RECORTES DE PRENSA:
OTROS MEDIOS:
Presentación en Barcelona, 13/10/2021
El autor conversa con Berto Romero a propósito de La capacidad de amar del señor Königsberg en la Fnac L’illa de Barcelona.
Babelia, EL PAÍS, Juan Cruz, 29/01/2022
‘La capacidad de amar del señor Königsberg’ o la vida milimétrica del hombre impasible
El protagonista de la novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel deglute la rutina con la perfección de los relojes ante la estupefacción de una sociedad que se prepara para el inminente apocalipsis
Por Juan Cruz.
El señor Königsberg vive en Manhattan en contra del ruido y de la furia de la gran ciudad. La eficacia de su gestión del tiempo procede de la capacidad de hacer todo como ya lo hizo ayer mismo y siempre. Es como si cada segundo él se sintiera impelido a juntar, en silencio, sin dañarse los dedos, pequeños pedazos de vidrio de una existencia cuyo carácter extraordinario se basa en que no se mueva nada. No se mueve ni el amor, que mira pero que no cultiva, como si ahí también se hiciera un daño al que es igual de indiferente.
En un momento determinado esta vida milimétrica se encuentra con un apocalipsis. El mundo se para y se va vaciando y comienza lo que para otros podría ser una tragedia y que para él es solo una nueva quietud. Lo que pasa es lo que siempre pasó, él deglute como rutina lo que otros temen como excepcional o peligroso. Ese ambiente que se parece al apocalipsis no es capaz de romper la perfección de los relojes que le acompañan a ser puntual como las estaciones y como la ruina.
Su pasividad es un gesto revolucionario en una sociedad que se apresta al desastre, que él afronta puntualmente. Como un cadáver vivo, él no espera nada, no exige nada, nada le hace sangre, nada interrumpe absolutamente nada, pero desata los nervios de quienes contemplan su desafío de normalidad como si su propia presencia fuera una piedra contra un espejo que él controla. Da igual que se desate la contienda mundial que amenaza la vida de los otros, lo importante es que llegue puntual al trabajo, en el que permanece como único baluarte de una civilización de la que podría ser, sin alharacas, el último testigo. Puede producirse esa contienda: él se impone como el último testigo.
Esa quietud de Königsberg excita el odio entre los que lo ven tan tranquilo, una piedra que ni siquiera hace círculos en un estanque que va a desbordarse. Quieto, impasible, este hombre rompe los nervios de quienes lo acompañan, viaja como si no tuviera suelo sino tiempo, y sobre él camina para hacerlo añicos y para recomponerlo a la vez minuciosamente. Su misión es seguir tranquilo, te dan ganas de romperle las canillas, hacerle cosquillas tal vez, arrancarle de cuajo las uñas, pero él resiste hasta convertirse en un monumento raro de la paciencia de vivir.
Könisgberg es la consecuencia de la programación de un maniático, un cumplidor del estilo Bartleby (el quieto de Melville asociado con la complejidad del género y otras incompatibilidades radicales) cuyas manías son monumentos a la quietud movible. La escritura con la que acompaña el autor este retrato evoca a Julio Cortázar o a otros latinoamericanos, como Borges, Onetti o Ribeyro, es meticulosa y tranquila, abraza la sintaxis como si ésta no fuera usada para el ruido o el daño, obedece a las leyes de las matemáticas y es tan perfecta como el universo que reclama el señor K para seguir viviendo como si fuera el que se despierta cucaracha y considera que ese es un destino ante el cual ha de mostrarse impasible. Ninguna de las novedades abocadas a la destrucción y a la ruina asalta el imperio creado por Königsberg, que desafía la rapidez de los segundos y llega puntual a las tareas en las que sobresale porque nada le importa excepto atender el imperio de la burocracia. Ni su madre, que le reprocha que sea así, logra atraerlo a la vida que los otros desarrollan con incidencias tan normales como la tendencia humana a la tardanza.
Una vida hipercontrolada que en un momento determinado se propone como la única esperanza de la humanidad. Nada está lejos de ser real en esta construcción melancólica del impasible perfecto.
El escritor Juan Jacinto Muñoz Rengel, en noviembre de 2020.PABLO MONGE
ABC de Sevilla, Fernando Iwasaki, 09/01/2022
Libros de 2021
Por Fernando Iwasaki.
Aunque leo más de cien libros al año, en 2021 sólo dispuse de 43 sábados para recomendar un título y por eso ahora quiero ponderar otros títulos que no pude reseñar. Eso sí: ‘Humano, más humano’ (Acantilado) del filósofo Josep Maria Esquirol, ha sido —para mí— el mejor libro del año.
NOVELA: Juan Jacinto Muñoz Rengel publicó ‘La capacidad de amar del señor Königsberg’ (Alianza), una novela genial, divertida y transgénero, porque lo mismo es policial, distópica, interplanetaria y quimérica, porque un machirulo abraza la sororidad. También deseo destacar ‘Borges en Estocolmo’ (De Conatus) de Sonia Dalton, seudónimo de un grupo de autores que se unieron para escribir una obra desopilante y que se pitorrean sin piedad de César Aira. Maravillosas también ‘Volver la vista atrás’ (Alfaguara) del colombiano Juan Gabriel Vásquez, ‘La tierra de la gran promesa’ (Random House) del mexicano Juan Villoro, ‘Tongolele no sabía bailar’ (Alfaguara) del nicaragüense Sergio Ramírez, ‘Sacramento’ (Galaxia) de Antonio Soler, ‘Trayéndolo todo de regreso a casa’ (Alfaguara) del argentino Patricio Pron, ‘El huerto de Emerson’ (Tusquets) de Luis Landero y ‘Albert Speer, un día’ (La Huerta Grande) del mexicano Juan Rivera Arroyo, la más grata sorpresa del año.
RELATOS: A pesar de la hegemonía incontestable de Páginas de Espuma —donde sobresalen ‘Perrita country’ de Sara Mesa, ‘Ni aquí ni en ningún otro lugar’ de Patricia Esteban Erlés y ‘La vía del futuro’ del boliviano Edmundo Paz Soldán—, deseo destacar tres títulos: ‘No dramatices’ (Pre-Textos) de Teresa Arsuaga, ‘Hervaciana’ (Tusquets) de Gonzalo Hidalgo Bayal y ‘Sobre nosotras, Sobre nada’ (La Esfera de los Libros) de Rosa Belmonte y Emilia Landaluce, un libro divertidísimo y tremendo, a la vez, escrito al alimón por dos autoras geniales, capaces de tocar todos los palos.
ENSAYO: Jordi Soler ha publicado ‘La orilla celeste del agua’ (Siruela), un libro de una belleza casi mística. Acerca de la moda en estos tiempos digitales, Baruc Corazón escribió ‘NoDiseño’ (La Huerta Grande). José Antonio Gómez Marín puso al día la que fue su tesis doctoral en ‘La apuesta de Dios’ (Renacimiento) y Miguel Saralegui ha compartido un extraordinario estudio sobre el antiespañolismo hispanoamericano en ‘Matar a la madre patria. Historia de una pasión latinoamericana’ (Tecnos). No obstante, el mejor ensayo del año apareció durante la Feria del Libro Antiguo de Sevilla: ‘Libres y libreras. Mujeres del libro en Londres’ (El Paseo) de Yolanda Morató. Sólo para sibaritas.
La Opinión, 09/01/2022
El apocalipsis como esperanza
En ‘La capacidad de amar del señor Königsberg’, de Juan Jacinto Muñoz-Rengel, se aprecia un salto a la ciencia ficción que resulta tan solvente como encaminado a construir una buena novela
Por Cristóbal G. Montilla.
Aunque suene a un juego de palabras facilón, el título de la última novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel se presta a hacer un diagnóstico de su interesante y divertida lectura. Una vez que se cierran definitivamente las cubiertas de ‘La capacidad de amar del señor Königsberg’ (Alianza de Novelas), se corrobora la capacidad de entretener, sorprender e innovar que atesora su autor.
A través de esta propuesta, el itinerario neoyorquino sirve un decorado imprescindible en el que lo diferente se hace rutinario hasta tal punto que no resulta difícil ‘adoptar’ a una ‘rara avis’ del calibre de Paul Königsberg, su contundente protagonista.
Su disciplina de otro tiempo y los acercamientos al mundo laboral crecen hasta el punto de construir un inesperado clima familiar que, ahora mismo, no resulta tan extraña por «las circunstancias extraordinarias» que también se están viviendo.
El aire distópico, el guiño alienígena y las coordenadas del apocalipsis son tratados con una dimensión que se presta a un mensaje necesario y esperanzador.
Al fin y al cabo, lo que respira, sufre y ejecuta Paul Königsberg viene a ser el espejo en el que se reflejan con notable precisión las luces y las sombras de la condición humana.
Una vez más, a Juan Jacinto Muñoz-Rengel se le agradece el compromiso con la imaginación y la originalidad que puso los cimientos de su obra y de sus señas de identidad en su novela iniciática, ‘El asesino hipocondríaco’.
Una década después, el escritor malagueño se resiste a relajarse y continúa abriendo potentes ventanas en su mundo narrativo que, al mismo tiempo, ensanchan las miradas de los lectores para enriquecerlas con un renovado halo de frescura.
Además, en ‘La capacidad de amar del señor Königsberg’ se aprecia un salto a ciertos retales de la ciencia ficción que resulta tan solvente como encaminado a construir de principio a fin una buena novela.
O lo que es lo mismo, un trance narrativo en el que acierta al fiar la apuesta en su justa medida a la figura de su poderoso personaje estelar.
El fresco psicológico de la sociedad actual convive con los suculentos ingredientes literarios, de un modo equilibrado y afinado, para sostener un toque de atención que mantiene con los ojos abiertos a quien se expone a las 200 páginas por las que discurre la historia que cuenta.
Dentro del Monolito, 21/12/2021
Por José Luis Pascual.
La literatura contemporánea distribuida a gran nivel necesita, creo, ángulos displicentes para con el lector. No deberíamos conformarmos con tramas planas y trilladas, con prosas que uno puede llegar a adivinar con páginas de antelación. Hoy más que nunca, me parece fundamental que los creadores de historias hurguen en su interior con ahínco para encontrar nuevas maneras, distintos enfoques, realidades originales. Suele decirse que todo está ya contado, y es posible que así sea, pero es la forma en que se nos presentan las historias donde la sorpresa aún ha de tener cabida. Reamoldando conceptos que pueden resultarnos familiares, Juan Jacinto Muñoz-Rengel cabalga continuamente en esa sorpresa en las páginas de su nueva obra, La capacidad de amar del señor Königsberg.
La novela sigue a Paul Königsberg, inmutable oficinista que hace de la realidad su particular mapa cuadriculado y específicamente delimitado. Este hombre vive instalado en una rutina diseñada al milímetro, sin dejar que ningún contratiempo altere sus horarios de trabajo, su metodología o sus costumbres. Durante su tiempo libre, este hombre de férreos principios mantiene un similar comportamiento, y los fines de semana no puede dejar de acudir al muelle a contar embarcaciones, dar de comer a los patos del lago o dedicarse a tejer cualquier tipo de prenda. Todo debería cambiar cuando una extraña raza alienígena invade el planeta. Pero, ¿de verdad cambia algo?
La capacidad de amar del señor Königsberg destaca por varios aspectos. El primero es, sin duda, su personaje principal. El señor Königsberg es un ser humano irreconocible, más cercano a la figura de un androide programado que a la un ser sintiente. Sin embargo, el lector no puede dejar de encariñarse con él, apiadarse de su patetismo y admirarse de su constancia. Es un personaje monumental, profundamente literario, de los que últimamente escasean.
El segundo punto importante es el modo en que Muñoz-Rengel convierte lo rutinario en lo verdaderamente importante. Pocas veces disfrutamos de una contraposición tal de los hechos más anodinos —la preparación del puesto de trabajo, la limpieza de una tostadora, la manera de limpiar unas gafas— con otros eventos que, en otro tipo de obra, serían los puntales de la narración —desaparición de personas, invasión extraterrestre, postapocalipsis—. El foco siempre está puesto en el mismo sitio: la obnubilada manera de ver el mundo del señor Königsberg. Esto nos da un contraste que ya de por sí resulta novedoso.
