CRÍTICAS EN PAPEL:
MÁS CRÍTICAS LITERARIAS:
Anika entre Libros, 25/09/2017
Por Anika Lillo.
¿Alguna vez has pensado qué hay detrás de historias ya conocidas (o de las que supuestamente sabemos todo) como la creación del mito de Frankenstein, o del manuscrito Voynich, o del también famosísimo mito de Drácula, o incluso del Golem creado para proteger a los judíos? Este libro contiene (utilizando obviamente la imaginación) el origen de estos y otros hechos.
Al joven (aún un crío) Popoulos le acompaña en sus aventuras otro crío que es quien recibe -por él- todos los palos, Mixalis Phanerotis, y este personaje entrañable esconde un secreto que no nos será desvelado hasta muy adelantada la historia, y será algo que os dejará boquiabiertos. Esa ha sido una de las mejores sorpresas de la vida de Popoulos.
Nikolaos quiere ser escritor y, de hecho, esta historia empieza diciéndonos que nos van hablar de dos escritores -el otro es Miguel de Cervantes- aunque el protagonista es Popoulos. Un escritor maldito, por otro lado. La novela es, asimismo, un homenaje a grandes obras literarias y a la literatura en general, al gran poder de la imaginación, y a la amistad.
El de Popoulos es un viaje épico que le lleva de su hogar a estar encerrado en calidad prácticamente de esclavo a las órdenes de un hieromonje -que seguirá apareciendo a lo largo de toda la novela-, y de ahí al palacio del Gran Sultán Soliman I el Legislador (estamos en plena época del imperio otomano) para viajar durante años y acabar en Praga, pero también pasará por celdas y tendrá aventuras en el mar pues los piratas uscoques formarán parte de su vida.
Además de la fantasía, Juan Jacinto Muñoz-Rengel, en su -posiblemente- obra más ambiciosa, utiliza el sentido del humor y la filosofía del sabio, ése que sabe porque vive y que es capaz de hacernos recapacitar y sonreír a la vez.
Y que no se nos olviden las aventuras: con él desenterramos huesos, nos abrimos paso en una guerra marítima entre piratas, vivimos en un harén con eunucos, bellas mujeres y hombres de ciencias y alquimia, pasamos meses encarcelados en una celda, amamos a una bella mujer con grandes capacidades que acabarán solapadas por su rol de mujer en la época en que le toca vivir, veremos cómo se desangran muchas jóvenes, perseguimos un pelo (supuestamente de la barba de Mahoma), fantaseamos con la imaginación desbordante de Popoulos, escuchamos -leemos- nuevas formas de comunicación, provocamos la ira de un golem, vemos cómo la maldición se ceba con los libros y, finalmente, conocemos cuál es su venganza.
Es destacable también la portada del libro, que tiene una ilustración fabulosa (y en su interior también nos encontramos con alguna ilustración en blanco y negro aunque éste no sea un libro ilustrado).
Si echo la vista atrás, bastantes días después de leerla, no puedo evitar recordar lo mucho que he disfrutado con algunas aventuras de Popoulos, especialmente con la historia del golem, o su estancia en una jaula (conoceréis estas cosas leyendo la novela, obviamente no voy a desvelar datos)
Resumiendo: «El gran imaginador» es una novela altamente recomendable, ambiciosa, de gran calidad narrativa, amena y una gran provocadora de curiosidad. Yo ya era fiel lectora de Juan Jacinto, y esta novela sólo me susurra que debo continuar a su lado.
Nota para el lector: Si al final ves algo «raro», ponte delante de un espejo. Esto ya lo hizo el autor en otra de sus obras y a mí me resultó fácil percatarme.
Universo La Maga, 15/07/2017
Por Enrique Hernández Gómez-Arboleya.
En Argel, MIGUEL DE CERVANTES, esclavo de DALI MAMI, cada mañana encamina sus pasos a una de las casas más lujosas de la ciudad donde le espera AGI MORATO, hombre de confianza del Gran Sultán y muy rico y principal de Argel, que día a día le va relatando las increíbles aventuras de su vida. CERVANTES se había salvado de perder las orejas, y tal vez la nariz, gracias a la intervención del Almirante UCHALI, anterior rey de Argel y de Túnez. Los cuatro son viejos conocidos, aunque tres de ellos con otros nombres: DAMALIS DIMAS, el Cojo; NIKOLAOS POPOULOS; y GIOVANNIS, el Tiñoso.
Sobre una urdimbre histórica, el autor dibuja las aventuras de NIKOLAOS POPOULOS, verdadero nombre del protagonista, que con distintos nombres recorre la Europa del siglo XVI cuando se estaba dirimiendo la supremacía entre el cristianismo y el islamismo. Nuestro héroe nace a principio del siglo en Atenas, “lugar donde se une el fulgor de la iconografía de Bizancio, bastión del cristianismo, con los aires arabizantes del plural y exuberante Imperio Otomano”
El libro se publica en 2016, año del IV Centenario de la muerte de MIGUEL DE CERVANTES, y dentro de esa urdimbre histórica encaja la batalla de Lepanto, la captura y cautiverio en Argel, su liberación, además de otros guiños al Quijote. Se divide en cinco partes: la primera se dedica a la infancia y educación primaria de NICOLAOS en su Atenas natal; la segunda a su cautiverio en el Monasterio de Simonopetra en la península del Monte Athos; la tercera está dedicada a su vida con los piratas uscoques de la costa de Croacia y a su estancia en el Palacio Imperial de Estambul; la cuarta relata su expedición por los pueblos de Rumelia, vasallos de su Majestad Solimán I El Magnífico; y la quinta a su estancia en Praga y Argel.
Los principales personajes del relato aparecen ya en el colegio infantil de Atenas y siguen en la historia de POPOULOS, más o menos cambiados, hasta el final: MIXALIS PHANEROTIS, el Nuevo; DAMALIS DIMAS, el Cojo, STAVROS KRIMPOS, el Torcido; y el monje ortodoxo SLOBODAN URÔS. A ellos se une el novicio del monasterio de Simonopetra, GIOVANNIS, el Tiñoso.
MIGUEL DE CERVANTES es un personaje más que se cruza en las aventuras de NICOLAO. Se conocen en medio del fragor de la batalla de Lepanto en una galera cristiana, NICOLAO es el causante de la herida del brazo de CERVANTES, y ambos huyen de la batalla en un esquife de los piratas uscoques. Después de dejarlo en un hospital de Mesina, se separan y vuelven de nuevo a encontrarse, transcurridos cuatro años, en Argel donde CERVANTES está cautivo y NICOLAO es el representante de SOLIMÁN EL MAGNÍFICO.
Aunque POPOULOS tenía gran capacidad de fabulación, “su mente laminada le permitía estar hasta en dos docenas de sitio al mismo tiempo”, él no busca las situaciones pintorescas en que se ve metido a lo largo del libro, se las va encontrando. Y es la extraordinaria imaginación de Muñoz-Rengel la que va colocando a NICOLAO en momentos claves de la Historia para que viva sus aventuras.
El carácter fantástico del libro, que aconseja su lectura con una mente abierta y relajada, dejándose llevar por su ritmo, no debe ocultarnos la sólida base cultural del mismo. Una muestra es el manuscrito que NICOLAOS redacta en Praga y que, tras numerosas vicisitudes, acaba en manos de un lituano llamado WOJNICS que cambia su apellido a VOYNICH: se convierte así en el Manuscrito VOYNICH (realmente existente y custodiado en la Universidad de Yale). He de reconocer que he buscado, más de una vez, información sobre datos históricos, socioeconómicos, culinarios y de otra índole que el libro proporciona.
