habría llegado a existir.
7) De las múltiples situaciones y lugares que aparecen en la novela, señale qué fue lo más dificultoso a la hora de su creación, y qué otros momentos le resultaron más sencillos o placenteros.
Me supuso grandes desvelos la búsqueda del narrador idóneo para conducir una historia como esta. En concreto, me di cuenta de la dificultad a la que me enfrentaba después de concluir el primer capítulo, que está narrado con un tono elevado y con mucho vuelo, porque no acertaba a encontrar la forma de descender para contar el siguiente, que escribí innumerables veces. El problema era que necesitaba un narrador muy flexible, capaz de adaptarse a todas las situaciones, de cambiar de registro y atemperar su tono, de hacer barridos panorámicos o introducirse en el universo de lo microscópico, de adecuarse a los cambios de géneros y de pasar del humor al drama o al terror. Otro de los retos técnicos del libro era doblegar la ingente cantidad de información que debía manejar. No me importaba que la abundancia de personajes, escenarios y detalles históricos confiriesen un cariz exuberante a la novela, porque era parte de su naturaleza esencial. Pero tuve que luchar para que siempre hubiera una trama en movimiento en el primer plano, una historia y una acción sucediendo ante el lector, y que los datos se mantuvieran serenos en un conveniente segundo plano, sin entorpecer la experiencia de la lectura.
Por otra parte, disfrutaba muchísimo cuando, después de vencer estos y otros obstáculos, y tras predisponer una situación durante páginas y páginas, llegaba por fin donde en realidad siempre había querido estar: entre mis episodios favoritos se encuentran la invasión extraterrestre de la capital del Imperio Otomano, las perversiones de la Condesa Sangrienta o los disturbios del gólem en Praga.
8) El encuentro entre Popoulos y Cervantes es verdaderamente antológico, ¿alguna vez tuvo usted un encuentro así con un escritor al que admirase?
Sería difícil asemejar un encuentro así, si tenemos en cuenta la talla del escritor en cuestión, que ambos se hallaban en el centro de la más memorable y sanguinaria batalla que vieron los pasados siglos ni esperan ver los venideros, y la desatinada escena en la que los hago coincidir. En una ocasión conocí en persona a José Saramago, justo después de que hubiera sido jurado del Premio Clarín Alfaguara de Argentina, en el que El asesino hipocondríacoresultó finalista, y poco antes de morir. Pero el encuentro no duró más que unos segundos. No obstante, no pierdo la esperanza de que la vida pueda reservarnos sorpresas tan épicas como las de Nikolaos Popoulos.
9) Y ya que hablamos de Cervantes, ¿hasta dónde llega su admiración por él?, ¿sería igual la historia de nuestra literatura de no haber existido El Quijote?
No, no lo sería. Para mí es el hombre que inventó la ficción. Al menos la idea de la ficción y la novela contemporáneas. Mezcló y reinventó como nadie los géneros literarios, y de alguna manera mi libro nace como un homenaje a esa hazaña, y de la pregunta de cómo podría un escritor hoy abordar un intento semejante de hibridación de géneros populares, en pleno siglo XXI. Y no olvidemos que El Quijote está recorrido además por la metaficción. Resulta gracioso advertir cómo algunos autores creen haber recién inventado determinados recursos metaliterarios, que no son ni la sombra de los que ya empleaba Cervantes hace cuatrocientos años. Él fue sin duda, como mi personaje, un escritor anacrónico, incomprendido y adelantado a su época.
10) ¿Cómo cree que encajaría en el mundo de hoy un personaje como Popoulos? ¿Cree que hay gente así a nuestro alrededor, y sobre todo, cree que somos capaces de percibirlo?
No podría haber nadie igual, por cuanto su capacidad no es menos fantástica que la de Funes el memorioso. Todos necesitamos apoyarnos en los descubrimientos de los demás para imaginar algo nuevo, en eso se fundamenta la civilización. La historia y el progreso comienzan con la palabra escrita y ni médicos, ni científicos, ni músicos ni escritores pueden crear desde la nada. Aun así, desde luego, el mundo está lleno de imaginadores. Imaginadores de distinto grado y condición, pero que tienen en común con Popoulos la riqueza de su mundo interior y que, con probabilidad, son incomprendidos y maltratados por su entorno inmediato.
11) Imagino que tras esta novela se habrá tomado un respiro antes de embarcarse en otros proyectos, ¿o tal vez no?
Sí, mi cabeza ha decidido tomárselo por mí. Aunque ya me rondan tres o cuatro ideas distintas para novelas cortas. Lo que ocurre es que, después de tantos años de compromiso y disciplina con este proyecto, no quiero forzarlo, quiero que la idea se acabe imponiendo sola. Eso sí, después de tantos centenares de páginas y de tantos años de documentación, no contemplo otra cosa que no sea breve.
12) ¿Cómo convencería a un lector que no conozca su obra para que se acerque hasta esta novela?
Le diría que si es entusiasta de lo histórico, de lo fantástico, de la ciencia ficción, de la literatura de terror o de las aventuras, quizá este sea su libro. Eso sí, que no espere encontrar uno solo de esos géneros ni que la novela se ciña a las normas tradicionales de cada una de las categorías. A cambio, le garantizaría que he intentado escribir una novela que apele al más puro placer de la lectura, capaz de recuperar aquellas sensaciones inigualables que todos sentimos con los primeros libros que cayeron en nuestras manos. Todo lo que yo pueda haber sacrificado con la escritura de este libro, todo lo que pueda haberme esforzado o haber padecido, así como todo lo que he disfrutado, ha sido con el único objetivo de que mis personajes y sus andanzas consigan ilusionarlo, involucrarlo, hacerlo vivir, sufrir, amar, viajar y soñar con ellos.
REVISTA EÑE, 2/12/2016
“La realidad es un constructo que hemos creado nosotros”
Por Anna Maria Iglesia.
Más de catorce años ha tardado Juan Jacinto Muños Rengel en escribir El gran imaginador (Plaza y Janés). Durante estos catorce años Rengel ha alternado la escritura de El gran imaginador, “la obra culmen de mi trayectoria”, con la publicación de títulos de diversos géneros: desde los microrrelatos de El libro de los pequeños milagros, las novelas El sueño del otro y El asesino hipocondríaco hasta los relatos reunidos en De mecánica y alquimia. Por ello, El gran imaginador reúne elementos de toda su trayectoria literaria, “hay un poco de todos mis trabajos previos”, asegura el autor , para quien su última novela es, ante todo, un homenaje a Cervantes y a la novela como género a partir del cual narrar una historia en la que todo, absolutamente todo, es posible y tiene cabida. El protagonista de la novela, Popoulos, es un hombre de una imaginación sin límites, alguien capaz de recorrer física e intelectualmente geografías y tiempos aparentemente inabarcables, alguien capaz de imaginar “hacia delante”, haciendo de la realidad una ficción en permanente construcción. Popoulos es un Funes que lo imagina todo y, a la vez, Popoulos es metáfora de la novela, como género que todo lo incorpora, todo lo narra y donde los límites, como señala el propio Rengel, los determina la imaginación y el buen hacer en la escritura.
El gran imaginador me lleva a preguntarte, ¿cabe todo en la novela?
Es una buena pregunta. Creo que el reto es hacer que todo quepa en literatura, donde, si todo hace bien, todo es posible. El gran imaginadorha sido escrito con la seguridad de que se puede hablar de cualquier cosa y, por tanto, también de la realidad desde la ficción más pura. A partir de esta premisa principal me preguntaba cómo asumir determinados riesgos, cómo llegar a los lectores, sea literarios sea lectores que simplemente buscan pasárselo bien, cómo mezclar una literatura más reflexiva y filosófica con una literatura lúdica y hasta qué punto los géneros pueden mezclarse dentro de un mismo artefacto. En cierta manera, con El gran imaginador, reclamo la novela en tanto género de géneros, donde cabe todo de la misma manera que en El Quijote cabía todo.
La novela, como tú mismo has dicho, en un homenaje a Cervantes y a El Quijote, sin embargo, Borges tiene un papel esencial: tú protagonista es como un Funes el memorioso que, en lugar de recordar, imagina.
Efectivamente, en lugar de recordar hacia atrás, mi personaje, Popoulos, imagina hacia delante. El homenaje a Cervantes es más explícito en cuanto aparece como personaje secundario para yo poder reflexionar acerca de cómo Cervantes, en un momento dado, construye su propia imagen en tanto que héroe de Lepanto y español españolísimo que nunca ha renegado de su patria, para acceder a la literatura y ser escritor, a su vuelta a España, tras el cautiverio de Argel. Me interesaba esta idea de la construcción del personaje por parte del propio Cervantes y, aparte, me interesaba establecer un diálogo con El Quijote: la mezcla de géneros, el carácter de los personajes que recuerdan a los caballeros andantes o los disparates de las aventuras que vive el imaginador, pero que no forzosamente ocurren. La influencia de Borges es más indirecta, puesto que Borges dejó en mí un poso mucho más subconsciente: yo he leído mucho a Borges, he escrito mucho sobre Borges, pero llevo muchos años tratando de distanciarme de él, aunque no lo consigo y en la novela hay muchas ideas que son absolutamente borgesianas, la principal: la idea de memoria. Borges lleva al absurdo determinadas capacidades humanas como la memoria y mi personaje es alguien que dice que la única memoria que le interesa es la que recuerda hacia delante
A través de la ficción, Borges pone en cuestión el estatuto de realidad, cuestionamiento que tú también propones.
Escribiendo una novela sobre la ficción y, por tanto, desde la ficción, adopto irremediablemente esa perspectiva del Borges que duda de la realidad. A partir de Borges, uno se cuestiona la realidad, se pregunta sobre su naturaleza de simulacro y se interroga hasta qué punto la realidad no es un constructo que hemos creado nosotros y, por tanto, la ficción no existe solo en cuanto creación, sino que confluye en la existencia misma.
Tu protagonista vive e imagina paralelamente de tal forma que el límite entre lo imaginado y lo vivido se borra.
Este es el juego principal. La novela tiene una base real y, en concreto, una base histórica, que ha sido documentada y en la que se enmarcan los sucesos reales que, sin embargo, abandonan el estatuto de real cuando mi personaje imagina. Yo sé que habrá lectores a los que este juego les pueda confundir, puesto que demandan la realidad empírica, incluso en las ficciones; pero, creo, que un lector de hoy debe ser un lector que participe del texto y que sepa distinguir entre los distintos planos de “realidad”.
Poniendo en crisis el concepto de realidad, terminas por definirla como una invención.
Todo es una invención, la historia es una invención, pero también lo es la ciencia, puesto que las hipótesis sirven durante un tiempo, luego dejan de ser válidas y, por tanto, creamos nuevas en un intento constante de entender el mundo, intento que implica, al mismo tiempo, comprensión del mundo y creación del mundo. La cultura funciona así, es un proceso de constantes construcciones y, por tanto, algunos episodios de la historia, las tradiciones o la patria misma no dejan de ser invenciones nuestras. Mi personaje, de hecho, pasa por los Balcanes y por Grecia, es decir, por lugares donde se ha reconstruido, desde la ficción, la historia y su identidad.
La novela se sustenta principalmente sobre dos géneros: el histórico y el fantástico.
Estos son los géneros que recorren la novela: el género histórico, porque conforma el escenario de la novela, y el fantástico, porque ha definido gran parte de mi trayectoria. Me refiero a un fantástico próximo a la realidad, pero siempre con un pie más arriba de lo real de las cosas; lo fantástico es un género que siempre me ha interesado como modo de cuestionar la realidad y como medio para hablar de la realidad desde otro ángulo que no sea la realidad misma. A parte de estos dos géneros, hay otros a lo largo de la trama: la infancia de Popoulos se narra a partir de la novela de formación a la vez que se ahonda en la ciencia ficción, en realidad, en la proto-ciencia ficción de su tiempo.
Parece que recuperas, en parte, el ejercicio de James Joyce en el Ulises, al jugar con géneros y subgéneros narrativos dependiendo de los capítulos.
Sí, pero con toda la diferencia formal que hay entre las dos novelas. En el Ulises hay una experimentación con el lenguaje y con el flujo de pensamiento interior, que están ausentes en mi novela. Al mismo tiempo, yo recurro a un narrador en tercera persona, que en principio es más clásico, aunque tiene cosas innovadoras.
¿Qué tiene de innovador?
Yo pretendía adaptarme a una forma en la que el lector de a pie se sienta cómodo y, a la vez, a una forma que me permitiese narrar, en el sentido más tradicional de la palabra. Contemporáneamente buscaba un narrador que me permitiera alejarme del protagonista todo lo posible hasta el punto de poder contemplar el conjunto del Mediterráneo o hacer una panorámica de una ciudad o viajar a lo largo del tiempo: buscaba un narrador que me abriera completamente el zoom y, al mismo tiempo, capaz de acercarse tanto al personaje como si se tratara de una primera persona. Me interesaba mucho el juego que se puede establecer entre lo macro y lo micro
Hablas del narrador como si fuera una cámara de cine.
Porque mi narrador es un narrador cámara, pero no es el narrador objetivo que se comporta como el narrador de los escritores norteamericanos, desde los años cincuenta hasta ahora, Hemingway, Salinger o Carver, que observan desde fuera sin adentrarse en la cabeza de sus personajes. En mi caso, el narrador es una cámara que, en un momento dado, tiene la grúa, pero en otro momento, tiene la lente de aproximación, que le permite saber que a un personaje en concreto le ha dado un infarto o que el protagonista tiene una gota de sudor en su nuca; además, es un narrador que penetra en la mente de los personajes, no sólo la del protagonista
El gran imaginador evoca la narrativa clásica de las novelas de aventuras, desde las novelas de Corto Maltés o los Viajes de Gulliver de Swift.
Aunque en El gran imaginador pueda haber algo de teoría, yo no quería que esta teoría se hiciera explícita, porque lo que me interesaba era contar una historia. Por esto, como mencionas, está la aventura, género que nunca hasta ahora había utilizado. Yo quería que a mis personajes les sucedieran cosas y que estas cosas abarcaran muchos acontecimientos, respetando la forma de fabular de siempre para que, así, el lector que solamente quiera disfrutar de una historia lo pueda hacer sin más. Lo que pasa es que, a lo largo del libro, hay momentos en los que me detengo, por ejemplo, en las diferencias entre el dogma católico y el ortodoxo o en determinados momentos históricos. Hoy en día, esto se ha perdido al querer eludir la información aparentemente sobrante de las novelas, pero yo quería permitir al lector profundizar; al fin y al cabo, una novela sobre la imaginación debe tener algo de intelectual en cuanto se inscribe en el ámbito del intelecto.
Dices que se tiende a eludir lo sobrante y, a la vez, otra tendencia dentro de la novela es a prescindir de la trama en pos de una narrativa autorreflexiva.
Quizás ha habido un exceso en esta moda. A mí me encanta la metaliteratura, que, dicho sea de paso, ya estaba en El Quijote. Cervantes, no sólo se adelantó al momento histórico con la invención de la novela contemporánea, sino que hace autoficción, hace metaliteratura, crea un narrador, sobre el cual coloca otro narrador aparentemente real… Es decir, todos estos juegos ya estaban, pero como en cualquier momento de decadencia, hoy mucha gente ha querido rizar el rizo y así se acaba hablando de la propia literatura desde la literatura misma y, salvo gente que lo hace muy bien como Vila-Matas, encontramos autores que terminan por aburrir al lector. Me da la impresión de que hay autores que escriben para otros escritores y lo que consiguen es aburrir al otro escritor y, consecuentemente, aburrirnos a todos, puesto que no salen del tema del escritor que escribe y no escriben más que sobre lo que escriben. A mí, personalmente, me interesa que en el caso que haya, en un determinado momento, algún tipo de bucle metaliterario dentro de la novela, sea porque aparece dentro de la historia y lo pueda interpretar el lector que puede llegar a ese nivel o no.