La novela está recurrida por un singular sentido del humor, que por momentos parece tan alienígena como los personajes (tanto extraterrestres como humanos) que pululan por la obra. En este aspecto, encontramos cierto apego hacia esa imposible comunicación entre seres tan distintos a la que siempre aludía Stanislaw Lem. Quizá esa comicidad a la que antes hacía referencia también venga influenciada por el checo.
Pese a tal componente sarcástico, estamos ante una de esas obras que hacen norma del constante cambio de tercio, intercalando y amalgamando tanto géneros como tonos. De lo cómico pasamos a lo sombrío, de lo aséptico pasamos a lo personal. Y, sorprendentemente, del pulp más descacharrante pasamos al sentimiento romántico. Eso no lo esperabais, ¿eh?
Ahí radica buena parte del éxito del constructo ideado por Muñoz-Rengel: la sorpresa. Los capítulos son breves, y en ningún momento puede uno adivinar lo que vendrá a continuación, pues cada vez que nos hacemos una composición de lugar, viene el viejo y pícaro demiurgo para desbaratar nuestros planes con aire juguetón y desafiante. Pero hay más, mucho más. Es una delicia observar cómo desfilan los diferentes cambios temporales, a veces basados en un simple objeto como catalizador y motivo del salto. Y contemplar las pequeñas variaciones en el espíritu del señor Königsberg como quien observa las mínimas transformaciones en una planta, segundo a segundo, minuto a minuto, vida a vida.
Con esa mirada, me parece intuir algunas veladas (muy veladas) críticas irónicas a ciertos tropos de la narrativa popular, que aquí se metamorfosean en figuras delirantes que es mejor no desvelar. Solo diré que la novela, en su parquedad, se pliega y despliega para admitir ecos de Richard Matheson, de Cormac McCarthy y hasta del mismísimo Lovecraft. En esos parámetros, entre otros muchos, nos movemos.
Pero también hay un importante poso metaliterario. Me parece adivinar algunos toques autobiográficos en la novela. La aparición de una niña en un momento dado es una pista del proceso de gestación de la obra, y puede abrir un nuevo plano en la lectura. ¿Nos está contando Muñoz-Rengel pasajes de su vida? ¿Es toda la novela una mixtura de distintos momentos que ha atravesado el autor? Si nos vamos a esta interpretación, la continua irrupción de elementos a priori discordantes puede cobrar un sentido mucho más cimentado.
En fin, resulta imposible no coger cariño al señor Königsberg a medida que asistimos a sus evoluciones y revelaciones. Su manera de enfrentarse al mundo no cambia demasiado, al menos en apariencia, pero Juan Jacinto Muñoz-Rengel nos devuelve la jugada para hacer que seamos nosotros los que cambiemos y que nuestra percepción se amolde a lo que quiere.
Novela que quiebra, que choca, que reta. Sus cambios de tono y de decorado suponen tanto un muro como una promesa. Porque, del mismo modo que los lectores buscan una literatura acorde a sus gustos, la literatura tiene todo el derecho de buscar a sus lectores. La capacidad de amar del señor Königsberg te está buscando. ¿Estás dispuesto a ser encontrado?
LA VERDAD, 27/11/2021
Lo inmutable
Por Antonio Parra Sanz.
Dícese de lo que no está sujeto a cambios, por mucho que se modifique o estalle todo lo que haya alrededor, y el señor Königsberg es el ejemplo palpable de esa inmutabilidad. Creado por Juan Jacinto Muñoz-Rengel, y sin poder escapar del sello característico del autor, nos encontramos ante un personaje que ha hecho de los trastornos obsesivos un modo de vida, y una rutina que, paradójicamente, le librará en varias ocasiones de la muerte.
Eso sí, a su alrededor, veremos florecer y marchitarse distopías, conspiraciones, visitas extraterrestres, epidemias apocalípticas y hasta un mundo empresarial que nos recordará, entre otros, a aquel laberinto kafkiano de ‘El proceso’ y, por qué no, al ambiente de Bartleby, aquel famoso escribiente estandarte del hastío y la negación.
En ese crisol de mundos y situaciones, Muñoz-Rengel hace gala de una gran agudeza, practicando de cuando en cuando una acerada crítica social, empleando un humor muy peculiar y tocando temas universales en lo humano, aunque los bañe con ese sarcasmo, esa ironía y esa sátira a la que nos tiene ya acostumbrados. Eso sí, el personaje, poco a poco, consigue que el lector pase de la repulsión al cariño, dándole así la razón al título de la novela.
Boy with Letters, 24/11/2021
Por Daniel Pérez Castrillón.
Vivimos en un mundo extraño, no me cabe la menor duda. Es más, si te paras a pensar en tu día a día, probablemente muchas de las acciones que realizas si le das más de dos vueltas te parecen absurdas o no las sabes explicar. Por supuesto, no sería el caso del señor Königsberg, un hombre cuyas rutinas son férreas y permanecen inmutables. De verdad, el hombre es tan solitario y hermético, que ya puede venir una invasión alienígena o invadir el planeta unos seres (vagina) aterradores, que él será capaz de adaptar su rutina y seguir fielmente con sus labores. Por qué el trabajo es lo más importante. Quizás por eso, el señor Königsberg sea capaz de sobrevivir a todo lo que se le ponga por delante y nosotros, igual no tanto.
Rompiendo expectativas
Una de las mayores virtudes que destacan de La capacidad de amar del señor Königsberg es como es capaz de romper tus expectativas una y otra vez. Bueno, no solo romperlas, si no que las vuela por los aires y te las destroza continuamente. Juan Jacinto Muñoz-Rengel pasa de un peculiar realismo, en el que conocemos la extraña vida y rutina del señor Könisberg, a una novela de alienígenas en un suspiro, pasando por un apocalipsis, una road movie y hasta una utopía feminista. Esta sensación de extrañeza nos acompaña durante toda la lectura, rompiendo las reglas del juego cada vez que las tenemos más o menos claras y estables. Es ese tipo de comedia extraña, repleta de giros y momentos incomprensibles que vuelcan la trama y no me paraban de recordar a mi visionado de The Life Aquatic with Steve Zissou.
El imperturbable señor Königsberg
El alma mater de la historia, el señor Königsberg que conocemos en tercera persona, es un protagonista solitario, de carácter difícil y hermético con el resto. Pocas cosas lo consiguen importunar, excepto que no pueda seguir el orden de las cosas que el establece consigo mismo. Sin embargo, es capaz de adaptar su peculiar rutina a todos los cambios. Es testarudo y perseverante, pero eso consigue hacerle sobrevivir. Es un personaje que intentas descifrar continuamente, que no siempre comprendes y que va a lo suyo, pero al que realmente terminas cogiendo cariño pese a su complicada personalidad. Es como el peculiar Sherlock de Benedict Cumberbatch, que tiene sus manías y no se hace mucho de querer, pero al que muestras cierta simpatía y hasta pillas cariño.
Un cóctel de todo
Ciencia ficción, apocalipsis varios, aventuras pulp y utopías feministas. Lo que te vas a encontrar en las apenas 200 páginas de La capacidad de amar del señor Königsberg es un cóctel de muchas cosas que juegan a descolocarnos continuamente a través de un personaje de lo más extraño. La novela se transforma de forma constante, intentando ser un espejo sobre el que ver, como decía al principio, alguno de los absurdos de una gran cantidad de acciones que realizamos cada día y fingimos entender. Quizá no todo funcione bien en la novela, como el capítulo del flashback, pero es interesante como podemos leer la novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel en clave de la Historia (si, en mayúscula), donde las sociedades han tenido que cambiar o colapsar por que no saben aprovechar sus recursos.
La capacidad de amar del señor Könisberg es una de esas novelas curiosas que salen al año de las que a un servidor gusta leer. Es extraña y diferente en si misma, pero uno es capaz de encontrarse en ella. Es divertida y a la vez es reflexiva, entregándonos un combinado de todo en apenas 200 páginas.
Diario de Córdoba, 20/11/2021
Una paradoja de lo familiar
‘La capacidad de amar del señor Königsberg’ es una novela del escritor malagueño Juan Jacinto Muñoz-Rengel
Por Pedro M. Domene.
Quizá resulte, a día de hoy, un auténtico atrevimiento contar una historia mutante por la que desfilan invasiones extraterrestres, utopías de corte feminista y cuyo protagonista es un personaje hermético y disciplinado, un solitario de carácter difícil, pero metódico y rutinario que acude a diario a su trabajo sin que nada se oponga en su excesiva dedicación al deber, y que literariamente resulte trasunto del clásico, el escribiente Bartleby, de Melville, un tipo que logra mantener a salvo sus rutinas particulares en un mundo cambiante, y ante una situación catastrofista, como ocurre en La capacidad de amar del señor Königsberg (2021). Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974) nos entrega una ficción donde todos los parecidos con la realidad y, en concreto, con lo que se refiere a la transformación del mundo y la respuesta de la humanidad ante este singular hecho resulta creíble, donde las cosas familiares se hacen extrañas y con tintes de novela sentimental que, tras el cataclismo, una inimaginable invasión alienígena, se convierte en una permanente búsqueda en mitad de la más absoluta soledad, un texto de cierta jocosidad irónica y expresiva escrito con una cuidada prosa y en calculados episodios o capítulos que acercan al lector a una visión de la ciencia ficción. Lo más curioso es que, cuando todo cambia y se hunde el mundo alrededor del personaje, este permanecerá impasible, la especie humana se irá extinguiendo y él superará las vicisitudes sin grandes esfuerzos, o cuando el planeta entero se transforma, no una sino varias veces, ni siquiera los giros más disparatados alterarán un ápice la inmutabilidad del señor Königsberg. Quizá se trate de una historia donde predomina la literatura de la imaginación, y Muñoz-Rengel opta por una fusión de géneros, un intento de ir más lejos en ese sentido. Si en otras obras hibridaba el género negro y la comedia, la novela histórica y la ciencia ficción, el realismo mágico y el terror, en esta ocasión es la apuesta más extrema: que la propia novela mute a través de una amalgama de géneros mientras su protagonista convive con esos extraños invasores. El señor Königsberg no se verá obligado a nada, nunca cambia sus hábitos, y aunque el mundo que conoce se hunda, volverá a su rutina, mientras el lector observa, eso sí, que el libro empieza a desarrollar otra historia, y a convertirse en otra cosa.
Juan Jacinto Muñoz-Rengel publicó las colecciones de cuentos, 88 Mill Lane (2006) y De mecánica y alquimia (2009); El asesino hipocondríaco (2012) supuso su salto a la novelapara rendir tributo a una mayor extensión y pretensión narrativa. El sueño del otro (2013) cuestiona toda una vida sobre algo falso que se convierte en verdadero a medida que avanza en el tiempo, y El gran imaginador (2016) homenajea al Quijote, origen de la novela moderna, un intento de explicar, desde la imaginación, cómo Miguel de Cervantes pudo escribir algo tan adelantado a su época, de comprender cómo funcionan los mecanismos creativos del genio.
Diario de Navarra, J. L. Martín Nogales, 18/11/2021
El lado bueno de las personas
Por José Luis Martín Nogales.
En la última novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel se dice que “el mal es tan solo una forma de ser. Pero una forma de ser muy extraña”. El libro se titula La capacidad de amar del señor Königsberg (Alianza Editorial). El protagonista es un hombre peculiar: ordenado, trabajador, taciturno y un solitario contumaz. Vive en la ciudad de Nueva York, tiene una pasión secreta, ejecuta rutinas cada día, se llama Paul Königsberg, como anuncia el título, y vive cada minuto “como si fuese el último hombre que quedara sobre la faz de la tierra”. Y tal vez lo sea. Aunque es un trabajador ejemplar, no ama su trabajo, porque a quien ama en realidad es a una mujer, a Doris Hillman, aunque en el tiempo que han estado juntos no se ha decidido a decírselo.