“El Gran Imaginador”
La historia se desarrolla en el siglo XVI, “una época inestable en la que el comercio con personas, su rapto por la fuerza o su venta más o menos pactada era moneda corriente y nadie estaba a salvo de cambiar de una día para otro de vida, de región del mundo e incluso de nombre”: así comienza las aventuras de POPOULOS, raptado en el colegio y llevado e internado en la península del Monte Athos en el monasterio de Simonopetra.
Aunque los relatos asombrosos recorren el libro de principio a fin, hay dos que me han parecido espectaculares: el ataque de naves extraterrestres a la corte de Solimán el Magnífico y la devastación de Praga por el golem. En el primero, “las naves estelares, tersas y abultadas, como órganos latientes, cada vez parecían más próximas a los pináculos de los minaretes, a las cúpulas y a los tejados, a punto de aplastar la capital”. Simultáneamente, la superficie de la ciudad había sido tomada por una pelusa rosa y algodonosa. Quien rozaba esa pelusa olvidaba todo, hasta como regresar a sus casas. POPOULOS diseña un cohete que cabalgado por STRAVOS KRIMPAS, el Torcido, “colisionó contra las naves invasoras, rebotó y fue a parar al otro lado del Bósforo”. Después de esto, las naves abandonaron el cielo de Estambul. En el segundo, el rabino de Praga, JUDAH LOEW, da vida a “aquel montón de barro de la orilla del Moldava”. Su silueta recordaba vagamente a la humana, solo que doblando el tamaño del hombre más alto. El golem, de una fuerza extraordinaria “capaz de doblar la viga de hierro más gruesa”, se escapa aquejado de mal de amores de la Sinagoga del Barrio Judío de Praga y se dedica, tras sufrir curiosas transformaciones, a destruir la ciudad.
En todas sus aventuras le acompaña MIXALIS PHANEROTIS, el Flaco. La descripción de ambos personajes nos remite al Quijote: “Las siluetas de los dos amigos se recortaban contra la luz del alba. La una, redonda y rotunda, dejando caer toda su chicha y sobrepeso sobre la estrecha complexión de su montura. La otra, escuálida y alargada, con sus piernas huesudas asomando a los costados del borrico y casi arrastrando por el suelo”
MIXALIS tiene mal fin en un castillo de Transilvania donde todos sus habitantes, salvo el exiguo retén de soldados, son mujeres. Mujeres jóvenes y hermosas. La señora del castillo, de linaje antiguo de Transilvania, era la más hermosa, siendo además culta. En el castillo se realizaban auténticas orgías de sangre. Al final del libro, hay una asombrosa revelación sobre PHANEROTIS.
Muñoz-Rengel habrá dedicado una buena parte de su vida como escritor a documentarse históricamente y a fabular con entera libertad para escribir esta sorprendente novela que puede ser, además de un satisfactorio entretenimiento, un reto para ampliar conocimientos.
INFOLIBRE, 12/05/2017
Aventuras fantásticas
Por Carmen Peire.
El gran imaginador, la última novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga 1974) tiene un subtítulo largo: O la fabulosa historia del viajero de los cien nombres. Abunda en la mezcla de historia y género fantástico de sus anteriores novelas, de la que recomiendo también El asesino hipocondríaco, acaso precursora, en cuanto a la mezcla de temáticas y estilo, a la actual.
¿Cómo podría clasificar esta novela de casi 500 páginas con un escolio final que hay que leer en un espejo? Es difícil, porque tiene parte de novela histórica sin serlo, parte de novela fantástica, también novela de aventuras y de viajes en la que hay metaliteratura, parte de intriga y sobre todo muchísima documentación para poder escribirla.
El gran imaginador, de Juan Jacinto Muñoz-Rengel. Ambientada en los principios del Renacimiento, nos cuenta la vida y peripecias de Nikolaos Popoulos, nacido en Atenas. El protagonista, con una capacidad de imaginar más allá de lo normal, con una infancia pobre y mísera, con unos padres a los que estorbaba, acosado en la infancia por sus compañeros, se ve arrastrado a un épico viaje en los que conocerá, entre otros personajes reales o de ficción, a legendarios corsarios y a los piratas uscoques, rescatados en el libro. Mantiene amistad con Cervantes y se convierte en una especie de alter ego: Nikolaos Popoulos quiere ser escritor. Y escribe, sobre el papel, en el monasterio de monjes donde lo raptan y lo mantienen de escriba; con la imaginación, cuando está en la cárcel y construye su mundo literario entre paredes. Escribe siempre y nunca consigue el reconocimiento. Todas sus obras se van perdiendo en el devenir de sus aventuras y viajes. O son quemadas. Es, a través de las historias fantásticas y de aventuras que nos propone el autor, un homenaje a todas las personas con afán, que no pueden dejar de hacer lo que les gusta, que lo hacen bien y no consiguen proyección. En un escritor joven como Juan Jacinto, es también un ejercicio de humildad. Pero es, sobre todo, un homenaje a la literatura y a los grandes clásicos que nos han hecho disfrutar a lo largo de generaciones, como Frankenstein, Drácula, las novelas de aventuras y piratas o el Quijote.
Quizá lo que más sorprende y atrapa de esta novela es la voz del narrador, un narrador omnisciente pero tan pegado a los personajes que resultan cercanos, que nos arrastra desde el principio, en la primera parte, comenzando en Lepanto y donde nos cuenta cómo se queda manco Cervantes. Es precisamente este personaje de ficción, Popoulos, quien le salva la vida en la batalla. El segundo momento central en el que aparece Cervantes es Argel. El protagonista se halla entonces en buena posición social y al enterarse de que nuestro escritor está prisionero, se pone en contacto con él, le hace llamar a su casa y empieza así a contarle, dentro de la tradición de la literatura oral, todo lo que había sucedido desde que lo vio en Lepanto. A base de una estructura narrativa compuesta de historias pasadas y viajes hacia adelante en el tiempo, va construyendo la azarosa vida del protagonista y su capacidad de inventar, algunas de cuyas fábulas o historias se supone que son recogidas luego por el manco.
La primera parte del libro nos cuenta su infancia. Después se adentra en el rapto de unos monjes y la llegada al monasterio en el monte Athos, donde se dedica a fabricar falsificaciones de reliquias e incunables que luego son vendidas para beneficio propio de su jefe monje. Posteriormente da entrada en el libro a la llamada Edad Moderna y a la caída de Constantinopla:
La propia Edad Moderna se inicia con el saqueo y la quema de ciento cincuenta y tres mil ocho libros. El mediodía del martes 29 de mayo de 1453, en el mismo instante en que Johannes Gutenberg se encontraba en Mainz colocando en la plancha de impresión los tipos móviles correspondientes a la última página de su primera Biblia Vulgata, ciento cincuenta y tres mil ocho ejemplares impropios para la fe islámica estaban siendo deshojados y apilados en las iglesias de Constantinopla, para arder a continuación ante la mirada del Imperio de Bizancio, que contemplaba impotente su definitivo hundimiento bajo el ataque del ejército turco.
A partir de ahí la historia se desarrolla en el Medio Oriente hasta volver a centrarla en Argel, donde el protagonista se reencuentra con Cervantes. Todas las aventuras van transcurriendo hasta que, casi al final del libro, ya nos sitúa a Cervantes en Roma disfrutando de su nueva libertad. Para quienes nos gusta el Quijote, vemos desfilar a lo largo del libro personajes supuestamente reales que aparecen en él, siguiendo el juego al gran fabulador que fue Cervantes.
No desmenuzo más para no destripar sus entresijos. En un momento en que impera el realismo en la novela, su intención es ir a contracorriente y hacer literatura fantástica. Y dado los truños que corren en este género, da gusto encontrar una novela bien hecha con la que también se aprende. Como es un libro que tiene un poco de todo, puede ser una lectura familiar para las próximas vacaciones. Pueden leerlo los progenitores y también los hijos jóvenes lectores a los que les gusta la literatura fantástica, o sea, a casi todos. Ni siquiera las escenas más truculentas del libro les asustarán, acostumbrados como están a vampiros, zombies devoradores y películas gore. Lo sé por experiencia.