En este sentido, ¿planteas la novela a partir de los niveles de lectura de Umberto Eco?
Creo que Eco no está demasiado presente en esta novela, pero sí que hubo algo del fenómeno de El nombre de la rosa que a mí me interesó desde el punto de vista teórico: se puede escribir una novela erudita, con muchísimas referencias, y vender masivamente. ¿Qué ocurre en este fenómeno? Ocurre que Eco se puso el listón más alto en el momento de preguntarse hasta qué punto puede combinarse lo erudito con el entretenimiento. Lo fácil es elegir una de las dos opciones, o hacer una novela siguiendo la forma del bestseller que funciona o hacer una novela intelectual para los dos mil lectores que te van a leer. Sin embargo, con El nombre de la rosa, Eco hizo las dos cosas y esto es lo que me interesa, no tanto para imitarlo, sino como concepto
El ejercicio de Eco llevó a acuñar el concepto de “bestseller de calidad”
O bestseller erudito, pues no se sabía cómo catalogar El nombre de la rosa. Me parece que hay algunos casos, más allá de la novela de Eco, que pueden entrar en la categoría de bestseller de calidad, como El perfume, que aquí, como es típico en nuestro país, en cuanto empezó a vender, dejó de interesar a determinadas personas, puesto que, si vendía, tenía que ser necesariamente malo. Yo creo que hay muchas cosas interesantes en El perfume y, como en Alemania no ocurre lo mismo que aquí, porque están menos acomplejados de nosotros, hay una extensa bibliografía sobre la novela. ¿Por qué hay autores que solo defienden que hay 2500 lectores, otros que dicen que hay 20000 y unos terceros que dicen escribir para cientos de miles? Parece que cada tipo de escritor está reflejando su liquidación del año. Lo que hay que hacer cuando uno escribe es exigirse lo máximo.
¿Y esta exigencia incluye, también pensar en el lector a quien te diriges?
Yo lo tengo muy presente, pero es un lector ideal, no es ni una cifra de lectores, ni es mi vecina ni nadie que conozca. Tengo presente un lector con el cual pretendo dialogar, pues no entiendo eso de escribir para uno mismo; no lo digo como crítica, simplemente, no entiendo querer escribir para uno mismo. Yo escribo para un lector con el que converso todo el rato y, por esto, cuando releo una escena que acabo de escribir, intento ver si lo que he escrito se entiende desde fuera, tratando de ponerme en esa cabeza ideal del lector.
Antes definías España como país acomplejado, ¿es este carácter literariamente acomplejado el que lleva a no valorar, como has comentado en más de una ocasión, lo fantástico como género literario?
En España, muchas veces a lo fantástico se lo asocia con lo no literario, aunque creo que la cosa está cambiando a mejor. Aquí ha predominado realismo, aunque se ha practicado también lo fantástico, pero siempre desde los márgenes y, además, los autores que han practicado lo fantástico son más conocidos por sus obras realistas. Y subrayo que la literatura fantástica se ha hecho en los márgenes porque se ha hecho en gallego, de la mano de Álvaro Cunqueiro, y se ha hecho en catalán, de la mano de Joan Perucho. Estos dos autores son muy potentes, si España fuese otro país del que es, Perucho y Cunqueiro estarían en la misma línea de Borges, de Lorca o de cualquiera de los más grandes. Aquí, sin embargo, estos autores no han trascendido, al tener una literatura centralizada y realista, una literatura muy apegada a los hechos y muy comprometida con la realidad, debido, seguramente, a la Guerra Civil y de la posguerra. Si es cierto que habido autores que han conseguido mantenerse dentro de lo literario practicando lo fantástico, como José María Merino o Cristina Fernández Cubas, pero han tenido que pelear mucho por ello; en los últimos años las cosas han ido cambiando y, en parte, gracias a la labor de Merino y Fernández Cubas, hoy es más fácil hacer literatura fantástica sin que te infravaloren. Aun así, creo que el sector más duro de la crítica literaria todavía se resiste al género, aunque a nivel de escritores, son muchos más los autores que practican lo fantástico, principalmente porque somos muchos los escritores que nos hemos formado leyendo a autores y obras de género fantástico que antes no llegaban, nos hemos formado leyendo a los hispanoamericanos, a Borges, a Rulfo o a Cortázar, autores que no tenían ningún complejo con lo fantástico, y, además, hemos recibido todo el influjo de lo audiovisual.
¿Crees que el cambio en la percepción de la realidad tiene que ver con una nueva y puede que postmoderna relación con la realidad?
Lo que ha cambiado no es solo nuestra relación con la realidad, sino nuestro concepto de realidad. Antes se pensaba que la realidad era una y unívoca, las verdades con mayúsculas aun dominabas y, desde esta concepción que no permitía dos verdades, lo fantástico parecía algo absurdo, mera imaginación. Sin embargo, toda nuestra concepción de la realidad ha mutado con el tiempo y se ha hecho poliédrica; el relativismo científico ha abrazado todas las disciplinas a través de la postmodernidad, que tiene sus orígenes en grandes pensadores como Freud o Nietzsche. Al pensar la realidad llena de fisuras y vacíos, concedemos a la imaginación y, por tanto, a la ficción el estatuto de verdad; ahora la ficción puede ser imaginaria y cierta a la vez.
Onda Regional de Murcia, 1/12/2016
El autor entrevistado por Gregorio León en el programa Club de Lectura, de Onda Regional de Murcia.
Hora América, Radio 5, Radio Nacional de España, 30/11/2016
El autor entrevistado por Teresa Montoro a propósito de El gran imaginador, en Hora América, Radio 5, Radio Nacional de España.
Hoy por hoy Madrid Norte, Cadena SER, 29/11/2016
La colaboradora Eva Díaz Riobello recomienda El gran imaginador en el programa Hoy por hoy Madrid Norte, de Cadena SER, presentado por Nacho López Llandres.
Punt de Llibre, Cadena SER, 26/11/2016
Juan Jacinto Muñoz-Rengel ens explica com va idear el personatge de Nikolaos Popoulos, protagonista d’“El gran imaginador”. Durant l’entrevista ens acompanyarà Carlos Blázquez i també Dolors Sans, que ens dirà com i on escriu l’autor malagueny.
Castillos en el Aire, Radio 21, 26/11/2016
El autor entrevistado por Javier Fernández en el programa Castillos en el Aire, de Radio 21.
Lecturalia, 22/11/2016
Juan Jacinto Muñoz-Rengel: ‘He intentado escribir una novela para quienes aman el placer de la lectura’
»El gran imaginador es su última novela.
»Recoge leyendas, fábulas, historia e imaginación sin límites.
Por Alfredo Álamo.
Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una novela como con El gran imaginador. Juan Jacinto Muñoz-Rengel ha logrado montar una historia que hace volver a disfrutar de la lectura como cuando éramos jóvenes. Recoge un montón de referencias, que van desde clásicos como Las mil y una noches a las narraciones de Italo Calvino, Umberto Eco, Poe o Pizarnik, las mezcla, las dispone con maestría y ejerce de anfitrión para pasar un rato más que agradable.
Seguimos al gran imaginador, Popoulos, desde su nacimiento, a través de sus increíbles aventuras, de sus viajes sin par. Su encuentro con Cervantes en la Batalla de Lepanto supone el momento de inflexión a través del cual el autor articula la novela. En ella encontraremos desde revisiones de historias clásicas a otras completamente nuevas, mezcladas de tal forma que resultan casi indistinguibles.
Hoy hemos tenido la suerte de poder entrevistar a su autor, conocido también por libros como El asesino hipocondríaco o El sueño del otro, y preguntarle por todos los detalles curiosos que nos han surgido a lo largo de la lectura de El gran imaginador.
Lo primero, enhorabuena por el libro. Me ha resultado muy refrescante y divertido, fuera de lo que se viene publicando de manera habitual. ¿Cómo empezó el germen de este gran imaginador?
Muchas gracias por tus palabras, me alegro de que te haya parecido distinto y de que haya sabido hacerte disfrutar. En realidad, desde el principio tenía claro que mi personaje principal viviría en el siglo XVI y cuáles serían los distintos escenarios que iría recorriendo a lo largo de su vida, aquellos que necesitaba para que se relacionara con los acontecimientos y con los personajes concretos que tenía en mente. Esa primera concepción adquirió forma en el año 2002, cuando vivía en el número 88 de Mill Lane en Londres. Sin embargo, con esos elementos el resultado habría sido solo una novela histórica, demasiado rígida, y en cualquier caso un libro demasiado alejado de lo que escribo y de la mirada distorsionada que me interesa. Dejé que pasaran los primeros años mientras me documentaba, hasta que al fin di con la idea que me faltaba: mi protagonista, Popoulos, sería un imaginador sin límites. Esa hipótesis fantástica llevada al extremo, que convertía a mi personaje en un hombre imposible, dotaría a toda la novela de la flexibilidad que necesitaba, del vuelo fantaseador indispensable para una novela que pretendía hablar de los orígenes de la ficción misma y que, así, estaría dedicada por entero a los distintos ámbitos de la imaginación. También era la solución para poder transitar por los géneros a mi antojo.
Tras leerlo, es inevitable pensar en varias tradiciones literarias y personajes famosos. Por un lado el Libro de las maravillas de Marco Polo, Las mil y una noches y sus cuentos hilados uno tras otro, y por otro el mítico Barón de Münchhausen, con sus aventuras fantásticas. ¿Cuánto hay de estos textos clásicos?
Sin duda, hay algo de todos ellos. La narrativa de viajes, de exploradores y aventureros está muy presente en toda la novela, desde Marco Polo a Humboldt, desde Evliya Çelebi al ficticio Baudolino. También Las mil y una noches, por proximidad, se encuentran diluidas como marco referencial del libro, porque uno de los aspectos que intento reivindicar a lo largo de sus páginas es la influencia del Cercano Oriente en nuestra cultura en general y en nuestro modo de concebir la ficción en particular. Sin embargo, las coincidencias con las Aventuras del Barón de Münchhausen son más casuales o subconscientes, supongo que porque en realidad ambos libros se basan en una idea muy parecida. Hay otros homenajes y paralelismos más intencionados, entre ellos a El Quijote, sobre todo, o a la literatura gótica, desde E. T. A. Hoffmann hasta Mary Shelley, o a Alejandra Pizarnik o a Gustav Meyrink, con abundantes guiños también a Poe, a Lovecraft, a Wells, a los hermanos Strugatski, a Lem, a Jorge Luis Borges…
Hay historias que inventas completamente -creo, como la de la invasión en Constantinopla-, y otras que rehaces, como la de la condesa sangrienta. ¿Tenías claro esto desde el principio?
Es cierto, la invasión alienígena a la capital del Imperio Otomano se da después de una crisis que sufre mi protagonista, tan proclive a deformar o aumentar la realidad. Y no han quedado documentos ni prueba alguna que corroboren este suceso, todos fueron destruidos. No obstante, tanto la fórmula como las propiedades del fuego griego —que George R.R. Martin utiliza para crear su fuego valyrio—, o las torres lanzallamas que reconstruye en esta batalla Popoulos, por ejemplo, existieron con esa forma concreta en el entorno bizantino. Y todo lo que más tarde viven mis personajes en el castillo de Erzsébet Báthory es real en el sentido más tradicional de la palabra: desde el número de pasos que hay desde la barbacana defensiva hasta la puerta principal, los nombres y descripciones de los personajes, los instrumentos de tortura o escenas completas, que fueron transcritas con todo detalle por los testigos supervivientes en el juicio a la condesa, todo está meticulosamente contrastado. Lo único que añado a esa parte de la historia es la presencia allí de mi personaje y de su mejor amigo. Y en efecto, esta intención de mezclar lo real, lo histórico o lo documental con otras grandes dosis de imaginación formaba parte del plan desde el inicio. Por un lado, para aumentar el componente de juego con el lector, que puede —si le apetece— tratar de averiguar qué es más o menos cierto. Y, por otro, porque El gran imaginador pretende precisamente arrojar algo de luz sobre cómo funciona la ficción, cómo a través de ella construimos nuestra identidad, nuestra historia, nuestra cultura e, incluso, lo que entendemos por realidad, en una compleja jerarquía de grados de veracidad.
En El gran imaginador recoges un momento cultural interesante, el del gran Mediterráneo y sus decenas de culturas enfrentadas. ¿La elección de Cervantes es a consecuencia del momento o al revés?
No sabría decirlo. La presencia del personaje Miguel de Cervantes estaba decidida desde el principio, así como el diálogo que mi novela pretendía establecer humildemente con la obra maestra de El Quijote. Pero, claro, el Mediterráneo es consustancial a todo esto y al resto de los objetivos iniciales de la novela: quería hablar de la influencia del Imperio Otomano en Occidente, rescatar la historia hoy velada de la Grecia otomana, indagar en los orígenes de las identidades nacionales de los Balcanes, en sus leyendas vampíricas, en el tráfico internacional de reliquias, en el funcionamiento de las órdenes religiosas, en la vida de los cruzados y de los piratas uscoques, en la falsificación y la manipulación en los inicios de la Modernidad…
¿Da vértigo usar a un personaje como Cervantes?
Sí que lo da. Pero, además de haberme apoyado en las últimas investigaciones de los especialistas mundiales más autorizados, mi acercamiento ha sido siempre desde la absoluta admiración y el cariño. En algunos sentidos, habrá quien pueda pensar que Cervantes no sale demasiado indemne de mi revisión, quizá no fue tan héroe en Lepanto, ni tan patriota en Argel, quizá sus intentos de fuga fueron en parte inventados, tuvo dudas sobre si apostatar y abandonar la fe cristiana, e incluso sobre su propia orientación sexual. Sin embargo, no solo nada de eso tiene importancia en nuestros días, sino que desde mi punto de vista los nuevos descubrimientos lo revelan como un genio aun mayor: el joven Miguel de Cervantes, en una época brutal y despiadada, para sobrevivir y para poder convertirse en escritor se sirvió de la única arma que tenía: su imaginación. Y construyó una estudiada imagen de sí mismo con recursos que, una vez más, lo convierten en un hombre adelantado a su época.
Nos han encantado los guiños a la literatura popular, como el que has dejado a Blade Runner. ¿Cuántas pequeñas perlas has escondido?
Muchísimas, no he llevado la cuenta. Algunas son muy visibles, otras solo a medias. Y hay algunas que sé que tan solo podrán descubrir apenas unos pocos lectores, aquí y allá. Pero no importa, nada de eso afecta en realidad a la lectura. Esa parte de juego intertextual está ahí solo para quien quiera aceptar la invitación, no obstante he intentado que siempre haya además una acción visible, una trama sucediendo, que a mis personajes no dejen de ocurrirles cosas. En definitiva, he tratado siempre de contar una historia.
Y por último, ¿qué le dirías a nuestros lectores para que se acercaran a la lectura de El gran imaginador?
