RECORTES DE PRENSA:
OTROS MEDIOS:
El Heraldo del Henares, 15/04/2011
Por Carolina Molina.
Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974), antólogo, crítico, cuentista y respetado entre los defensores del género del cuento, acaba de adentrarse en un espacio casi inalcanzable entre los escritores de cuentos: la segunda edición. Con su libro De mecánica y alquimia, publicado por la editorial Salto de Página, contesta a algunas cuestiones que han provocado esta circunstancia, la primera de ellas, la calidad de su propia obra.
EL HERALDO DEL HENARES: “De mecánica y alquimia” es un libro que parece contravenir los actuales tópicos del género del cuento. En tu libro encontramos a un Muñoz-Rengel cosmopolita, recreando mundos antiguos. Cuéntanos por qué elegiste esta línea narrativa.
JUAN JACINTO MUÑOZ RENGEL: Desde mi punto de vista, uno de los más interesantes y fecundos marcos que ha dado la postmodernidad es la posibilidad de revisar la historia con la mirada que nos concede nuestra perspectiva contemporánea. Una de mis intenciones en este libro era revisitar la historia transgrediéndola, seguir la pista al origen de determinados géneros y subvertirlos, versionar, hibridar y deconstruir subgéneros con la ayuda de las nuevas herramientas narrativas. Por eso, por ejemplo, la primera historia del volumen es un relato policiaco en al-Andalus, dotado de un lenguaje y un ritmo que tienen algo de nuestra época, y con algunos estudiados anacronismos. A estas alturas, la única vía de crecimiento de la literatura es la combinación y recombinación. En realidad siempre lo ha sido.
EHH: Con el primero de los cuentos, ambientado en el Toledo andalusí, se reconoce un esfuerzo añadido al trabajo que ya, en sí mismo, supone un cuento. ¿Fue intencionado? ¿Te documentaste o por el contrario, aprovechaste tu conocimiento de la historia, y posiblemente de algunos viajes, para escribir los cuentos?
JJ MUÑOZ RENGEL: Hay mucha documentación, sí; aunque siempre he intentado mantenerme fiel al principio de no enturbiar nunca el texto con datos que no sean necesarios para la historia que se cuenta. Creo que es necesaria cierta fidelidad al contexto histórico, a los personajes, hechos y escenarios de la época representada, para aumentar el contraste del que te hablaba antes. Se trata de redibujar cartografía de nuestra cultura desde dentro, absorbiendo y asimilando la tradición, y no ignorándola. De lo contrario, se corre el riesgo de caer en meros juegos ingeniosos, en parodias esquemáticas que dejan cierto regusto a fugacidad.
EHH: ¿Qué tienen en común los golems, las clepsidras y el monstruo de Frankestein en tu libro?
JJ MUÑOZ RENGEL: En realidad, lo tienen todo en común, y son la principal línea argumental del libro. Con “De mecánica y alquimia” pretendía hablar de la tecnología humana, del afán del hombre —occidental— por manipular y doblegar el mundo a su antojo, e incluso al final del volumen planteo un posible relevo de la humanidad, que proviene de los efectos de esa manipulación.
Desde el propio título planteaba esta tesis, dividida en sus dos posibilidades: la manipulación mecánica del entorno, y la manipulación química o alquímica; el mundo físico —el de los aparatos, los artilugios, las clepsidras, los relojes astronómicos, los autómatas— y el anímico —el de la vida, la magia, lo numénico, lo luminoso, la cábala, el gólem—. También late ahí, claro, el problema de la división trascendental entre la mente y la materia.
En definitiva, como ves, me interesaba acabar llegando a los derroteros de la Inteligencia Artificial. Y, en concreto, el gólem me parecía un digno sustituto —y menos explotado— del monstruo de Frankenstein.
EHH: Desde el primero de los relatos hasta el último observamos la obsesión por el tiempo, nos invitas a un viaje en varias direcciones. ¿Tu preocupación por el tiempo es filosófica o un simple recurso literario?
JJ MUÑOZ RENGEL: Como bien dices, en el libro está siempre muy presente la noción del tiempo, desde en el propio orden cronológico de los cuentos —porque en el fondo se trata de abocetar una historia parcial de la tecnología, y porque el concepto de evolución también es esencial— hasta en el propio contenido de los relatos. No te digo que la obsesión por algunas cuestiones filosóficas no me haya dejado alguna que otra tara, algunas secuelas mentales, no te digo que no.
Pero el hombre moderno también está muy preocupado por el tiempo. Y el reloj de Praga, por ejemplo, me venía muy bien para ilustrar cómo algunos inventos de nuestra ciencia acaban introduciendo cambios en nuestras vidas que, al final, resultan no ser tan divertidos como en un principio pudieran habernos parecido.
EHH: Otra cosa que sorprende de tu libro es que tus cuentos son extensos. Se agradece que poco a poco un cuentista conocido en el medio como lo eres tú, apueste por los cuentos de más de 6 páginas.
JJ MUÑOZ RENGEL: En la historia de la literatura hay ejemplos de relatos magistrales tanto en las distancias más breves como en las más extensas. Fue así con los grandes —de Cortázar a Salinger, de Calvino a Cheever—, y creo que es también así en nuestro panorama actual y nacional. Lo que no le perdonaría a un nuevo autor es descubrir que su brevedad en la extensión proviene de un miedo a narrar, que se refugia en las pocas páginas porque en realidad no sabe cómo manejar algo más complejo. Me parecería una carencia demasiado grave.
EHH: ¿Crees que has arriesgado con “De mecánica y alquimia”?
JJ MUÑOZ RENGEL: Quiero pensar que sí. Pretendí arriesgar cuando me planteé armar un ciclo de cuentos cada vez más entrelazados, y con todo independientes, en el que el lenguaje fuera transformándose y la lectura global cobrando cada vez más vida. También pretendí arriesgar cuando quise hacerlo, además, con el trasfondo de esa deconstrucción de la que hemos hablado aquí, revisando los géneros y escribiendo sobre cosas, desde perspectivas y desde formatos que no son en absoluto la tendencia dominante del relato actual. Como todos los riesgos, esas apuestas tienen sus contrapartidas, porque esa postura menos cómoda ha hecho que un sector del mundo del cuento no haya entendido mi propuesta, o, más bien, se haya mostrado reticente a acercarse a ella.
EHH: Con este trabajo has recibido diferentes premios, como el Ignotus a la mejor antología de cuentos de 2010 y también ha sido finalista del Premio Setenil. Finalmente has conseguido con él algo infrecuente pero alentador, llegar a una segunda edición.
JJ MUÑOZ RENGEL: Qué puedo decir. “De mecánica y alquimia” no me ha traído más que alegrías. No han dejado de aparecer críticas literarias y reseñas a lo largo de su año y medio de vida, todas ellas unánimemente entusiastas, hasta la fecha. Uno de sus relatos recibió primero el Premio Xatafi de la crítica al mejor cuento del año, y después vieron los premios que tú mencionas, y la reedición. Y lo mejor de todo es que la gran mayoría de estas alegrías ha venido de la mano de desconocidos o de lectores anónimos, de gente que se ha ido encontrando con el libro aquí y allá, sin más avales que lo que contenía en su interior.
EHH: Has conseguido demostrar, para quien lo tuviera en duda, que eres capaz de escribir una historia extensa y bien ordenada. ¿Tal vez veamos pronto una novela con tu nombre?
JJ MUÑOZ RENGEL: En mis cajones ha habido siempre novelas, antes incluso que relatos. Y sí, lo próximo que aparecerá con mi nombre será novela. Y será pronto, en menos de un año.
Sexto continente, Radio Exterior, 18/02/2011
El autor entrevistado por Miguel Ángel de Rus a propósito de De mecánica y alquimia, en Sexto Continente de Radio Exterior, Radio Nacional de España.
ÁMBITO CULTURAL, El Corte Inglés, 23/03/2010
Por Pablo Chul.
Juan Jacinto Muñoz-Rengel, uno de los autores jóvenes más premiados del panorama literario español, sabe que la imaginación, la originalidad, el compromiso con el lenguaje y el respeto por la inteligencia del lector son el punto de partida de la buena escritura.
Conversamos con Juan Jacinto Muñoz-Rengel sobre las claves de su último libro de relatos, “De mecánica y alquimia”, y sobre la salud del cuento en castellano.
Ámbito Cultural: ¿A qué remite el título del libro? ¿A qué definición de «mecánica» y «alquimia» aludes?
Juan Jacinto Muñoz-Rengel: En todos los relatos del libro hay, o bien un elemento mecánico, o bien algún tipo de práctica alquímica, o incluso se dan ambas cosas a la vez. Éstos serían los primeros hilos conductores del volumen. Pero, en realidad, en el título se esconden ya algunos otros de los propósitos globales del libro. Una de las preocupaciones latentes en De mecánica y alquimia es la relación del hombre con la ciencia y la tecnología; en este sentido, la ciencia mecánica representaría la manipulación física del mundo, y la alquimia su manipulación química. De aquí surgirán otros problemas, claro, como la capacidad de control que tiene el hombre sobre esta tecnología, o las grandes interrogantes de la inteligencia artificial, o la interacción entre el hombre y la máquina, o la unión transcendental entre la mente (la alquimia, de nuevo) y el cuerpo (la mecánica).
A.C. El libro parece tener una unidad global, de temas y de sentido. ¿Concebiste el libro como una unidad desde el principio y escribiste los relatos teniendo en cuenta el sentido general al que debían tender?