La tormenta en un vaso, 29/03/2017
Por Amadeo Cobas.
Partamos de una premisa inicial: el gran imaginador, propiamente dicho, acaso no sea Nikolaos Popoulos, el protagonista de este viaje fascinante, sino el autor del mismo, Juan Jacinto Muñoz-Rengel. Y conste que no pretendo hacerle la pelota. Me explico.
Si afirmo lo anterior es porque este escritor sabe mezclar con sabiduría la dosis justa de aventura y acción con descripción y lenguaje para lograr una lectura amena, que aporta un andamiaje equilibrado por igual de entretenimiento y fascinación; eso sí, no por ello olvida mostrar oficio y ser un poco malévolo al cerrar varios capítulos dejándonos perplejos, nuestra mente imaginando qué podrá suceder a continuación, con el arte de una lograda orfebrería literaria, engalanando si se obstina (verbigracia, con un alto cultivo lingüístico) a la par que ligera y precisa si el apremio desencadena la acción por derroteros, digamos, precipitados. Entre clasicismo y un sálvese quien pueda en sutil alternancia se saborea una prosa atinada así en la calidez onírica que atesta la mente de Popoulos como en el frenesí real que enturbia su vida. Porque este imaginador es un adelantado a su tiempo; de niño un incomprendido al que zurraban los compañeros abusones, arreaba el maestro y sacudía su madre. Vamos, que le pegaban todos por considerarlo débil, diferente o inútil, cuando en realidad era brillante, genial… e inútil. Sí, me temo que su madre jamás varió la opinión que tenía del pequeño.
Pero es que Nikolaos, allá por donde iba, despertaba envidias a su paso dado que convertía en mediocres a aquellos con los que, sin pretenderlo, se comparaba. Así le ocurrió a aquel brillante judío, médico personal del sultán de Estambul, e incluso a éste: «Lo que el anciano judío no podía adivinar era que aquel rechoncho inventor de barba descuidada fuese también al mismo tiempo un eterno escritor en ciernes, el mayor fabulador de todos los tiempos, ni que su propio señor, Solimán el Amante de los Artistas y Poetas, también advertiría desde el primer instante que aquel muchacho era un hombre nuevo, de esos que no se usan por el mundo, y le disputaría los minutos de su compañía». Y es que, en sus correrías, este rechoncho Popoulos lo mismo se codea «entre desubicados y prófugos» piratas uscoques en el puerto de Senj o el sultán y su Sublime Puerta en la vaporosa Estambul, como conoce peligros muy de cerca: los «espíritus atormentados de los strigoi» o el gólem, por otra parte incontrolado vengador de las injusticias que padecían los judíos de Praga.
No solo. Porque esta novela histórica de lectura más que recomendable sabe enganchar al lector desde las líneas primigenias al hacer surgir la batalla de Lepanto y, en ella, al escritor patrio más afamado que han conocido los tiempos. No en vano Cervantes sufrirá a causa de este fabulador y escritor en ciernes, no menos imaginativo que el propio creador del Quijote, en un modo que enseguida se desentraña con el transcurso de las páginas (y ahora no digo para conservar la intriga). Las cuales cobran brío mientras retrocede la acción a la génesis que clarifica los motivos que confieren a Nikolaos Popoulos esa personalidad que le hace ser único y especial. El que éste se invente cien nombres para subsistir según las circunstancias o J.J. Muñoz-Rengel una forma de escritura nueva no es sino la doble cara de una misma moneda. La «mente multidimensional» del protagonista, quien «se veía de improviso en la necesidad de reconstruir los conceptos de lo bello, del amor, de la atracción, la pasión, la consagración o el sacrificio», ahí es nada, se podría confrontar con la de su creador, alquimista que convierte la ficción en realidad, epilogando con la pregunta que el gran imaginador le formula a Miguel de Cervantes: «¿Qué si no se puede profesar por los autores de los libros que encierran vidas y mundos eternos, que nos transportan y nos embriagan y hacen vivir un tiempo regalado, más que amor y admiración?».
Pues eso.
La Jungla de las Letras, 24/03/2017
Por Víctor Morata Cortado.
Tenemos ante nosotros a una de las historias más complejas que haya parido la literatura nacional, tanto es así, que a veces, sobre todo al principio, no cuesta perderse en los vericuetos de la mente infinita de su protagonista: Nikolaos Popoulos. Sí, porque cuesta más de la mitad del libro hacerse con las riendas de ese personaje, de lo que maquina y confabula su mente a escondidas del mundo real, creando su propio mundo imaginario que no es uno sino cientos, miles, infinitos, mientras la carne sufre la desazón de su infortunio. El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres es la vida imaginada de su protagonista que camina a la par que la real, compenetrándose fantásticamente ciencia ficción, fantasía e historia, ya que Juan Jacinto Muñoz-Rengel, en una muestra de sus grandes dotes narrativas y creativas, converge en diversos puntos –muchos de ellos bastante identificables– la historia de Popoulos con la de muchos otros personajes o sucesos que acontecieron en torno a las aguas del Mediterráneo y otros puntos de África y Europa, sobre todo del este. Lo hace de forma magistral, porque hay una gran fluidez en su pluma que no entra en conflicto con ese barroquismo que se le aprecia tanto a la hora de describir y mostrar, por dentro y por fuera. Su narrativa que es la de Nikolaos Popoulos, se expande en el tiempo y el espacio sin perderse por ese complicado laberinto que, a mí, personalmente, me costó un poco descifrar al principio o seguir sin volverme medio loco. Sin embargo, la historia no deja de asombrarme como lector y abre numerosas vías a las que es imposible atender con plenitud sin marearse con tanta información; hubo momentos en que verdaderamente me sentí abrumado por esa avalancha interminable de datos. No quiero ni imaginar lo que habrá sufrido el autor para dar forma a tan compleja construcción. Esa sensación que me generó la primera mitad del libro es quizá la única pega que podría sacar a la novela, pues en su conjunto es una obra de todo punto excepcional y muy recomendable. Una oda a la imaginación y al acto de crear, pero que eleva la cuestión sumergida de la importancia de crear para uno mismo, por el mero hecho y la gratitud de forjar universos y plasmarlos en un pliego de papel, frente esa obstinación latente en casi todo escritor de ofrecerse al mundo y dejar de ser inédito. También he podido comprobar que, a medida que avanza la historia, se vuelve más truculenta y, a veces, incluso sobrepasa los límites impuestos por el género de terror, pero no es algo negativo, sino sólo a tener en cuenta. En cualquier caso, El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres de Juan Jacinto Muñoz-Rengel es una gran novela, inmensa e infinita. Estoy seguro de que una nueva lectura implicaría diferentes conclusiones y reflexiones, pero no la haría perder valor alguno. Muy recomendable.
Fantífica, por Laura Fernández, 21/02/2017
Muñoz-Rengel firma un excelente juego literario que rinde homenaje a la ciencia ficción y el terror.
Por Laura Fernández.
Juan Jacinto Muñoz-Rengel tiene un talento especial para convertir todo aquello que toca en una experiencia lectora y, por qué no, profundamente existencial, que casi siempre tiene aspecto de juego sin serlo. Ya ocurrió en la siempre recomendable El asesino hipocondríaco, en la que el juego era una primera persona traviesa que lanzaba al lector contra un lado y otro del ring y no evitaba provocarle risas, porque Rengel es un narrador inteligente, un narrador nato, y el sentido del humor está siempre ahí, porque todo aquello que amamos siempre tiene algo de divertido.