Les diría que si son amantes de lo fantástico, de lo histórico, de las aventuras, o incluso de la ciencia ficción o el terror, este podría ser su libro de cabecera. Pero que si solo quieren leer uno de esos géneros, que permanezca dentro de los límites establecidos y siga sus normas sin contaminarse, quizá mejor deberían probar con un título más seguro que se encuentre en la correspondiente estantería. Les diría que he intentado escribir una novela para quienes aman el placer de la lectura, que aspira a recuperar aquellas vívidas sensaciones que todos pudimos sentir una vez, en nuestros primeros años como jóvenes lectores. Les diría que he intentado que mis personajes estén vivos, que sueñen, se ilusionen, sufran y padezcan, y que los he embarcado en las historias más disparatadas e imprevistas de las que era capaz. Les diría que todo lo que yo haya podido sufrir o disfrutar dando forma a este libro, a lo largo de los años, tenía como único fin de hacerlos sufrir y disfrutar a ellos.
La Torre de Babel, Aragón Radio, 21/11/2016
El autor entrevistado por Ana Segura en el programa La Torre de Babel, de Aragón Radio.
Cargada con Libros, 21/11/2016
Por Marina Ortega.
Hay escritores a los que les sobra imaginación y talento. El malagueño Juan Jacinto Muñoz-Rengel ha demostrado en su nueva novela, El gran imaginador, que está hecho para crear y compartir grandes historias. Hace unas semanas tuve la suerte de pasar unas horas con él, hablando y charlando de libros, historias e imaginación. Hoy comparto con vosotros ese momento para que conozcáis más a este estupendo escritor.
Tres años alejado del panorama literario y vuelve con una apuesta fuerte: El gran imaginador ¿Qué se va a encontrar el lector en este libro?
Ya que enfocas así la pregunta, precisamente es un intento de recoger todo lo anterior. Para mi ha sido una especie de mirada atrás en la que yo he intentado recoger todo lo que creo haber aprendido a lo largo de estos años, pero también todos mis temas, mis emociones…Y de alguna forma tiene algo de cada libro. Yo creo que tiene el humor de El asesino hipocondríaco, y tiene algunos rasgos de mi propio protagonista de entonces. Pero también hay otras muchas cosas de libros anteriores como el cruce de géneros, algunos objetos y elementos que hay en otros libros están también aquí.
Lo cierto es que de alguna manera quería decir que he sido capaz de llegar hasta este punto y esto es lo que soy como escritor. Al mismo tiempo, aunque yo he estado tres años sin publicar, han sido tres años trabajando en esto aunque en realidad llevaba catorce años con la novela. Desde 2002 mis libros han convivido con El gran imaginador.
Aunque han sido tres años de trabajo, la idea de El gran imaginador no es reciente ¿verdad?
Exacto, como te decía la idea original me surge cuando vivía en Londres y en el año 2002 empiezo a darle forma y en realidad lo que tenía era el armazón y la parte histórica. Tenía los lugares, sabía por dónde quería que pasara mi personaje para recoger esos iconos de la literatura que luego me van a ir interesando a lo largo del libro. Pero me faltaba la parte fantástica, me faltaba el personaje.
Un cambio de registro importante tras El asesino hipocondríaco y El sueño del otro ¿no?
Nada que ver pero la verdad es que yo todos los libros que hago son distintos, muy distintos. En El asesino hipocondríaco hay mucho humor y es una parodia del género negro; El sueño del otro es una novela seria donde no hay destello de humor en ninguna parte, es muy reflexiva, muy filosófica, oscura…Es una mezcla completamente distinta. Entonces dentro de lo distinto que soy yo de mi mismo, en este caso sí hago guiños internos. A pesar de que no tenga nada que ver pero es el que más tiene que ver con lo demás.
¿Cuál ha sido el mayor cambio que ha notado a la hora de enfrentarse a esta historia con respecto a las anteriores?
Es un gran cambio. Yo siempre he hecho novela y relato a la vez pero lo primero que fui publicando eran relatos cortos, que era donde yo me sentía a la altura. Siempre he tendido a no enrollarme. Ahora cuando digo esto la gente se ríe pero es cierto. Cualquiera que haya leído distintos libros míos, habrá visto que voy bastante al grano comparado con otros autores que dan vueltas a cosas que ya estaban dichas.
En este libro me he tenido que enfrentar a otro arco narrativo, con otro tipo de tensiones porque claro, mantener 500 páginas con atención en el lector es mucho más difícil…Y he tenido que jugar con otras técnicas, otra disciplina de trabajo y otra intensidad documental.
Y debo confesar que la novela, en realidad, era más larga. Lo que pasa que yo decidí acortar información y porque me salían casi 600 páginas.
El gran imaginador tiene una gran base histórica ¿cómo ha sido el proceso de documentación?
Como han sido tantos años, yo empecé en la British Library de Londres y con asesoría de algunos especialistas que están a final de la novela descritos. Allí en Londres fui reuniéndome con especialistas y ahí pude recabar mucha información.
Cuando me vine a Madrid, he estado mucho tiempo trabajando en la Biblioteca Nacional y luego lo he ido cumplimentando con bases de datos de Universidades y con la dificultad de que no todo está en inglés o español. Me he encontrado con material en griego, por ejemplo. Y aún así ha sido difícil porque la Grecia Otomana cuenta con pocos documentos que consultar.
Es verdad que hay que leer muchos libros para escribir sólo una línea…
Totalmente (risas) A veces te pasas una mañana entera con un detalle, que luego ni siquiera incluyes en la novela. Y así una y otra vez.
La recompensa de esto es que cuando se hace esto se crea con mucha facilidad la atmósfera que quieres porque tienes un montón de materiales para trabajar.
Y es que la novela se centra en el siglo XVI y tiene un protagonista peculiar: Nikolaos Popoulos ¿Qué podemos contar de él? A mi personalmente me ha encantado.
Yo quería que encantara (risas). Como te decía antes, tuve claro en un momento determinado que necesitaba un personaje que tuviera grandes capacidades porque sino se habría convertido en una novela histórica más. Y yo no quería escribir eso.
Quería hacer algo distinto en lo que yo me sintiera cómodo y fiel a mi mismo. Entonces necesitaba algo que diera esa flexibilidad…Y para eso me busqué esta capacidad de inventar sin límites. Yo quería que mi personaje tuviera una personalidad completa y entonces me pareció que tenía que ser entrañable, que fuera también ingenuo, alguien a quien los demás rechazan y luego alguien que tiene mucho talento para muchas cosas pero a quien no le salen las cosas bien.
La mayor ilusión de Populos es escribir el mejor libro de todos los tiempos ¿Es ese al sueño de todo escritor?
Hombre, mi protagonista al tener una imaginación sin límite, sólo se plantear escribir el libro que jamás nadie haya escrito porque para eso tiene esta imaginación. Él tiene esta capacidad.
Sin embargo, hablándote de mí, yo intento siempre escribir al mejor libro posible según mis capacidades. No el mejor libro de la historia, porque nadie podría, pero si al mejor libro que puedo escribir en el momento concreto en el que me encuentro.
Una novela donde la imaginación o, mejor dicho, el poder de la imaginación están muy presente ¿Es una reivindicación a que seamos imaginativos?
Claro, yo intentaba hacer un libro basándome en autores que me han interesado siempre y que son muy imaginativos. Reivindicar a todos los géneros de la imaginación, pero al mismo tiempo quería hacer el libro de la imaginación. Así dicho puede quedar algo ambicioso pero lo intentaba.
Quería hablar de la imaginación desde todos los frentes. A veces, al propio personaje está imaginando; otras hago referencia a la ficción dentro de nuestra literatura y otras, en efecto, estoy defendiendo la propia imaginación.
Imaginar es muy positivo y hay que defenderla. Como piensa al propio Populos, todo está dentro de nuestra cabeza.
Imaginación no falta, por ejemplo, en la narración de esta historia ya que está narrada de futuro a pasado. Muy original.
En realidad, estamos en la época en la que Cervantes es joven, nuestro protagonista anciano y ahí se conocen. Y de alguna forma, hay que entender que la novela se la puede estar contando Populos a Cervantes. Esas son las dos líneas del tiempo: el pasado y el presente.
La verdad es que, yo ya he terminado de leer al libro, me ha parecido una historia muy rica que me ganó sobre todo cuando la madre del protagonista le dijo: Tú no llegarás a ser nada en la vida.
Es que realmente estas cosas pasan. La sociedad da por hecho que la relación entre, por ejemplo, una madre y un hijo deben ser perfectas….Y esto pasa. Cuando Populos es un niño, es dependiente y si su madre es una canalla con él…Por eso decía yo antes que a Populos le rechazan y se siente un extraño hasta en el propio seno familiar por tener un talento distinto, por no ser lo que se espera de él. Y, de vez en cuando, aparece alguien que no está hecho para ser lo que está socialmente reconocido, sino para ayudar a la sociedad a dar un paso adelante.
Bueno, no podemos terminar sin hablar de un personaje muy famoso y conocido que tiene un papel interesante en el libro…Miguel de Cervantes ¿Cómo ha sido incluir al autor de El Quijote como personaje?
Me voy el siglo XVI para aunar una serie de cosas que estaban sucediendo al mismo tiempo. Justo cuando nace la imprenta, cae Constantinopla…a la vez se dan una serie de personajes que me interesan mucho. Por ejemplo, me interesaba todo esa leyenda sobre los vampiros de los Balcanes y al mismo tiempo, otros muchos personajes de aquella época. Todo eso sucede a la vez, en la misma parte de Europa. Y esto lo quise aunar con nuestro creador por antonomasia que es Cervantes, el creador de la novela contemporánea.
Quería por tanto que esos dos genios, Popoulos y Cervantes le dieran forma a esta novela que, en parte, es un homenaje a El Quijote.
Como última pregunta, algo que yo siempre pregunto: ¿qué lee Juan Jacinto Muñoz?
La verdad es que leo de todo porque me gusta conocerlo todo. Lo que más me gusta son los autores que van más allá del realismo. Estos van desde Borges y Cortázar hasta Stanisław Lem o Italo Calvino. Son escritores que no se agotan.
Mil gracias por tu tiempo y esperamos volver a leerte pronto.
El Asombrario, 17/11/2016
Juan Jacinto Muñoz-Rengel: “Nuestra obligación es mantener viva la llama de la imaginación”
Por Antonio García Maldonado.
Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974) cita durante esta conversación La invención de Morel, de Bioy Casares, cuyo protagonista hablaba de “la posibilidad de que el mundo esté constituido, exclusivamente, por sensaciones”. El escritor acaba de publicar El gran imaginador (Plaza y Janés), una vindicación de la ficción y la inventiva en los tiempos de las autobiografías prematuras y la no ficción, pero también de los géneros y las intenciones clásicas de la literatura. De los libros y de las emociones que transmiten a sus lectores. De su autor se puede afirmar lo que narra de Nikolaos Popoulos, protagonista de la novela: con la ficción “comprendió enseguida que lo que de verdad le estaba siendo revelado en ese instante era la existencia de un mundo independiente de las cosas materiales, en el que todo estaba permitido”.
El gran imaginador me ha parecido, sobre todo, una reivindicación de la ficción, de la imaginación en un momento dominado o por lo autobiográfico o por la no ficción. ¿Hay una reivindicación de la novela y los géneros ficcionales hoy menos atendidos?
Por supuesto. Este libro en buena parte es justo eso: una reivindicación de la ficción y de la propia novela como género de géneros, en un contexto social en el que la crisis parece habernos alejado más que nunca de la imaginación, y en un contexto literario en que cada vez más autores se suben al carro de la moda autobiográfica para disimular su falta de inventiva. Y lo que más me preocupa no es que haya escritores con, digamos, cierta pobreza de ideas o de recursos fantaseadores, sino la incapacidad que a veces algunos de ellos demuestran a la hora de comprender qué es la ficción y cómo opera sobre el mundo.
¿Y qué es la ficción?
La ficción lo es todo. Es nuestro mejor —si no el único— instrumento para conocer la realidad, porque todo el constructo humano de lo real es ficcional. Las hipótesis científicas, al igual que las filosóficas, son ficcionales. Nos sirven durante un tiempo, hasta que dejan de hacerlo. El concepto platónico de Verdad pura quedó atrás hace mucho tiempo. El hombre solo puede manejar hipótesis que aspiren a cada vez un mayor grado de veracidad, de adecuación a lo representado. Pero nunca alcanzaremos la cosa en sí. Y precisamente ahí se encuentra la función de la literatura, en mostrarnos cómo es y cómo se ordena la jerarquía de la ficción. Mi idea de mí mismo, mi identidad, es una ficción, como también lo son, en mi mente, Leonardo da Vinci o los vampiros, pero lo son de maneras diferentes. El mercado bursátil, las leyes de la física, las campañas políticas, las contracampañas de difamación, forman parte de este entramado cultural que nace de mentes concretas y sobrevuela en la de todos. Por eso me resulta curioso que alguien piense que hay géneros literarios que hablan menos que otros de la realidad.
La presencia de Cervantes en el primer capítulo ahonda en esa idea.
Miguel de Cervantes creó una obra maestra de la literatura universal en la que todo ocurre dentro de la cabeza de su protagonista. Y al mismo tiempo, retrató como nadie la época que le tocó vivir y la esencia de un país y sus gentes. Y por si esto fuese poco, lo hizo utilizando todo tipo de géneros dentro de una novela anticipada a su tiempo y toda la artillería de la metaliteratura y la metaficción. Si todavía hoy hay quien cree estar inventando algo nuevo cuando utiliza recursos autoficcionales, o duda acerca de cuáles son los límites y los matices de nuestra capacidad de fabular, que vuelva a leer El Quijote.
El comienzo de la modernidad literaria.
Cervantes llegó a proyectar, de forma metódica e intencionada, una imagen de sí mismo a partir de los testimonios reunidos en la Información de Argel, y años más tarde con la publicación de la Topografía e historia general de Argel. Esto para mí representa el comienzo de modernidad casi tanto como la invención de la imprenta. Y por esa razón me interesaba tanto su figura y era fundamental para El gran imaginador contar con un personaje secundario de excepción como él, sin el cual la novela no habría sido la misma.
Es interesante, sin embargo, el énfasis que pones en los efectos también malos que la imaginación desbordada puede conllevar. De nuevo, algo muy cervantino.
Desde una perspectiva amplia la imaginación lo abarca todo. Y cualquier persona con una rica capacidad imaginativa puede dirigirla hacia su bienestar o hacia su destrucción. Solo hay que pensar en algunos espíritus atormentados que, disponiendo de un mundo interior inmenso, solo son capaces de llenarlo de sombras y pesimismo. Don Quijote, sin duda, también era un enfermo de imaginación. Pero, por otro lado, tampoco debemos olvidar que no solo los artistas, sino también los mayores tiranos, estrategas y los personajes más maquiavélicos de nuestra historia han mostrado un admirable talento para la inventiva.
Popoulos reconoce “la inventiva” como algo precioso en los tiempos oscuros que le tocaba vivir. El paralelismo me parece evidente. ¿Qué papel debe jugar la novela, la ficción, en esta época saturada de información, de hechos, muchos de ellos tan oscuros?
La ficción alcanza lugares a los que la ciencia no puede llegar. La intuición poética, por ejemplo, puede acercarnos a lo indecible más que ningún otro modo de conocimiento. La especulación científica, dentro de la literatura prospectiva, también ha ido en innumerables ocasiones por delante de la ciencia. Y, en un sentido no solo científico, sino incluso ético, eso nos ha servido muchas veces para prepararnos y para adelantarnos a los problemas. Si bien, como vemos, aun con todo el ser humano siempre va por detrás de su tecnología, y ni un millar de distopías literarias parecen suficientes para hacernos reflexionar. Por otra parte, la ficción también nos ayuda a comprender estas zonas oscuras y a arrojar algo de luz sobre los episodios más terribles de nuestra historia.