La lectura de esta novela es sorpresiva: lenta y realista al principio, deriva hacia la ciencia ficción y describe una distopía cuando empiezan a producirse una serie de episodios extraños en la ciudad de Nueva York y el mundo es invadido por alienígenas. Es entonces cuando la novela refleja las características propias de la literatura de Muñoz-Rengel que desarrolló en sus novelas anteriores: El asesino hipocondríaco, El sueño del otro y El gran imaginador. La capacidad de amar del señor Königsberg está compuesta mediante una mezcla de realidad, fantasía, ironía y humor. Rompe los géneros literarios; y su escritura supone un reto, al combinar una historia de amor con un retrato psicológico, la ficción fantástica, la farsa, la comedia y el apunte utópico. Plantea de forma lúdica y un poco gamberra de qué manera se puede sobrevivir ante una situación de cambios radicales. Expone que no siempre los más fuertes son los más preparados para la supervivencia. Sugiere que la utopía del futuro estará en manos de las mujeres. Y concluye que si hubiera más personas como el señor Königsberg, un hombre sin empatía, pero comprometido con la rectitud y el estricto cumplimiento del deber, “quizá el mundo sería mejor”.
El Ojo de Gutenberg, un espacio de Guillermo Busutil, 16/11/2021
El periodista y escritor Guillermo Busutil, Premio Nacional de Periodismo Cultural, reseña La capacidad de amar del señor Königsberg.
ABC, 14/11/21
El señor Königsberg y la ley del más débil y maniático
El escritor Juan Jacinto Muñoz-Rengel retuerce la distopía en la disparatada y mutante ‘La capacidad de amar del señor Königsberg’
«En España hemos pasado una racha muy mala, después de la Guerra Civil y la posguerra, de no atrevernos a escribir nada que no fuera serio», destaca
Por David Morán.
El señor Königsberg se levanta siempre a las cinco y media de la mañana, mastica veinticuatro veces cada bocado del desayuno, se pone la camisa abrochándose un botón con la derecha y otro con la izquierda, fija sus calcetines con ligas y se limpia las gafas aprovechado los semáforos en rojo. Abrigo, sombrero y a trabajar. Cada día igual, uno detrás de otro. Ya puede venir un apocalipsis o una invasión extraterrestre que ahí estará el señor Königsberg, con su carromato de manías y sus férreas rutinas, transformando lo extraordinario en un día cualquiera. Otro más.
«Es un personaje estático que se niega al cambio, un tipo maniático y obsesivo que no cambia su rutina pase lo que pase», explica Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974) para presentar al protagonista de ‘La capacidad de amar del señor Königsberg’, un festín de géneros y cataclismos literarios del que emerge, hermético e inalterable, Paul Königsberg, oficinista de vida gris y habilidades sociales tirando a inexistentes que, sin embargo, se convertirá en pieza clave para el futuro de la humanidad.
Un vuelta de tuerca al darwinismo social con la que el autor de ‘El asesino hipocondríaco’ disfraza el caos que nos rodea de disparatada distopía y pone a los mandos al más insospechado superviviente. «Al final tiene que haber de todo -reflexiona el autor-. Y de algo tiene que servir el cobarde. Mi reto era conseguir que sus manías, todo aquello que lo convierte en alguien rechazado y marginal, en alguien débil, sean lo que lo salva».
Dicho y hecho, cuando los extraterrestres deciden invadir la ciudad de Nueva York y todos sus ciudadanos, valientes o cobardes, empiezan a caer como moscas, el señor Königsberg sigue a lo suyo.
Abrigo, sombrero y a trabajar. Cada día igual y, ahí está la clave, cada día por un puente diferente. «No entra en pánico, sigue con su vida y eso hace que sea el espécimen que se salve», subraya Muñoz Rengel. En la batidora de la que sale tan inalterable espécimen el autor de ‘Una historia de la mentira’ arroja una pizca Bartleby, una paradoja matemática (sí, la de Königsberg) y una absoluta falta de prejuicios a la hora de enredar y mezclar géneros. Tampoco es casual que el protagonista tome su nombre de la localidad natal de Kant, otro ‘freak’ de tomo y lomo cuyas idas y venidas servían a sus vecinos para poner los relojes en hora.
Así, de disparate en disparate hasta la victoria final, Muñoz-Rengel reflexiona en la novela sobre la soledad, el acoso escolar, las disfunciones familiares (ojo con la madre) y el culto al trabajo mientras se entretiene rompiendo fronteras y barriendo etiquetas. «No es sólo fundir géneros; es que la propia novela fue mutando», apunta. Un contraste más que evidente con la inmutabilidad del señor Königsberg que se traduce en un distopía que va de lo pulp a lo apocalíptico y de lo humorístico a lo fantástico sin apenas despeinarse.
Desbordando el género
Una fórmula para algunos atrevida que para Muñoz-Rengel no es más que el signo de los tiempos ahora que lo fantástico ha desbordado sus propios márgenes. «Con lo fantástico se ha ganado mucho terreno en los diez últimos años en España y eso explica que editoriales más literarias se hayan atrevido a publicar ese tipo de género», explica.
Todo un alivio después de décadas de literatura deliberadamente ceñuda y en la que cualquier excursión más allá del realismo era vista como poco más que una herejía. «En España hemos pasado una racha muy mala, después de la Guerra Civil y la posguerra, de no atrevernos a escribir nada que no fuera serio. Si te dedicabas a lo fantástico eran tontadas. Sin embargo, en Latinoamérica estaban haciendo todo tipo de cosas: realismo mágico, fantástico cotidiano, Borges… Esa tradición nos ha salvado, porque nos ha demostrado que se puede hacer literatura desacomplejada y sin ningún tipo de lastre y ser alta literatura», explica un autor que ya prepara una nueva incursión al género, esta vez con una novela de terror psicológico.
El Español, 13/11/21
Juan Jacinto Muñoz-Rengel: «Mi protagonista cree en sus principios y los mantiene; eso hoy día es muy raro»
El escritor malagueño firma una divertida y disparatada distopía, ‘La capacidad de amar del señor Königsberg’, donde aborda las múltiples crisis del presente. La presentará este sábado en la Feria del Libro.
Por Isabel Vargas.
«La selección natural es una fuerza siempre dispuesta a la acción», dice Darwin. Y si no que se lo digan al protagonista de la nueva novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel (Málaga, 1974). El señor Königsberg sobrevive a una invasión alienígena, entre otros desafíos, siendo un señor hermético y arisco. El personaje no piensa como los demás ni falta que le hace y no suele caer bien ni tampoco es el hombre más atractivo.
Ni siquiera los cambios de género del último libro del malagueño, que mutará de la novela-Bartleby a la fantasía, la ciencia ficción, la literatura postapocalíptica o la utopía feminista, serán capaces de alterarlo. Ninguno de esos cataclismos. Porque no es posible encontrar un protagonista más a prueba de bombas. El escritor, uno de los autores españoles más interesantes de los últimos tiempo, firma una divertida y disparatada distopía muy apta para estos tiempos de crispación.
En La capacidad de amar del señor Königsberg (Alianza de Novelas), cuya presentación tendrá lugar este sábado en la Feria del Libro de Málaga, aborda las crisis del presente: desde la lacra de la soledad, la capacidad alienante del trabajo y el acoso escolar hasta la filosofía del sálvese quien pueda o las complicadas relaciones familiares.
«Quería escribir de forma desprejuiciada y he hecho lo que me ha dado la gana. Ahora nos encontramos con un escenario en el que hay mucho título serio. Hacía falta que desde una literatura más cuidada se abriera esa ventana. Deseaba que el lector pasara un buen rato«, explica el novelista en una charla con EL ESPAÑOL de Málaga antes de presentar su nuevo libro este sábado a las 18:00 en la sala Isabel Oyarzabal. Después, firmará ejemplares en la caseta de la Librería Luces a partir de las 19:30.

Una foto del escritor malagueño. Eduardo Cano
En primer lugar, ¿cómo ha pasado este año y medio de pandemia?
Lo he pasado muy mal. La semana previa al confinamiento enfermé de coronavirus. Me tuve que encerrar en casa. Mi mujer y mi hija también lo pillaron aunque me aislé. No podía nadie a ayudarnos. La niña es muy pequeña. Me atendían por teléfono, ni siquiera venía el médico. Mantuve online la escuela de escritura que tengo en Madrid. Incluso ganamos alumnos.
Leyendo La capacidad de amar del señor Königsberg he pensado mucho en la pandemia. Los personajes vivían situaciones calcadas. Sé que la idea la tuvo hace ya tres años. ¿La realidad supera siempre la ficción?
Sí (ríe). Con esta novela es difícil que la realidad supere la ficción porque he metido muchos giros disparatados. Hay muchas cosas que se parecen y que incluso no estaban previstas. Que de un día para otro se encerrara toda la humanidad dentro de sus casas es algo que nadie vio venir. En mi novela aparecen alienígenas y después, cuando uno cree que ya no puede haber nada más, de repente hay otro giro. Hay una mutación dentro de la historia que a los lectores les va a sorprender, y que vuelve a suponer otro peligro mundial. La novela pretende escapar de todo esto gracias al sentido del humor. Vivimos unos tiempos de mucho miedo. Después de la pandemia, la gente cae muy rápido en todos los cebos: desde un apagón mundial a una crisis económica. Esta novela invita a relajarnos.
Precisamente, el humor y lo disparatado están muy presentes en su nueva novela. ¿Se ha puesto alguna vez límites a la hora de escribir ficción?
Con esta en concreto no me he puesto ninguno. Siempre he intentado fundir géneros y ver qué salía de ahí. He mezclado el género negro con el humor o la novela histórica con ciencia ficción y realismo mágico. En este caso, quería que no hubiera ningún tipo de límites en el disparate, es decir, que la trama fuera tan loca que pudiera ir dejando atrás los géneros. Todo esto surge porque como mi protagonista no iba a cambiar, su esencia es el no-cambio, tenía que contar algún cambio. El personaje no va a cambiar, pero lo voy a someter a todas las tensiones posibles.
El protagonista me recuerda mucho al de Bartleby, el escribiente de Melville. ¿Lo valiente en estos tiempos tan cambiantes es tener un criterio férreo?
No podemos empatizar con este personaje porque es un tipo muy singular. Hay muchas cosas que hace con las que no podemos estar de acuerdo. Cuesta ser él. Quería señalar justo lo que acabas de decir. Tiene algo bueno. El protagonista cree en sus principios y los mantiene. Eso hoy día es muy raro. Él sobrevive ante las circunstancias que le toca vivir por puro azar gracias a que siempre mantiene aquello en lo que cree: sus rutinas, sus costumbres, sus manías, sus ideales. Lo demás van cayendo como moscas. Él tiene algo de kantiano: sigue su principio rector y de ahí no se mueve. La novela refleja el caos que vivimos hoy, pero al mismo tiempo tiene un punto de partida firme.

Otro retrato del novelista. Isabel Wagemann
Él protagonista desde luego es muy coherente. La mayoría no lo somos.
Lo común es el cambio de opinión y el no saber donde estamos. Hay un relativismo absoluto. No es malo. Nos acerca a una teoría de la realidad más cierta, pero por otro lado se utiliza muchas veces para el todo vale. Lo mismo nos dicen que nos están metiendo un chip con las vacunas que cualquier otra cosa. Como todo es mentira, todo está equiparado, pero no porque hay distintos grados de mentira. Hay cosas que se acercan más a la realidad y hay otras que son una auténtica locura. Quería premiar al personaje. Todo es posible en un momento donde se vive una catástrofe mundial. Todas las especies tienen individuos altos, bajos, fuertes, débiles, guapos, feos y de todo tipo. La selección natural dictará.
¿Abrazamos la mentira con más frecuencia que la verdad por pura supervivencia?