En El gran imaginador, el juego toma la forma de una novela de aventuras transgénero, que homenajea a todo lo homenajeable, desde Drácula y Frankenstein hasta la adorable La guerra de los mundos, de H. G. Wells y el mítico gólem de Praga. Una novela que, sobre todo, es un homenaje a la mente del creador, a la imaginación, y que trata de explicarle al mundo, de una forma mayestática, admirablemente total, en qué consiste la condena de la ficción o la maldición del narrador.
Porque más allá de lo que en ella ocurre, la novela se vive, se lee, como una aproximación a aquello con lo que el narrador convive. Es decir, la posibilidad de alterar la realidad para ajustarla a una ficción que la vuelva no solo soportable sino, sobre todo, deseable. Ha dicho el propio Muñoz-Rengel que esta es la novela de su vida. Lleva trabajando en ella catorce años. De hecho, tanto El sueño del otro como El asesino hipocondríaco y todo lo demás, los relatos de De mecánica y alquimia, todo, se ha ido construyendo a la sombra de esta novela, cuyo gran referente fue desde el principio Cervantes y su Quijote. No en vano el propio Nikolaos, el narrador dotado con el superpoder de la ficción que todo lo transforma, tiene un fiel escudero, que no es Sancho Panza pero como él cabalga un rocín (si es que un rocín puede cabalgarse), que le acompaña en sus aventuras cuando sus aventuras lo alejan de su Atenas natal.
Pero centrémonos: Nikolaos Popoulos, el protagonista de esta historia, parece un niño cualquiera cuando todo arranca, pero no lo es. Bueno, digamos que cuando todo arranca Nikolaos ya no es un niño y está viéndoselas con el mismísimo Cervantes, que está a punto de perder un brazo en la batalla de Lepanto. De hecho, están en mitad de la batalla cuando se encuentran, y el encuentro tiene un poco el aspecto de un viejo point ‘n’ click, porque la sensación es la de que puede pasar de todo en cualquier momento y de que hay una manera segura de salir de allí pero no alcanzamos a ver cuál es. Para que os podáis hacer una idea de qué va la cosa, nos saltaremos ese flash forward —cargado, por otro lado, de intenciones— y nos ceñiremos a esbozar lo que pasa cuando Nikolaos descubre su superpoder, el de la imaginación portentosa, la imaginación infinita, siendo aún solo un niño.
Y lo que ocurre es que, para empezar, su madre no le soporta porque es demasiado perfecto (a diferencia de sus hermanos). Su madre es tan cruel que cada noche le susurra que nunca va a llegar a nada en la vida. Quién sabe si por eso, a los sesenta años Nikolaos, pese a su prodigiosa imaginación, sigue siendo un escritor inédito. En el colegio, tampoco la cosa le va nada bien. Los profesores lo aborrecen porque no deja de tratar de convencerlos de que lo que cuentan no ocurrió exactamente como lo cuentan, y el nivel de detalles es tal que estos llegan a dudar de hechos probados, de relatos escritos. Pero es que Nikolaos había empezado creando relatos con el ábaco y los números y no fue hasta descubrir los libros cuando encontró la gasolina que pondría definitivamente en marcha el verdadero motor de su imaginación.
Lo que sigue es un viaje, que se inicia en un monasterio, o, mejor, en su Atenas natal, en algún momento del siglo XVI y que va a convertir al escritor inédito, al niño Popoulos, en una suerte de caballero andante destinado a cruzarse con el creador del más famoso caballero andante de todos los tiempos. El resultado es un juego de espejos que cambia las novelas de caballerías por las de ciencia ficción y terror, por las novelas de aventuras, en definitiva, por todo aquello de lo que se ha nutrido la imaginación del gran imaginador que es Muñoz-Rengel. Muñoz-Rengel se ha retado a sí mismo a construir una novela de clásico aliento ruso —atenta al más mínimo detalle, a la suculenta reconstrucción de época y ambiente, a la fantástica creación de escenas memorables— para rendir tributo a la idea misma del cuento, de la ficción, lo único que hace del mundo un lugar interesante. Bravo por él.
Neo Nostromo, 31/01/2017
El podcast de literatura fantástica y de género Neo Nostromo dedica una amplia reseña a El gran imaginador de la mano de Miquel Codony, que conversa sobre el libro con Alexander Páez (a partir del minuto 4’50»).
Propera parada: Cultura, 30/01/2017
Por Salva G.
Hace catorce años, Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974) tuvo una idea para una novela. Esbozó unos folios sobre ella, diseñó su estructura y apuntó toda la documentación que necesitaría para llevarla a cabo.
Hace tres años estuvo redactándola, siendo el último de ellos el más fructífero, desde las 5:30 hasta las 23:00 horas estuvo los siete días de la semana acabando la obra que tenemos en nuestras manos: El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres.
Creo que eso dice mucho a favor de esta magna obra, densa, extensa, repleta de aventuras y seguramente icónica con el paso del tiempo, ya que este para bien o para mal nos dará la razón.
Al más puro estilo Las mil y una noches, o buscando una comparación mucho más cercana como podría ser El contador de historias de Rabih Alameddine, el autor malagueño entrega su obra más ambiciosa, que seguro marca un antes y un después en su carrera, si es que ya no lo hizo con El asesino hipocondríaco, y que como si de un Forrest Gump o un Leonard Zelig se tratara narra la peculiar historia de Nikolaos Popoulos, un niño nacido en Atenas en pleno siglo XVI dotado con una capacidad de ensoñación más allá de los límites de la naturaleza.
Conocerá a la Condesa Sangrienta y el gólem de Praga, inspiradores de los mitos de Drácula y Frankenstein respectivamente, coincidirá con el mismísimo Miguel de Cervantes en la famosa batalla de Lepanto, donde el escritor perdió su brazo (¿tuvo algo que ver nuestro personaje?) incluso nuestro fabulador tiene mucho que ver con la libertad del escritor cuando este es apresado y conducido junto a su hermano Rodrigo a una cárcel de Argel.
Las referencias históricas son evidentes en toda la trama, al igual que las literarias, Juan Jacinto deja claro que su personaje y su compañero, Popoulos y Phanerotis son una suerte de Don Quijote y Sancho Panza, muchos años antes de que estos fueran creados por el alcalaíno.
Aventuras, terror, humor, ciencia-ficción, realismo mágico, histórica… todos esos géneros se dan la mano en El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres más una escritura que no aunque moderna, bebe mucho del famoso siglo de oro y que le da un resplandor final a la novela.
En un gran ejercicio metaliterario, Juan Jacinto se pone en la piel de Popolous quien a toda costa quiere escribir una historia digna de su imaginación ilimitada, y lo consigue contando su propia historia.
El síndrome Chéjov, por Miguel Ángel Muñoz, 23/01/2017
Por Miguel Ángel Muñoz.
¿De verdad ese puñado de rasgos podía encarnar todo lo que se escondía dentro de sí? ¿Sus miles de mundos? ¿Sus seiscientos cuatro mil personajes ficticios con sus nombres y existencias inventadas?
Cada escritor escribe durante su vida un libro, o dos o tres, a lo sumo, que es la suma de todos sus esfuerzos, la culminación de un proyecto que, a lo largo de muchos años, ha ido virando de la idea a la pasión, hasta acabar como una obsesión que se lleva por delante millones de neuronas insustituibles, de fuerzas que ya no volverán a sentirse tan enérgicas, y que dejan al escritor, una vez el libro ha sido escrito, con el cerebro asediado por la duda de hasta qué punto ha sido capaz de plasmar en sus páginas lo tan soñado.