Le otorgas un papel esencial al novelista, entonces.
El novelista puede explicar —con toda la flexibilidad que su invención implica— decisiones y sentimientos que le están vedados al historiador. Y, por último, y no menos importante, no deberíamos menospreciar la necesidad que tiene el ser humano de evasión. Es posible y necesaria una evasión responsable, que implique lo lúdico, el divertimento, la reflexión, el distanciamiento y una mayor perspectiva.
A lectores de ficción torpes como yo la evasión no nos parece atractivo suficiente. ¿A qué nos ayuda la ficción? ¿Por qué deberíamos leer más ficción?
Pensemos en todas esas películas que han cambiado completamente el concepto que teníamos sobre un acontecimiento o personaje concreto de la historia, o que nos han ayudado a conocer algo que de otro modo seguiríamos ignorando. Y ahora pensemos en el impacto real que esas ficciones tienen en la gente. Y en el impacto que nuevas producciones de Hollywood, que plantean una revisión de los filmes anteriores e implican un cambio de orientación ideológica, vuelven a suponer en nuestra visión de conjunto. Ya en el siglo XV, y así aparece en mi novela, se organizó una compleja campaña de propaganda contra la imagen de Vlad Țepeș, en la que estaban implicados el Imperio Otomano, Polonia, Lituania, Alemania, Hungría y hasta algunas regiones de Transilvania. Teniendo en cuenta que la mayoría de la población no sabía leer, se diseñaron panfletos ilustrados, impresos en Nuremberg, Lübeck, Leipzig, Estrasburgo y en las transilvanas Brașov y Sibiu, que detallaban las atrocidades del príncipe valaco. Vlad el Empalador no era ningún santo, pero esta campaña en los inicios de la modernidad lo convirtió en un monstruo para todos. Ahora pensemos en el ascenso al poder de Hitler, en la maquinaria de propaganda de Goebbels, en la Transición española, en la guerra de Irak, en el concepto de patria, en las banderas, en la percepción que tengo de ese o aquel escritor a quien no he leído nunca, en el ascenso al poder de Trump. Definitivamente, la realidad y la ficción están por completo entrelazadas.
‘El gran imaginador’ puede leerse como una suerte de Bildungsroman muy peculiar, donde el mundo se ensancha con la ficción/imaginación, en contraste con el estrechamiento de la madurez. A la vez, hay metaliteratura, novela familiar, de aventuras. ¿Cómo la definirías?
Es cierto que la novela se construye sobre esa base, sobre la idea de que, frente a los escritores realistas o miméticos que hacen crecer el mundo hacia dentro, indagando en las relaciones humanas o en el interior del espíritu, se encuentran los escritores de la imaginación, aquellos que hacen crecer los límites de la realidad hacia afuera, aumentando el número de objetos e ideas que la habitan o produciendo nuevos mundos de la nada. Todo el libro se levanta sobre una profunda fe es este modo de escribir. En unos tiempos que, en efecto, le son adversos. Con la edad, todas las personas van perdiendo parte de su capacidad de imaginar. Nuestros padres, antes que nosotros, dejaron de leer novelas para leer periódicos. El gran imaginador intenta ser una novela dedicada por entero a la imaginación, y, para defender la idea de que otra madurez es posible, solo podía ser una novela iniciática o de aprendizaje, donde su protagonista no deja de ensanchar el mundo, pese a seguir cumpliendo años, hasta el fin de sus días. Creo que nuestra obligación es mantener viva la llama de la imaginación.
¿Y respecto a tus libros anteriores?
Todos mis libros, en realidad, aunque no de manera tan directa, han sido escritos bajo este principio. En el convencimiento de que todavía hay cosas nuevas por decir, de que se pueden decir desde todos los géneros, y de que esos complejos tan españoles contra la imaginación y la fantasía solo han ido contra nuestra propia literatura durante más de un siglo. De todas formas, hoy es fácil abjurar, abjurar de todo, de lo intelectual, de lo elevado, del esfuerzo, de la disciplina, de la imaginación, de los géneros, de lo blanco, de lo negro, para luego hacerlo de lo gris. Lo que sorprende de tanta afectada y estudiada transgresión es que no se ofrece nada a cambio, solo pensamiento débil, postureo, repetición de consignas, anemia, crisis y más crisis de valores que avergonzarían a cualquier auténtico nietzscheano.
Es normal escuchar a muchos decir que no leen novelas, ¿es tu caso? ¿Qué lees? ¿Qué me recomendarías para que no piense (como suelo pensar) que es mejor leer no ficción en distintas formas?
No podemos inmiscuirnos en el envejecimiento neuronal de cada cual. Dicen que los hombres pierden en mucha mayor medida la capacidad de imaginar que las mujeres, por eso hay muchas más lectoras que lectores de ficción. Pero sí creo que está en nuestra mano procurar mantenernos en forma. Para empezar a resolver las dudas que planteas, recomendaría la siguiente tabla de ejercicios: Matadero cinco de Kurt Vonnegut, La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares, Historias de cronopios y de famas de Julio Cortázar, Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino, Solaris de Stanisław Lem, Hombres salmonela en el planeta porno de Yasutaka Tsutsui, Compañía de Sueños Ilimitada de J. G. Ballard o Ubik de Philip K. Dick. Y, claro, mucho Borges antes del desayuno y después de la cena.
Es mañana, Es Radio, 17/11/2016
El autor entrevistado por Vicente Alcaide en el programa Es mañana, de Es Radio.
Escúchate, Aragón Radio, 17/11/2016
El autor entrevistado por Javier Vázquez en el programa Escúchate, de Aragón Radio.
EL CULTURAL, 15/11/2016
Juan Jacinto Muñoz-Rengel: «En España hay muchos complejos con la literatura fantástica»
El escritor publica El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres (Plaza & Janés), un sentido homenaje a la literatura y a la imaginación, con humor y abogando por un sano mestizaje de géneros.
Por Javier Yuste.
Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974), autor de El sueño de otro (Plaza & Janés, 2013) y El asesino hipocondríaco (Plaza & Janés, 2012), acaba de publicar El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres (Plaza & Janés, 2016). Esta novela, ambientada en el siglo XVI y protagonizada por un estrambótico personaje que cuenta con una imaginación sin límites, empezó a dibujarse en la cabeza del escritor hace 14 años y desde entonces ha ido definiéndose y creciendo lentamente, contaminando y dejándose contaminar por otros proyectos, adquiriendo consistencia mediante una sesuda investigación y documentación. No en vano, el libro recorre una gran variedad de escenarios y culturas ya que Popoulos, como se llama el protagonista, se verá inmerso en un épico viaje que le llevará desde la Grecia otomana a conocer al pirata Barbarroja, a la Condesa Sangrienta, inspiradora del mito de Drácula; al creador del golem, antecedente de Frankenstein; y a Miguel de Cervantes nada menos que en la batalla de Lepanto. Así realiza Muñoz-Rengel un sentido homenaje a la literatura y a la imaginación, con humor y abogando por un sano mestizaje de géneros.
Pregunta.- Desde las primeras páginas se detecta un gran trabajo de documentación…
Respuesta.- El problema con este libro radica en que el personaje no para de moverse. Cuando ya tienes claro los detalles de un determinado escenario tienes que volver a empezar… De los 14 años que me ha llevado la novela casi todo el tiempo lo he empleado en documentarme y en diseñar la estructura. Los últimos tres años ya han sido de escritura pura y dura, con horario intensivo. Este último año empezaba a trabajar a las 5.30 de la mañana y acababa a las 11 de la noche, y así los siete días de la semana.
Pregunta.- ¿Qué sensaciones produce finalizar un trabajo tan intenso?
Respuesta.- Por un lado echo de menos a Popoulos, hemos estado juntos muchísimo tiempo. Es el personaje que tiene más carne de todos los que he podido inventar, el más real, el que tiene más encanto. Pero al mismo tiempo he acabado agotado, mal de salud incluso. Ni siquiera tengo fuerzas para sentirme liberado.
Pregunta.- ¿Cómo ha ido evolucionando con el tiempo la idea original de la novela?
Respuesta.- Fue creciendo su capacidad fabulosa. En su inicio la novela planteaba un diálogo con El Quijote. Miguel de Cervantes aparece desde las primeras páginas como personaje y se hace amigo de mi protagonista. Quería ver que ocurría si intentaba hacer algo modestamente parecido a lo que Cervantes hizo en su tiempo. Él no solo inventó la novela contemporánea, también cruzó un montón de géneros dentro del mismo libro y yo me cuestioné cómo podría un escritor moderno hacer algo parecido. Por eso en mi novela hay literatura de terror, pasajes de ciencia ficción…Y en el tono del narrador hay un componente de realismo mágico pero desde Occidente, desde el mediterráneo del siglo XVI. Todo este cruce es mi humilde homenaje a Cervantes, un genio anacrónico que se adelantó a todo el mundo.
P.- De ahí que aparezcan algunos de los mitos literarios modernos…
R.- La novela trata de revisar el origen de la ficción en Occidente en su estrecha relación con Oriente. Para ello había que indagar en las huellas que el Imperio Otomano, durante siglos de convivencia, ha ido dejando en nuestro imaginario en general, así como en el impacto de lo musulmán en la obra de Cervantes.
P.-¿Querías que coincidiera la publicación de la novela con el cuarto centenario del escritor alcalaíno?
R.- En realidad ha sido pura casualidad porque la idea la tuve hace mucho tiempo, pero sí es cierto que al final estábamos pendientes de que no se pasara la fecha.
P.- ¿Temía que esa mezcla de géneros se le fuera de las manos?
R.- La mezcla tiene muchos peligros. Por ejemplo no es habitual rondar lo fantástico en una novela que pretende ser muy veraz con la historia. Después está la extensión, la disparidad de tramas, personajes, escenarios… Hubo momentos en los que pensé que la novela iba a vencerme pero al final todo fue encajando.
Un escritor disparatado
P.- El libro sigue a una persona que tiene una imaginación sin límite. Esto le forzaba a ponerse a la altura del propio personaje.
R.- Además de todo el tema técnico, ése era el mayor reto de la novela. De alguna manera tienes que ejemplarizarlo y me veía obligado a dar rienda suelta a mi imaginación, a disparatarme. Me ha sido de gran ayuda recurrir a temas pasados, a mis otros libros o microrrelatos, a todas mis obsesiones. También hay mucha intertextualidad, me apoyo en muchos autores que son posteriores a Popoulos. Es un homenaje a la literatura de la imaginación.
P.- A lo largo de la novela también es complicado ver donde acaba la realidad y comienza la imaginación de Popoulos. ¿Están tan claros los límites entre una y otra?
R.- Es uno de los grandes interrogantes que plantea la novela. Entendemos el mundo a través de la imaginación. Una hipótesis científica es también ficcional, no podemos llegar a aprehender la realidad. A veces hay sistemas enteros que nos han servido durante siglos y de repente llega Einstein y tumba toda la teoría de Newton. Realmente no hay una separación entre realidad y ficción, hay un continuo con una graduación complejísima. Todo es ficción pero hay distintos grados de ficción.
P.- Por ejemplo…
R.- Yo creo que los demás tienen una conciencia como la mía, pero no deja de ser una hipótesis. Y creo en la ficción de mi identidad o en la idea de la muerte aunque nunca he estado muerto. Después hay ficciones que tienen una consistencia real como el merchandising sobre Drácula, que es un personaje de ficción. Y, por último, hay una ficción que está solo dentro de nuestra cabeza. En medio, en algún lugar a caballo entre uno y otro de estos niveles, está la historia de la literatura.
P.- ¿Cree que el mestizaje de géneros es el camino a seguir?
R.- La literatura está demasiado compartimentada en géneros y en ese reduccionismo es muy difícil evolucionar. El género policíaco se agota a sí mismo, pero la novela negra es algo mucho más amplio. Vemos como hoy da cabida a crítica social y a otro tipo de tramas… La fusión que dé lugar a cosas nuevas es la única manera de ampliar el horizonte literario del mañana.
P.- ¿Es la literatura española especialmente reacia a este tipo de ideas?
R.- En España hay muchos complejos con determinadas cosas, por ejemplo, con la literatura fantástica. Salvo autores muy puntuales, que van desde Cunqueiro hasta José María Merino, la mayoría de los escritores españoles han ignorado la literatura que está más entroncada con la imaginación y que los latinoamericanos han explotado tan bien.
P.- ¿Cuáles son los motivos para que esto sea así?
R.- La Guerra Civil provocó una fractura tremenda en nuestra literatura. Durante la posguerra no había posibilidad de evadirse. Lo único que parecía sensato era una literatura de compromiso que hablara de lo que estaba sucediendo, del sufrimiento de la gente, incluso a nivel político a pesar de la censura. Y eso lo hemos arrastrado durante mucho tiempo.
P.- Pero la literatura latinoamericana, más imaginativa, sí que caló en España…
R.- Sí, y cuando llegó se leía con admiración pero nadie era capaz de reproducirla porque la impronta de la literatura realista era muy fuerte. No cuajó en España hasta generaciones posteriores, que ya nacieron leyendo a estos escritores y a otros como Poe y Lovecraft, sin olvidarnos del influjo de lo audiovisual, donde es más habitual que haya anomalías extraordinarias y fantásticas.
El peligro de ser imaginativo
P.- A pesar de todo la imaginación también puede ser un don peligroso…
R.- Existe un rechazo generalizado a lo distinto. Las personas necesitan autoafirmarse y para ello tienen que defender su modo de vida. Si se enfrentan a algo muy distinto se sienten amenazados. En su infancia Popoulos hace algo distinto de lo que se espera de él. Los padres siempre esperan que sus hijos hagan lo de siempre, lo que está establecido. Si no es así puede haber un rechazo e incluso un intento de sabotaje.
P.- Hemos mejorado en ese aspecto cinco siglos después…
R.- A nivel de familia esto se va a seguir repitiendo probablemente durante toda la historia de la humanidad. Va a haber muchos hijos que no encajen dentro de sus familias, va a haber muchas personas que nazcan en un entorno hostil. ¿Cuántos Einstein habrán nacido en países que no le han facilitado la más mínima educación? ¿Y cuantos dictadores y asesinos? Hay todo tipo de personajes y vidas que no han sido pero que perfectamente podrían haberlo sido.
Aquí no hay playa, Onda Madrid, 15/11/2016
El autor entrevistado por Carlos Honorato en el programa Aquí no hay playa, de Onda Madrid.
Diario de Sevilla, 13/11/2016 *
«Desde la realidad a nuestra propia identidad, todo es ficción»
El malagueño brinda en ‘El gran imaginador’ (P&J), un viaje a las raíces de la literatura fantástica con invitados como Drácula, Cervantes y el Golem
Por Pablo Bujalance.
-¿Cuándo se le ocurrió por primera vez la idea de engendrar a Nikolaos Popoulos, el viajero griego del siglo XVI capaz de imaginarlo todo?