Vivimos en la época del relato. Ya no hay un dueño de la verdad, sino un dueño del relato. El que mejor lo cuente, gana. Eso lo entendieron hace mucho tiempo los políticos y los empresarios. ¿Qué es la verdad? Es algo mucho más inasible que se nos escapa y con lo que abriríamos un debate muy profundo. Lo cierto es que eso hoy da igual. Lo que importa es ‘esto a lo mejor es menos verdad que esto otro, pero yo lo voy a contar mejor’. Es lo único que importa. Al final es muy fácil manipular todo. Por eso en la literatura tenemos mucho que hacer y que decir. Los escritores somos los que sabemos contar. La literatura transmite mucho más que cualquier dato frío. Cuando articulas una historia, el lector se introduce dentro y lo comprende mejor. Incluso la ciencia se entiende mejor divulgándola y no a través de un puñado de datos. Mi obligación en este momento quitarle un poco de importancia a determinadas cosas. Por eso he utilizado tanto el sentido del humor.
En la historia también aparecen unas mutantes. ¿Junto al ecologismo, el feminismo es una de las mayores revoluciones de este siglo?
Sin lugar a dudas. Está por encima de la ecología, que es un deber de cara al presente y al futuro. El feminismo es una cosa de justicia y que todavía le queda mucho recorrido. Por suerte ha avanzado mucho en poco tiempo. Ya era hora. Es tan de cajón que no deberíamos ni cuestionárnoslo. Al mismo tiempo, oyes gente que no se ha enterado de nada. Hay muchas personas que están muy fuera de lo que estamos hablando ahora y que viven instaladas en ese machismo. De una forma irreverente, esa transformación, esa mutación, pretende ser icono del cambio.
Me parece que en su novela hay una crítica velada a esta sociedad entregada por completo al trabajo. ¿Estoy en lo cierto?
Sí. Hay un hilo conductor que tiene que ver con lo laboral. De alguna forma, este personaje trabaja tanto que ni siquiera su jefe está contento con él. Le da la vuelta al sistema y es como si estuviera haciendo una huelga a la japonesa (ríe). A él no le gusta su trabajo y lo hace muy bien por obsesión. Todo eso lo hago para facilitar una mirada distinta sobre lo que hacemos. Una mirada desde el extrañamiento. Y tuviéramos esa mirada extrañada sobre el propio trabajo, que a veces es tan alienante y tan ajeno a nosotros. Cuando llegan los extraterrestres y empiezan a trabajar en su mismo edificio, el protagonista no entiende que están haciendo. Hoy día hay muchísima gente que tendría verdaderos problemas para explicar cuál en su función en su empresa. Estamos generando un sistema complicado donde al final hay muchos que se preguntarán en sus últimas días: ¿Qué he hecho en la vida? Existen trabajos muy absurdos.
En su novela no alberga muchas esperanzas sobre el ser humano. ¿Es positivo ante esta crisis de valores, del mundo?
Soy de los optimistas. Coincido en que hay una crisis de valores brutal. Hay muchas cosas que cambiar. El mundo va muy mal. Estamos en manos del capital. También hay mejoras por mucho que pongamos el acento en todo lo malo que está por venir. En general, vivimos mejor. Hay en el mundo más creatividad, más arte y más entretenimiento. Eso demuestra que hay mayor grado de felicidad. Tampoco que todas esas hecatombes que se anuncian vayan a consumarse. Hay que cambiar ciertas conductas. Hay algunas que nos llevan a la autoaniquilación. Espero que rectifiquemos a tiempo.
Antonio Soler dijo el otro día en una entrevista que al situar sus novelas en Málaga lucha «contra ese complejo que nos dice que lo importante ocurre en la Quinta Avenida». ¿Qué opina?
Estoy de acuerdo. Tengo novelas que se desarrollan en ciudades españolas localizables y volveré a tenerlas en el futuro. En este caso, como la novela no deja de ser paródica, me parecía que para significar una invasión alienígena y llenar los edificios de baba y de todo tipo de cosas, necesitaba un sitio icónico como Manhattan. También necesitaba que el personaje cambiara una y otra vez de ruta. Hay una paradoja matemática llamada los puentes de Königsberg y al mismo tiempo el apellido es el nombre de la ciudad natal de Kant. Todos esos guiños me llevaban a pensar en una ciudad con puentes. La isla de Manhattan los tenía todos. En Málaga puede pasar cualquier cosa. Lo hemos visto estos años con la pandemia. Aquí hemos tenido grandes avenidas vacías y ha sido sobrecogedor.
LA VANGUARDIA, 10/11/21
LIBRO DEL DÍA
Muñoz-Rengel: «Francia ha contratado a escritores de ciencia ficción para que planteen qué puede suceder»
El escritor dibuja un mundo invadido por los alienígenas en el que no sobrevive el más fuerte en ‘La capacidad de amar del señor Königsberg’
Por Leonor Mayor Ortega
En Soy leyenda (Francis Lawrence, 2007), Will Smith se convertía en el único habitante de Nueva York tras una pandemia. Al espectador no le sorprendía, porque Smith era virólogo y militar, fuerte y listo y, sin duda, el más preparado del mundo para sobrevivir a una hecatombe. En La capacidad de amar del señor Königsberg (AdN), Juan Jacinto Muñoz-Rengel le da una vuelta a la teoría de la supervivencia y convierte a su protagonista, un hombre maniático y solitario, en el último habitante de Nueva York tras una invasión alienígena.
El señor Königsberg es lo que comúnmente se conocería como un freak. Está cargado de manías, no es sociable, va a la suya y fue víctima del acoso escolar cuando iba al colegio. «Si todos fuéramos como él, haría bastante tiempo que nos habríamos extinguido», opina uno de sus compañeros de trabajo. Pero cuando la gente empieza a desaparecer, Köingsberg sigue acudiendo puntual a su puesto siempre caminando y atravesando algún puente. Y cuando los extraterrestres ya pululan por Manhattan sin disimulo, unos neoyorkinos fallecen por su cobardía tratando de huir y otros por su valentía intentado enfrentarlos.
Solo Königsberg sobrevive porque mantiene sus inalterables rutinas. «El nombre del protagonista es un homenaje a Kant, que nació en Königsberg y nunca salió de su ciudad. Era un hombre muy peculiar, hipocondriaco y lleno de manías», explica Muñoz-Rengel, que además de escritor es filósofo y que ha participado en El 42, Festival de Gèneres Fantàstics de Barcelona. El homenaje al filósofo alemán se redondea con los puentes de Manhattan, un guiño a «los siete puentes de la paradoja matemática de Kant».
Es posible que a Kant los habitantes de Königsberg lo consideraran rarito. «En todas las especies hay individuos raros, pero hay cosas que hacen sobrevivir. El protagonista de la novela es el rechazado, el que parece débil, el que se extinguiría el primero según el darwinismo, pero sus sus manías las que le salvan porque no entra en pánico, sigue con su vida y eso hace que sea el espécimen que se salve», añade el también autor de El asesino hipocondríaco y El gran imaginador.
«Tormenta de ideas»
La nueva novela de Muñoz-Rengel navega en las aguas de la fantasía en un tono realista, pero lo que ocurre entre sus entretenidas páginas ya no sorprende tanto como unos años atrás. Gente encerrada en casa por miedo a morir. Hace tres años era pura distopía. Ahora el confinamiento es algo normal. Y pueden pasar muchas otras cosas. Por eso, los escritores de literatura fantástica han pasado de estar arrinconados en las librerías especializadas a subirse a la cresta de la ola.
«Francia ha contratado a autores de ciencia ficción para que promuevan una tormenta de ideas y dibujen escenarios que parecen imposibles, para que muestren qué es lo que puede pasar, situaciones que no se les ocurrirían a los políticos o los burócratas», explica Muñoz-Rengel tras recordar que los libros de «Julio Verne, que iba a los sitios para saber como adelantarse a su tiempo, o de H. G. Wells, que sobre todo imaginaba, ya sirvieron para que nos viéramos a nosotros mismos desde otro lugar».
COPE, 05/11/21
Muñoz-Rengel: El género fantástico ya ha llegado a editoriales más literarias
El escritor Juan Jacinto Muñoz-Rengel, que acaba de publicar su novela «La capacidad de amar del señor Königsberg», ha dicho este viernes en Barcelona en el marco del Festival 42 que el género fantástico ha superado el nicho en el que se encontraba y «ya ha llegado a las editoriales más literarias».
Agencia EFE
El escritor Juan Jacinto Muñoz-Rengel, que acaba de publicar su novela «La capacidad de amar del señor Königsberg», ha dicho este viernes en Barcelona en el marco del Festival 42 que el género fantástico ha superado el nicho en el que se encontraba y «ya ha llegado a las editoriales más literarias».
Un ejemplo del éxito que tienen en la actualidad los géneros fantásticos es el auge de la distopía, arrastrado por «una corriente brutal en series de televisión, películas, que casi están creando una burbuja, como sucedió hace unos años con la novela negra nórdica».
Según el autor de «El asesino hipocondríaco», «con lo fantástico se ha ganado mucho terreno en los diez últimos años en España y eso explica que editoriales más literarias se hayan atrevido a publicar ese tipo de género, con el ejemplo claro de Anagrama, que publicó los cuentos de Mariana Enríquez».
La literatura fantástica, asegura, ya no solo es una literatura de monstruos, sino que puede ser más cercana, cotidiana, como decía Cortázar.
Piensa Muñoz-Rengel que «cualquiera que quiera plantearse escenarios posibles del futuro tiene que hacerlo desde los géneros, desde una literatura prospectiva que proyecta ese futuro», si bien distingue entre «escritores que están más apegados a la realidad y hablan de problemas sociales, laborales o desde la literatura del yo, y autores que se van más a la imaginación, se alejan de lo que está sucediendo pero son útiles para ver lo que podría suceder».
Y no se trata, añade, de adelantarse a nuestra época, como hacía Julio Verne, que estaba en contacto con los científicos, sino como hacía H. G. Wells, que directamente imaginaba que hubiera marcianos debajo de la tierra esperando para salir».
En su obsesión de escribir siempre algo diferente, Muñoz-Rengel, que hasta ahora trataba de «hibridar el género negro y la comedia, la novela histórica y la ciencia ficción, el realismo mágico y el terror», en esta ocasión ha optado por una apuesta extrema: «que la propia novela mute a través de los géneros mientras su protagonista continúa inalterable».
Con esa estrategia, el autor malagueño somete a Königsberg, «un personaje inspirado en el filósofo Enmanuel Kant», a todo tipo de tensiones y puntos de giro muy extremos porque «cambia el mundo, no solo su entorno inmediato, cambia el planeta y lo someto a un par de apocalipsis».
Sin poner el foco en exceso en esos cambios planetarios, el lector sigue la inalterabilidad del señor Königsberg, «un personaje muy maniático, con rutinas férreas, obsesivo, elementos que nutren su resistencia».
El libro, publicado por AdN, «muta desde una novela con un personaje al estilo Bartleby hacia la fantasía, a la ciencia ficción, a lo ‘pulp’, a la literatura postapocalíptica o hacia la utopía feminista.
Aunque la novela podría ser leída en clave pandémica, Muñoz-Rengel la tenía acabada antes de la covid y en la última lectura y escritura intentó precisamente alejarla de esa visión: «La novela no va de eso, pero coincide en el escenario en algún momento, y a pesar de que admite ese paralelismo no abunda en nuestro hartazgo, hay mucho humor, hay alienígenas, mutaciones, y de disparate en disparate se quita tensión, que es lo que nos hace falta en estos momentos, que nos libere de la angustia que hemos vivido».
El protagonista no solo debe su nombre a la ciudad natal de Kant, sino también a «la paradoja matemática de los puentes de Königsberg», que llevo al autor malagueño a ubicar su novela en Manhattan: «El personaje es un tipo peculiar, hipocondríaco, lleno de manías, de rutinas y va siempre a la oficina por un puente y cuando vuelve a casa cambia de puente, unas manías que lo acabarán salvando, cuando aparentemente era el menos idóneo para sobrevivir».