El gran imaginador es, para Juan Jacinto Muñoz-Rengel, ese libro. Con suerte, el primero de ellos. Una novela fantástica exhaustivamente documentada, en la que se narra con meticulosidad de autor realista —todo lo contrario de lo que él es— la vida, durante el siglo XVI, de un personaje entrañable, Nikolaos Popoulos, que cruzará su destino con el de Miguel de Cervantes en el capítulo inicial, reproducción entusiasta de la batalla de Lepanto, además de con numerosos mitos de la literatura fantástica. Drácula, Erzsébet Báthory, la Condesa sangrienta, una muy particular guerra de los mundos a lo H.G. Wells, que me cuido mucho de desvelar, e incluso el Gólem del judío de Praga, que Gustav Meyrink narró en su novela de 1915. Popoulos, el ateniense, al que conoceremos desde su niñez hasta un melancólico final, es un infeliz que recorrerá mundo junto con su contrario y tan querido escudero, su inseparable amigo Mixalis Phanerotis, de físico quijotesco y que monta un rocín descoyuntado, toda vez que Popoulos es rechoncho y va a caballo, en uno solo de los juegos literarios con los que Muñoz-Rengel va salpicando las casi 500 páginas de la novela.
Leerla, como yo lo he hecho, durante la navidad, ha sido un regalo stevensoniano, puesto que una gran virtud de la novela es su invocación del poder, devaluado hoy, de la imaginación, de la lectura capaz de transportarnos a tiempos y lugares lejanos. Así, la topografía de la novela, y su desarrollo argumental, logra reproducir las características de las novelas que nos sumergían dentro de sus páginas y lograban que no nos interesara demasiado lo que ocurría fuera de ellas. Alcanzar eso en estos tiempos cínicos es caza mayor.
Hitchcock desaconsejaba comenzar una película con la escena de una gran explosión, porque obligaba al director a seguir de una forma más impactante. Los primeros capítulos de El gran imaginador navegan durante la batalla de Lepanto, lo que demuestra que Muñoz-Rengel no es hitchcockiano, y que no tiene miedo a desbordar con peripecias y aventuras las páginas de su libro, diseñado a la manera de como Orson Welles entendía el cine: un maravilloso tren eléctrico que pone los sueños en movimiento.
En los vagones de ese tren, junto al dispositivo claramente fantástico hay una muy interesante justificación metaliteraria de la tesis de la novela: que la vida no merece ser vivida si se margina de la existencia la capacidad regeneradora de la imaginación y sus poderes terapéuticos frente a la frustración, el dolor y la mentira.
Y a lo largo de la meditada estructura de la novela, en los intersticios de las numerosas cajas chinas de su trama, escrita con un lenguaje vigoroso, abunda la reflexión de que la historia se repite como un torpe simulacro de sí misma. Las cosas más terroríficas que recordamos, los crímenes más horrendos, las guerras más pérfidas, los atentados más brutales contra la cultura ya fueron cometidos en la época de Popoulos, pero también en épocas anteriores a la suya, porque, como se menciona en el estupendo capítulo 22, dedicado a la quema de libros a lo largo de la historia, «tras la quema de los miles de ejemplares atesorados por los bizantinos, el odio al papel y a la palabra escrita pareció extenderse como un virus por todo el Mediterráneo y hasta por el planeta».
Todo ha ocurrido ya antes, muchas veces.
Y ese laberinto borgiano, esa myse en abyme que nos enfrenta al vacío ante la repetición de lo horroroso, esa descripción de una realidad adversa y tremebunda, Popoulos la supera, la trasciende, mediante el poder omnímodo y salvífico de la imaginación. Un poder más glorioso que el de la literatura, pues no la precisa para existir, como ejemplifica su propia historia. Él es un escritor sin obra, un Pepín Bello que es capaz de multiplicarse dentro de sí, inventándose personalidades distintas, muchos otros mundos, que están en él, a lo Éluard. Y esas metamorfosis le hacen salir con bien de sus estrafalarias y peligrosas aventuras.
Por último, uno de los temas fundamentales de la novela es la vigencia del simulacro y la falsedad, y cómo se hace necesario tirar de ella para prosperar en el mundo. Su estancia en el monte Athos —mi parte preferida de la novela— introduce a Popoulos en el comercio de las falsas reliquias religiosas, y El gran imaginador puede ser leído como una sutil alegoría del sistema literario y su indispensable trama de influencias, conveniencias y falsarios egotismos. Sugiere que cualquier gloria, incluso la de Cervantes, tal vez se haya edificado sobre un puñado de mentiras bien urdidas.
Puede leerse así, claro, pero yo prefiero quedarme con la otra lectura, la de la imaginación y la fantasía como refugio ante las oscuridades del mundo. El gran imaginador canta esas bellezas, y Nikolaos Popoulos las sirve, con todo su empeño, hasta el final y sin descanso.
El Blog de Jordi Cervera, Catalunya Ràdio, 23/01/2017
Per Jordi Cervera.
Plaza & Janés ha publicat la darrera novel•la del malagueny Juan Jacinto Muñoz-Rengel, “El gran imaginador”, un llibre que representa un pas endavant en la carrera professional de l’autor i que, tot i que ja ho havia apuntat en altres obres, es revela com un autor sòlid i amb una fantàstica capacitat d’imaginar, de barrejar mons, de fer que diversos universos es creuin i ens facin volar més enllà.
Aquí tenim una barreja atrevida de fantasia i d’història, d’humor i de terror i, sobretot la presència de l’aventura. El protagonista, Nikolaos Popoulos, un grec del segle XVI que té vocació d’escriptor una fabulosa capacitat d’inventiva. Però la vida quasi mai és allò que vols i enlloc d’una vida tranquil•la escrivint històries, li toca embarcar-se en un viatge llarg i complicat que el porta a descobrir els orígens de la ficció, a conèixer en primera persona pirates i corsaris, a trobar el golem de Praga, a fer-se amic de Miguel de Cervantes, a entrar als palaus sumptuosos d’Istambul.
No hi ha dubte que la gràcia d’un bon escriptor és aconseguir que els mons que dibuixa, per més insòlits i increïbles que siguin, resultin magnètics i versemblants i Muñoz-Rengel se’n surt sense cap problema i aixeca una història que xucla, que captiva i que, a més, aconsegueix esquitxar-ho tot de referències culturals. La seva manera d’escriure és intensa, rica, amb capacitat per anar creant ambients i per això aconsegueix sortir ben parat d’aquest repte que li permet abastar un insòlit espectre de personatges i situacions reals i fictícies.
Juan Jacinto dibuixa una novel•la de gran bellesa, de les que es llegeixen amb passió, assaborint les paraules, les frases, les idees, bevent mars de creativitat i de les que permeten gaudir de la fantasia, de les emocions i els plaers de la ficció.
Otros Acentos, Radio Exterior, Radio Nacional de España, 20/01/2017
Una reseña de El gran imaginador por José María Pascual, para Otros Acentos, Radio 5, Radio Nacional de España (a partir del minuto 18′).
La Biblioteca del Kraken, 16/01/2017
Por Eloi Puig.
A veces, escribir una reseña es más difícil de lo normal.
A veces te llega a las manos una obra inclasificable, una novela de múltiples capas o lecturas, que contiene diversas metas y que te atrapa por completo sin saber la causa porque cuando la acabas tienes un sentimiento más de vacío que de plenitud dado que el alcance de la novela es muy grande pero los detalles que te golpean son escasos.
A veces no sabes si estás ante una obra maestra o de una obra terriblemente personal de la cual no sabes cómo asimilar todo lo que nos quiere transmitir el autor y te quedas con la sensación de que se te escapan detalles, hechos, elementos… puesto que tu mente es mucho más plana y no posee la suficiente capacidad imaginativa para seguir las aventuras de Nikolaos Popoulos, nuestro protagonista.