J.J.M.R.. Sí, este libro obedece a una elaboración muy planificada. Desde el momento en que descubrí que tenía unos cuantos relatos con temas, inquietudes y escenarios comunes, me puse manos a la obra. Al margen de lo que habría supuesto la escritura de cada uno de los cuentos de forma aislada, tras el libro se esconde un gran esfuerzo por conseguir esa unidad, y la convivencia de múltiples niveles de lectura.
A.C. ¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Cuánto has tardado en escribir este libro?
J.J.M.R. He invertido cuatro años en la confección de De mecánica y alquimia. Hace tres años el libro ya existía bajo ese título, y estaba compuesto por sólo seis cuentos iniciales. Desde entonces hasta ahora, he ocupado todo este tiempo en corregir esos cuentos, en aumentar y modificar sus conexiones (sin alterar sus estructuras independientes), y en añadir nuevos relatos que rellenaran posibles huecos, o que avanzaran aún más en la dirección que me había propuesto para el conjunto global, hasta casi duplicar su número. Supongo que es algo bastante parecido a como imaginamos la construcción de una catedral, o de algún complejo artefacto mecánico.
A.C. Propones una lectura de los relatos en orden. ¿Por qué?
J.J.M.R. El orden de los relatos es cronológico, comienzan en el siglo XI en la taifa de Toledo, y se remontan hasta varias situaciones futuribles que superan nuestra época actual, recorriendo distintos escenarios y ciudades europeas. Pero esto, en principio, no supondría un verdadero problema si se decidiera hacer una lectura desordenada del libro. La cuestión, en realidad, es que a lo largo de los cuentos se va dando una acumulación paulatina de significado, y este aumento de la cantidad de información intertextual sigue una lógica dentro de la disposición del libro.
A.C. ¿Qué se perderá el lector que lea los relatos de manera aleatoria?
J.J.M.R. Aquel que decida optar por una lectura aleatoria podrá, sin duda, sacar partido a los relatos de forma independiente, porque cada uno de ellos funciona también de una manera por completo autónoma. Sin embargo, se perderá esas otras muchas lecturas, interacciones, y reinterpretaciones, que se han ido alojando cuidadosamente durante años en el libro. Es decir, podrá disfrutar del primer, segundo, o incluso tercer nivel de lectura que hay en algunos relatos. Pero no apreciará otros niveles que se plantean entre algunas combinaciones de cuentos concretos, o ese otro relato global que planea sobre el conjunto del libro entendido como un todo. Lo cierto es que, de principio a fin, el volumen está concebido a la manera de las formas fractales.
A.C. Algunos elementos (el narrador en primera persona del plural, Kalymnos, la tarántula, Paternoster, Baviera, etc) se repiten, funcionando como aparentes «pistas» que llevan al lector a un relato concreto que parece ser el centro del libro. Allí conocemos al narrador y comprendemos el sentido global del libro. ¿Por qué te interesa dirigir al lector a esta experiencia?
J.J.M.R. Creo que todo este tipo de experiencias -que no dejan de ser literarias, poéticas, estéticas- son un valor añadido para el lector. Algo que si no era necesario en el libro, en cualquier caso sólo puede ser entendido como un plus, como un regalo. Todos esos elementos que nombras -y otros, como los dibujos, las piezas musicales, la similitud entre algunos personajes, algunos gestos, algunas conductas, Provenza, los boticarios, los autómatas, los gólems, los insectos mecánicos, todos los instrumentos científicos- son utilizados como herramientas metaliterarias, como llaves dentro de los textos, que conducen a otras lecturas, que pueden tener que ver con la ambición del hombre, con la corrupción del mundo, con la relación entre la razón y la pasión, o entre la mente y el cuerpo, o con esa posibilidad que señalas en tu pregunta de que el autor ficcional del libro pudiera ser ese escritor incomprendido de la Inglaterra de principios del siglo XIX, anterior a Verne y a Wells.
A.C. ¿Propones la lectura de libro como un juego cerrado en el que el autor marca las reglas?
J.J.M.R. De mecánica y alquimia está lleno de juegos. Incluso el «Escolio Final», que hay que leer con un espejo, es un juego, que remeda los tratados científicos y esotéricos de la antigua Europa, y lanza un guiño a Da Vinci. Pero no creo en absoluto que sea un juego cerrado, ni que el autor marque las reglas. Los juegos están ahí sólo para quien quiera cogerlos. He tratado de que fuesen muchos, diversos y combinables, pero también optativos. Me explico: el propósito más ambicioso era que nada de eso se tuviera por qué ver necesariamente, que nada de eso obstaculizara una primera sencilla lectura. Pero también he querido escribir para el lector que quiere algo más, que quiere participar de una forma activa.
A.C. Si entendemos que el orden de los relatos es cronológico, los últimos cuatro corresponden a un futuro muy cercano, a un mundo «de anticipación» con elementos de nuestro presente. Pero ese tiempo podría muy bien ser el mundo imaginado por un narrador visionario del pasado. ¿Qué te atrae de ese juego de planos temporales que se reflejan en otros planos temporales?
J.J.M.R. En el caso de que estos últimos relatos simplemente trataran de conjeturar ese futuro cercano, es decir, si se integraran en el género de la ciencia-ficción común, de la literatura prospectiva, se encontrarían todavía con demasiadas limitaciones, y con la obligación de justificar muchas cosas. Me parecía interesante escoger el punto de vista de un soñador del siglo XIX, para poder proyectar mis propias inquietudes de autor del siglo XXI desde esa situación de ventaja en la línea del tiempo. Así, más que de relatos futuristas, cabría hablar de una suerte de ensoñaciones futuribles.
A.C. ¿Cómo concibes el género fantástico? Una vez que un autor se sienta a imaginar historias posibles que nunca han sucedido, ¿hay mucha diferencia entre hacerlo en un marco «realista» y hacerlo en un marco «fantástico»?
J.J.M.R. Sí que la hay. Dentro de la ficción caben aún muchos grados de realidad. Pero, para empezar, habría que señalar que en concreto la literatura fantástica también se construye en un marco realista. El género fantástico -a diferencia de la literatura maravillosa, que es ésa en la que hay otros mundos, con elfos, magos y dragones- se preocupa de establecer meticulosamente un contexto realista, en el que luego introducirá un elemento desestabilizador, una pequeña anomalía fantástica que contravenga las leyes naturales, y que muchas veces es el tema y el detonante del relato. Para mí, el elemento fantástico que utilizo en algunos de mis cuentos -en otros no lo hay, o apenas hay cierta ambigüedad- es de hecho un recurso para analizar lo real, para introducir la reflexión filosófica, la reflexión en torno a los límites de lo que nosotros llamamos realidad.
A.C. El aparente «boom» del relato corto en España (decenas de blogs, centenares de concursos, miles de aficionados escribiendo relatos…), ¿a qué se debe? ¿Hay tanta calidad como cantidad? ¿Qué falta? ¿Qué sobra? ¿Qué predomina?
J.J.M.R. El del relato corto es un género grande, que probablemente habíamos tenido relegado a un segundo plano durante demasiado tiempo en nuestro país. Ahora bien, el fenómeno, desde el punto de vista que tú lo planteas, puede tener también mucho que ver con la aparente facilidad que el aficionado espera encontrar a la hora de abordar un texto breve.
En cuanto a la calidad, te responderé también en estos dos sentidos. Si hablamos de la calidad de la obra de los cuentistas de este país, con trayectoria literaria y libros de relatos publicados, creo que nunca antes en nuestra historia ha sido mejor; y no creo estar exagerando demasiado si dijera que en el futuro habrá quien se refiera a esta época como a la Edad de Oro del Cuento Español. Por el contrario, si hablamos de la enorme cantidad de aficionados que inundan los certámenes de relatos y la red, entonces la cosa cambia. Hay demasiada gente que pretende escribir sin haber leído nada. Es más, hay demasiada gente que pretender convertirse en un escritor-éxito-de-ventas, y en un genio de la literatura universal, sin haber leído nada. Los lectores han sido reemplazados por aspirantes a escritores, y eso, en estos términos, no es lógico ni bueno para nadie.
Un Idioma sin Fronteras, Radio Exterior, 28/12/2009
Reseña de De mecánica y alquimia y comentarios del autor, en Un Idioma sin Fronteras de Radio Exterior, Radio Nacional de España (a partir del minuto 14′).
Letratlántica, 26/12/2009
Por Carmen Moreno.
Cuando se habla con novelistas sobre el cuento siempre se refieren a él como un “género con problemas, un género de difícil publicación”. Pero la realidad es otra muy distinta. Si han ido siguiendo las reseñas publicadas en este blog, y me consta que así ha sido, se habrán dado cuenta de que la mayoría han girado en torno a libros de relatos.
El que nos ocupa en esta ocasión es el escrito por Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974), De mecánica y alquimia. Un libro que se agarra por dentro y te obliga a leerlo una y otra vez porque, cuantas más lecturas hagas, más extraes de él.
Hablamos, mejor dicho, escribimos con el autor sobre esta colección de relatos, magníficamente hilvanados y narrados. Una obra que hay que leer en el orden en el que aparecen no les contaré por qué. Deben comprarlo para saborearlo.
1.- Está usted considerado uno de los mayores especialistas del cuento en este país, ¿no es mucha responsabilidad para alguien tan joven?
¡Claro que lo sería! Pero de lo que uno no es responsable es de lo que otros puedan decir de él, porque entre otras cosas no siempre tiene por qué ser cierto. De lo único que sí soy modestamente responsable es de haberme preocupado por el género breve desde todas las facetas en las que me ha sido posible, como divulgador, como antólogo, como coordinador de talleres, y como autor.