-La idea de hacer esta novela la tuve en 2002. Entonces yo vivía en Londres y escribía mi primer libro de relatos, 88 Mill Lane. Se me ocurrió hacer una novela histórica en la que convergieran los antecedentes de determinados iconos de nuestra literatura, todo lo que dio lugar a Frankenstein, Drácula y demás personajes. Comprendí que me tenía que ir necesariamente al siglo XVI para rastrear las leyendas sobre vampiros que han cundido desde entonces en los territorios balcánicos, a partir de las figuras históricamente reales de Vlad Tepes El Empalador y La Condesa Sangrienta. Mientras tanto, en Praga, se supone que transcurrían los hechos que dieron lugar a la leyenda del Golem; en este caso es una invención fantástica, pero el rabino Loew, a quien se considera su creador, sí es un personaje real. La cuestión es que en 2002 decidí inventarme un personaje que debía ser griego para que abarcara los mismos orígenes de la civilización occidental a través de la filosofía, la mitología, la tragedia e incluso de la ciencia-ficción, cuyos orígenes se remontan a mucho antes del nacimiento de Cristo. Pensé que un protagonista así resultaba idóneo para la novela que empezaba a armarse en mi cabeza. Por último, se me ocurrió añadir a Cervantes como otra figura central durante su cautiverio en Argel. Todo eso lo tenía ya en 2002. Pero me faltaba unificarlo todo de manera suficientemente flexible. Necesitaba una clave para que todo esto tuviera un sentido narrativo. Tenía un contexto histórico, pero carecía de una hipótesis fantástica. Algunos años después la encontré: Popoulos, que así habría de llamarse el protagonista griego, debía ser un hombre capaz de imaginarlo todo. Comprendí así que podía escribir una novela mucho más divertida y versátil, con mucho lubricante y con un personaje que en cada momento podría añadir lo que faltara a base de imaginación.
-Han confluido así en usted la labor del historiador y la del escritor de ficción. ¿Alguna vez entraron en conflicto?
-No. Son funciones distintas y por eso se complementan bien. Un historiador te puede contar los acontecimientos, pero no lo que pasó en cada momento. Son cosas distintas. Un historiador no dispone de herramientas para meterse en la cabeza ni en las emociones de nadie. Pero un novelista sí es capaz. En mi caso, me serví de la imaginación desbordante de este protagonista, que además ansía ser escritor, para meterme en la cabeza de todos sus contemporáneos y sacar a la luz todo lo que había quedado invisible, al margen de la historia; así como lo que no sucedió pero pudo haber sucedido.
-¿Reivindica usted entonces la literatura de ficción como medio para conocer el mundo, a pesar del apogeo de los géneros más realistas o directamente documentales?
-Los registros más realistas como la autoficción, incluso el ensayo histórico, han gozado de cierta hegemonía pero quizá empiezan a acusar ahora una incipiente decadencia. Tal vez ha habido un exceso de complacencia entre quienes lo cultivan, o se han dado demasiadas vueltas a ciertos temas. Pero lo que sí creo es que, al menos en la literatura española, no se ha llegado a comprender qué es la ficción, en qué consiste. Se ha jugado tanto a la doble realidad que hay mucha confusión en torno a las herramientas. Yo hago una reivindicación de la ficción, pero de la ficción más compleja, la que más quiere abarcar. La ficción lo es todo. La realidad es ficción. Cualquier hipótesis científica mantenida durante siglos también lo es, porque en cualquier momento puede dejar de ser útil al quedar superada por otra. Nuestra percepción sensorial es ficticia, y nuestra propia identidad también lo es: continuamente nos contamos, ocultamos lo que no queremos saber, camuflamos las imperfecciones incluso en el espejo, reinventamos recuerdos y olvidamos a conciencia.
-En cuanto a la ambientación histórica, ¿qué fue lo más difícil al escribir esta novela?
-El periodo griego bajo el poder otomano es muy difícil de recrear, en parte porque Grecia ha prestado grandes esfuerzos para olvidarlo. El solo hecho de poner nombre a una calle ya me generaba unas dudas enormes. Pero me he esforzado todo lo posible por darle una consistencia real, porque nunca he renegado de una vocación de historicidad. Pero insisto, a partir de esto hay que rellenar los huecos y contar cosas. Me interesaba mucho, también, presentar a Cervantes de otra manera, desde una perspectiva más humana. Precisamente, desde su empeño en reinventarse: durante muchos años, Cervantes fue un autor desconocido y ninguneado que en un momento dado decidió crear una imagen de sí mismo. Y a partir de ahí cambió todo. Eso me interesaba muchísimo. Fue él quien se definió a sí mismo como un héroe de Lepanto, y quien limpió su imagen durante el cautiverio en Argel para eliminar cualquier duda sobre su honorabilidad: ocultó una cierta tendencia sexual, su tartamudeo y otras cuestiones y proyectó una imagen de sí mismo propia de un héroe. Esta construcción, realizada desde la nada, únicamente a base de imaginación, delata un talento igual al necesario para escribir el Quijote.
-¿Se encuentra cómodo en un medio literario que considera incompatibles la exigencia y la literatura popular?
–El gran imaginador es una respuesta directa a ese escrúpulo. He procurado llegar hasta el final en toda la investigación pero en ningún momento he abjurado de lo lúdico. Muy al contrario. ¿Por qué una literatura exigente debe ser seria, por no decir aburrida? Me cansa ya toda esa literatura de escritores hecha para aburrir a escritores. Me interesaba divertir al lector porque yo he disfrutado mucho leyendo y quería llevarlo justo a esa emoción. Ésa es mi máxima aspiración. En la literatura de la imaginación caben desde ideas metafísicas borgeanas hasta elementos de ciencia-ficción, terror y otros géneros populares, pero siempre en virtud de un mecanismo dinámico, para hacer partícipe al lector de la aventura. Ésta es mi respuesta al prejuicio de la literatura española hacia los géneros populares. Hemos pasado muchos años en los que únicamente ha trascendido una literatura realista, con lo fantástico despachado como algo infantil sin más, cuando en Latinoamérica nos han dado por todas partes con Borges, Cortázar, Rulfo y todos los demás. Ha habido escritores resistentes en España como José María Merino y Cristina Fernández Cubas, que han trabajado mucho para mantener viva la llama. Mi novela es también un homenaje a ellos, con toda la metaliteratura que habría metido Cervantes pero, eso sí, desde la óptica del siglo XXI.
-En cuanto a lo lúdico, debió usted pasarlo en grande narrando una invasión extraterrestre en pleno siglo XVI.
-Sí, ciertamente lo pasé en grande. Pero había una contrapartida: tenía que explicárselo a los editores. Imagínate la situación, estás reunido con ellos, contando las claves de tu novela, les hablas de un viajero griego del siglo XVI, de Drácula, del Golem, del Monte Athos, de Cervantes y todo aquello, y entonces les dices: «por cierto, hay una invasión alienígena». ¿Cómo le sueltas eso a un editor? Te confieso que llegó a preocuparme y que en las primeras conversaciones procuraba camuflarlo un tanto. Pero no hizo falta: a los editores les gustó mucho la novela y decidieron apoyarme sin fisuras en el proyecto. Están muy contentos.
-¿Qué se puede escribir después de algo como El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres?
-En mi caso, algo corto. Tengo varias ideas y las escribiré todas, pero lo próximo que haga será más breve. Aunque sea por descansar.
* Esta entrevista ha sido publicada simultáneamente en:
· DIARIO DE SEVILLA, 13/11/2016
· MÁLAGA HOY, 13/11/2016
· EL DÍA DE CÓRDOBA, 13/11/2016
· GRANADA HOY, 13/11/2016
· DIARIO DE CÁDIZ, 13/11/2016
· HUELVA INFORMACIÓN, 13/11/2016
· EL ALMERÍA, 13/11/2016
· DIARIO DE JEREZ, 13/11/2016
Culturamas, 13/11/2016
Juan Jacinto Muñoz-Rengel: “Al final, las cosas se recuerdan por unas cuantas imágenes”
Todo lo que narra en El gran imaginador, ¿es verdad?
Sería imposible que hubiera un imaginador, una persona con la capacidad de imaginar que tiene el protagonista, es decir, la capacidad sin ningún tipo de límite, y por lo tanto, una imaginación anacrónica, capaz de adelantarse a su tiempo. Eso es lo que recorre la novela y es una hipótesis fantástica y por lo tanto, eso no puede ser real. Sin embargo es verdad, que el contexto en el que se mueve el personaje sí que está basado en hechos reales y en hechos históricos y muy documentado, hasta el punto de que, por ejemplo, toda la historia de Grecia que cae bajo el imperio Otomano, para mí era de gran interés precisamente porque la Grecia actual ha negado un poco su pasado Musulmán. Me he esforzado mucho en rescatar esta Atenas del Siglo XVI de la que apenas hay vestigios. Hay una gran labor de investigación aunque luego le añada la trama.
Donde se sitúa el protagonista de la novela, Nikolaos Popoulos en tanto personaje ¿Es un perdedor, es un soñador atrapado por la realidad, es una proyección extensiva difícilmente posible de nuestra imaginación?
Es un perdedor. Le pasan siempre cosas malas, su entorno siempre le castiga, de alguna forma, lo rechaza. Y luego, tiene muy mala suerte, nunca consigue ni siquiera a veces subsistir porque le pasan siempre acontecimientos inesperados e insólitos que le impiden seguir viviendo. Sin embargo, a pesar del rechazo de sus semejantes, a pesar de no tener suerte en el amor, a pesar de no conseguir sus objetivos literarios, él por dentro no tiene más remedio que ser feliz. Su mundo interno es tan grande que supera con mucho su realidad puntual en el mundo. Lo externo para él, todo eso que le pasa, es muy pequeño, frente a la dimensión de su mundo creado. En ese sentido, la propia novela es una defensa de esa imaginación que puede observar.
¿Ficción actual de calidad está estrechamente ligada a un realismo en dónde sólo personajes célebres como Miguel de Cervantes tienen cabida?
Hay un punto en el que la realidad y la imaginación y la ficción, confluyen. Me parece que una mirada excesivamente pegada a la realidad, hasta el punto de que simplemente reproduce la propia realidad, un realismo absoluto, es empobrecedor, o al menos no es enriquecedor. Mientras que una ficción más tolerante que va mezclando ficción con realidad, lo que hace es darle un poco más de sentido a todo. Entonces desde la ficción más entendida, desde la explicación de la realidad y como herramienta de aumento del mundo, creo que se pueden hacer muchas más cosas. Al igual que aparece Cervantes por ejemplo en mi novela, también aparece Golem, un personaje legendario, porque evidentemente un monstruo de barro con vida no puede haber existido, por mucho que el Rabino de Praga que lo creó fuese un personaje histórico. Pero es que también aparecen otros seres imposibles a lo largo de toda la novela, que no pueden haber existido ni siquiera de esa forma. Y en esa vertebración de la ficción en la realidad es donde me parece que está el cauce literario más interesante.
¿Al lector actual español le da miedo la lectura de una novela de aventuras con personajes totalmente novedosos?
El lector general, es creo, hoy en español, bastante desprejuiciado. Creo que es abordando este tipo de lectura, la prueba es que en ficción audiovisual como en literaria, están saliendo todo tipo de obras de todos los géneros. Si es verdad que existe un lector más literario, que cuida más lo que lee. Y por supuesto, determinado sector de la crítica literaria, que todavía tiene prejuicios ante determinados géneros. Pero yo creo que eso también se va reduciendo. Yo creo que hay ya mucha gente que se da cuenta dentro del ámbito de la crítica y de la Academia, de que se pueden hacer cosas interesantes también no sólo en lo fantástico sino también en la ciencia ficción. Entre otras cosas porque ha habido grandes nombres que lo han demostrado y que son reconocidos por todos, que van desde Borges a Cortázar. Entonces cuando ya hay precedentes, pues eso ha habido abriendo camino, a lo mejor alguno se resiste, pero bueno, esa es en la batalla en la que estamos. Yo creo que un libro como este, que cruza tantos géneros, si se puede encontrar con el rechazo de alguna persona concreta, pero bueno, se trata de ganar más para nuestro bando, de ganar más adeptos a una literatura.
¿Cuál es la lectura transversal que le ha documentado mejor para la ambientación de la obra en el siglo XVI?
Salvando el propio Quijote, porque la novela establece un diálogo con el Quijote, desde el principio hasta el final, es muy difícil que haya libros que estén en toda la novela porque mi personaje no para de cambiar su ubicación. El personaje es nacido en Atenas, pero luego rápidamente cambia a la isla de Malta, viaja a Estambul, la capital del Imperio Otomano y el centro de esa parte del mundo en ese momento, va cambiando de ubicación hasta que empieza a recorrer los Balcanes. Eso hace que tenía que estar constantemente cambiando de bibliografía, teniendo que manejar mucha, y cuando la tenía controlada resulta que mi personaje se iba a otro sitio. Me obligaba a una reconversión completamente de ese mundo, cambiaban completamente los patrones, no solamente la lengua o la moneda, sino la realidad, las formas de vida. He tenido que manejar mucho más artículos de lo que me gustaría manejar a la siguiente novela, porque es agotador. El Quijote aparece por una parte como personaje, y de alguna manera Popoulos, mi protagonista, está contando su vida a Cervantes, es algo que vamos viendo a lo largo del encierro de Cervantes en Argelia. Ahí vamos intuyendo, que en realidad, lo que está sucediendo es que Popoulos está resumiendo toda su vida completa. Y en ese sentido hay un diálogo real entre los dos, pero por otra parte, mi novela en sí, intenta ser una especie de homenaje o réplica al Quijote desde la total admiración. Porque el Quijote es la invención de la novela contemporánea, es absolutamente revelador y anticipador dentro de su contexto. De hecho, Cervantes era en muchos sentidos anacrónico, porque reinventa los géneros, mete todos los géneros dentro de su novela y hace algo absolutamente nuevo que no estaba antes en el mundo y a mí lo que me apetecía es pensar cómo podríamos hacer algo hay semejante, cómo revisitaríamos los géneros hoy, como reinventaríamos los géneros desde una novela contada a la manera que contamos hoy. Y en ese sentido también es un diálogo.
Nikolaos Popoulos, Imaginador nato, caligrafista, inventor de lenguas y cifrados polialfabéticos, escapador de su determinismo. ¿Su estrato social hizo madurar al personaje de una forma más temprana? ¿El discurso de la creatividad tiene que ver con esto?
No es nada comprendido. Todo lo contrario. Su creatividad es completamente rechazada y lo que sufre es una oposición completa a lo que hace. Entonces claro, me parecía interesante que mi personaje hacer que mi personaje tuviera que crecer desde la nada y llegar a ser quien fue a pesar de todo eso. Es decir, llegó a producir la obra que produjo, y a convertirse en la persona que se convirtió, a pesar de su entorno.
La vida está hecha de unos cuantos momentos decisivos… ¿La imaginación nos ayuda a cambiar, a proceder a un momento de ruptura en muchas ocasiones inesperada?
Es que nosotros, al relacionarnos con la realidad mediante la ficción, lo que estamos haciendo es aplicar la imaginación en todo. Realmente si algo caracteriza al ser humano, es la capacidad de imaginar, más allá de la propia consciencia de uno mismo, que se supone que nos distingue de los animales, y del humor, por ejemplo, que se supone que no hay ningún animal que pueda reírse. Está la imaginación que engloba a todo eso, porque tú tienes consciencia porque te imaginas a ti mismo, imaginas tu unidad y tu identidad. Entonces claro, desde ese filtro de la imaginación, nos relacionamos con el mundo, no sabemos hacerlo de otra manera. Y efectivamente, yo creo que cualquiera de nosotros que mire atrás en su vida, lo hace también destacando unas situaciones de otros. Y no tiene porqué ser una circunstancia superior, sino que en realidad que tú lo has vivido o tú lo has imaginado así. Entonces por supuesto que hay determinadas personas con cierta sensibilidad que van a ir configurando su vida de una manera más creativa, en el sentido de que incluso pueden estar inventándose el pasado. Pero yo creo que a todos nos sucede, a todos nos sucede que determinados episodios nos han marcado mucho más que otros y a lo mejor ese mismo episodio a otra persona no le habría afectado de la misma manera.