Juan Jacinto Muñoz-Rengel es un escritor que según palabras textuales ha dedicado su vida a esta novela. Con esta afirmación visceral no sabemos si Muñoz ha estado muchos años estructurando y escribiendo la novela o si por el contrario cree que es la obra maestra de su bibliografía. Un servidor no sabría decirlo pues sólo había leído hasta ahora su más que notable El sueño del Otro, pero si algo tengo claro es que el autor es capaz todavía de proporcionarnos largas tardes de placentera lectura y que esta quizás será una de sus novelas más emblemáticas pero que todavía puede hacer de más y mejores. No tanto si hablamos estrictamente en clave literaria pues la prosa de Muñoz es más que excelente y sobradamente reconocida. No tengo claro que este punto se pueda mejorar pues es una prosa casi prodigiosa que nos hipnotiza desde el principio, que nos transporta, especialmente en este caso, a un mundo pasado de gran riqueza literaria a través de un estilo que te envuelve y te seduce muchísimo.
Pero dejadme que me centre un poco, pues como decía, es difícil abordar esta reseña. El gran Imaginador o la historia del viajero de los cien nombres. Este es el título, larguísimo y fastuoso que, acompañado de una magnífica portada que nos transporta a pensar en viajes por tierras helénicas y balcánicas, en libros, imaginación y en historia, nos abre las puertas a la vida de Nikolaos Popoulos, nuestro Gran Imaginador, una persona nacida en Atenas y quien sabe si influenciada por los dioses griegos o por una mente extraterrestre o incluso quizás por una mutación extraña, posee el don de desconectarse de la realidad que le rodea y imaginar. Imaginar mundos nuevos, posibilidades a hechos concretos de su presente, inventarse personajes, vidas, naciones e incluso civilizaciones que nacen y mueren en el transcurso de los siglos, tanto en la Tierra como en otros planetas. Popoulos es como un icono, una metáfora de la imaginación y las posibilidades que nos ofrecen las páginas de los libros y hasta un punto es una crítica a nuestras pobres mentes que se empeñan en guiarse sólo por los sentidos a los que están atadas.
Entonces, ¿Es una novela histórica? ¿Fantástica? ¿De Ciencia-ficción? ¿O quizás es un relato de viajes? Pues es todo eso y algo más, pues también parece una obra casi metaliteraria en algunos momentos. El Gran Imaginador se ancla a priori a finales del s. XV, en Europa Oriental, en las tierras que entonces ocupaba la nación más importante del momento: El imperio otomano que se extendía por buena parte de Europa: Grecia, Valaquia, Transilvania, Serbia, Croacia. Pero también nos transporta a Bohemia o la minúscula isla de Malta. Sí, es un libro de viajes pero esas rutas que dibujan la errática vida de Popoulos nos describirá no sólo el funcionamiento de la burocracia otomana en una de las ciudades más fascinantes del mundo: Estambul; si no que también nos dejará entrever el modo de vida de los piratas uscoques en la costa dálmata o las supersticiones de Valaquia y Transilvania – la actual Rumania- y más aún, nos abrirá las puertas a la Praga medieval y sus secretos.
Pero es que además encontraremos ataques extraterrestres, seres mitológicos del folclore medieval de la Europa del este que son la base de los diversos fenómenos literarios normalmente encasillados dentro del terror o también comprobaremos como los monstruos creados por el judaísmo pueden volverse en contra de este pueblo.
Sí, El Gran Imaginador es un repaso también a la fantasía, a la ciencia ficción y conecta directamente con obras clásicas de la literatura universal. Muñoz nos hace guiños constantes a los orígenes de mitos como los vampiros, Frankenstein, el golem de Praga etc. Pero aún queda lo mejor de todo. Las historias de Popoulos podrían integrarse (y de hecho, en parte lo hacen) en una de las obras más valiosas de todos los tiempos pues este personaje resulta inspirador del mismo Miguel de Cervantes tras conocerse durante la mítica batalla de Lepanto. Es como si la presente novela rindiera un homenaje poco disimulado a la gran obra de imaginación que es El Quijote.
Volvamos a nuestro insigne Imaginador: ¿Quién es Popoulos? No es un griego corriente que huya de su tierra natal. ¿Es un viajero con una mente alienígena? ¿Es una musa inspiradora de escritores en horas bajas? ¿Es un simple títere ante las alargadas manos de un autor como Juan J. Muñoz que nos quiere acercar una mezcla de amor por la literatura y los libros, por el exotismo de ciertas naciones y épocas? Todo esto lo tendrá que decidir un poco cada lector cuando se sumerja en la lectura. Muñoz a través de una visión omnisciente de la mente de Popoulos nos narrará su biografía como si tratara de una novela picaresca bien ubicada históricamente a través de la cual conoceremos a su curioso amigo Mixalis Phanerotis con el que compartirá penurias a los estrictos monasterios griegos o en las cárceles de Malta, pero también nos adentraremos en Estambul, en el epicentro del imperio otomano. Más adelante lo encontraremos vagando por los Cárpatos o en su madurez lo encontraremos en la Praga más deslumbrante.
Todos ellos son grandes escenarios con los que Muñoz gusta expresar las aventuras de Popoulos bajo perspectivas muy diferentes. Mientras que los hechos de Estambul se tutean con la fascinación y el sentido de la maravilla, en Transilvania los relatos de Popoulos caerán dentro del terror más grotesco y finalmente en Bohemia nos toparemos con el humor y el absurdo más curioso. Lo cierto es que estos escenarios que acabo de comentar son los que acaban siendo más retenidos por el lector pues las primeras 150 páginas del libro que atienden la infancia y adolescencia de Popoulos carecen elementos de más referencia. Son poco impresionantes y en algunos momentos incluso precipitadas (como el paso de Popoulos con los uscoques).
Esto lleva a hacer un inciso: Si algo podemos reprocharle al autor es el tratamiento de los personajes secundarios que resulta muy superficial. Desde el curioso amigo de Popoulos, pasando por dichos piratas Uscoques que tanto ayudaron a Populos pero que tan poco tiempo dedica el autor a retratarlos, y acabando por su archienemigo, el monje serbio Slobodan Uros, que siempre está presente pero que no cumple con las expectativas pues aparece más bien poco y sin demasiado decir. El autor define muy bien a nuestro protagonista y difumina un poco los actos y las motivaciones de los que le siguen o se cruzan con ellos. También en ocasiones queda estancado varios capítulos en un escenario (Estambul, el monasterio de Simonopetra …) y en cambio pasa algunos períodos de la vida de Popoulos de forma muy rápida como la mencionada estancia con los uscoques o los cambios económicos después de las aventuras en los Cárpatos que se describen en breves párrafos
Quizás los mejores capítulos son los que estructuralmente están metidos entre los otros, como flashforwards que nos sumergen en la vida futura de Popoulos con nuestro viejo conocido Cervantes y que creo es uno de los puntales de la novela. Como homenaje y como meta sobre el proceso imaginativo en sí.
El Gran Imaginador es, como comentaba al principio de esta burda reseña, muy difícil de clasificar. Cada lector le sacará más jugo de una parte que de otra. Unos se enamorarán más de unos pasajes divertidos, otros capítulos de puro horror. Otros valorarán los homenajes explícitos a la literatura y la imaginación en general. Y quizás otros caerán rendidos simplemente por la elegante prosa de Muñoz. Quizás unos lectores encontrarán en falta más personajes importantes – como yo- e incluso algunos pensarán que la novela funcionaría mejor como relatos, quizá unidos en forma de fix up. Sea como sea, El Gran Imaginador no dejará indiferente, tanto si no se puede dejar de leer algunos capítulos como si en otros os quedáis atascados un poco, es una novela inmensamente original, muy trabajada a nivel documental y sobre todo muy bien narrada.
El autor afirma que es la novela de su vida. Así que leedla y opinad.
Libros y Literatura, 20/12/2016
Por Esther Magar.
Quien haya leído las anteriores obras de Juan Jacinto Muñoz-Rengel, como El asesino hipocondríaco, habrá visto que este autor malagueño busca la novedad en la escritura y le gusta romper los encorsetamientos de los géneros literarios.