2.- En otra entrevista que escribió su Golem, según sus propias palabras, decía que comenzó a escribir con 18 años, ¿qué impulso sintió para pasar horas en la soledad del creador?
Imagino que uno se encierra cuando se da cuenta de que nada de lo de ahí fuera lo satisface absolutamente. Si embargo, creo que cuando alguien se excluye del mundo para crear sus mundos propios, no está renunciando a la realidad, sino que lo que pretende es dotarla de mayor sentido, porque de partida la realidad es incompleta.
3.- Le voy a ser sincera. Cuando comencé a leer De mecánica y alquimia, su primer relato me pareció que era flojo en los diálogos. ¿Le gusta más el momento narrativo que el dialogado? ¿Qué importancia le da a cada uno?
Creo que cada uno tiene sus funciones, y ambos son de enorme importancia en el relato. El diálogo se hace necesario cuando la mirada del narrador disminuye su velocidad, desciende de su vuelo sobre la historia, y aterriza en las escenas concretas. En ese momento, cuando las cosas comienzan a mostrarse por sí mismas, es habitual y casi inevitable que los personajes arranquen a hablar.
4.- ¿Me odia ahora?
De ninguna manera. En el momento en el que un escritor se decide a publicar -a hacer pública- su obra, sabe que estará expuesta a las críticas. Es parte del juego, del diálogo con los lectores. Todo autor tiene que saber aceptar las impresiones que pueda provocar en los otros. Y es muy curioso ver cómo el mismo aspecto de un texto, a veces, puede causar justo la reacción contraria en lectores distintos.
5.- Seguiré siéndole sincera. Una vez salvado ese mínimo escollo, su libro me pareció una genialidad, con un pulso narrativo muy sajón, ¿cuánto hay de literatura inglesa, incluyamos al sajón bonaerense Borges, en su forma de narrar?
En mi anterior libro de relatos, 88 Mill Lane, había mucho de ambos, de Borges y de la tradición literaria anglosajona: Stevenson, Conan Doyle, Chesterton, Oscar Wilde, Henry James… En De mecánica y alquimia he tratado de ampliar las voces y los escenarios. He buscado, de una forma intencionada, reunir las diversas tradiciones literarias -desde el gótico a la ciencia ficción, pasando por el género policiaco o el surrealismo-, dibujando un análogo recorrido por las distintas ciudades y países europeos, para en la última parte del libro tratar de ensayar una suerte de hibridación, una tentativa de superación mutante o evolucionada, que a la vez fuese respetuosa con sus marcos referenciales.
6.- Ángel Olgoso me hablaba de la importancia del título en el género cuentístico. A mí lo que me ha dejado perpleja es su magistral manejo de los finales. ¿Están a la par en importancia o destacaría usted alguno por encima del otro?
En los géneros breves cada frase, cada palabra es importante. Pero si tuviera que inclinarme por uno de los dos elementos, lo haría por los finales. Creo que un buen desenlace -y estoy convencido de que Olgoso estará de acuerdo conmigo- es esencial. Un cierre a tiempo, acertado, rotundo, sorprendente, aunque no necesariamente sorpresivo, puede elevar a su clímax el arte del relato.
7.- Por cierto, ¿cuento o relato?
Para mí, son sinónimos. Pero me gusta que se reclame el término «cuentista», y que se le restituya al cuento su verdadero significado, tan eclipsado a veces por algunos subgéneros, como lo son el cuento popular o el cuento infantil.
8.- ¿Puede indicarme, por favor, dónde puedo conseguir uno de esos Golem que pueblan sus historias?
Aunque los investigadores y los cabalistas se han esforzado en buscarlos en las catacumbas de las sinagogas, en realidad, los gólems habitan un preciso lugar entre la glándula pineal y el lóbulo temporal derecho. Ocurre como con las hadas: hay que creer en ellos. No obstante, en estos casos concretos, los baños relajantes con arcilla del río Moldava pueden ser de gran utilidad para estimular la fe.
9.- Elija uno de sus cuentos-relatos y dígame por qué.
Si nos ceñimos a De mecánica y alquimia, mi elección no puede ser otra que «El sueño del monstruo». Este relato, por un lado, hace de puente entre éste y mi anterior libro de cuentos, y por otro lado, cumple al mismo tiempo la función de articular ficcionalmente los relatos históricos y los futuristas de este nuevo volumen. Además, es un alegato a favor de los escritores que por una razón o por otra se encuentran perdidos en el panorama editorial de su momento, y en el texto se establece un constante juego entre géneros literarios.
10.- Su libro es, además, un trabajo de erudición sin llegar a la pedantería, ¿cómo se consigue el equilibrio en ese abismo?
Sin exhibir nunca ningún dato que no sea estrictamente necesario para la historia.
11.- ¿Borges o Bioy Casares? ¿Cortázar o H.G.Wells? ¿La Guerra de los Mundos o Blade Runner?
Borges, a pesar de La invención de Morel. Cortázar, a pesar de La máquina del tiempo. Y Blade Runner, por lo que supuso la irrupción del psicologicismo en la ciencia-ficción, y por mi particular interés en la inteligencia artificial y en los problemas de la mente y de la conciencia.
Diario de Cádiz, 16/12/2009 *
«Durante mucho tiempo, parecía que sólo había literatura realista en España»
El autor publica ‘De mecánica y alquimia’ (Salto de página), una serie de relatos que repasa claves imposibles en la historia de al-Andalus, la Europa medieval o en algún futuro inalcanzable
Por Pilar Vera.
Como un pequeño monstruo de Frankenstein: la suma de varias partes que no son igual a un todo. Así define Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974) a su última criatura, De mecánica y alquimia: un conjunto de relatos que comienzan en Al-Andalus y terminan en perfectos futuribles, con el amor por los rincones ciegos como materia aglutinante.
-Mecánica y alquimia, método y transformación, son también los dos procesos necesarios en la labor creativa. ¿Cuál pesa más?
-Sin ninguno de ellos es posible nada. Hay muchos escritores que no tienen la chispa, el talento natural, y otros que la tienen pero no tienen la dedicación o la disciplina necesaria, que es la entrega de una vida: estar todo el tiempo leyendo, formándote, doblegando tu literatura, torturando las líneas.
-¿La palabra es la mejor alquimia?
-De las palabras se tienen que extraer la magia y la alquimia. De hecho, hay homenajes a ello en todo libro. El gólem sólo adquiría vida cuando le introducían en la boca una tablilla con la palabra escrita, el nombre de Dios. Ahí está el proceso alquímico. Y siempre hay otra química, la literal: el boticario que realiza un ensayo en toda ley pero que, a pesar de todo, formula en voz alta la fórmula mágica, como un ensalmo. Intenté que combinaran de todas las formas posibles: toda la magia que sobrevuela sobre la literatura es mental, alquímica, y luego está la materia sobre la que construimos, palabras o máquinas.
-En sus vacaciones suizas, Polidori, Byron y los Shelley idearon, entre todos, el mito de Frankenstein y el del vampiro moderno. ¿A quiénes escogería como acompañantes para su Villa Diorati?
-Pues yo me llevaría a los muy perturbadores Luis Manuel Ruiz, a Angel Olgoso y a Félix Palma. Al decírtelos me he dado cuenta de que todos son andaluces, pero por pura casualidad. Sería un placer pensar con ellos en los nuevos monstruos.
-Para mi bisabuela, no habría mejor candidato a androide que yo misma. No habría nadie más inquietantemente familiar y tampoco más ajeno: nuestros valores son distintos; la percepción del mundo, distinta, y vivo rodeada de gadgets, medio mecanizada…
-La tecnología va cambiando inevitablemente nuestra forma de socializar y nuestra vida diaria. Con sólo dos generaciones de por medio, es cierto que mi abuela se parece más a una señora de hace un montón de siglos que a nosotros: sin luz ni agua, el pueblo en el que vivía podía pasar por plena Edad Media. Aun así, todavía somos sólo un pequeño eslabón.
-‘Más humanos que los humanos’… En muchas ocasiones, la fascinación por los autómatas nos hace tristemente conscientes de nuestra propia falla.
-Tal como yo lo veo, los autómatas son una representación más de nuestros conflictos internos. El hombre occidental siempre ha intentado dominar lo que hace, doblegar la naturaleza. Empieza con artefactos muy sencillos y con ambiciones menores. Por ejemplo, en mi libro, los primeros autómatas que aparecen se dedican a regar: eso va a ir evolucionando puesto que las ambiciones también son mayores, y pueden terminar en el viaje espacial o en crear vida. Pueden llevarte al conflicto con la propia identidad y querer hacer una obra que te supere, o que te ayude, o que termine siendo una criatura que supla tus carencias. Pero reflejan ese ansia por doblegar todo lo que hay en el entorno.
-Algunas de las historias de De mecánica y alquimia parten de una anécdota histórica…
-Sí: tratan de rellenar una laguna histórica y luego se introduce la ficción. El Libro de los instrumentos incendiarios existió realmente aunque desapareció durante siglos. Ahí es donde entra lo inventado: se explica que se tenía miedo de lo que pudiera causar. O con la historia del reloj de Praga: una vez que ejecutaron al relojero fue imposible arreglar el mecanismo durante décadas, ¿por qué? Pues planteo que su ayudante lo vengaba.
-El repunte de lo fantástico que vivimos ahora, ¿tiene raíz generacional?, ¿o es que se buscan nuevas formas de contar las cosas?