Por lo habitual, las mentes de los hombres necesitan las unas de las otras, como un insecto precisa de su colonia, cita en su libro. ¿Por qué cree que hay un discurso actual español de enseñanza basado en el cooperativismo?
Bueno, yo creo que al final, lo otro que distingue al ser humano es esa vida en sociedad. Si cada uno de nosotros es una imaginación que se relaciona con el mundo, si unimos nuestras capacidades de imaginar o de cooperar, llegaremos más lejos. Y la cultura humana entera es un producto de esa cooperación, cualquier creador, científico, especializada en cualquier campo, tiene que apoyarse en lo que se ha escrito antes, en lo que se ha creado antes, en lo que se ha investigado antes, solo entonces hay progreso. Una sociedad prehistórica se diferenciaba precisamente en que no había acumulación, entonces cada hombre tenía que descubrirlo todo, salvo las cuatro armas rudimentarias que manejara su tribu, pero gracias a la escritura, lo que ocurre, es que el ser humano puede acumular todo lo que sus antecesores han ido descubriendo. Y hoy día, pues tenemos muchos otros formatos, pero eso comienza con la escritura, y hasta la fecha. Cualquier fórmula cooperativa, ya sea en la enseñanza, en la investigación, en la creación, siempre va a funcionar mejor, siempre y cuando esté bien armada y no sea una maquinaria que pesa demasiado y que implica un retroceso.
“El reto de la educación en el siglo XXI está en contar historias, en mostrar imágenes, puesto que son generaciones muy visuales y, finalmente, tratar de brindarles una experiencia académica a través de las sensaciones”, indica Ernesto Lucena, decano ejecutivo de la Escuela de Derecho de la Universidad Sergio Arboleda. Imágenes como el “Olor a muelas podridas”, episodios como el de Phanerotis y su pierna, el pasaje de descuartizar un cuerpo en las inmediaciones del monte Athos. ¿Quiere despertar imágenes en el lector? ¿Sería una buena lectura de instituto? ¿Para los millennialspara salir de su zona de confort?
Yo creo que sí, yo creo hay muchas imágenes que pueden parecer incluso desagradables. Pero en general, creo que en el libro hay bastantes imágenes que pueden hacer que el imaginario de un adolescente se enriquezca. Y al final, todos nosotros también tenemos algunos recuerdos que han quedado, que han permanecido con nosotros durante toda nuestra vida, y que tenían una forma inicial de una imagen y que dejó una huella y se imprimió en nosotros. Entonces lo interesante es tener imágenes que se salgan de lo cotidiano, de lo sencillo, de lo plano. Todo aquello que se salga de lo plano, todo aquello que nos haga sentir de otra novela, creo que es bueno. Pero aunque creo que pueda haber dentro de mi novela algún pasaje un poco más tremebundo, sin embargo yo creo que en una imaginación adolescente, eso puede cuajar de una forma rica siempre. Porque al final, las cosas se recuerdan por unas cuantas imágenes, tampoco queda mucho más. Y por eso quería llevar al lector hasta esos sitios, para que de alguna manera conectara la historia también con su subconsciente, con su capacidad evocadora. Yo efectivamente creo que el ser humano consiste también en relatarse y por lo tanto en un sistema educativo que se prime cómo contar historias, como escuchar historias, pues yo creo que al final la mente sale fortalecida. Lo que sí es cierto, es que quizás en los últimos años se han devaluado otras capacidades. Yo creo que la disciplina, el análisis o la memoria debe estar dentro del sistema educativo, que al fin y al cabo, está formando mentes que no están del todo desarrolladas.
¿Cuál es la última frase impactante que ha creado que guarda para su próxima novela?
Ahora mismo, tengo varias novelas luchando por salir, varias novelas, casi todas breves, yo creo que para compensar ésta tan larga que me ha salido. Pero es verdad que tengo varias novelas en mente y no sé cuál de ellas acabará imponiéndose. Lo cierto es que sí es verdad que algunas de estas ideas surgen sólo de imágenes, no tengo la trama, no nada, no tengo título, no tengo personajes, pero tengo imágenes que considero lo suficientemente potentes para que me arrastren a esa historia. Pero todo está muy borroso todavía, porque este Gran Imaginador me ha dejado completamente agotado, han sido muchos años, y acabo prácticamente de acabar de corregirla.
¿Podría descubrirnos alguna frase del asombro libro desaparecido Popoulos?
Lo que ocurre es que Popoulos se llega casi casi a inventar un lenguaje indecible para los comunes mortales como nosotros. Yo como humilde escritor, sería incapaz de pronunciar ese lenguaje. Popoulos tiene una imaginación ilimitado, no sólo ha soñado con esta gran obra, que todo el mundo querría escribir, sino que ha sido capaz de calibrar un lenguaje completamente nuevo, mucho más expresivo que nuestro pobre idioma. Entonces, es prácticamente un imposible que yo cite una frase de ese genio.
Cope Tarragona, 11/11/2016
El autor entrevistado por Mònica Carrasco en el programa El Mati a Tarragona, de Cope Catalunya.
Salimos por el mundo, Radio Nacional de España, 9/11/2016
El autor entrevistado por Mavi Aldana a propósito de El gran imaginador, en Salimos por el mundo, Radio Exterior, Radio Nacional de España.
Radio Internacional, 7/11/2016
El autor entrevistado por Xira Valdés y Luis Sanz en el programa Gente Ni Hao, de Radio Internacional.
Gestiona Radio, 6/11/2016
El autor entrevistado por Antonio Martínez Asensio en el programa Todo Literatura y Compañía, de Gestiona Radio.
¿Quién te lo ha contado?, 24/10/2016
Juan Jacinto Muñoz-Rengel lo ha vuelto a hacer. El autor de EL ASESINO HIPOCONDRÍACO nos sorprendió una vez, luego reafirmó su talento innato en EL SUEÑO DEL OTRO y ahora vuelve a la carga con fuerza con EL GRAN IMAGINADOR o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres.
Esta es la historia del mayor imaginador de todos los tiempos, cuya vida acabará por convertirse en su gran obra maestra…
Atenas, siglo XVI. Nikolaos Popoulos ha nacido dotado con una capacidad de ensoñación más allá de los límites de la naturaleza. Su verdadera vocación es ser escritor. Pero, como perseguido por una maldición, ve una y otra vez truncados sus planes, mientras es arrastrado a un épico viaje a los orígenes de la fábula y la ficción. Conocerá a legendarios corsarios y a los asombrosos piratas uscoques; se tropezará con la Condesa Sangrienta y con el gólem de Praga, inspiradores de los mitos de Drácula y del monstruo de Frankenstein, y trabará una íntima amistad con Miguel de Cervantes, antes de que se convierta en el genio más famoso de las letras universales. Pero ¿logrará al fin escribir una obra digna de su imaginación ilimitada?
En el cuarto centenario de Cervantes, Juan Jacinto Muñoz-Rengel vuelve a sorprender con una historia llena de fantasía, humor, aventura y homenajes literarios protagonizada por un estrambótico personaje que tiene una imaginación sin límites y que hará las delicias de cualquier amante de la literatura.
Esta es, sin duda, la novela más original que hemos leído en muchísimo tiempo. Nos situamos en el S. XVI, en plena batalla de Lepanto. Nikolaos Popoulos es uno de los soldados de la batalla y, por error, acaba hiriendo en el brazo a otro joven soldado a quien ayuda a curar la herida mientras les sobrevuelan balas de arcabuz. Un percal, vaya.
A partir de ahí, viajamos al pasado hasta el momento del nacimiento de Nikolaos Popoulos en el seno de una familia embrutecida de Atenas que no le tiene mucho aprecio. Recorremos sus años de escuela y todos los viajes posteriores, los encuentros y las aventuras de un griego que siempre llega a los lugares y a las personas más famosas (en lo bueno y en lo malo) de una época llena de grandes genios y grandes asesinos.
Con un paralelismo divertidísimo, a modo de guiño, con cierto personaje de cierto libro muy, muy importante y famoso (el capítulo seis es una buena pista), EL GRAN IMAGINADOR es una novela llena de referencias y juegos entre autor y lector, cuya herramienta es este personaje tan original como la obra de la que forma parte.
Juan Jacinto, hijo mío, cuánto te has hecho querer con esta novela.
El placer de la lectura, 24/10/2016
Por Miguel Ángel Gómez Juárez.
El gran imaginador (o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres) (ed. Plaza & Janés, 2016) es la nueva novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel, autor de la aclamada El asesino hipocondríaco, que vuelve a sorprendernos con una novela diferente, un descomunal homenaje a la literatura con una trama donde fantasía, historia, humor, misterio y aventuras se dan la mano con un protagonista inigualable, un personaje inclasificable, «el mayor imaginador de todos los tiempos, cuya vida acabará por convertirse en su gran obra maestra».
Juan Jacinto Muñoz-Rengel Juan Jacinto Múñoz Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974) es autor de las novelas El sueño del otro (Plaza & Janés, 2013) y El asesino hipocondríaco (Plaza & Janés, 2012), que tuvo una excelente acogida y se ha publicado en una decena de países, entre ellos, Francia, Italia, México, Canadá, Turquía, Argentina, Uruguay o Chile.
También es autor de la colección de microrrelatos El libro de los pequeños milagros (Páginas de Espuma, 2013), de los libros de relatos De mecánica y alquimia (Salto de Página, 2009), Premio Ignotus al mejor libro de relatos del año, y 88 Mill Lane (2006), así como del relato largo «Pink» publicado en el sello digital PRH Flash (2012).
Ha coordinado y prologado las antologías de narrativa breve La realidad quebradiza (Páginas de Espuma, 2012), Perturbaciones (Salto de Página, 2009) y Ficción Sur (Traspiés, 2008). Como autor de relatos ha recibido más de cincuenta premios nacionales e internacionales y ha sido incluido en las tres antologías de referencia de su generación: Cuento español actual (Editorial Cátedra, 2014), Pequeñas Resistencias (Páginas de Espuma, 2010) y Siglo XXI (Menoscuarto, 2010). Su obra ha sido traducida al inglés, al francés, al italiano y al turco.
Con El gran imaginador, Muñoz-Rengel nos invita a realizar un viaje inolvidable, un canto a la literatura y a la imaginación en el que todo es posible, no hay límites para la fantasía, porque su protagonista no tiene ninguno. Un libro que busca la complicidad del lector, invitándole a introducirse en la mente del protagonista y dejarse llevar por su imaginación y sus aventuras en un viaje inolvidable en el que historia, literatura y fantasía recorren juntas un camino fascinante de imprevisible destino.
El comienzo de la novela nos sitúa en el siglo XVI, en medio del Mediterráneo, en plena batalla de Lepanto, momento en el que, entre «la humareda maloliente que levantaba la pólvora, el clamor de los cañones y la lluvia de los más diversos proyectiles» y, a bordo de una de las seiscientas cuatro embarcaciones que mantenían un combate brutal, se produjo el primer encuentro entre dos singulares escritores. Uno de ellos, en el comienzo de su carrera, apenas «un simple aspirante a novelista, o a dramaturgo, o a comediante, o a poeta, o a cualquier cosa que pudiera reportarle unas monedas», que había llegado a ese infierno huyendo de la justicia española y al que todavía quedaban varios años y peripecias antes de dar forma a una obra cumbre de la literatura universal. El otro gozaba de la imaginación portentosa que «jamás haya habido ni habrá sobre la faz de la tierra», sin embargo, a sus sesenta años, víctima de lo que parecía una implacable maldición, todavía permanecía inédito sin ver impreso sobre el papel ninguno de sus infinitos proyectos.
El primero de los escritores, como ya habréis deducido, es Miguel de Cervantes, quien desde este momento cobrará un protagonismo especial en la novela. El segundo es el protagonista absoluto de la obra, Nikolaos Popoulos, un personaje fascinante, único, al que iremos conociendo a través del relato de su vida que se irá alternando con las peripecias vividas desde el momento en el que su camino se cruza con el de Cervantes. Después de pasar toda su vida sin encontrar a nadie con el que compartir su capacidad de ensoñación, su talento visionario, sintiéndose incomprendido como si hablase una lengua distinta al resto, se encuentra con alguien que, si no su alma gemela, sí que podría acercarse a su altura imaginativa.
Para comprender este dilema que había acompañado a Popoulos a lo largo de su vida, el relato retrocederá hasta su nacimiento, momento en el que ya se sintió despreciado por su propia madre quien le vaticinó un negro futuro: «nunca llegarás a nada en la vida». Descubriremos cómo, ya desde la escuela primaria, fue dando asombrosas muestras de su pericia sin límites para imaginar y fantasear, con recursos múltiples para sobrevivir, adoptar personalidades complementarias, adornar y plagar sus historias de detalles asombrosos, pero también para meterse en problemas, especialmente por su «incorregible defensa de causas perdidas».
La vida de Popoulos está jalona por episodios que fueron marcando su devenir personal, entre ellos el momento en el que se despertó su pasión por los libros, en los que descubrió el potencial para multiplicar por mil su inspiración. Con una curiosidad insaciable y un hambre sin límites de conocimiento fue forjando una personalidad y un carácter único, hasta el momento en el que tomó la decisión de convertirse en escritor, aunque la vida «siempre parecía empeñada en llevarlo por otros caminos» y un maleficio parecía también querer destruido todo aquello que escribía.
Acompañaremos a Popoulos durante décadas, instruyéndose en un monasterio, en la Ciudad del Gran Turo, errando por los territorios que iban desde las costas griegas hasta Valaquia y los Cárpatos, apremiado por una misión oficial interminable, presenciando el sobrecogedor hundimiento de la capital de Bohemia poco antes de comenzar a surcar el Adriático en una galeota de viejos piratas uscoques.
Conocerá a legendarios corsarios, se tropezará con la Condesa Sangrienta y con el gólem de Praga, inspiradores de los mitos de Drácula y del monstruo de Frankenstein, hasta el momento en el que entablará una íntima amistad con Miguel de Cervantes, en lo que se convertirá en un guiño genial y un homenaje perfecto en el cuarto centenario del autor de El Quijote.
Pero hay muchos otros guiños al mundo de la literatura, especialmente uno final relacionado con un fascinante manuscrito que todavía hoy sigue rodeado de misterio y que se convierte en el broche de oro para una novela que nos propone una lectura sorprendente, una experiencia literaria única, muy entretenida, plagada de aventuras y referencias literarias e históricas en las que la realidad y la fantasía se mezclan sin ningún rubor, dando lugar a una trama en la que no hay más límites que los que la imaginación del lector quiera poner, porque las del autor y su protagonista no parecen tener ninguno.
Todoliteratura.es, 22/10/2016
Por Javier Velasco Oliaga
“Existe una devaluación de la ficción”
Juan Jacinto Muñoz-Rengel ha estado más de tres años sin publicar una nueva novela, de ahí que las expectativas levantadas por “El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres” hayan sido muchas y la verdad es que no nos ha decepcionado. “Me gusta dar un salto en todos mis libros para no aburrirme”, dice en la entrevista que mantuvimos en una tibia mañana otoñal y, la verdad -otra vez- es que su literatura no aburre.