En su próxima novela, que será corta, Muñoz-Rengel volverá a dar un giro al género «intentando tocar la fibra del terror psicológico» y violentando la resistencia del lector.
Diario SUR, 02/11/21
El órdago de la Feria del Libro en su 50 edición: más de 300 autores en la nueva sede de La Marina
Javier Cercas, Muñoz-Rengel, Isasaweis, Isabel Bono o Espido Freire son algunos de los invitados a un evento que crece en espacio y presupuesto
Por Regina Sotorrío.
La Feria del Libro de Málaga lanza un órdago literario en su 50 aniversario: casi medio centenar de casetas, alrededor de 300 firmas de autores y jugosas presentaciones en un nuevo emplazamiento y en una fecha «anómala» por imposición de la pandemia. La plaza de la Marina se estrena como sede del mayor evento de los libreros en Málaga del 5 al 14 de noviembre. Diez días en los que la feria crece en presencia de expositores y de autores tras la parálisis del coronavirus que redujo a un acto simbólico la feria de la pasada edición. Por eso, «si siempre hay que celebrar, este año más», anima su director, Manuel García Iborra. Así serán las bodas de plata de la Feria del Libro de Málaga.
Tras tres años en la plaza de la Merced, la Feria del Libro gana espacio en su nuevo emplazamiento en la Marina. «La Merced se nos quedó pequeña, había necesidad de que el proyecto siguiera creciendo», señala García Iborra. De las 31 casetas que participaron en la edición de 2019, el evento alcanza ahora las 47. Lo hace, además, con un diseño más atractivo y visual, cuidando el formato de las presentaciones y de las firmas, el gran aliciente de estos diez días de literatura.
Y solo es el principio. El objetivo es seguir expandiéndose hacia la Alameda, que ya se testó con resultado positivo el año pasado con la celebración de la Feria del Libro Malagueño. Su coste lo hace «inviable» en esta ocasión, pero «no solo se contempla para futuras ediciones sino que ya está planificado y tratado con Vía Pública», apostilla el director. Para eso, los libreros necesitarían contar con más fondos: «Una reivindicación justa si queremos tener una Feria del Libro potente», reconoce la concejala de Cultura, Noelia Losada.
Para esta edición, el evento cuenta con 75.000 euros de presupuesto, un 33% más que en 2019, a través de aportaciones directas (el Ayuntamiento duplica su subvención hasta los 25.000 euros) e indirectas. Un cincuenta cumpleaños que cuenta con la colaboración de la Junta de Andalucía (a través del Centro Andaluz de las Letras), el Ayuntamiento (con la Pequeteca), la Diputación (a través de su Centro de Ediciones) y la Universidad de Málaga, que este martes mostraron su respaldo al evento en la presentación en la Cámara de Comercio.
Presentaciones de libros
Encuentros con Juan Manuel Gil, Muñoz-Rengel, González Harbour e Isabel Bono
La programación de la Feria del Libro se detiene en autores que se encuentran en la cuarentena «no pandémica sino vital». Estarán, por ejemplo, Juan Manuel Gil con la novela ‘Trigo limpio’, que le valió el premio Biblioteca Breve de Seix Barral (6 de noviembre); y Raúl Quinto, que recupera en ‘La canción de NOF4’ la impactante vida de Fernando Oreste Nannetti, enfermo de esquizofrenia que escribió su obra en un muro de más de setenta metros de largo con la hebilla de su chaleco (7 de noviembre).
El malagueño Juan Jacinto Muñoz-Rengel volverá a casa con ‘La capacidad de amar del señor Königsberg’ bajo el brazo. Y la periodista Berna González Harbour hablará por primera vez en Málaga de un libro con fuertes implicaciones emocionales en esta tierra: ‘El pozo’, un thriller con una apasionada crítica al sensacionalismo mediático inspirado en el ‘caso Julen’, el drama del pequeño que conmocionó a todo el país (14 de noviembre). La poesía estará representada por los malagueños Isabel Bono (12 de noviembre) y Cristian Alcaraz (con ‘Individuo armado’). Y Rosa Burgos contará con Isabel Pérez Montalbán para dar a conocer su poemario social ‘Palacio de Justicia’ (9 de noviembre).
La Moderna, Las Mañanas de RNE con Íñigo Alfonso, 02/11/21
Laura Barrachina recomienda la novela La capacidad de amar del señor Königsberg en la sección La Moderna de Las Mañanas de RNE con Íñigo Alfonso.
Las lecturas de Guillermo, 02/11/21
A lo largo de todos estos años si algo ha caracterizado su trayectoria es precisamente su versatilidad, cada nuevo libro es siempre distinto del resto. ¿Qué encontrará el lector en esta novela que vuelva a sorprenderlo? ¿Qué la hace diferente de sus libros anteriores?
En realidad, aunque es cierto que siempre intento plantearme cada libro como un nuevo reto, y trato de cambiar los temas, el foco o la perspectiva formal, pienso que sí hay algunos rasgos comunes que permanecen el todo lo que escribo: creo que en mis historias siempre predomina la literatura de la imaginación y también el gusto por la fusión de los géneros. Con La capacidad de amar del señor Königsberg solo he intentado ir aún más lejos en ese sentido. Si en otras obras trataba de hibridar el género negro y la comedia, la novela histórica y la ciencia ficción, el realismo mágico y el terror, lo que he buscado en esta ocasión es la apuesta más extrema: que la propia novela mute a través de los géneros mientras su protagonista continúa inalterable. El señor Königsberg nunca cambia sus hábitos, pase lo que pase, aunque el mundo se hunda, aunque desaparezca el suelo bajo sus pies, aunque el propio libro no deje de convertirse en otra cosa.
Pero si todo cambia hasta ese punto, ¿qué da unidad a la novela? ¿Cómo se consigue la coherencia del conjunto?
La clave está en el propio señor Königsberg, en el protagonista. Todo el mundo se transforma, sí, lo que nunca cambia es su mundo. Para él las cosas, a pesar de todo, seguirán siendo casi iguales. Es su modo de percibir, entender y ordenar la realidad. Y eso que lo distingue de todos los demás miembros de la especie humana puede volverse, por este mismo motivo, en un rasgo determinante de selección natural si los astros se alinearan de la forma propicia. Al menos, esa era la premisa de partida. Me interesaba ver cómo un individuo, que a priori a todos podría parecernos un accidente, un desliz de la naturaleza, bien pudiera tener más oportunidades que nadie si las circunstancias fuesen las favorables. Y el descubrimiento de este personaje se convirtió en el motor de toda la trama. Una trama, no quiero ocultarlo, un tanto gamberra.
Hemos hablado de las diferencias entre sus libros. Sin embargo, este personaje nos recuerda al protagonista de El asesino hipocondríaco. ¿Es así?, ¿hay algún vínculo?
Hay parecidos y diferencias. Los dos personajes son maniáticos y obsesivos; el señor Königsberg quizá más. Los dos son solitarios, incomprendidos por los demás, y tampoco comprenden el mundo. No obstante, el señor Königsberg no es hipocondríaco, ni está obsesionado con las enfermedades de los hipocondríacos más célebres de la historia de la literatura y la filosofía. Diría que incluso es bastante menos culto. Su mundo es mucho más pequeño, se limita a su casa, sus rutas, su oficina. Es mucho más Bartleby. También es más quisquilloso, un poquito más misógino, intolerante y, por qué no, racista. Por otro lado, al mismo tiempo lo redimo mucho más, porque trato de entenderlo, de que lo entendamos. Al menos, en la medida de lo posible. Y en el recorrido final de la novela introduzco un elemento que ayuda a humanizarlo. En cuanto a las propias novelas, creo que sí están felizmente emparentadas, aunque prevalecen las diferencias: los narradores de una y otra son por completo distintos, en La capacidad de amar del señor Königsberg nos acompaña un voz clásica en tercera persona, con cierto encanto, sustituyo Madrid por Nueva York y, sobre todo, en este nuevo libro no hay digresiones de la acción principal, no he tratado de sorprender como en aquella con los cambios de formato o registro, sino que, evitando la fragmentariedad, he trabajado en dirección de una trama más madura.
Gamberra, obsesiva, con encanto, cambiante, mezcla de géneros, ¿esas son las cualidades que definirían La capacidad de amar del señor Königsberg?
Con eso nos haríamos una idea bastante aproximada. No se me ocurre mucho más que añadir. Es gamberra porque los puntos de giros son disparatados y algo irreverentes; creo que hemos conseguido reflejarlo bastante bien en la portada. Es obsesiva porque su protagonista aspira a convertirse en el tipo más metódico y compulsivo de la historia de la humanidad. Por otro lado, como su narrador está la mayor parte del tiempo distanciado del personaje, esto me permitió darle un tratamiento especial, hacerlo más sensato, confiable y a la vez con un vuelo más grácil; con encanto me refería a que su voz es acogedora y contrarresta al huraño Königsberg, pero en la novela también se apela a nuestra sensibilidad en diversos momentos. Y es mutante porque va transformándose de novela realista a un surrealismo ligero, como en el famoso cuento de Melville, y luego pasa al fantástico cotidiano, a la ciencia ficción, a la literatura postapocalíptica, para al fin desembocar en un incipiente utopismo liderado por mujeres; y también porque en sus páginas hay individuos que, literalmente, mutan. Si todavía tuviera que agregar algún adjetivo más, me gustaría que además se sintiera como una novela lúdica. Incluso que se lea con una sonrisa.
¿Por qué la última forma de organización social la lideran las mujeres? ¿El mensaje de la novela es feminista?
Este libro reflexiona sobre los mecanismos de la selección natural, sobre los individuos aptos y menos aptos, sobre quiénes facilitan nuestra supervivencia y quiénes nos empujan a la extinción. En un primer término, la hipótesis exagerada que me sirve de leitmotiv cuestiona hasta qué punto todo es azaroso y nuestros criterios están equivocados. Quería llevar al absurdo las normas que rigen nuestras sociedades, que emulan el mismo azar del que se sirve la naturaleza. Pero, de fondo, durante el proceso de escritura también me preguntaba si los que nos arrastran a las guerras, los que cometen atrocidades, los que introducimos la ambición, la violencia, la devastación en el mundo, no somos —las más de las veces— los hombres. La utopía tiene que ser, por pura lógica, feminista. Y esto justifica también la mutación que a partir de cierto capítulo empieza a extenderse por el planeta y que pretende funcionar como icono de la novela.
Y después de un libro como este, que lleva todos los planteamientos tan al extremo, ¿qué será lo siguiente? ¿Cómo lograr otro cambio después de esto?
Estoy trabajando en una novela corta, muy depurada, muy literaria, donde cada detalle esté cuidado, que va justo en la dirección contraria: con ella trato de provocar horror y angustia hasta donde permite el texto escrito, sin sonrisas ni elementos amables, tan solo nosotros y nuestro miedo. Creo que a todos nos gusta que la ficción nos ponga al límite, y estoy tratando de averiguar hasta dónde —con las dosis de tensión y adicción adecuadas— somos capaces de seguir y seguir leyendo por más que lo que leamos nos aterrice. También vuelve a ser una indagación sobre los hombres, las mujeres y las circunstancias extremas.
El Ojo Crítico, RADIO NACIONAL, 29/10/21
Laura Barrachina entrevista a Juan Jacinto Muñoz-Rengel a propósito de la novela La capacidad de amar del señor Königsberg en el programa El Ojo Crítico de Radio Nacional de España.