-Lo fantástico siempre ha estado ahí, pero durante mucho tiempo parecía que sólo había literatura realista en España. Nuestra generación ha crecido con Borges, Cortázar, Poe, Hoffmann… sin contar toda la ficción del cine y la televisión. Es normal que, con este bagaje, veamos lo fantástico como algo natural. Lo que no era normal era lo de antes: siempre ha habido literatura fantástica en España pero no se le daba la importancia que tenía, lo que hacía que a los autores se les quitaran las ganas de explorar ese campo. Pero quizá también los lectores estén más abiertos ahora a ese tipo de literatura.
–De mecánica y alquimia nunca pasa por nuestra época: del XIX se llega a los relatos futuristas a los Bradbury, ¿hay alguna razón?
-Hay una evolución: intento, con los primeros relatos, construir los cimientos de los últimos. En todos ellos está la ambición humana de trasfondo, la incapacidad del hombre para controlar el mundo y cómo la tecnología va evolucionando en forma de inteligencia artificial, hasta la máxima rebelión de esa tecnología que sería el punto de imaginación. El XIX actúa, precisamente, como bisagra del libro: el protagonista de ese cuento es escritor y puede ser entendido como autor de las demás historias. Partir de ese momento me permitía introducir a esos representates de mecánica y química que había en las historias ya evolucionados, como esos insectos mecánicos del final del libro, que se proponen como vida alternativa.
-Parece que, para escribir fantasía, lo mejor es ser un escéptico.
-Si creyéramos en fantasmas o universos paralelos estaríamos en Cuarto Milenio. Ocurre que conocemos los límites de la realidad pero, al mismo tiempo, dudamos de que nuestro esquema de la realidad se adecue realmente a lo que hay ahí. Nos cuestionamos qué pasaría si se cambiara algún factor.
-Al respecto de cuestionar la realidad: estudió e impartió clases de Filosofía. ¿Qué fue primero, huevo o gallina?
-Para mí ha sido un poco un todo. Me volvía de la Facultad en el coche haciéndome preguntas que terminaban siempre, claro, en relatos fantásticos. Borges decía que los maestros de la fantasía eran aquellos que se inventaban cosas como la Santísima Trinidad. La filosofía me ha permitido acceder a una literatura muy especializada, algo que me ha servido para comprender a escala global distintas corrientes y darles un enfoque literario y más llevadero.
* Esta entrevista ha sido consecutivamente publicada en:
· DIARIO DE CÁDIZ 16/12/2009
· DIARIO DE JEREZ 16/12/2009
· MÁLAGA HOY 05/12/2009
· GRANADA HOY 05/01/2010
· EL DÍA DE CÓRDOBA 05/01/2010
· HUELVA INFORMACIÓN 08/01/2010
Aviondepapel.tv, 28/11/2009
Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974) publica su segundo libro de relatos, De mecánica y alquimia (Salto de Página, 2009). El escritor malagueño nos detalla esta colección de historias rinde homenajes tanto a diferentes géneros literarios como a la tecnociencia. “Entiendo el cuento como artefacto literario”, dice Muñoz-Rengel. Aviondepapel.tv, tu televisión literaria, te ofrece la entrevista.
La Biblioteca Imaginaria, 19/11/2009
Por Cristina Monteoliva.
Hoy en La Biblioteca Imaginaria tenemos el placer de conversar en diferido con el escritor Juan Jacinto Muñoz-Rengel, genial escritor de cuentos al que pude conocer personalmente en la pasada Feria del Libro de Madrid, un autor joven pero con las cosas muy claras, y con una gran cantidad de premios ganados en su haber que vienen a ratificar su maestría con las letras.
Hablamos con él esencialmente, en esta ocasión, de De mecánica y alquimia, un libro de relatos de ciencia ficción que darán mucho que pensar.
No me extiendo más, aquí os dejo con las palabras de Juan Jacinto:
¿Cuándo empezaste a escribir?
A escribir de una forma persistente, cada día, varias horas al día, y con una voluntad de obra, comencé hace ahora casi dieciocho años. La mitad de mi vida; terminé mi primera novela justamente con dieciocho años de edad. Todavía, cuando vuelvo a leerla, me reconozco en las inquietudes, y me parece distinguir una estructura sólida, aunque, por supuesto, nunca la publicaría. Creo que no publicar es, y debe ser, una excelente purga para todo escritor.
¿Dónde encuentras la inspiración?
En todas partes. En la mirada de alguien en un vagón de metro, en el ojo velado de un viajero, en una frase oída al pasar entre el tumulto, o en la línea de diálogo del guión de una película. Pero, sobre todo, en los libros. He invertido aún mucho más tiempo en leer que en escribir; me parece lo sensato, no creo que se pueda escribir nada de valor sin un cierto conocimiento de la historia de la literatura.
¿Te imaginas dejando la literatura aparte y dedicándote a otra cosa totalmente distinta?
No. Cuando en algún periodo de mi vida me he visto obligado a dedicarme a otra cosa, he seguido escribiendo durante las noches. Y en los peores momentos, he seguido escribiendo por dentro. Creo que si las circunstancias me obligaran a no escribir nunca más, aún así me convertiría en un escritor interior.
¿No crees que en los objetos mecánicos hay mucho de alquimia?
Precisamente la mayoría de los relatos que componen este último libro, De mecánica y alquimia, surgen ante la necesidad de crearle una historia a determinados objetos. Creo que hay muchos objetos que están pidiendo a gritos su relato, y muchos relatos que nunca habrían sido lo que son sin un buen elemento conductor de la historia, como supieron ver los grandes maestros cuentistas.
¿Crees en los fenómenos paranormales y las maldiciones?
En mis libros casi siempre hay fenómenos extraordinarios que, de una u otra forma, transgreden las leyes naturales, y en De mecánica y alquimia hay incluso alguna maldición. Y, sin embargo: no, no creo en absoluto en estas cosas. Pienso que el autor de género fantástico es -en contra de lo que a algún lector desprevenido le pueda parecer- esencialmente escéptico, alguien que está siempre cuestionando los límites de nuestro modelo de realidad, y la validez de las explicaciones de nuestra ciencia. Tengo la impresión de que detrás de los autores fantásticos suele haber mentes rigurosas, una suerte de filósofos de la ciencia literarios, y apostaría a que entre sus filas hay un alto porcentaje de agnosticismo y de ateísmo.
¿Cuál de estos cuentos te costó más acabarlo?
Con los cuentos ocurre que, en ocasiones, uno puede llegar a destilar un texto en su forma casi final en apenas dos semanas, y darse el caso de que con otro necesita meses para lograr doblegarlo, sin que esto signifique necesariamente que el último sea más celebrado que el primero. El relato de este libro en el que más tiempo he ocupado es en el que abre el volumen, «El libro de los instrumentos incendiarios», sobre el que trabajé cerca de dos años.
¿Te gustaría tener un golem?
De hecho, es él quien está escribiendo esta entrevista. Le encargué uno a un rabino especializado en gólems para que se ocupara de todo lo relativo a la promoción del libro.
¿Puede alguien dejar de existir si el resto de la humanidad le da la espalda?
Bueno, eso es algo que se repite con insistente frecuencia, y yo siempre me he sentido igual de vivo. O incluso más vivo (el dolor es un estímulo vital básico). Algunos de mis personajes, sin embargo, acaban renunciando a la existencia cuando sienten que todos los demás le han dado la espalda, pero eso es porque también han renunciado a la humanidad, han perdido su fe en ella. Yo todavía guardo esperanzas.
Cuando la Humanidad desaparezca, ¿aprenderán las nuevas especies reinantes de la Tierra a escribir relatos de corte fantástico?
Es mucho suponer. Habría que conjeturar que esas especies fuesen capaces de generar pensamiento, y luego que ese pensamiento fuera parecido y se moviera dentro de los mismo esquemas que el nuestro, y que más tarde acabaran desembocando también en la literatura, y que su literatura pudiera terminar alumbrando el género del relato corto… Supongo que, si se diera todo lo anterior, estos relatos podrían ser también fantásticos, ¿por qué no?
¿Qué esperas que encuentren los lectores en este libro?
Espero que encuentren muchas cosas, como imagino que es lo que desea cualquier autor. Pero sobre todo, espero que encuentren una lectura lúdica, que les obligue a sumergirse en las historias y a olvidarse de todo lo demás. Y espero que adviertan los segundos y terceros sentidos, la acumulación de significado, las conexiones globales entre los cuentos, y que cuando lleguen a los relatos finales del libro -en función de los que de alguna manera existen los anteriores- sean capaces de dejarse raptar por su delirio ascendente, por su disparate, por su propuesta innovadora y por sus nuevas cotas de imaginación.
¿Tienes ya nuevos proyectos?
Siempre tengo nuevos proyectos; o, mejor dicho, siempre trabajo a varios proyectos de distancia de lo último que he publicado. Creo que la única opción razonable cuando eres escritor es escribir. Al margen de que publiques o dejes de publicar. Y eso, claro, hace que acumules mucha obra inédita en los cajones. Como debe ser. De estos manuscritos, no tengo intención de publicar lo anterior a mis dos libros de relatos editados, pero sí existen ya obras conclusas que son posteriores a estos libros, y que sí espero ver pronto en las librerías. Lo próximo, esta vez, será novela.