Escribir el mismo tipo de libro es una rutina para muchos escritores. Muñoz-Rengel no es de esos. “Me gusta hacer cosas nuevas, investigar. Siempre voy cambiando de género y de registro”, afirma con convencimiento. Su nueva novela “El gran imaginador” podría calificarse de histórica, pero realmente no lo es. “Es una fusión de géneros, histórico, aventuras, terror y realismo mágico trasladado al Mediterráneo. Ya que estamos acostumbrados a que este tipo de novelas nos vengan del otro lado del Atlántico”, explica pausadamente. Su novela tiene una sólida base histórica. “Todos los hechos que narró han sido rigurosamente ciertos”, añade.
Una de las características de su novela es ese realismo mágico que ha trasladado a nuestro mar. “Esa forma diferente de mirar está en el narrador. Una visión poliédrica que va contado momentos exóticos, grandes casualidades pero desde un punto de vista europeo, desde el Mediterráneo para dar así una contestación al realismo mágico de Latinoamérica desde un imaginador sin límites que se anticipa a su época”, expone el autor malagueño durante nuestra charla.
“Tengo la sensación de recoger algo mío de los libros anteriores que he publicado, como el sueño y el mundo como simulacro”, señala Juan Jacinto Muñoz-Rengel. Aunque sus dos anteriores novelas hayan sido de temas actuales, ésta que recorre el siglo XVI de la mano de Nikolaos Popoulos y Miguel de Cervantes, guarda esas similitudes de las que nos habla el autor. Aunque la novela no deja de ser un homenaje al autor alcalaíno.
El narrador intenta explicar mediante la ficción “esos recovecos de la historia que desconocemos sobre la vida de Miguel de Cervantes”. A Cervantes lo humaniza y trata de explicar cómo construyó el autor de El Quijote su figura pública, su imagen como héroe que no lo fue tal pero siempre desde la profunda admiración a la obra de Cervantes. “Éste fue capaz de construirse una imagen para convertirse en escritor. Tenía una gran capacidad de imaginar y recurrió a ella”, precisa.
“El gran imaginador” le ha costado a Muñoz-Rengel más de tres años de escritura, pero su germen ha sido bastante anterior. “La novela ha convivido con mis otros libros desde el 2009 cuando escribí un esquema de unas cincuenta páginas que contenía la trama y la bibliografía que iba a utilizar”, nos desvela el autor y añade “ha sido un proyecto ingente que en aquel entonces no tenía capacidad para escribir”. Al recibir una beca de creación del BBVA fue cuando ya terminó de decidirse a emprender la escritura del libro.
El lenguaje que emplea en la novela es de una gran profusión lingüística pero al que ha querido dar “un lenguaje más fluido que el que se utilizaba en el Siglo de Oro”, destaca. Esa amplitud del lenguaje y el ritmo que ha empleado lo hace una obra moderna, actual pero con base en el siglo XVI. “No quería que fuese difícil de leer”, confiesa y a vive Dios que lo ha conseguido.
“Busqué una estructura que fuese cómoda para el narrador. Voy contando la historia del futuro pero volviendo con flash-back al pasado, así consigo que no sea una trama muy lineal, lo cual tiende a aburrir”, indica con precisión. La vida de Cervantes es contada ordenadamente, pero el autor se inventa ciertas influencias del mismo para dar mayor atracción al texto.
Los dos protagonistas principales Popoulos y Phanerotis son una suerte de Don Quijote y Sancho Panza a la griega. “Tener un binomio de personajes ayuda a explicar mejor la tesis de la novela gracias al humor que consigo a partir de ese contraste. Para mí es muy importante que haya sentido del humor”, cuenta con satisfacción por el resultado que ha conseguido con la novela.
La conversación que mantuvimos termina tratando un tema interesantísimo que es la falta de fantasía de lo cotidiano en la literatura. “En la literatura actual se está abusando de la autoficción, del intimismo, de la novela social y del realismo, y se está olvidando el factor fantástico. Nos hemos olvidado de lo que hacían Borges, Cortázar, Italo Calvino o Lem. Menos mal que quedan autores como Cristina Fernández Cubas”, señala con pasión. Su diagnóstico no puede ser más acertado: “Hay una devaluación de la ficción”. Afortunadamente, autores como él o Félix J. Palma han sabido aunar diferentes géneros pero siempre con la fantasía como principio.
“La explicación del mundo debe ser aumentada, no empobrecida”, puntualiza y eso es exactamente lo que hace en El gran imaginador. Nos cuenta una historia real pero enriquecida por el calidoscopio de su imaginación, con un punto de vista un poco distorsionado que nos lo facilita su narrador “éste va subiendo y bajando en la trama, da distancia y alejamiento según se precise. Se mete dentro de la cabeza del personaje y vuela por el exterior de él”, describe y concluye reconociendo que “los que más me costó es dar con el tono del narrador”. Afortunadamente dio con un narrador moderno a la vez que inquietante para construir una novela que se sale de la norma predominante en la literatura actual.
Solidaridad Digital, 23/10/2016
Por Esther Peñas.
“La ficción es aquello que rellena los huecos”
Qué maravilla esta novela que contiene el mundo y sus géneros (fantástico, terror, aventuras, ciencia ficción, realismo mágico impregnando la atmósfera…) ‘El gran imaginador’ (Plaza y Janés), de Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974) es un homenaje a Miguel de Cervantes, un agradecimiento explícito a las andanzas de Quijote y Sancho, pero también un texto casi alquímico por su resultado. En esta novela se conjuran Barbarroja y el judío de Praga, creador del Golem, padre directo de Frankenstein, la Condesa sangrienta, Vlad Tepes… y todo moviéndose al paso de un protagonista inolvidable, Nikolaos Popoulos, querible, querido, tierno, con una imaginación capaz de colocar una bomba en el corazón mismo de la muerte.
La vida ¿siempre es mejor vivida de a dos?
Creo que sí, esa es una de las razones por las que, en nuestras sociedades, existe el matrimonio; por eso, pese a la cantidad de fracasos amorosos, seguimos apostando por la fórmula de pareja. Y, en el caso de mi protagonista, necesita de un mejor amigo para no estar totalmente solo. Tu pareja te permite dialogar de otro modo que no sea contigo mismo. Además, Popoulos es un niño que está muy solo, y con esa imaginación, o tiene un escuchante o está perdido. Ten en cuenta que, como personaje peculiar, de alguna manera está enfrentado al mundo, porque el mundo lo rechaza. Y siempre es bueno tener un aliado.
Para mí, esta reflexión es inaugural de quién es Popoulos: “Desde muy temprano supo que el mundo era un laberinto y que su obligación no sólo era creer en la existencia de un hilo que pueda salvarlo, sino que iba mucho más lejos: él había nacido para crear ese hilo”. ¿Uno siempre es la solución a sí mismo?
No sólo a sí mismo, también a su mundo. Desde un punto de vista subjetivo, el mundo de Popoulos lo ha creado él, y esto no sólo ocurre con este personaje que tiene esa imaginación desbordante (tanto que uno duda de si es verdad o no lo que está sucediendo), sino que ocurre con todos nosotros; mi mundo y tu mundo no tienen por qué ser del todo coincidentes, aunque se puedan parecer en algunos aspectos, y una de las tesis que plantea la novela es el mundo como ficción, la novela como una constructo ficcional, y la ficción como una explicación del mundo. En el momento en que uno toma las riendas de eso, puede darle el sentido que quiera, en esa ausencia de sentido que notamos tantas veces está en nuestras manos darle a las cosas el significado que creemos que tienen. Cada cual tiene su explicación del mundo, y cada una de esas explicaciones es tan válida como cualquier otra. Está claro que todo es caos, pero uno tiene que intentar ordenarlo de alguna manera.
Esto que dices me recuerda a Martín Gaite, que hablaba de la narración como principio de identidad, a Jüng, que escribió aquello de que desear algo en conjurar un destino… ¿hay zona de penumbra entre lo real y lo ficticio o un muro de contención?
No creo que exista una línea como tal, en todo caso, sí una gradación. La ficción es una explicación del mundo, la única. Incluso las teorías de la física son ficción porque nos hemos mantenido durante siglos con unas teorías que era, en realidad, hipótesis que ha funcionado durante un tiempo y luego ha dejado de funcionar. La ciencia se mueve con ficciones. Y, desde el punto de vista literario, que es el que nos interesa, no hay que olvidar que la ficción es aquello que rellena los huecos, la explicación para los hechos que entendemos como reales. Si hablamos de historia, por ejemplo, esos hechos que damos por sentado que han ocurrido no se bastan por sí mismos, hay que explicarlos, escribir su relato, con todas las subjetividades que entran en juego, con explicaciones más globales, con miradas que abarquen gran angular que nos dé el contexto… eso es lo que busco con este narrador, pero en cualquier obra de ficción tiene que estar. ¿Cuál es esa línea entre lo real y la ficción? En realidad, creemos que el hombre araña o Superman no existen, y mi pareja o yo mismo, sí. Pero hay grados posibles, ¿de qué manera no existe Superman? Porque estamos ahora mismo hablando de él… ¿de qué manera no existen las cosas que no existen y hasta qué punto estoy seguro de las que sí existen? Hay muchos modos de existencia que afectan la realidad y la ficción afecta la realidad tanto o más que los hechos. Se han derrocado gobiernos a partir de ficciones, por ejemplo, hay gente que se hace rica a partir de ficciones, se engaña a la población con ficciones, la ficción ¿no es real? Claro que lo es. En eso estamos todos, pero es algo tan complejo que se escapa a nuestra capacidad.
No voy a entrar en detalles por no descubrir nada del argumento pero, para cerrar la serie, ¿cuándo lo real deja de ser real?
Cuando los hechos te llevan empíricamente la contraria, pero también cuando tú das una nueva explicación a los hechos; hay momentos en los que tú mismo comprendes cosas de otra manera. La maldad el mundo a veces te abre los ojos. A veces seguimos operando como si funcionara pero sabemos que no es así.
Juan Jacinto, ¿renunciaría a la fama venidera de su nombre a cambio de la gloria de haber escrito un libro anónimo como el Código Voynich, ese misterioso texto que nadie ha sabido descifrar y que trae de cabeza a expertos en la materia?
Sí, cualquier escritor que de verdad quiera construir algo que llegue a mucha gente y que cambie las cosas tiene la obligación de renunciar a su nombre. Los autores mueren, y queda su obra, que es lo importante, porque, cuando se escribe, lo que se intenta es aumentar nuestra realidad.
¿Qué contendrá ese libro? Parece que están ya cerca de decodificarlo…
Es como el caso de Elena Ferrante (una ¿escritora? ¿escritor? De quien no se sabe ni un dato autobiográfico), ese tipo de misterios funcionan muy bien. El Código Voynich es una cosa de tanta envergadura que se ha invertido mucho tiempo y dinero, me imagino que hay muchos equipos científicos implicados y con subvenciones, y quieren resolverlo, pero me temo que la solución va a ser decepcionante, por buena que sea. Ha habido tantas hipótesis sobre quién lo ha podio haber escrito, algunas tan disparatadas que si al final la solución es andar por casa nos vamos a quedar decepcionados.
Pienso en este personaje tuyo, en el monje perverso enfundado en su exorason. ¿Cuánto deben los héroes literarios a sus antagonistas?
Mucho. Como la novela era compleja, necesitaba esos juegos entre personajes, entre el monje y Popoulos, entre Popoulos y sus antiguos compañeros, algo que me permitiera un conflicto perdurable, establecer relaciones de tensión, que a veces son afectivas o, a veces, son todo lo contrario. Y hay más arcos, graduales, la madre, que es una presencia muy fuerte, incluso, cuando está en la corte de Estambul, el enfrentamiento es doble, entre Popoulos y su maestro, y el otro maestro y su discípulo. Una rivalidad dos a dos. Sin esa rivalidad no se consigue dar los pasos necesarios. Quien tiene un buen enemigo dibuja una mejor carrera, porque la competición te estimula. Me gusta el juego de rivalidades, tan paralelo al juego de espejos.
El libro está plagado, como dices, de juegos especulares, de homenajes, explícitos, a Sancho, a Quijote, a Cervantes, a Galeno.. pero también guiños internos, por ejemplo a tu novela ‘El sueño del otro’ cuando Popoulos le pregunta al amigo: “¿Este sueño es tuyo o es mío?”… ¿Cuánto de lúdico hay en la literatura?
Hay obras que son mucho más serias, si tratamos la muerte de alguien cercano no hay o habrá poco humor. En este caso, hay mucho de juego, según vayamos desmontando la novela por capítulos, encontraremos un montón de juegos distintos, de homenajes, juegos que cierran cada capítulo con finales sorpresivos, con ideas metafísica, juegos de ingenio a través del diálogo… hay mucho componente lúdico. Todo eso hace que te lo pases bien. Con una extensión así, también hay mucha labor técnica y de edición. Esta novela era, desde el principio, un reto a mí mismo para ver hasta dónde podía llegar. Por eso el interés de recoger las fórmulas y temas que eran parte de lo que he escrito, el humor, la alquimia, la mecánica, el sueño…
¿Cuánto de azar, de destino y de determinación propia tiene la vida de cada cual?, porque en Popoulos se citan estos tres aspectos.
Están todos esos componentes, al final, no sé… no lo había pensado…barrunto que sería más el azar, pero el personaje lo interpreta como destino, cuando, en esa cita que mencionabas antes, él cobra conciencia de que tiene que ser el hilo que resuelva el laberinto, en el fondo lo que decimos es que él tiene que aportar ese sentido y, por tanto, creer que hay un destino. El narrador que es el tercera y omnisciente, en realidad está impregnado de la mirada de Popoulos, está con él, por mucho que se separe a veces kilómetros, estamos con su visión y siempre que se habla del destino, ojo, el destino con lo que significa en el siglo XVI, el lector contemporáneo tiene que leerlo como que puede ser casualidad disfrazada de destino. Popoulos piensa que ha nacido para esto, y la literatura tiene mucho de eso, incluso en la más realista tiene mucho de eso, porque el autor acaba metiendo coincidencias necesarias para que se diferencie de la realidad cotidiana, la realidad cotidiana es aburrida porque no hay coincidencias, porque los cabos quedan sueltos.
La condesa de Bathory, el monje siniestro, Drácula, Vlad Tepes, la terrorífica madre de Popoulos… ¿con quién te tomarías una café?
Con la madre no, desde luego. Imagino que con la condesa, pero si tengo guardaespaldas. Drácula es ficción, los otros vampiros de la novela pertenecen a las leyendas valcánicas, y son parte de la fabulación de un pueblo, más o menos basadas en casos reales (epidemias, en falta de conocimiento biológicos en lo relativo al proceso de descomposición de cadáveres, por ejemplo). De todo eso surge Drácula. Pero Vlad y la condesa son dos personajes reales. La condesa encarna el mal en sí mismo, Vlad Tepes era un político, duro, cruel, pero tenía un contexto, una justificación, dentro de su crueldad, pero vamos, sentarme, sentarme a tomar algo con cualquiera de ellos… Pensar que esa mujer existió y que todos esos casos que cuento son reales es una atrocidad, todo lo que se cuenta en ese capítulo ha sido así, otras partes de la novela no, pero en este caso, cada detalle sucedió así. Y el castillo donde todo eso sucedió existe, está en ruinas, pero existe… aterrador.
Sólo faltaba en esta reunión ese otro ser despiadado, Gilles de Rais, que perdió la cabeza después de que ajusticiaran a su mentora, Juana de Arco…
Lo que pasa es que ya era demasiado…
¿Por qué las grandes bibliotecas están abocadas a arder?