Universo de pocos (Blog de ciencia ficción), 26/10/2021
La última novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel, La capacidad de amar del señor Königsberg, juega al desconcierto. Parece una cosa y luego es otra. La novela muda de piel varias veces. Comienza como una narración más bien realista para luego transformarse en un relato de ciencia ficción, y una vez instalado en este género recorrer varios de sus subgéneros. Y todo esto en sólo 200 páginas. Su largo título con el apellido Königsberg al final no hace más que incrementar el desconcierto. ¿Por qué señor Königsberg y no señor Williams o señor Johnson si la historia se sitúa en Nueva York? Esto tiene fácil explicación. La ciudad de Königsberg, ahora Kaliningrado, es la que vio a nacer al famoso filósofo Immanuel Kant, como muy bien sabe Muñoz-Rengel que estudió la carrera de filosofía. A través de su protagonista y sin que falte cierto cachondeo el autor hace que la ética Kantiana esté presente en la novela.
Este señor Königsberg que se menciona en el título tendrá que hacer frente a una invasión extraterrestre, deberá sobrevivir en un Nueva York deshabitado, se librará de un mal que sólo aqueja a los hombres… En fin, es mejor no desvelar todas las sorpresas que la mente de Muñoz-Rengel ha concebido. Königsberg a pesar de todas sus manías y de las férreas obligaciones que se impone a sí mismo supera cada una de las pruebas a las que es sometido mientras que a su alrededor sus compañeros de trabajo y sus vecinos en apariencia más capacitados que él son vencidos por las calamitosas e inusuales circunstancias que asolan al mundo.
Con esta novela Muñoz-Rengel parece dispuesto a romper las barreras entre los géneros. No le ha importado saltarse las vallas establecidas y pacer un poco en cada una de las parcelas con la libertad que da desprenderse de prejuicios literarios. Esta opción elegida de no ceñirse a las reglas de los géneros incluye los llamados subgéneros dramáticos. Así parece puesto que flirtea con la comedia aunque su trama enloquecida y el comportamiento de su protagonista hagan que en ocasiones parezca una farsa. Pero de lo que no hay duda es de que no es un drama a pesar de los desastres que se suceden a lo largo de la novela. Su ritmo rápido y sus diálogos concisos no incitan a la reflexión profunda que se esperaría de un libro llamado «serio». No lo es, pero tampoco es una novela para morirse risa. No me lo ha parecido, por más que algunas de las situaciones resulten chocantes y me hayan arrancado alguna sonrisa. Muñoz-Rengel evita cargar las tintas en este sentido aunque el relato discurra por caminos cada vez más descabellados y acabe al final disfrazándose de pulp o bolsilibro. ¿Qué es entonces La capacidad de amar del señor Königsberg? Precisamente esta imposibilidad de etiquetarlo creo que es su mayor atractivo.
Tengo la impresión de que el autor se lo ha pasado en grande escribiéndolo. En una lectura apresurada podría dar la impresión de que el texto es el resultado de ese juego (no sé si lo habéis jugado alguna vez) en que cada uno de los participantes debe continuar el relato donde lo dejaron los demás y así alternativamente. El texto final suele ser por lo general incoherente y desquiciado. Sin embargo, los cambios continuos con los que Muñoz-Rengel sacude la trama son más deliberados de lo que pueda parecer. La pista nos la dan los extractos escogidos por el autor para comenzar el libro, uno de ellos es este firmado por Kurt Vonnegut:
«Me enseñaron que el cerebro humano era el culmen de la evolución hasta el momento, pero creo que es un sistema muy pobre para la supervivencia».
Y de esto va el libro, de la posibilidad de que ante los cambios no siempre los más fuertes o los más listos sean los que salen adelante. Paul Königsberg, un tipo molesto y blanco de las burlas de sus compañeros de oficina, con su marcado sentido del deber, su cabezonería y su falta de empatía logra vencer a todos. Se ha comparado al protagonista con el Bartleby de Melville, sin embargo, Königsberg no está envuelto en el mismo misterio que rodeaba al personaje que respondía con un «Preferiría no hacerlo» al requerírsele hacer algo que se saliera de lo habitual. Königsberg es como un autómata que tiene un objetivo fijo y que no se detiene ante nada para llevarlo a cabo. Hay quien dice que en toda novela los personajes deben evolucionar como consecuencia de un conflicto. Muñoz-Rengel demuestra que esto no es imprescindible aunque al final acabe cediendo un poco. Esta renuncia a llevar la propuesta hasta sus últimas consecuencias dotando al final a su esquivo y poco sociable protagonista de algo de humanidad y la manera en que concluye la novela a modo de chiste son las únicas pegas que puedo ponerle a este entretenido libro que además se devora en dos tardes.
ZENDA, 19/10/2021
Por Miguel Garrido de Vega.
Categórico deber de amar
No me diga que no los conoce. Hombres con gafas gruesas. Que se levantan a la misma hora cada mañana, practican la misma tabla de ejercicios y consultan su reloj con vocación de oráculo. Hombres abstemios, de pocas palabras, sobrios también en el vestir, y que conservan todos los puntos de su permiso de conducción. Hombres que no salen por las noches y que no cuentan chistes. Hombres que tallan, tejen, redactan, archivan y conservan. Hombres que sujetan la puerta del ascensor, que esperan impertérritos su turno para pagar y que jamás faltan a su puesto de trabajo. Hombres que, quizás, no tengan muchos amigos. Nosotros diríamos de ellos que son demasiado serios; el bueno de Immanuel Kant (1724-1804) diría que actúan movidos por un imperativo categórico: «obra solo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal». ¿No conoce a ninguno? Bueno, es cierto que, en lo que a autoexigencia se refiere, el filósofo prusiano no se andaba con tonterías.
No sabemos si Juan Jacinto Muñoz-Rengel (1974) ha tenido la suerte de conocer a uno de estos raros especímenes, pero lo retrata con todo lujo de detalles en La capacidad de amar del señor Königsberg (Alianza de Novelas, 2021). El escritor malagueño, que también es doctor en filosofía, ha construido una novela portentosa que conjuga altas dosis de diversión con profundas cuestiones morales, un auténtico prodigio de la imaginación —y la elección del término no es casual— donde caben mil géneros literarios, todo con un extraordinario punto de anclaje en la figura de su protagonista.
Hablemos de Paul Königsberg. Espiritualmente emparentado con el enigmático Bartleby de Herman Melville, con quien comparte un trabajo gris y un escrupuloso desempeño de sus tareas, es también un claro exponente de la herencia borgiana —acuérdense de Funes el memorioso, del incomprendido Asterión— a menudo reconocible en los textos de Muñoz-Rengel. Y es que supone un fantástico integrante para esa familia literaria conformada por personajes insólitos que no piensan como el resto —ni falta que les hace— en la que se encuadran el señor Y. (El asesino hipocondríaco, Plaza & Janés, 2012) o Nikolaos Popoulos (El gran imaginador, Plaza & Janés, 2016). Nuestro caballero de bombín y gafas de pasta no es el más fuerte, no posee una inteligencia excepcional ni marcadas habilidades sociales, pero, cuando toma una decisión, es capaz de llevarla hasta las últimas consecuencias. Porque es su deber.
Königsberg habita una novela breve, de ritmo ágil y capítulos cortos, desacomplejada, con un uso maestro del lenguaje y en la que Muñoz-Rengel demuestra un extenso conocimiento de los recursos narrativos. Solo así es posible concebir una obra que, con un sanísimo aire pulp, viaja desde lo microscópico a lo cosmológico, valiéndose de la literatura del absurdo, la fantasía, el humor, la ciencia ficción distópica o la utopía feminista para plantear un artefacto tan entretenido como lleno de simbología —fíjense, fíjense bien en la cubierta del libro—. Este, en apariencia, alocado popurrí de géneros es una hazaña literaria que no está al alcance de cualquiera, y que recuerda a clásicos como el fenomenal Matadero cinco (1972) de Kurt Vonnegut.
En el Nueva York transformado de Königsberg no nos costaría ubicar a Donald Sutherland durante la Invasión de los ultracuerpos (Philip Kaufman, 1978), ni rememorar la desaforada Mars Attacks! (Tim Burton, 1996). Incluso David Cronenberg, máximo pontífice cinematográfico de la nueva carne, habría tenido dificultades para idear ciertas escenas y seres salidos de las más calenturientas simas de la mente humana. Pero, sobre todo, se aprecia una honda preocupación por el mundo que dejamos a los que vienen, particular que suele tratarse con mimo en la mejor ficción prospectiva. Vivos ejemplos de ello son La historia de tu vida (Ted Chiang, 1998), la inclemente La carretera (2006) de Cormac McCarthy o la más esperanzadora Hijos de los hombres (P. D. James, 1992), todas ellas adaptadas a la gran pantalla con una calidad notable; también The Last of Us (Naughty Dog, 2013) —aclamado videojuego de supervivencia postapocalíptica que pronto contará con una serie en HBO—, por cuanto tiene de experimento juntar a dos almas distintas y explorar las relaciones paternofiliales frente al colapso.
La obra de Muñoz-Rengel puede verse como una declaración de intenciones para un mundo cambiante que apenas deja espacio a la adaptación, pero también como un hondo homenaje a lo mejor de la tradición humanista. De modo que, si me preguntan qué nos hace humanos, esta será mi respuesta: próxima a la tumba de Kant, una placa recuerda que no solo el firmamento estrellado maravillaba al prusiano; también lo hacía la ley moral dentro de él. ¿Dónde está esa tumba? Allí donde nació. Una antigua ciudad universitaria situada en la desembocadura del río Pregel, una ciudad en la que también nació el escritor E. T. A. Hoffman y con la que Hannah Arendt mantuvo fuertes vínculos. Una ciudad, hoy rusa, que lleva el nombre de Kaliningrado, y que antes se llamaba Königsberg.
Todos somos sospechosos, RADIO 3, 14/10/21
El programa Todos somos sospechosos de Radio 3, en Radio Nacional de España, entrevista a Juan Jacinto Muñoz-Rengel a propósito de la novela La capacidad de amar del señor Königsberg. Con Laura González y Xavier Borrell.
El Diario Vasco, 13/10/2021
Por Iñaki Ezkerra.
En ‘La capacidad de amar del señor Königsberg’ el escritor malagueño Juan Jacinto Muñoz-Rengel nos presenta a un personaje hermético y perteneciente a esa ilustre saga de crípticos de la narrativa de ficción en la que se hallan inscritos desde el Bartleby de Herman Melville hasta el Mr. Chance de Jerzy Kosiński pasando por el Jakob von Gunten de Robert Walser, el Jean-Baptiste Grenouille de Patrick Süskind y todos los perros verdes que en la literatura han sido. El señor Königsberg posee el don de la inmutabilidad. Cuando todo se mueve, cambia e incluso se derrumba hasta unos disparatados límites que el relato sabe llevar con naturalidad al terreno de lo fantástico, ese personaje permanece ahí, fiel a su extraña naturaleza.
Hoy por Hoy, CADENA SER, 01/10/2021
La periodista Àngels Barceló charla con el autor sobre La capacidad de amar del señor Königsberg.
Juan Jacinto Muñoz Rengel, escritor y profesor de escritura, acaba de publicar La capacidad de amar del señor Königsberg, una novela con invasión de extraterrestres en la que el personaje más raro es el señor protagonista: un tipo inalterable a quien lo que más le molesta del apocalipsis es el hecho de que interrumpa sus rutinas. Hablamos con Juan del apocalipsis, de por qué la novela sucede en Manhattan (la razón, ojo, es matemática) y del estigma que afortunadamente ya no pesa tanto sobre la ciencia ficción y la fantasía en literatura.
Muñoz Rengel receta libros para aprendices de escritoras, para escritoras consagradas y para fieles lectoras, que le piden libros contra la hipocondria (El hombre en busca de sentido, de Víktor Frankl), libros con un tono cómico (como La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, o Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza), libros perversos escritos por mujeres (como los de Ariana Harwicz) o libros contra el estrés (como Biografía del silencio, de Pablo d’Ors). Y también encuentra un libro para la consulta de la Escuela de Escritores, que esta semana es tan específica que va como una flecha a un título de Saramago.
La orilla de las letras, 01/10/2021
Por Cristina Monteoliva.