EL MUNDO, 18/11/2009
Libros | ‘De mecánica y alquimia’, una obra de relatos fantásticos
Los cuentos son para valientes
· Muñoz-Rengel publica un libro de relatos donde nada es lo que parece
· Las historias son independientes pero comparten elementos comunes
· La obra produce una grata sensación de escalofrío y destila inteligencia
· ‘De mecánica y alquimia’ está editado por Salto de Página
Daniel G. Lifona | Madrid
«Esta mañana he estado en las librerías de Paternoster Row. Es apabullante la cantidad de libros que se publican estos días. Cuando uno entra en los pequeños establecimientos de compra y venta de libros, y ve tantos nuevos títulos en los estantes, a la vez que puede oír los talleres de los impresores sin dejar de funcionar en los locales traseros de toda la calle, se pregunta si tiene algún sentido publicar algo más. Añadir otra obra superflua a la ya vastísima suma de las obras publicadas».
Así comienza ‘El sueño del monstruo’, uno de los 11 relatos que componen el último libro de Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974). El protagonista del cuento, un escritor frustrado -o adelantado a su época, según el cristal con que se mire-, se hace la misma pregunta que, muy probablemente, ha angustiado cientos de veces a Muñoz-Rengel. ¿Merece la pena luchar contra molinos, seguir intentándolo?
La respuesta se encuentra en ‘De mecánica y alquimia’ (Salto de Página, 2009), un delicioso libro de relatos fantásticos donde nada es lo que parece. La obra no aspira a competir con los voluminosos ‘bestsellers’ que llenan las librerías de cualquier centro comercial. Pretende, eso sí, agradar a los lectores más intrépidos con la fuerza genuina de sus historias, una sucesión de acontecimientos inquietantes y la brillantez de su prosa.
Muñoz-Rengel, uno de los mayores especialistas e impulsores del relato en España, reúne en esta inteligente obra algunas de sus mejores piezas, unas inéditas y otras reconocidas con los más importantes premios del género breve en nuestra lengua.
Portada del libro.
Son historias independientes, pero siguen un orden cronológico y comparten unos elementos comunes, como el mundo mecánico de los artilugios, la delgada línea que separa la vida de la muerte, y la complejidad del ser humano. Todas producen una grata sensación de escalofrío y están sembradas de suspense. El enigma, fiel a la tradición del género fantástico, se desvela en la última línea. O puede que no.
El mundo inmaterial de los fantasmas está representado en el libro con en ‘El faro de las islas de Os Baixos’, en el que cuatro intrigantes personajes rompen la monotonía de un solitario farero que sólo existe en las leyendas populares o quizá en la imaginación de uno de los protagonistas. El lector dudará hasta el final de quiénes son realmente los vivos y quiénes los muertos. El relato esconde, además, una sorpresa de contenido sexual que sólo unos pocos lograrán adivinar entre las rocas.
Otras historias transitan por la crueldad y el sadismo. Como ‘La maldición de los Zweiss’, que narra las atrocidades de unos hermanos condenados por su propio destino que se ensañan con sus parientes y seres queridos. Cuando por fin el bien parece triunfar sobre el mal, el escritor da un giro inesperado al relato que nos sumerge de nuevo en el espanto.
‘La maldición de los Zweiss’ es, según el propio escritor, «el relato más gótico y uno de los que más gustan a quienes han leído el libro». Aunque el favorito del autor es ‘El sueño del monstruo’ por varias razones. Además de contener algunos elementos autobiográficos más o menos evidentes, le sirvió para ganar, por segunda vez en seis años, el prestigioso Concurso Literario La Felguera, dotado con 8.000 euros y que antes sólo un autor había ganado en dos ocasiones desde 1950. Muñoz-Rengel confiesa que tardó dos semanas en pergeñar y escribir el relato.
‘El sueño del monstruo’ representa el paso por el ecuador del libro, que pasa de ambientaciones históricas como el Toledo musulmán o la Bohemia del siglo XV, y de un lenguaje más culto y relevante, a otros relatos futuristas como ‘Brigada Diógenes’ y ‘Pasajero 1/1’, en los que «el lenguaje pesa muy poco y casi no se ve».
«He estado pensando sobre mis primeras inquietudes literarias, cuando todavía era un adolescente arrebatado, y sobre las últimas. Yo sólo quería escribir algo que tuviera el poder de inflamar a los demás, que pudiera encender el alma de los lectores, escribir un libro que estuviera plagado de instrumentos incendiarios». Así termina ‘El sueño del monstruo’, toda una declaración de intenciones de Muñoz-Rengel.
«El cuento es inhóspito, sólo para lectores valientes, porque requiere mayor concentración que una novela», afirma este admirador de Borges, Kafka y Cortázar, que reclama para el relato «un espacio y un trato de la crítica semejantes, al menos, al de la poesía». ‘De mecánica y alquimia’ se presenta este jueves en la Delegación del Principado de Asturias en Madrid.
El Ojo Crítico, Radio Nacional de España, 05/11/2009
El autor entrevistado por Laura Barrachina y Julio Valverde a propósito de De mecánica y alquimia, en El Ojo Crítico de Radio Nacional de España.
El síndrome Chéjov, 03/11/2009
Juan Jacinto Muñoz-Rengel: «Todos escondemos uno, dos, tres o cuatro pequeños perturbados dentro de nosotros».
Entrevista de Miguel Ángel Muñoz.
Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974) acaba de publicar en la editorial Salto de Página su segunda colección de cuentos: De mecánica y alquimia, un catálogo de metales y barros con alma y almas con corazón de reloj. Amante, cultivador e impulsor en los últimos años del cuento fantástico como forma perfecta de sueño literario, sus cuentos son un viaje estimulante y reflexivo, pero también emocionante, al lugar de las tradiciones que forjaron los grandes maestros, y que siguen siendo válidas para forjar una literatura auténticamente moderna.
1. De mecánica y alquimia (Salto de Página) es tu segundo libro de relatos, tras el muy minoritario 88 Mill Lane (Alhulia, 2005). Como introducción, creo que sería interesante que nos hablaras del proceso de concepción y escritura de ambos libros.
Antes que nada, Miguel Ángel, gracias por tu interés en mis cuentos y por esta oportunidad que nos das a todos los cuentistas. Los relatos de 88 Mill Lane fueron escritos a lo largo de los años que viví en Londres, en una situación muy parecida a la que vive el protagonista del cuento que abre el volumen, «Los habituales de La Brioche», es decir, encerrado en una enorme casa victoriana de un barrio londinense, bastante aislado -o podría decir extrañado- de la realidad. Luego, al volver a España, estuve buscando editor durante un par de años, y como has apuntado el éxito de mi búsqueda fue relativo. En cuanto a De mecánica y alquimia, he pasado los últimos cuatro años trabajando en este título. Es una de las desventajas que tiene pretender escribir libros de relatos con unidad. Pero creo que merece la pena, por todo lo que eso puede aportar al lector. Cada cuento, por supuesto, goza de propia autonomía y puede ser leído de forma absolutamente independiente. Sin embargo, de esta forma, entre unos y otros relatos se establecen nuevos hilos conductores, y se va tejiendo una malla de nuevos significados y de reinterpretaciones, que creo que sólo puede ser un plus para el lector, un regalo añadido. Cuando se trabaja así, al principio no hay una idea concreta, vas acumulando relatos muy diversos, hasta que distingues unos elementos comunes en unos cuantos de ellos, y comprendes que ahí hay un libro. Hace tres años, De mecánica y alquimia constaba de seis relatos. Ahora, en su forma final, los cuentos son once, corregidos una y otra vez, y modificados hasta la extenuación -sin tocar sus estructuras autónomas- para hacerlos encajar desde todos los ángulos posibles.
2. Todos tus cuentos están adscritos al género fantástico, que cada vez tiene más seguidores entre los nuevos cuentistas. Háblanos de tu concepción de este género, con muchos cultivadores en España, y que sólo ahora parece recibir el reconocimiento que merece.
Creo que el relato corto siempre ha sido un excelente caldo de cultivo para el género fantástico, y otros géneros afines. Y el hecho de que ahora en España el fantástico disfrute de una modesta eclosión, puede tener mucho que ver con la circunstancia de que también de un tiempo a esta parte el relato corto ha comenzado a tener una mayor visibilidad. Lo que la antología La realidad oculta, de David Roas, consigue demostrar, es que ya había una producción fantástica de calidad en España a lo largo de todo el siglo XX. Y en cuanto a la actualidad, basta echar un vistazo a la nómina de autores que yo mismo recogí en Perturbaciones, para comprobar cuáles son los derroteros e intereses del cuento español hoy. Para mí, para mis cuentos, la alteración fantástica es sólo un medio con el que conseguir dos cosas: imprimir en mis historias la marca de la preocupación filosófica, epistemológica, metafísica (supongo que fueron demasiados años entre libros de filosofía), y aumentar las posibilidades ficcionales e imaginativas de los relatos.
3. Si 88 Mill Lane tenía como columna vertebral una mezcla entre la concepción borgiana y victoriana del fantástico -con todo lo relacionadas que ambas están-, en De mecánica y alquimia has ampliado el campo de visión al estructurar el libro como un repaso cronológico a distintas tradiciones narrativas propicias al cuento fantástico. Desde una historia chestertoniana que se desarrolla en el Toledo musulmán hasta varios cuentos plenamente de ciencia-ficción.
Sí, en algún sentido el libro recoge todas estas distintas tradiciones. Pero en otro, en esta amplificación de las voces se intenta buscar una voz global, casi una voz colectiva, que sea a la vez la misma y otra que todas las anteriores. El propio libro, no sólo es un artefacto, sino que también es un pequeño monstruo de Frankenstein, una suma de partes que no son igual al todo.