Por un lado el libro, el formato en papel, es efímero, no es una catedral, se conserva porque se hacen copias, porque se recuerda, pero hay muchos que han desaparecido. Al final, en todas las épocas y ámbitos hay quien construye y quien destruye. El que crea libros aporta al mundo, el que destruye tiene miedo al cambio, a lo desconocido. En cualquier batalla se acaba quemando no solo casas sino libros, los distintos líderes espirituales de todos los tiempos condenan libros ajenos a sus creencias. Nuestro personaje mismo siente el odio de la sociedad, de esa misma manera, hoy, hay un odio hacia lo intelectual porque te pone en evidencia, eso sigue ocurriendo, la Inquisición quemó muchos libros, hay un capítulo en mi novela dedicado a la biblioclastia; en la actualidad, esta biblioclastia se disfraza de otro modo, en un rechazo al libro, a lo culto, a lo elevado, hay cierto miedo a utilizar determinadas palabras para no parecer culto, hay una defensa de la ignorancia, una defensa del hablar mal, y lo llama naturalidad.
¿El último Nobel de Literatura responde a esa banalización?
Sí, pese a lo que digan muchos escritores, que asegura que quienes estamos en contra de que se lo hayan dado a Dylan somos unos reaccionarios. La literatura está en un momento de banalización y de vivir en los márgenes como para que ahora, además, se cuestiones sus límites. Está claro que Bob Dylan ha podido llegar a más gente que los escritores y poetas, pero si cogemos sus letras y las comparamos con las de sus compañeros poetas de generación no está a la altura, pero ni de lejos. Hay que añadirle la música, la composición, una serie de recursos que no son literarios. Supongo que se ha querido abrir la puerta a otros ámbitos, como los guionistas de series de televisión, por ejemplo, que emplean más mecanismos literarios que un letrista, pero si se lo das a Bob Dylan ya cabe todo.
Punt de Llibre, Cadena SER, 22/10/2016
El autor entrevistado por Marina Cabanis a propósito del lanzamiento de El gran imaginador, en el programa Punt de Llibre de Cadena Ser Catalunya (a partir del minuto 4′).
Agencia EUROPA PRESS, 21/10/2016 *
Juan Jacinto Muñoz presenta de su última novela, ‘El gran imaginador’: «Desde la ficción se puede contar la historia»
El escritor Juan Jacinto Muñoz-Rengel acaba de publicar su última novela ‘El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los 100 nombres’, un libro que mezcla realidad e imaginación, aunque el autor argumenta que «desde la ficción también se puede contar la historia».
La novela, publicada por la editorial Plaza & Janés, está ambientada en el siglo XVI y narra la historia de Nikolaos Popoulos, un joven griego que tiene la capacidad de imaginar todo tipo de circunstancias y seres fantásticos.
A lo largo de la historia el protagonista conoce a diferentes personajes como Barbarroja, la Condesa Sangrienta o los antecedentes de Frankenstein. El autor explica a Europa Press que la aparición de estos personajes se debe a que ya comenzando a escribir tenía claro que había una serie de «iconos literarios» que le interesaba «rastrear» de la época.
El papel del escritor español es fundamental en la obra, ya que a través de Popoulos, Muñoz-Rengel, crea las circunstancias que al final crean toda la influencia árabe del escritor. «Yo necesitaba que estuviera Cervantes y mi idea era que mi personaje de alguna forma ofreciera un dialogo con él, que al final nos vaya dando a entender que simboliza lo que en su vida real le habría ido inspirando para crear El Quijote», confiesa.
También es muy importante el periódico histórico en el que está ambientada la novela. «Es el inicio de la modernidad y de la ficción tal y como la conocemos, está a punto de eclosionar toda la obra cervantina en el siglo de oro pero, a la vez, en otras partes del mundo cae Constantinopla, se crea la imprenta y se producen cambios en los imperios», subraya.
La novela, que el autor comenzó a idear en 2002, fue creciendo a lo largo de los años hasta que hace tres decidió aparcar otros proyectos y centrarse en este. Para crear esta historia, Muñoz explica que tuvo que acceder a muchos documentos en varios idiomas, pues todos los datos y lugares de la obra son reales.
«Es muy difícil trazar el límite porque probablemente lo que más me interesaba conseguir era meterme en la esencia del proceso de la ficción, es decir, donde acaba la ficción y la realidad», explica.
Además, Muñoz-Rengel señala que ésta es la pregunta que anda presente en toda la novela, porque está basada en hechos históricos pero hay mucha ficción porque es una novela fantástica. «La tesis que yo arrojo es que la explicación del mundo siempre tiene que ser desde la ficción. Cada vez que inventamos volvemos a añadir cosas a la realidad. En esta novela la ficción trata de ampliar el horizonte de lo que conocemos», subraya.
MÁS QUE UN PERSONAJE
El personaje principal, Popoulos, va contando una historia a través de su imaginación, algo que no acepta todo el mundo. El escritor indica que esta figura nace porque tenía un muchas ideas juntas que «quería armar» y necesitaba un personaje capaz de sostenerlas.
En ese momento crea la figura de un «imaginador sin límites» que tiene una capacidad de imaginar por encima «del resto de los mortales y por encima de todas las leyes de la naturaleza». «Con esa idea en mente he ido recorriendo los lugares que me apetecía y contar todas las historias que quería», señala.
Pero para crear una historia como esta también es necesario mucha imaginación, por ello, Muñoz-Rengel cree que el personaje puede tener «más cosas biográficas» de las que quiere reconocer. «Es verdad que, a pesar de la lejanía en el tiempo y en el espacio, al final creo que hay mucho paralelismo en su infancia, mi juventud y en todos los periodos de la vida», confiesa.
REALISMO MÁGICO
Además, Muñoz-Rengel ha señalado que esta novela es un homenaje a la literatura de la imaginación y a «sus maestros»: Julio Cortázar, Italo Calvino o Jorge Luis Borges.
Este libro es al que «más tiempo» ha dedicado el autor que considera que «se sale de lo habitual» al mezclar muchos géneros, pues hay un «fondo de novela histórica, fantástica y un homenaje al realismo mágico que surge en Latinoamérica».
Además, también aparece la literatura de terror y se hace un homenaje a la ciencia ficción. «Hay un montón de géneros dentro de una literatura que en el fondo está pegada a nuestro mundo y creo que lo hace distinto a otras. No son los mundos de Narnia o cualquier mundo inventado, sino que es el nuestro», concluye.
* Esta nota de prensa ha sido publicada en:
· LA VANGUARDIA, 21/10/2016
· TELECINCO.ES, 21/10/2016
· CUATRO, 21/10/2016
· 20MINUTOS, 21/10/2016
· EL ECONOMISTA, 21/10/2016
· LAINFORMACION.COM, 21/10/2016
· DIARIO SIGLO XXI, 21/10/2016
· LA VOZ LIBRE, 21/10/2016
· BOLSAMANÍA, 21/10/2016
Hoy en Madrid, Onda Madrid, 20/10/2016
El autor entrevistado por Ely del Valle y Sergio Rodríguez en el programa Hoy en Madrid, de Onda Madrid.
Fundación BBVA, 20/10/2016
La novela “El gran imaginador” de Muñoz-Rengel, beneficiario de una de las Ayudas Fundación BBVA, ya está en las librerías
El gran imaginador de Juan Jacinto Muñoz-Rengel, uno de los beneficiarios de las Ayudas Fundación BBVA, llega hoy a las librerías. En sus más de 450 páginas, Muñoz nos narra la historia de Nikolaos Popoulos (Atenas, siglo XVI), cuya mayor ilusión es escribir el mejor libro de todos los tiempos pero que por circunstancias del destino se ve sumergido en un viaje épico.
Muñoz-Rengel ha explicado que se trata de su obra más compleja, así como de mayor envergadura tanto en extensión como en documentación. La novela lleva fraguándose desde 2002, pero ha sido ahora cuando ha visto la luz. “Después de mi última novela, me di cuenta de que tenía las fuerzas suficientes para escribir este proyecto tan ambicioso. Esto se unió a que recibí la Ayuda de la Fundación BBVA, que me ha permitido dejar todo y dedicarme solo a esto, ya que requería todo mi tiempo”, afirma el escritor.
Muñoz-Rengel ha destacado que la Ayuda ha supuesto para él una gran motivación, ya que un jurado de gran prestigio creyó en su obra antes incluso de estar escrita.El gran imaginador es una novela que en palabras de su autor “es un mestizaje de géneros, mezcla lo histórico con lo fantástico, pero en la que también se puede encontrar el realismo mágico y la literatura de terror. Quería juntar todo de una manera novedosa para reinventar los géneros”.
El autor quiere llegar con esta novela al máximo número de lectores posibles, aunque como ha explicado va dedicada al público de novela histórica pero con una mentalidad muy abierta, ya que tiene mucho peso la parte fantástica. “Me encantaría conectar también con ese público joven que se ha criado con lecturas imaginativas como Harry Potter y que ahora quiere seguir imaginando pero con más seriedad, es decir, el realismo fantástico”.
La presentación de la novela tendrá lugar el 3 de noviembre a las 19.30 horas en la librería Cervantes y Cía (C/Pez, 27. Madrid), a la que acudirá como invitado el escritor Fernando Marías, que acompañará al autor.
Autor
Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974) es autor de las novelas El sueño del otro (Plaza & Janés, 2013) y El asesino hipocondríaco (Plaza & Janés, 2012), que tuvo una excelente acogida de crítica y de lectores, ha alcanzado la 7ª edición en España y se ha publicado en una decena de paí¬ses, entre ellos, Francia, Italia, México, Canadá, Turquía, Argentina, Uruguay o Chile.
También es autor de la colección de microrrelatos El libro de los pequeños milagros (Páginas de Espuma, 2013), de los libros de relatos De mecánica y alquimia (Salto de Página, 2009), Premio Ignotus al mejor libro de relatos del año, y 88 Mill Lane (2006), así como del relato largo “Pink”, pu¬blicado en el sello digital PRH Flash (2012). Ha coordinado y prologado las antologías de narra¬tiva breve La realidad quebradiza (Páginas de Espuma, 2012), Perturbaciones (Salto de Página, 2009) y Ficción Sur (Traspiés, 2008). Como autor de relatos ha recibido más de cincuenta premios nacionales e internacionales y ha sido incluido en las tres antologías de referencia de su generación: Cuento español actual (Editorial Cátedra, 2014), Pequeñas Resistencias (Páginas de Espuma, 2010) y Siglo XXI (Menoscuarto, 2010). Su obra ha sido traducida al inglés, al francés, al italiano y al turco.
El Ojo Crítico, Radio Nacional de España, 21/10/2016
El autor entrevistado por Juan Carlos Morales a propósito de El gran imaginador, en El Ojo Crítico, Radio Nacional de España.
Málaga Hoy, 15/10/2016
Por Pablo Bujalance.
La conquista de la ficción
Juan Jacinto Muñoz-Rengel publica ‘El gran imaginador’, su novela más ambiciosa y su confirmación en la primera línea de la narrativa española
Cuando Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974) publicó su anterior obra, el volumen de relatos El libro de los pequeños milagros (Páginas de Espuma), en 2013, advirtió de que se encontraba ya inmerso en un proyecto que de alguna forma le obligaba a redefinirse como escritor y que constituía el mayor reto al que se había enfrentado hasta ahora en la soledad de su oficio. Las expectativas, por tanto, se situaron inevitablemente en posiciones elevadas: la aparición en 2012 de El asesino hipocondríaco (Plaza y Janés), novela filosófica que presentaba a uno de los personajes más geniales y deliciosos de la literatura española de los últimos años, ganó el favor unánime de la crítica y los lectores, con traducciones al inglés, el francés, el italiano y el turco, entre otras lenguas. La singularidad literaria de Muñoz-Rengel, empeñado en la restitución del género fantástico (o, mejor, géneros fantásticos) a favor de esa entelequia llamada gran público (únicamente sensible en este país, vaya usted a saber a cuenta de qué interesado mito, a los criterios más fieles al canon realista), ya se había producido sin embargo antes con los libros de cuentos 88 Mill Lane (2006) y De mecánica y alquimia (ganador del premio Ignotus en 2008), además de su participación en diversas antologías y ediciones colectivas. Después llegaron la novela El sueño del otro (Plaza y Janés, 2013) y el citado Libro de los pequeños milagros para confirmar la altura literaria de Muñoz-Rengel. Así que cabía preguntarse, legítimamente, por la envergadura del reto que el malagueño se traía entre manos. Pues bien, la incógnita ha quedado despejada: su nueva novela, El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres, saldrá a la venta el próximo jueves 20 también en Plaza y Janés, dentro del grupo Penguin Random House. Y, de entrada, lo primero que se puede confirmar es que quienes esperaban el órdago definitivo de Muñoz-Rengel quedarán satisfechos: con este trabajo, el escritor se asienta, por derecho, en la primera línea de la narrativa española. Y lo hace, ojo, con una defensa apasionada de la ficción, sin más apellidos, justo cuando la misma parece estar en el punto de mira a mayor gloria de otros registros. Aquí se encuentra, al fin, la más cervantina conmemoración del 400 aniversario de la muerte del autor del Quijote.
Muñoz-Rengel confiesa sin tapujos a Málaga Hoy que El gran imaginador es «la novela a la que he dedicado mi vida. Le he dado todo lo que le podía dar, cada minuto de mí durante muchos años». Y basta, simplemente, empezar a hojear las páginas para comprender que necesariamente ha tenido que ser así. El volumen contiene en sus casi 500 páginas el resultado no sólo de una pormenorizada y pulcra escritura: también de largas jornadas de investigación histórica en torno a la propia literatura, los saberes antiguos, códigos esotéricos y geografías que tienen sus fronteras entre el territorio pragmático y la fantasía. El gran imaginador al que alude el título es otro personaje de abrumadora construcción, un tanto en las antípodas de aquel asesino hipocondríaco de moral kantiana pero de iguales alcances fabuladores: se trata de Nikolaos Popoulos, un griego que vive en la Atenas del siglo XVI. Este hombre posee un don extraordinario: es capaz de imaginar más allá de los límites de la naturaleza. En su interior, sus pensamientos se elevan hasta representar prácticamente todo lo representable, sin condición ni atadura alguna por parte de la realidad. La novela de Muñoz-Rengel narra el empeño de Popoulos por hacerse escritor y alumbrar el libro más hermoso de todos los tiempos, pero el destino le tiene reservada una jugada mayor: un tanto en contra de su voluntad, emprende un viaje de dimensiones épicas por los orígenes de los mitos de los que nacerá toda la literatura posterior. En su travesía conoce así al pirata Barbarroja, a la Condesa Sangrienta en quien se inspiró Bram Stoker para su Drácula y al rabino Loew, creador del terrorífico Golem en las tenebrosas calles de la Praga del mismo siglo. Además, el caminante griego llegará a conocer a lo largo de su exploración al mismísimo Miguel de Cervantes, quien sí entregará a la posteridad la novela más fabulosa (entiéndase el término en su doble sentido) jamás sospechada por la humanidad. Toda una odisea en la que Muñoz-Rengel brinda una personalísima revisión de la historia de la literatura y que adopta, para regocijo del lector, la mejor tradición de los libros de aventuras. Es ahí, en el gusto popular, donde el autor malagueño logra trascender su propio reto y conquistar la ficción.
Los editores afirman que El gran imaginador apunta a Umberto Eco, y algo de Baudolino encontrarán los lectores. Pero quien respira aquí realmente en cada página es el maestro del mismo erudito italiano: Borges habría entregado la cuchara por parir esta novela en la que hay espejos y misterios en sánscrito. Una reconciliación con la lectura desde el paladar.