¿Quién sobrevivirá cuando llegue el apocalipsis? Tendemos a pensar que los más preparados, los más fuertes de cada especie. Pero, ¿y si el destino tuviera otro plan? ¿Y si el más idóneo para moverse en un mundo patas arriba fuera el que todos pensaban que moriría el primero? Resulta inverosímil, ¿pero por qué no creer que alguien como Paul Königsberg podría ser nuestro hombre? ¿Qué no sabéis quién es? Pues del protagonista de La capacidad de amar del señor Königsberg, la nueva novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel de la que hablaremos a continuación.
Paul Königsberg es un oficinista neoyorkino de costumbres fijas y particulares. Aunque no le gusta su trabajo, su sentido del deber y del orden le hace ir religiosamente a la oficina cada día, siempre a pie, aunque tarde bastante en cada trayecto. Su gran amor se llama Doris Hillman. Se trata este de un amor platónico que se convierte casi en imposible cuando llegan los alienígenas al planeta y ella es de las primeras personas en desaparecer. Mientras la ciudad se transforma por culpa de los desastres causados por los temibles seres, las personas desaparecen o se transforman, Paul sigue como si nada ocurriera. ¿Qué hará que se dé cuenta por fin de la gravedad de la situación? ¿Conseguirá sobrevivir hasta el final?
Estamos acostumbrados a consumir películas y novelas en las que se nos presenta a un héroe que salva todos los obstáculos cuando el apocalipsis llega. Nos parece lógico que sea así, pues no pensamos que alguien débil pueda hacer lo mismo. Y entonces llega el señor Königsberg y nos demuestra que la vida no solo es extraordinaria, sino también tremendamente impredecible.
Nuestro protagonista, Paul Königsberg, es un oficinista poco sociable, anodino y maniático que trabaja en Gold & Kupfer LLC, una empresa neoyorkina a la que llega cada mañana tras un largo trayecto a pie. Una vez allí, Paul se ocupará de montones de expedientes mientras sus compañeros se relacionan entre ellos. Cuando llegan los alienígenas, desaparecen las infraestructuras y la población merma considerablemente, Paul sigue con su vida como si tal cosa. Por supuesto, tiene que haber algo en algún momento que le haga reaccionar. Pero, si os lo cuento, ya no tendréis ganas de leer esta historia.
Está bien, os contaré algo más: podríamos decir que este libro se divide en tres partes. La primera de ellas nos presenta a nuestro hombre antes del apocalipsis; en la segunda, le vemos siguiendo con su vida tranquilamente mientras el mundo se va al garete; y en la tercera ocurre algo importante que hace que tenga que abandonar su curiosa zona de confort y salir de la ciudad para no volver a ella. Es ahí donde descubrimos que todo este tiempo hemos estado en realidad leyendo una distopía feminista. Y hasta ahí puedo contar.
¿Qué puede hacer que una persona tan maniática y, en cierta medida, desesperante, sobreviva al apocalipsis? Si hay algo que nos enseña Paul Königsberg en su historia es que pase lo que pase, no hay que perder nunca la calma ni la capacidad de raciocinio. Tampoco, por supuesto, la capacidad de amar. Aunque, ¿qué es lo que más ama nuestro hombre? Tendréis que leer su historia para averiguarlo.
La capacidad de amar del señor Königsberg, es, en esencia, una novela de fantasía y ciencia ficción apocalíptica con la que aprender que cualquier cosa puede pasar en este mundo, incluso que un oficinista aburrido y excéntrico sobreviva al apocalipsis. Sumérgete ahora en sus páginas y vive una aventura alienígena atípica, tan tranquila, por un lado, como emocionante, por otro. Y, por supuesto, no te olvides de averiguar al final qué es lo que más ama este hombre tan inusual. Porque ahí, desde luego, está la clave de todo. Y tú, ¿a qué esperas para emprender esta aventura lectora?
Fallo de Sistema, RADIO 3, 24/09/2021
El programa Fallo de Sistema de Radio 3, en Radio Nacional de España, entrevista a Juan Jacinto Muñoz-Rengel a propósito de la novela La capacidad de amar del señor Königsberg. Todo el espacio del sábado estuvo dedicado con mucho cariño al libro y, entre risas, montajes y gags, su presentador Santiago Bustamante dijo cosas más serias como «¿Cuál es el terreno donde se mueve bien Muñoz-Rengel? Te imaginas ese y se sale dos o tres barrios más allá» o «Una manera de dignificar las pulp fiction, con una factura perfecta».
Diarios del Grupo Joly, 17/09/2021
Por Pablo Bujalance.
«El extrañamiento es el mejor medio para darle al lector otro punto de vista»
El autor malagueño vuelve a las librerías con ‘La capacidad de amar del señor Königsberg’, una novela que explora los registros de la fantasía y la ciencia-ficción para abordar las crisis del presente
Un año después de publicar el ensayo Una historia de la mentira, uno de los libros más deslumbrantes y audaces de los últimos años en lengua española, Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974) vuelve a la novela, género desde el que ha brindado títulos reconocidos y de muy largo recorrido como El asesino hipocondríaco, El sueño del otro o El gran imaginador. Y lo hace con La capacidad de amar del señor Königsberg (Alianza de Novelas), una historia mutante en la desfilan invasiones extraterrestres, utopías feministas y un personaje hermético y disciplinado, trasunto en cierto modo del Bartleby de Melville, que logra mantener a salvo sus rutinas particulares en un mundo cambiante.
-Resulta casi inevitable preguntarle en qué medida es La capacidad de amar del señor Königsberg fruto del confinamiento.
-En realidad, esta novela debe al confinamiento bastante menos de lo que parece. Tuve la idea en Málaga hace unos años y empecé a escribirla antes de la pandemia. Como suele decirse, todos los parecidos con la realidad, especialmente en lo que se refiere a la transformación del mundo y la respuesta de la gente, son pura coincidencia. Lo que sí pasó es que el editor, ya con el libro en la mano y entonces con la pandemia en sus primeros compases, decidió aguardar a comprobar el desarrollo de los acontecimientos antes de publicarlo. Para mí fue una especie de alucinación comprobar que algunas cosas que sucedían en la vida real las había escrito yo antes.
-El señor Königsberg comparte algunos rasgos con su asesino hipocondríaco y su estricta moral kantiana. ¿Había alguna intención por su parte de indagar en los límites del estoicismo?
-Son personajes distintos. Tal vez sí coinciden en que a veces resultan extremos, pero esta definición facilita mucho mi escritura: una vez que tengo los personajes bien construidos, todo lo demás fluye con cierta agilidad. El hipocondríaco era un asesino, obsesivo con su cumplimiento del deber; mientras que el señor Königsberg va más a lo suyo, le resbala lo que pueda suceder a su alrededor mientras pueda conservar su rutina. En cualquier caso, lo que intento con estos personajes es ofrecer al lector un punto de vista distinto seguramente del suyo, una manera diferente de mirar al mundo.
-Lo que, por otra parte, está en el corazón de la literatura de ficción.
-Eso es. Sin embargo, el extrañamiento funciona particularmente bien. Cuando el lector se ve metido en un territorio que no es el suyo es cuando con más facilidad se le puede dar la vuelta al calcetín y hacer una interpretación distinta.
-Su novela rompe no pocos límites, coquetea con la incorrección política y propone un humor cercano al delirio. ¿Hubo alguna decisión difícil de tomar?
-Los mayores despropósitos de la novela estaban bien calculados desde el principio. Donde tuve que tomar más decisiones fue en la jugada contraria, a la hora de darle cierta forma de sensatez. A veces he acudido a mi propio entorno, mi familia y mi vida cotidiana, para extraer de ahí esas soluciones con las que situar la novela a ras de tierra. Era necesario, por ejemplo, que, sin traicionar la naturaleza del personaje, el lector pudiera sentirse cerca de él, entenderlo incluso. Y para eso había que darle su corazoncito.
-¿Definiría La capacidad de amar del señor Königsberg como una novela de ciencia-ficción?
-No tengo ningún problema con el término ciencia-ficción: es un género que me encanta y al que, al igual que otros registros de la literatura fantástica, he dedicado antologías y mucha atención como lector y como escritor. Pero no creo que estemos en este caso ante una novela de ciencia-ficción. Yo hablaría de una novela mutante, deudora de Bartleby, que puede tomar elementos de distintos géneros pero que apunta sobre todo a ese extrañamiento. En la novela hay una invasión extraterrestre, es cierto, pero no me dedico a describir cómo sería ni a aventurar sus procesos como sí haría una novela de ciencia-ficción. No está en ese canon. Estos extrañamientos son un dislate, no se ajustan a lo que esperaría un lector de ciencia-ficción de un título al uso.
-¿Pero es más fácil publicar hoy una novela como La capacidad de amar del señor Königsberg que hace unos años, cuando lo que oliera a ciencia-ficción se consideraba poco serio?
-Yo siempre he escrito lo que me apetecía leer como lector. No de una manera necesariamente consciente, sino porque con el paso de los años uno va construyendo su propia literatura. Me conduzco de manera natural por esos caminos, y si esos caminos no están habilitados ni frecuentados, si no son fáciles ni previsibles, pues me da igual. Pero, como te decía, siempre he defendido y reivindicado la literatura fantástica, también cuando muy poca gente lo hacía en España. En los últimos años hemos tenido a escritores muy leídos como Rosa Montero y Edmundo Paz Soldán que han publicado novelas de ciencia-ficción, lo que ha contribuido mucho a la proyección del género como una opción llena de valores literarios interesantes. Pero, respecto a hace dos décadas, ni son los mismos tiempos, ni son los mismos lectores. Desde entonces hemos tenido, además de novelas, series de televisión, cómics y otras manifestaciones de la cultura popular que han favorecido la consideración de la ciencia-ficción como una alternativa respetable.
-En su novela, la utopía y la distopía van de la mano. La una se transforma en la otra constantemente. ¿Podemos entenderlo como una lectura de la Historia?
-Sí. Esa idea estaba ya en Ortega, quien distinguía en la Historia una sucesión de transiciones naturales y violentas. En la novela se da justamente esto, de manera que lo que parece una deshumanización del planeta, como en un apocalipsis, termina sirviendo de germen a una utopía. Lo ideal es, claro, evolucionar de una manera razonable, sin agitaciones de este tipo. Pero no hay que olvidar que a lo largo de la Historia no pocas sociedades bien asentadas, incluso prósperas, han llegado a colapsar porque no han sabido aprovechar sus recursos. El cambio, también el más traumático, constituye siempre una posibilidad real.
-Esa utopía de su novela presenta una poderosa raíz feminista. ¿Tendrá que ser así, sine qua non, en el futuro?
-Tendría sentido que lo fuese, al menos desde cierta lógica. Podemos plantear todas las excepciones que queramos, pero, hoy por hoy, y tal y como se ha dado como norma general en la Historia, todos los males derivados de la ambición vienen por la mano del hombre, no de la mujer. De manera que habría razones de peso para que entrara en juego una política feminista. De hecho, todas las utopías que se han desarrollado y se han querido instaurar desde siempre y en todas partes han sido masculinas, por lo que una y otra vez vuelven a proponer a los mismos problemas soluciones que ya se han mostrado ineficaces.
-En La capacidad de amar del señor Königsberg se percibe a un escritor disfrutando. ¿Desterramos de una vez la premisa del autor atormentado como única posible para la gran literatura?
-Me alegra que lo veas así, porque es tal y como dices. He disfrutado muchísimo el proceso, lo he pasado en grande. Pero es que a mí me gusta mucho escribir. No puedo hablar por otros, pero cada vez que me siento a escribir lo hago con la intención de disfrutar y de que el lector lo disfrute también. Luego hay procesos de revisión y corrección más formales, pero yo procuro pasarlo bien siempre. Me divierto haciendo esto.
-¿Condicionará el señor Königsberg su próximo proyecto?
-Me gusta cambiar. Así que lo próximo será oscuro y terrible.