4. Todos los relatos de tu libro hablan de la relación trágica entre el hombre y la máquina. Máquinas que aspiran a la independencia, al «saber vivir», y hombres a los que muestras como complejos artilugios movidos con sangre.
Claro, es que ahí está quizás el principal nexo donde convergen las distintas líneas temáticas del libro. Ya desde el título se plantean las dos directrices esenciales: la mecánica, por un lado, y la alquimia, por otro. La mecánica es el mundo físico, los aparatos, los artilugios, la materia, pero también la manipulación física del mundo. Y la alquimia es la vida, la magia, lo inaprensible y, por supuesto, la manipulación química del mundo. Eso me da pie a abrir otras muchas líneas paralelas o tangenciales. Por ejemplo, en uno de los primeros planos, está la preocupación por la tecnología humana, por el desarrollo y el control de la tecnología. También surge ahí la cuestión que apuntas con tu pregunta: el interés por la interacción entre el hombre y la máquina, y por las grandes cuestiones de inteligencia artificial. Y es que, en estos cuentos, la mecánica acaba dando lugar al autómata, y la alquimia al gólem. Pero a un nivel de conjunto, el dualismo primordial está sobrevolando todo el libro: la propia mecánica es de alguna manera el cuerpo, y la alquimia la mente, la sustancia pensante, la conciencia, que no es la suma exacta de las redes neuronales.
5. La disposición cronológica de la temática de tus cuentos hace que haya un trabajo lingüístico importante desde los primeros, desarrollados en la Edad Media, hasta los últimos, de lleno en el género de la ciencia-ficción. Conforme los relatos avanzan, el lenguaje se aligera, es más abocetado y rápido. ¿Cómo fue el trabajo de lenguaje de estos relatos?
Una vez más, es tal y como dices. En el primer relato, que tiene lugar en el contexto de al-Andalus, hice un esfuerzo por que los sustantivos y adjetivos tuvieran un origen árabe. Tanto fue así, que luego tuve que rebajarlo, porque la prosa se hacía un poco más compleja de lo aconsejable. Después, en el resto de los relatos medievales trato de remedar algunas fórmulas arcaizantes, que conceden cierto lustre vetusto al lenguaje; es sólo una apariencia, claro, el lenguaje no se aproxima ni de lejos -ni debe- al verdadero castellano antiguo. Esta apariencia llega a su punto culminante en el relato más gótico del libro, «La maldición de los Zweiss», y luego se comienza a suavizar. Así hasta llegar a los relatos futuristas, donde el lenguaje no sólo pesa muy poco y casi no se ve, sino que incluso el tono, determinadas figuras, y el narrador (en primera persona del plural) tratan de reventar el lenguaje habitual e ir más allá de lo que el lector podría considerar los límites de nuestra actualidad.
6. ¿Puedes hablarnos de tus autores preferidos de relato corto, y cuáles han influido más en el origen y formación de tu obra?
En el caso del relato corto, a diferencia de lo que me ocurrió con la novela, mi lectura ha sido ordenada, quizá por ser un proceso más consciente. Empecé por los maestros, siendo aún adolescente, por Poe, Hoffman, Maupassant, Kafka, Chejov, Quiroga y Cortázar. Hasta que me topé con Borges. Los cuentos de Borges me supusieron un shock del que me tardé en recuperar. Mis objetivos últimos se identificaban tanto con los de sus textos, que, tal y como si hubiera caído en uno de sus mundos, llegué a creer firmemente que éramos un mismo autor, repartido en distintos cuerpos y circunstancias, con la mala fortuna, de que yo era el que había nacido más tarde. Me llevó unos años desprenderme de su obsesiva presencia. Cuando me decidí a publicar 88 Mill Lane fue porque pensé que ya me había librado de la mayor parte de su lastre, y en el volumen incluí algún cuento homenaje que -al mismo tiempo- era una suerte de exorcismo y una forma de matar al padre. No obstante, todavía hay quien detecta cierto rastro borgesiano en mis relatos. Pero eso puede deberse a que ambos somos cuentistas de ideas, que construimos la historia en torno a una inquietud de naturaleza fantástica, y a veces casi filosófica. Y al hecho de que, de las dos grandes corrientes del cuento, Kafka-Cortázar-Borges-Calvino por un lado, y Turgueniev-Chejov-Hemingway-Carver y compañía por el otro, yo me sitúo sin duda en la primera de ellas. A los cuentistas españoles, y a los coetáneos, los comencé a buscar y a leer más tarde. Como creo que nos ha ocurrido a la mayoría de nosotros.
7. ¿Respecto a su evidente influjo en tu obra, cómo librarse de Borges sin necesidad de matarlo?
A mí lo que me interesa de Borges es la esencia de sus cuentos. Para mis propios objetivos literarios, me suponen un lastre: la excesiva densidad y visibilidad del lenguaje, las capas de erudición con las que barniza los relatos, la metaliteratura y autoficción demasiado manifiesta. En definitiva, todos sus excesos. Creo que el reto hoy, más de medio siglo después, es lograr que todo eso esté y que no se vea. Hay que ofrecer al lector la posibilidad de participar de una forma activa en la lectura, y a ser posible que encuentre muchas segundas, terceras y cuartas lecturas. Pero no es necesario atosigarlo ni torturarlo. Por otra parte, Borges consumó una obra formidable, pero ahora quizá, al construir sobre ella, creo que se hace fundamental dulcificarla, y añadir elementos que tienen que ver con la emoción, con la espontaneidad, con la vitalidad o con la flexibilidad.
8. Escoge uno de tus relatos preferidos, por el motivo que sea, de cualquiera de tus libros: analízalo, cuéntanos cómo lo creaste, cuánto te llevó, háblanos de él cuanto quieras.
Hay un cuento que creo que es fundamental en De mecánica y alquimia. Se trata de «El sueño del monstruo». Y lo es por muchísimas razones. Por un lado, es el relato que hace de puente con el libro anterior. Es el único que transcurre en Londres, que era el espacio que compartían todos los relatos de 88 Mill Lane, y por lo tanto de alguna manera es el texto que nos trae hasta este libro, que viene a ampliar sus escenarios a distintas ciudades de todos los rincones de Europa. Por otro lado, al mismo tiempo es un relato que hace de bisagra dentro del propio volumen, porque facilita el tránsito entre los relatos de un cariz más o menos histórico que le preceden, y los cuentos futuros que le suceden. En realidad, lo que se sugiere es la posibilidad de que su protagonista, ese escritor anacrónico del Londres de principios de siglo XIX -un escritor adelantado a su época-, pueda ser entendido como el verdadero autor de los relatos anteriores y posteriores. Para rizar el rizo, como habrás visto, el propio cuento es además en sí mismo una suerte de bucle temporal. Por otra parte, el relato es un sentido homenaje a los escritores que se sienten desamparados en el panorama editorial, e incomprendidos por su entorno. Y por ahondar un poco más en el escritor que hay detrás -aparte de los evidentes aspectos autobiográficos que se puedan deducir-, a este cuento le tengo un cariño especial porque su confección me llevó apenas diez días -frente a los casi dos años del relato con más elaboración del libro-, y sin embargo enseguida me valió, por segunda vez, la obtención del cuantioso premio internacional de cuentos La Felguera.
9. En De mecánica y alquimia, todos los cuentos tienen una intención nada disimulada de insertar la tradición española del fantástico en una corriente europea, y a la vez estableces una evolución de la temática fantástica. En el mundo del caos y lo oscuro que es el fantástico, pareces decir que hay un orden, unas simetrías constantes: El Golem de Meyrink viene de Frankenstein -y de una leyenda mucho más antigua- y va hacia el androide, el robot. ¿Cómo se enfrenta un escritor de mentalidad cartesiana y formación filosófica al sangrante magma de la perturbación?
Con la esquizofrenia, sin duda. Lo cabal y lo caótico están en efecto siempre presentes en el libro. Incluso hay un relato, «Brigada Diógenes», que plantea un posible significado coherente latiendo bajo el caos. El libro, como venimos diciendo, está escrito a muchos distintos niveles de lectura, y esa diferencia de niveles es la que hace posible la convivencia del orden y el desorden. También en la propia mente. Quién no tiene dentro de sí varias capas de concepciones y de supuestos, que lo relacionan con la realidad y con la ficción de maneras muy distintas. Pensemos en escritores fantásticos, en escritores inquietantes, tentados por lo oscuro; seguro que ya tenemos varios nombres en la cabeza, también el de alguno actual. Y bien, ¿no son o han sido todos lo suficientemente cartesianos, lo suficientemente ordenados, como para construir una obra compleja, aunando datos, detalles, y complicadas técnicas narrativas? Todos esquizofrénicos. Todos escondemos uno, dos, tres o cuatro pequeños perturbados dentro de nosotros. Es fácil de comprobar. Piensa en esos autores, piensa en el brillo especial que destella en sus ojos.
10. Siguiendo con lo anterior, tus cuentos denotan tu gran afán de documentación, y en ellos se demuestra que la realidad siempre supera a la ficción. De hecho, como comentas en el escolio final -que jugando con el reverso de la realidad hay que leer colocado ante un espejo- todos tienen una raíz filosófica o científica. Así se descubre en el sorprendente «Libro de los instrumentos incendiarios», que resulta existir realmente.