Quien haya acudido a alguna de sus presentaciones o charlas habrá comprobado que es un apasionado de la ficción, en su vertiente creadora pero también en la lectora, y posee un significativo bagaje cultural, por lo que sus referencias a otros autores son habituales y muy instructivas.
Quien se aventure a leer su nueva novela, El gran imaginador, encontrará esa novedad, rotura de etiquetas y referencias literarias habituales en él, y disfrutará de su historia más ambiciosa (hasta el momento) y de un protagonista que tiene los elementos necesarios para pasar a la posteridad. Porque Nikolaos Popoulos, el imaginador, el soñador anacrónico, el fabulador interior, el salvador del mundo, nacido en Grecia, la tierra de la tragedia, los dioses prodigiosos, los héroes legendarios y los monstruos imperecederos, es el personaje que todo escritor quisiera crear… o ser, pues tiene el talento de inventar desde la nada, recordar todo lo visto y lo nunca visto y adelantarse siglos a sus contemporáneos.
No voy a adentrarme en detalles sobre la trama, ya que la grandeza de esta obra es su capacidad de sorprender al lector. Solo decir que podría considerarse una novela iniciática a grandes rasgos, una amena novela de aventuras por el Occidente y Oriente del siglo XVI, una puntual inmersión en los géneros de terror y ciencia ficción, una trama con fuertes anclajes históricos, una narración con un maravilloso toque de realismo mágico y un despliegue absoluto de fantasía, todo ello aderezado con el humor característico de Muñoz-Rengel. El subtítulo de la obra, La fabulosa historia del viajero de los cien nombres, aporta el resto de información necesaria.
El gran imaginador es un libro que solo un gran lector podría escribir. Está plagado de guiños a otras obras, desde clásicos como Homero a contemporáneos como Oliver Sacks o G. R. R. Martin, aunque las referencias más evidentes y continuas son a Cervantes y El Quijote. Muñoz-Rengel plantea así un juego metaliterario para los lectores más avezados, sin olvidarse de los lectores ocasionales, que encontrarán igualmente una historia llena de acción.
Pero El gran imaginador es, sobre todo, una obra que solo un gran escritor podría crear. La invención de un personaje de la magnitud de Popoulos y el manejo de una compleja estructura, que ensambla sin aristas ficción y hechos históricos, demuestran la capacidad de un autor que ha alcanzado su madurez narrativa y el excepcional trabajo de documentación que ha llevado a cabo. No sorprende que Muñoz-Rengel haya invertido catorce años en gestar este libro.
Los amantes de la lectura empatizarán con Popoulos, pues les hará revivir la emoción infantil con la que se descubre la literatura y el cataclismo interior que provocan ciertos libros. Pero aún más lo harán los escritores, que comparten con él ese desbordamiento de las ideas, esas ganas de publicar, ese deseo de escribir el libro para el que han sido creados.
Popoulos dice, en un momento dado de la novela, que no se puede sentir otra cosa que admiración por los autores de los libros que encierran vidas y mundos enteros, que nos transportan y embriagan y que nos hacen vivir un tiempo regalado. Y estoy completamente de acuerdo con él. Por eso, quiero mostrar en estas últimas líneas mi admiración, como lectora y escritora, hacia Muñoz-Rengel, por si en el resto de la reseña no ha quedado evidenciado. Quien lea El gran imaginador, creo, coincidirá conmigo.
Librario Íntimo, 17/12/2016
Por Rubén Castillo.
Si tuviera que elegir una palabra, una sola, para definir esta novela del malagueño Juan Jacinto Muñoz-Rengel, me decantaría por “abrumadora”. Y les puedo asegurar que la he pensado bien y que he tratado de concentrar en un único vocablo todo el abanico de matices que este vasto proyecto narrativo exige. Optar por “excesiva” tampoco hubiera sido una mala idea, pero me retrajo el matiz despectivo que suele comportar dicho término y que en modo alguno yo pretendía atribuirle. Porque, en efecto, el volumen que acaba de salir en el sello Plaza & Janés (El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres) es, ante todo, un ejercicio fastuoso de documentación, de lenguaje, de construcción novelesca, en el que el autor ha invertido una cantidad fabulosa de tiempo para dotar a sus personajes (que viven en el siglo XVI, no lo olvidemos) de un entorno religioso, social, indumentario, culinario y lingüístico tan creíble como minucioso.
El gran protagonista es Nikolaos Popoulos, quien ha venido al mundo con un cerebro sumamente especial, que le permite expandir su pensamiento y su imaginación más allá de cualquier límite: puede conocer el pasado, anticipar el futuro, elaborarse una imagen de los descubrimientos e invenciones que sorprenderán a los hombres dentro de décadas o siglos, concentrarse como un monje budista o asimilar idiomas y libros con una facilidad asombrosa. Un ser inequívocamente borgiano (resulta imposible no establecer paralelismos con ciertas ideas literarias del genial escritor argentino) que entrará en relación con la condesa Báthory, legendaria y sangrienta; con Judah Loew, rabino de Praga al que siempre relacionamos con el mito del gólem; y, sobre todo, con un jovencito y aún inédito Miguel de Cervantes, con quien se encuentra en medio del fragor de la batalla de Lepanto.
Pero es que, además de las referencias literarias (que son notables y están muy bien engarzadas en el texto de Juan Jacinto Muñoz-Rengel), existen también otro tipo de intertextualidades, que irá descubriendo el lector atento. Así, los cinéfilos sonreirán cuando lean, en la página 148, que Popoulos vivió en los libros todo tipo de aventuras y que, entre otras muchas imágenes, “vio naves en llamas más allá de Orán, meteoritos fulgurar en la oscuridad cerca de la Puerta de Ishtar en Babilonia”.
No obstante, conviene avisar a los lectores de una circunstancia básica de esta novela: no está concebida para todos los paladares. Quienes calibren que se trata de un texto de aventuras o de una historia de fácil asimilación con la que disfrutar durante un fin de semana tienen que ser advertidos para que no se llamen a engaño: es tanta la riqueza de vocabulario que presenta, tan efervescentes sus quiebros temporales, tan intenso su análisis de otras sociedades, otros paisajes y otras culturas, tan exigente su sintaxis, que resulta bastante explicable que, en algunos tramos de la obra, se experimente incluso una cierta asfixia. Se trata desde luego de una asfixia gozosa, de una especie de ahogo estético stendhaliano, a través del cual los lectores fortalecen su musculatura intelectual. Pero conviene decirlo para que los buceadores sepan en qué océano se sumergen. Absténgase los tibios, los flojos y los que no desean otra cosa que pasear los ojos por “una novela más”. El gran imaginador no es para ellos.
Skin Tailors, 16/12/2016
Puede que grandes editoriales como Planeta o Alfaguara se lleven la palma en ventas en nuestro país, o que la novela en muchas de sus variantes sea la reina de los géneros, o al menos el más leído y vendido. No por ello todo lo que ahí se encasille o es bueno, o es malo. Hoy queremos hablaros de una gran novela que se publicó hace un mes y ya va por su segunda edición. A simple vista por su cubierta (de hecho magnífica cubierta a partir de una ilustración de Fernando Vicente, por cierto) es otro más de los best sellers que pueblan los escaparates de algunas librerías y las estanterías de Carrefour, y es que el nombre responde a ese patrón que siguen todas las novelas históricas/fantásticas sobre enigmas, mapas y secretos. Su nombre esEl gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los mil nombres. Pues bien, verdaderamente es una novela extensa, nada fácil, histórica con tintes fantásticos y con un bellísimo nombre que, por cierto, se merece.
Juan Jacinto Muñoz-Rengel es joven, insultantemente joven. Su formación en filosofía es tan evidente que en todas sus obras se ven vestigios de filosofía, bien por alusiones y por influencias del todo palpables en sus relatos fantásticos en los que se pueden rastrear a la perfección determinados cuestionamientos filosóficos como de forma manifiesta en una novelita también publicada en Plaza & Janés titulada El asesino hipocondríaco, un verdadero homenaje a la historia de la filosofía en la que el protagonista (un asesino hipocondríaco) se obsesiona con los filósofos más representativos de la cultura occidental.