Casi todos lo cuentos de la primera parte del libro tienen un punto de partida histórico. Se sitúan en el marco de una época determinada, engrosan sus filas con personajes más o menos reales, y encuentran su origen en un artilugio concreto, en un objeto mágico, en un instrumento científico, o en un hecho histórico que al menos a mí me resultaba irresistible. Gran parte del sentido de esos cuentos es explicar, desde la ficción, algunos de esos hechos. Como por ejemplo, por qué el verdadero Libro de los instrumentos incendiarios permaneció oculto diez siglos, permitiendo que Snell y Descartes se adelantaran a Ibn Sahl en sus descubrimientos, a pesar de que nuestra ciencia óptica llevaba seiscientos años de retraso; o por qué fue imposible reparar el reloj de Praga a lo largo de las varias décadas que siguieron a la muerte de su creador. Pero insisto, todo eso lo hago desde la ficción, desde una ficción que a veces se vuelve fantástica. En realidad, el objetivo último de estos cuentos es aún más ambicioso: aumentar las capas de la realidad, alterándola y entrelazándola con los recursos de la ficción. El escolio final del libro tiene una disposición inversa, por todo eso que tú has sabido ver, y por hacer un guiño a Da Vinci, e investir al libro de la forma de todos esos tratados de la historia de la ciencia europea, entre científicos y esotéricos. Ésta es otra de las razones por la que los relatos siempre transcurren en Europa: en realidad la technos, la tecnología de la que hablábamos antes, entendida como manipulación del mundo, nace en Grecia, y se desarrolla en la cuna de Occidente.
11. Hay en muchos de los relatos -como en los magníficos «El relojero de Praga» y «Lapis philosophorum»- un choque entre el saber y la simpleza, el detective que indaga y el misterio, el maestro y el discípulo tontorrón y que por serlo se salva de ser torturado y cegado -lo que permite que el saber se mantenga custodiado en ese discípulo-, así como una reflexión sobre la inevitable ruina de las empresas humanas: «Aquella mañana entramos en el ayuntamiento de la capital henchidos de gloria y ávidos de reconocimiento, y salimos ensangrentados, caminando con dificultad, arrastrando los pies como gólems de barro salidos de las catacumbas de las sinagogas».
Como te decía más arriba, todo el libro está planteado en términos de dualismo (incluso hay un relato, «Res cogitans», que tiene el propósito expreso de homenajear, en clave de humor, las distintas soluciones que las principales corrientes filosóficas dieron al problema de la separación entre la sustancia extensa y la sustancia pensante). El binomio entre el sabio y el simple, no hace sino ahondar en estas correlaciones: el dualismo entre la razón y la pasión, entre la mente y el cuerpo, etc. Por otra parte, creo que en el fracaso de las empresas humanas (que también se encuentra específicamente representado en el escritor frustrado de «El sueño del monstruo») siempre ha habido mucha literatura, desde las tragedias griegas.
12. Otro de los aspectos destacables de tu libro es el sutil hilo que los enmaraña, como la trama de esas arañas mecánicas que procuran «La maldición de los Zweiss», relato brutal y perfecto, y que tienen su eco en el irónico y tan cercano «El sueño del monstruo», y otras variadas referencias al mundo de los insectos.
En la primera batería de relatos históricos, mi intención era pasar de una al-Andalus muy moderna, casi extemporánea, a la oscuridad y los atrasos científicos del Medievo. Y quise que esa progresión hacia la oscuridad llegase lo más lejos posible: «La maldición de los Zweiss» es el resultado. Sin duda es el cuento más violento, brumoso y atroz de todo el volumen. Luego, que nadie se angustie, la cosa vuelve a mejorar con los siglos. Y, en efecto, los insectos aparecen por primera vez en ese relato, en forma de una araña de plata con un poder indescifrable. Luego se van ir multiplicando a lo largo de los cuentos, como pequeños autómatas o como insectos mecánicos, hasta que en «Brigada Diógenes» se sitúan en un primer plano de la historia, y cobran un nuevo significado (en el sentido más profundo y ontológico del término). No obstante, aún les aguarda un cambio más, y no será hasta el relato final que cierra el libro, «Pasajero 1/1», que estos insectos mecánicos -secuelas de la industria humana- no mutarán en una nueva forma de vida radicalmente distinta, como una suerte de alternativa de futuro.
13. La detallada descripción del proceso alquímico me recordaba a aquella novela de Balzac, La búsqueda del absoluto. En otros relatos está también muy presente Frankenstein, de Mary Shelley o El Golem de Meyrink, retomando la leyenda de Hoffmann. Pero también está la tradición de ciencia-ficción de Stanislaw Lem o Ray Bradbury. ¿De dónde han bebido estos cuentos?
Bueno, has apuntado muy bien. Las referencias al Frankenstein de Mary Wollstonecraft Shelley y a El Golem de Meyrink son directas en el texto, aunque al gólem lo trato de modernizar, y le atribuyo una naturaleza mucho más desenfadada (a la novela de Frankenstein, en realidad, uno de mis personajes le achaca errores argumentales y de consistencia narrativa). Por supuesto, también están entre las influencias de este libro Lem y Bradbury, a los que podríamos añadir los cuentos y novelas de autores que van desde H. G. Wells, hasta Philip K. Dick o J. G. Ballard. Creo que también podría haber algo del humor -en algunos tonos y diálogos- que inicia G. K. Chesterton, y algo del gusto por el juego de Lewis Carroll. Pero sobre todo, está esa línea de cuentistas a la que me refería antes, y que ampliada sería algo así como: Hoffmann-Hawthorne-Poe-L’Isle-Adam-James-Maupassant-Kafka-Cortázar-Borges-Calvino.
14. Desde tu punto de vista, ¿cuáles son las causas de que el relato corto no tenga en España una mayor aceptación? ¿Qué se podría hacer para que esto cambiara?
Para empezar a hablar, habría que partir de que el hecho literario hoy ha sido engullido por el mercado. Los mecanismos de la sociedad de consumo y las grandes empresas editoriales han integrado el libro en sus estructuras como un producto más, y a veces nosotros mismos nos sorprendemos hablando en sus términos. Antes, el número de lectores potenciales en España era de unos miles, y éstos sólo interesaban a los propios involucrados en el proceso creativo. Ahora, la cifra de lectores-consumidores se han multiplicado hasta añadir varios ceros, y los intereses han cambiado y tienen poco o nada que ver con la literatura. Desde este punto de vista, el cuento no puede competir. El cuento exige un lector involucrado, y no un lector-consumidor. (Y no nos engañemos, esto no sólo está ocurriendo en España, sino también cada vez más en países con gran tradición de cuento, como lo son Argentina o Estados Unidos). El cuento es complejo, no puede ser leído en cualquier sitio, a pesar de su breve extensión, y no es un cómodo remanso de paz en el que sumergirse y dejarse llevar. El cuento es inhóspito, un lugar sólo apto para aventureros. Por lo tanto, mientras los libros de cuentos no puedan fructificar en éxitos de ventas -salvo excepciones-, no podrán ser un engranaje de peso en el mercado. Y eso puede ser algo bueno o malo según los aspiraciones de cada cual. Desde mi punto de vista, lo único que en estas circunstancias podemos pretender cambiar es el trato que la crítica brinda al género, que es en muchos casos de un desdén manifiesto. Creo que hoy se está haciendo mucho para cambiar esta situación. Hay editoriales (Páginas de Espuma), librerías (Tres rosas amarillas), asociaciones (Muchocuento), revistas (Al otro lado del espejo), blogs (éste, sin ir más lejos), críticos y autores que están luchando activa y abiertamente por esta causa, y aunando fuerzas de una forma cada vez mejor coordinada. El objetivo, claro, debe ser conseguir un espacio y un estatus semejante al de la poesía. Lo contrario, aspirar a tener un peso decisivo en el mercado, además de ser un despropósito, es luchar contra molinos. Pero, claro, el mercado afecta a todo. También a los medios y a los suplementos. Y además de los intereses económicos, cuando hay que escribir una crítica de un día para otro, es más fácil reseñar una novela, con un solo tono y un argumento, que un libro de cuentos, que son muchos, puñeteros y revoltosos. Me gustaría cerrar tu pregunta, Miguel Ángel, dejando otra pregunta en el aire. ¿Cúantos críticos, hoy, en España, son capaces de pergeñar una buena reseña de un libro de relatos? Pocos, muy pocos, sólo los mejores.
15. Destácanos algunos libros de relatos de este comienzo de milenio que te parezcan sobresalientes.
El libro de relatos que más me ha sorprendido últimamente, por su fuerza, su irreverencia y su intuición, es Hombres salmonela en el planeta porno, del japonés Yasutaka Tsuitsui. Que nadie busque en él una prosa cuidada y precisión formal, porque no las encontrará. También debería mencionar Llamadas telefónicas, de Bolaño, y La vida imposible de Eduardo Berti. Dentro de nuestras fronteras, destacaría El porqué de las cosas, de Quim Monzó, y cualquiera de Cristina Fernández Cubas.
16. Háblanos de algún relato que en un momento de tu vida te perturbara o impresionara por algún motivo especial, con el que vivieras una de esas epifanías que tanto nos gustan a los escritores.