En esta ocasión, Juan Jacinto Muñoz-Rengel hace un viaje por toda la geografía mediterránea y Oriente Próximo para rastrear los orígenes de nuestra cultura de manos de un hombre que se levanta una mañana en el siglo XVI en la Grecia otomana y que quiere ser escritor, pero por mucho que lo intenta no lo consigue. Eso sí: su poder para imaginar no tiene límites. Desde la primera página vemos homenajes literarios tanto en su forma como en los personajes de quienes se nos habla (como no podía ser de otra manera, las primeras líneas nos dejan ya tras la pista de nuestro “personaje” más célebre, querido y a la vez y paradójicamente desconocido que todos reconoceréis por su descripción). Una oportunidad maravillosa también para aprender y conocer la historia antigua y moderna, ya que sin duda hay detrás de todas las descripciones de hechos y lugares históricos una gran documentación.
Una verdadera delicia para quienes amen de verdad la literatura y quieran emocionarse viajando a través de ella, conociendo a los personajes y mitos que la pueblan y que además apunta e indaga en profundidad sobre la profesión y la vocación del escritor.
República, 15/12/2016
‘El gran imaginador’, una fábula moderna
La novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel nos lleva a un mundo donde lo legendario se mezcla con lo real y a vivir un sin fin de aventuras con su protagonista.
Por Luis Martínez González.
Los diccionarios definen “fabular” como inventar o imaginar cosas fantásticas tal que si fueran reales. En este sentido, podemos decir que buena parte de la narrativa se encuadra en ese género y muy especialmente aquella que combina hechos naturales con otros de corte legendario o mitológico. Por ejemplo, un relato de aventuras lleno de imaginación donde, junto a seres reales, aparecen otros surgidos del folclore centroeuropeo tales como el Golem de Praga o la Condesa Sangrienta. En este sentido, podríamos considerarlo una fábula.
Precisamente, este es el caso de ‘El gran imaginador’, la última novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974) que ha publicado recientemente el sello Plaza & Janés y que lleva el sugerente subtítulo de ‘La fabulosa historia del viajero de los cien nombres’. No en balde, el escritor andaluz es una de las figuras más interesantes de nuestra narrativa fantástica.
Ya con su primer libro de relatos, ’88 Mill Lane’, pertenecía a ese género y con ‘De mecánica y alquimia’, el segundo, obtuvo el Premio Ignotus en 2010. Más tardía pero no menos exitosa fue su primera novela. Titulada ‘El asesino hipocondríaco’, ha sido publicada en 12 países. Y es que, desde la premisa inicial (un criminal a sueldo a quien sólo le resta un día de vida y que debe terminar un “trabajo”), ésta ya resulta una historia original a la que Rengel, además, suma grandes dosis de humor. Tras ella, vendría ‘El sueño del otro’, una reflexión sobre las fronteras entre lo real y lo ficticio a través de dos personajes muy distintos que sueñan uno con el otro.
No menos fantasía vierte Muñoz-Rengel en ‘El gran imaginador’, título harto significativo. Nos transporta al siglo XVI para que conozcamos la gran historia de Nikolaos Popoulos. Y es que este ateniense dotado de una extraordinaria capacidad para fabular y que siempre quiso ser escritor para poner en papel lo que su colosal imaginación le brindaba se ve condenado a ser un hombre de acción.
Claro que los lectores lo agradecemos pues así le acompañamos en sus viajes conociendo a los ya citados Golem de Praga y la Condesa Sangrienta, a los piratas uscoques e incluso haciendo amistad con Miguel de Cervantes, a quien vemos cuando todavía era un escritor desconocido. En definitiva, ‘El gran imaginador’ es una excelente novela que combina lo histórico con la fantasía así como el terror con el humor y que reflexiona sobre el arte de inventar historias. Todo ello aderezado con grandes dosis de aventura.
Solodelibros.es, 6/12/2016
Por Sr. Molina.
Si han leído alguna otra obra de Juan Jacinto Muñoz-Rengel conocerán la portentosa habilidad de este escritor para la creación de mundos imaginarios y de fantasías imposibles. Aunque pueda parecer un hecho obvio, no todos los escritores de ficción tienen la maestría necesaria para crear universos lo suficientemente atractivos y creíbles como para lograr que el lector suspenda la famosa incredulidad y se sumerja en ellos. Muñoz-Rengel es capaz, con inusitada genialidad, de levantar todo un mundo que aúna ficción y realidad para construir una historia que bebe de la aventuras clásicas
El gran imaginador cuenta la prodigiosa vida de Nikolaos Popoulos, un hombre nacido en el siglo XVI con una inconcebible capacidad para pergeñar historias con su imaginación. Aunque su anhelo es convertirse en escritor para volcar en el papel todas esas fantasías que atesora en su mente, la vida que llevará será de todo menos tranquila: viajará por media Europa, conocerá a leyendas tan dispares como la Condesa Sangrienta o el rabino creador del Gólem, e incluso intimará con un joven Miguel de Cervantes durante el desastre de Lepanto. Las desventuras que iremos conociendo llevarán a este protagonista a ser testigo de innúmeros prodigios, a vivir incontables proezas y a ser partícipe de algunos hechos históricos.
Cabe señalar que el autor ha tratado de incluir en esta sola obra una miríada de referencias culturales, sociales y literarias; en algunas ocasiones esto propicia el desencadenamiento de subtramas muy interesantes, mientras que en otras ocasiones (las menos) la propia dimensión de la historia anega algunos datos. La prosa de Muñoz-Rengel es sensual y rica, lo cual le permite mantener un tono que propicia esa atmósfera de aventuras al más puro estilo de las novelas decimonónicas. Así, al menos, se solventan también los momentos más renqueantes de una trama que abarca un espectro casi inconcebible de hechos, lugares y personajes.
Y es que la maestría del escritor para dar forma a ese universo que, siendo el que conocemos, se entreteje con todo un mundo imaginario que bebe de la tradición literaria, es digna de elogio. Muñoz-Rengel tiene una inusitada capacidad para hacer crecer la trama, para plantear situaciones que se cierran muchas páginas después, para presentar como si fuesen personas de carne y hueso a cualquier ser imaginario, para recrear momentos históricos con una viveza repleta de detalles fulgurantes. En una novela de estas características, con tantas historias secundarias, con tantos personajes, el que el autor no solo consiga desarrollar todos los elementos con coherencia, sino que además mantenga al lector pegado a la página, es un dato a señalar.
Por otro lado, la belleza de El gran imaginador no solo estriba en su estilo o en sus tramas, sino en el palmario homenaje que Juan Jacinto Muñoz-Rengel hace a la Literatura. Las continuas referencias a grandes obras, a personajes de ficción del imaginario (literario, por supuesto) popular y a sucesos del acerbo ficcional son constantes y hermosas; para todos los amantes de la literatura como acto creativo, como acto de celebración de la fantasía y las ideas, como acto reflexivo acerca del ser humano, esta novela constituye un festín sensual y delicioso. A la manera borgiana, encadenando hechos reales con historias tradicionales y aventuras ficticias, el autor se (y nos) deleita conformando una trama que aúna diversión, imaginación y respeto por toda una historia de narrativa. Algo que, créanme, parece sencillo, pero no lo es en absoluto.
Sería escaso decir que El gran imaginador es un libro entretenido y pleno de fantasía, ya que encierra más cualidades; pero es cierto que esas dos son unas características que lo hacen merecedor de una lectura atenta. Si son ustedes, además, lectores constantes, encontrarán en él una fuente de placeres literarios poco comunes. Y eso es mucho.