Podría nombrar «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius», «La Biblioteca de Babel», «Funes el memorioso» o «La memoria de Shakespeare» de Borges, «El perseguidor», «Casa tomada» o los microrrelatos de Historias de Cronopios y de Famas de Cortázar, «Los cachorros» de Vargas Llosa, «La pata de mono» de Jacobs, «El Horla» de Maupassant, «Enemigos» de Chéjov, «Los ojos de Davidson» de Wells, «Ylla» de Bradbury, «El bonsái Dabadaba» de Yasutaka Tsutsui, «Una aventura literaria» de Bolaño, «La divina providencia» de Monzó», o «La cólera de García Leguineche» de Mercedes Abad. Pero voy a mencionar un relato leído más recientemente, un cuento muy breve, de apenas dos páginas, de Carlos Castán: «Un día resbaladizo». Esa historia de apenas unos párrafos me dejó profundamente conmocionado, inmerso en cuestiones que en realidad ya me rondaban la mente, y pensando en ideas que luego probablemente no cuajarán en nada que tenga que ver en su forma con el cuento original. Pero ésa es la literatura que me interesa, la que te consigue remover por dentro y provoca asociaciones insólitas. Y la literatura de Castán, claro, es portentosa.
17. Colaboras en un programa de radio tan conocido como «El ojo crítico», donde tienes una sección de relato, y además diriges un programa dedicado en exclusiva a las formas cortas, «Literatura en breve». Realmente, ¿está cambiando la atención que los medios dedican al cuento? ¿Es una tendencia sólida o demasiado vinculada a los talleres de narrativa que tanto han proliferado en los últimos tiempos?
Lo cierto es que ambas iniciativas fueron mías. Quiero decir, fueron ideas que partieron de mí, y que luego fueron aceptadas. Pero el hecho de que fuesen aceptadas ya indica un cambio. Sí, en efecto, creo que está cambiando el interés general -de los medios de comunicación y de los lectores de a pie- por las formas narrativas breves, por el relato y el microrrelato, y todas sus mutaciones. Y creo que es una tendencia bastante plural. Los talleres literarios son sólo un agente más del cambio; antes nombraba otros muchos, que actúan desde muchos distintos frentes, y que en muchas ocasiones nacen de voluntades individuales. De todas formas, no tenemos que olvidar que los talleres son generadores de lectores de relato breve, y que las hornadas de participantes en los cursos van reponiéndose y aumentando cada año, y que eso acaba produciendo un cambio social a mayor escala. Aún con todo, creo que todo este cambio es todavía tímido, apenas un despertar.
18. Y para acabar, ¿puedes indicarnos algún escritor actual (de novela o relatos, español o extranjero) que a tu juicio esté infravalorado y otro que, también a tu libre juicio, esté sobrevalorado?
Aquí lo fácil sería responder a lo primero con un nombre español, y a lo segundo con un nombre extranjero. O no dar nombres. Pero creo que me voy a remangar y a meterme en el barro, porque quizá no siempre sea lo mejor mirar para otro lado. En cuanto a los infravalorados, distinguiré primero unos cuantos autores que ya gozan de prestigio y reconocimiento, pero que con todo aún creo que merecerían más del que se les ha concedido. No deja de sorprenderme, por ejemplo, que Medardo Fraile todavía no sea considerado en España a la altura que le corresponde, y que otros autores menores hayan ocupado su lugar. En una generación posterior, y desde una perspectiva distinta, hay otros dos escritores que -aun publicando en primeras editoriales-, para mi gusto, no disfrutan de toda atención que acaso se les habría prestado en otros países, me estoy refiriendo al genial cuentista Hipólito G. Navarro, inigualable, y a un narrador de imaginación y pulso como es Albert Sánchez Piñol. Quizá uno de los casos más flagrantes en este sentido, en nuestras letras, sea el de Ángel Olgoso. Un autor rico, inquietante y complejo, todavía desconocido por muchos, y cuya extensa obra cuentística habría que comenzar a recuperar y a reeditar. Y voy a nombrar también dos títulos que han pasado injustamente desapercibidos en los últimos años: el libro de relatos Nosotros, todos nosotros, de Víctor García Antón, uno de los más sólidos y originales aparecidos en esta década en nuestro país; y la novela La mujer de nadie, de Luis Artigue, con una prosa y una gracia deslumbrantes. Estoy convencido de que si cualquiera de estos dos libros no hubieran sido publicados en pequeñas sellos editoriales, en estos momentos todo el mundo estaría hablando de ellos. Por supuesto, se me vienen a la cabeza los nombres de unos cuantos jóvenes autores que aún están luchando por abrirse paso hasta la primera línea. Pero a nuestra generación siempre le ha tocado esperar diez años más en todo, así que, con el tiempo, ya llegarán. Estoy seguro de que llegarán, al menos (además de los muchos que se me olvidan): Jon Bilbao, Patricia Esteban Erlés, Óscar Esquivias, Mario Cuenca Sandoval, Miguel Ángel Zapata… Otra cosa muy distinta son los escritores sobrevalorados. Por lo pronto, la lista de aquellos que son encumbrados y usados por el mercado del que hablábamos antes es interminable: Ildefonso Falcones, Julia Navarro, Carlos Ruiz Zafón o -así están las cosas- Boris Izaguirre. Su visibilidad sin duda es obscena. Pero aquí estamos hablando de algo distinto, ajeno al hecho literario. Ellos fabrican productos de consumo, y como tales esos productos no están mal. También me parece que se les presta una excesiva atención, considerando lo que objetivamente representa su obra y comparándola con la de otros escritores, a autores como Antonio Gala o como Lucía Etxebarría. Y esto viene a ocurrir con otros tantos fenómenos similares. Y por último, creo que el primer Millás fue un escritor de un talento excepcional, pero, en mi opinión, el segundo Millás es bastante prescindible. Sustitúyanse los segundos nombres por los primeros, y volveríamos a habitar un mundo razonable.
TERRA, 02/11/2009
‘De mecánica y alquimia’, de Muñoz-Rengel, ofrece 11 relatos que involucran al lector a través del tiempo
El nuevo libro de Juan Jacinto Muñoz-Rengel, ‘De mecánica y alquimia’ involucrará al lector a través de 11 relatos cronológicos, que van desde hechos históricos hasta futuristas.
TERRA NOTICIAS / EUROPA PRESS
Desde el primer relato, que se desarrolla en el siglo XI en Toledo, se va avanzando en el tiempo, pero manteniendo en común, entre otros, escenarios europeos, elementos mecánicos o alquímicos.
Después irá pasando de ciudad en ciudad hasta llegar al siglo XIX en Londres, donde el lector se encontrará con un personaje protagonista de ese cuento, un escritor ‘un poco fantástico y anacrónico’, que dará las claves para comprender los relatos anteriores y comenzar en ese momento los futuristas, que ‘son de ensoñaciones del futuro, como lo habría soñado un escritor del XIX , no como nosotros’.
El autor del libro indicó a Europa Press que ‘los primeros relatos son todos históricos, y ya hacia el final del libro se muestra que en realidad nunca se pasa por nuestra etapa, porque del XIX se pasa a relatos imposibles, un poco futuristas’.
Desde el título, ‘De mecánica y alquimia’, nos muestra las directrices. En todos los cuentos hay elementos mecánicos, entre ellos, el reloj de Praga y el astrolabio, o alquímicos, como por ejemplo el boticario que busca la fórmula de la piedra filosofal.
Así, aseveró que, ‘en el fondo, lo que se busca es establecer nuevas interpretaciones que el lector va a poder ir acumulando a lo largo de los relatos’, y, según precisó Muñoz-Rengel, ‘entre el dilema materia y mente y el hombre en relación con el mundo y con la tecnología se mueve todo el libro’.
TECNOLOGÍA
En relación con el desarrollo de la tecnología, el autor señaló que es ‘un hilo conductor’. De hecho, va aumentando conforme avanzan los relatos, hasta que ‘al hombre se le escapa un poco de las manos, porque los últimos son ya son futuristas’.
Por su parte, el lector, cómplice en todo momento con la historia, comprenderá a lo largo de ella lo que no había hecho con anterioridad. Un juego en el que tiene que participar, uniendo las claves y las piezas si quiere llegar a conocer el relato completo.
Aunque el libro se presente con relatos independientes, la idea de Muñoz-Rengel es ‘crear un libro global superior, es decir, que haya un cuento que englobe a todos’. En este sentido, expuso que los relatos ‘son independientes, pero tienen unidad; el lector se lleva un plus añadido, se lleva más cosas, más recompensas, se lleva como un regalo’.
ELABORACIÓN DEL LIBRO
Apuntó que la elaboración del libro ‘fue un poco azarosa’, ya que había escrito hace cuatro años uno con seis relatos ‘y me di cuenta de que todos tenían un escenario europeo y elementos de mecánica o de alquimia’.
Después, empezó a trabajar para ‘darle una forma unitaria’, al tiempo que escribió nuevos cuentos, ‘revisando los anteriores para que coincidieran más y después de cuatro años de trabajo tengo un libro en el que todo encaja’.
‘De mecánica y alquimia’ se compone de los 11 relatos y un proemio al lector y un escolio final, con el que ‘imita’ a los tratados y manuales de la ciencia europea, que ‘eran entre científicos y exotéricos, un poco manuales ocultos’. A través del escolio final, que sólo se puede leer en un espejo, el lector podrá descubrir notas sobre los cuentos.
Muñoz-Rengel nació en Málaga y, entre sus obras, destaca el libro de relatos ’88 Mill Lane’. Además, como autor de relato corto tiene entre sus galardones el Premio Fernando Quiñones, el Julio Cortázar de Cuba, el Miguel de Unamuno, el Premio Relatos para Leer en el Autobús, el Premio Jóvenes Creadores o el Internacional La Felguera.
La Libélula, Radio 3, 21/10/2009
El autor entrevistado por María José Parejo a propósito de De mecánica y alquimia, en La Libélula de Radio 3.