* Esta entrevista ha sido publicada en:
· MÁLAGA HOY, 17/09/2021
· DIARIO DE SEVILLA, 18/09/2021
· EL DÍA DE CÓRDOBA, 30/09/2020
· GRANADA HOY, 20/09/2021
· DIARIO DE CÁDIZ, 30/09/2020
· HUELVA INFORMACIÓN, 30/09/2020
· EL ALMERÍA, 30/09/2020
· DIARIO DE JEREZ, 30/09/2020
DIARIO.ES, 31/08/2021
Por Francesc Miró.
15 libros que correremos a buscar a las librerías esta rentrée
La nueva temporada de lanzamientos editoriales no va a ser como todas las temporadas de lanzamientos editoriales. Por estas fechas, el año pasado las librerías calculaban un 22,5% de pérdidas por la incidencia del coronavirus. Millones de euros que dejaron de ingresar y que provocaron cierto repliegue en muchas editoriales, que se vieron obligadas a retrasar lanzamientos importantes.
Ahora, el sector parece salir del cascarón: convocatorias como el último Día de Libro demostraron el hambre de lecturas en muchas partes de España y las editoriales tienen la mirada puesta en la próxima Feria del Libro de Madrid, que se celebrará del 10 al 26 de septiembre. Las estanterías de las librerías y los mostradores de los puestos de la feria van a estar a reventar de novedades.
Incluso algunos de los nombres propios que mencionamos aquí se pasarán por la Feria del Libro, que no obstante se celebrará con mucho menos espacio y aforo muy reducido por cuestiones sanitarias. Hemos hecho una pequeña selección para no perderse nada, aunque es muy probable que se nos haya pasado alguna. Cuéntanos en los comentarios, ¿qué libros de la rentrée literaria no te vas a perder?
Verano, de Ali Smith (Nórdica Libros)
La escritora británica Ali Smith dio la campanada con Otoño (Nórdica Libros, 2020): finalista del Man Booker Prize, uno de los libros del año en The New York Times y uno de los 100 mejores libros del siglo XXI para The Guardian. Está considerada la primera gran novela post-Brexit y muchos de los temas abordados en la misma, originalmente publicada en 2016, han resultado proféticos en sentidos de lo más disparatados.
Otoño era la primera de una tetralogía que seguía con Invierno y Primavera, y cuya conclusión es esta Verano que acaba de llegar a nuestras librerías. Nórdica Libros, que ha pubicado los cuatro en nuestro país con traducción de Magdalena Palmer, completa así el conocido como Cuarteto estacional: una de las obras fundamentales de las letras británicas contemporáneas.
Queridos niños, de David Trueba (Anagrama)
El David Trueba novelista tiene, como todos, sus altos y sus bajos. Su anterior novela, un relato de iniciación bastante convencional titulado El río baja sucio (Siruela, 2019), era más bien de los segundos. Pero con Queridos niños vuelve a Anagrama dispuesto a mostrarse mordaz con la actualidad política, para volver a los primeros.
Se ambientará en una campaña electoral en la que seguiremos las catastróficas desdichas de Basilio, un hombre gigante y con sobrepeso que escribe los discursos de Amelia, candidata a la presidencia. El libro está disponible en librerías a partir de hoy mismo, 1 de septiembre. El mismo Trueba estará firmando su libro el 12 de septiembre en las casetas de Cervantes y Compañía y la FNAC de la Feria del Libro de Madrid.
La llama inmortal de Stephen Crane, de Paul Auster (Seix Barral)
El escritor de Nueva Jersey no puede evitar meterse en proyectos mastodónticos una y otra vez. Si su anterior novela, 4321 (Seix barral, 2017), rozaba las mil páginas con cuatro biografías de distintas versiones de un mismo personaje, su nuevo libro las supera: 1033 páginas. Casi kilo y medio de libro –servidor lo ha puesto sobre la báscula– para narrar la vida de Stephen Crane.
Auster se encarga de realizar un pormenorizado retrato de este escritor y periodista estadounidense, autor de El rojo emblema del valor, que tuvo una vida fascinante aunque breve –murió a los 28 años–, al tiempo que ofrece una mirada ampliamente documentada de la América del siglo XIX, con la seductora prosa a la que nos tiene acostumbrados. La llama inmortal de Stephen Crane está traducida por Benito Gómez Ibáñez y disponible en librerías desde hoy mismo.
Historia de Shuggie Bain, de Douglas Stuart (Sexto Piso)
Cuando un escritor del prestigio de Karl Ove Knausgård te regala la frase «el mejor debut que he leído en muchos años» en The Guardian, está claro que la vas a enmarcar en grande en las fajas promocionales. Si además has ganado el Booker, el British Book Award y el Sue Kaufman Prize, sabes que el camino en la crítica anglosajona lo tienes allanado.
Es el caso de Historia de Shuggie Bain, la gran apuesta de la temporada de la editorial Sexto Piso, que viene con un alud de avales de todo tipo. También es la primera novela de Douglas Stuart, un emocionante relato de la clase obrera de Glasgow en la era Thatcher. Traduce Francisco González López y llega a nuestras librerías el próximo 6 de septiembre.
Estaré sola y sin fiesta, de Sara Barquinero (Lumen)
Pocas veces los periodistas culturales asistimos a una apuesta tan decidida y tan clara por una autora joven y prácticamente desconocida como la que Lumen ha hecho por Sara Barquinero. Tiene 27 años y estudió filosofía en Zaragoza, y tras algunas becas de creación publicó una pequeña novela llamada Terminal (Milenio, 2020).
Estaré sola y sin fiesta vendría a ser su presentación en la primera línea del mercado editorial, pero Lumen confía tanto en su talento y futuro, que la ha fichado para publicar una serie de cinco novelas de la que sabremos más pronto. ¡Cinco novelas aseguradas con un sello propiedad de Penguin a los 27 años! Casi nada para los tiempos que corren… Estaré sola y sin fiesta llega el 9 de septiembre a nuestras librerías.
Los relatos de médicos, de William Carlos Williams (Fulgencio Pimentel)
Además de poeta, William Carlos Williams era médico de cabecera y pediatra. Trabajó toda su vida de cara al público y por las noches, cuando llegaba a su casa, escribía antes de dormir. Su obra, la de una de las voces más especiales de las letras norteamericanas, se encuentra un tanto desperdigada en nuestro mercado editorial. Por poner unos pocos ejemplos: Alianza y Lumen cuentan con sendas antologías poéticas recientemente publicadas, Turner Libros tiene una obra de su prosa y en Cátedra podemos encontrar la célebre Paterson.
Visto lo visto, la publicación de Los relatos de médicos que prepara Fulgencio Pimentel no puede ser entendida de otra forma que como una auténtica celebración. Traduce César Sánchez con la colaboración del escritor guatemalteco Eduardo Halfon y llega el 13 de septiembre a las librerías.
Sola, de Carlota Gurt (Libros del Asteroide)
Carlota Gurt viene de ganar, en 2019, el premio Mercè Rodoreda por Cavalcarem tota la nit (Proa, 2020), un libro de relatos ciertamente estimulante que nos hace desear poder analizar y descubrir su desenvoltura en la puesta de largo.
Ocurrirá ahora con Sola, su primera novela, que narra la historia de una mujer que buscando liberarse de un matrimonio opresivo, se marcha a vivir sola a una masía perdida en el interior de Cataluña. Libros del Asteroide lanzará Sola el próximo 13 de septiembre.
Yo, vieja, de Anna Freixas (Capitán Swing)
Tras un ensayo tan valiente y desprejuiciado como Sin reglas (Capitán Swing, 2018), sobre la sexualidad en las mujeres tras la menopausia, la escritora Anna Freixas vuelve para abordar la vejez desde una óptica más amplia y ambiciosa.
Yo, vieja será texto sobre la libertad y la búsqueda de justicia y dignidad que muestra la situación de vulnerabilidad y discriminación que las mujeres de edad avanzada viven en nuestro país. Llega a las librerías el 13 de septiembre.
Existiríamos el mar, de Belén Gopegui (Literatura Random House)
Ha llovido mucho, demasiado, desde Quédate este día y esta noche contigo (Literatura Random House, 2017), una novela que enfrentaba la condición sensible y humana al tratamiento que nos ofrecen megacorporaciones voraces como Google.
En esta ocasión, Gopegui nos traslada a un piso compartido, pero no de estudiantes sino de cuarentañeros en crisis y con trabajos precarios que, a pesar de sus circunstancias, encuentran apoyo entre ellos. Estará en librerías el próximo 16 de septiembre y si quieres que te lo firme, la autora estará los días 18, 19 y 23 en la Feria en distintas casetas.
La capacidad de amar del señor Königsberg, de Juan Jacinto Muñoz-Rengel (AdN Alianza)
Tras el excelente ensayo Una historia de la mentira (Alianza, 2020), Muñoz-Rengel vuelve a la senda de la ficción que cultivó en novelas como El gran imaginador, El sueño del otro o El asesino hipocondríaco, todas en Plaza & Janés.
AdN lo ficha para narrar una historia inaudita, absolutamente alocada, sobre un hombre impasible que ve cómo el mundo entero cambia radicalmente, sin que le perturbe lo más mínimo. Una distopía llena de humor e imaginación que estará en librerías a partir del 16 de septiembre.
Goya en el país de los garrotazos, de Berna González Harbour (Arpa)
Hace muy poco que la periodista y escritora Berna González Harbour publicó El pozo (Destino, 2021), un thriller crítico con el sensacionalismo sobre una niña caída en un pozo a las afueras de Madrid. No contenta con eso, Arpa lanzará la que podría ser una de las biografías más originales de la temporada: una aproximación a la vida de Goya cuya veracidad documental no se riñe con un tempo propio de una novela negra.
Un asunto en el que Harbour tiene probada experiencia tras títulos como El sueño de la razón (Destino, 2019), ganadora del premio Dashiell Hammett de novela negra, y obra de ficción en la que ya hablaba del legado del pintor de Fuendetodos. Estará en librerías el próximo 6 de octubre.
Hermanito, de Ibrahima Balde y Amets Arzallus (Blackie Books)
Amets Arzallus, periodista y bertsolari vasco, trabajaba ayudando a personas migrantes cuando conoció a Ibrahima Balde. Éste tuvo a bien contarle su historia: abandonó su Guinea natal en busca de su hermano pequeño, en un viaje que lo llevó hasta Europa. Una odisea particularmente dura, pero narrada con tanta sensibilidad oral por parte de Ibrahima, que Amets pensó que debían transformarla en un libro.
Desde que se publicara originalmente en noviembre de 2019 en euskera, con el título de Miñan (Editorial Susa), esta historia se ha traducido a 15 idiomas. Blackie Books lo define como su «gran lanzamiento» del año y lo publicará simultáneamente en castellano y catalán el próximo 6 de octubre.
Encrucijadas, de Jonathan Franzen (Salamandra)
Franzen no necesita presentación, pero por si alguien no le ubica es uno de los autores norteamericanos más celebrados del siglo XXI. Salamandra ha publicado casi toda su obra en nuestro país, incluídos títulos mayores como Libertad (2011) o Las correcciones (2012), National Book Award y finalista de los premios Pulitzer y PEN/Faulkner, así como colecciones de ensayos tan particulares como El fin del fin de la tierra (2019).
En esta ocasión, el escritor se lanza a escribir una ambiciosa trilogía sobre los Hildebrandt, una familia norteamericana de clase media que vivirá décadas de historia norteamericana en su propia piel. Encrucijadas es la primera entrega de esta trilogía y llegará a nuestras librerías el 21 de octubre.
La hija de las mareas, de Pilar Sánchez Vicente (Roca Editorial)
La documentalista y escritora Pilar Sánchez Vicente, autora de la sorprendente Mujeres errantes (Roca Editorial, 2018), ahonda en el legado de Jovellanos, fallecido hace 210 años, a través de un relato ficcionado sobre su hija.
Una novela histórica trepidante que hace alarde de recursos formales de todo tipo, en la que el personaje de Andrea Carbayo de Jovellanos escribe sus propias memorias para dejar constancia de lo que vivió cuando fue perseguida por la Inquisición. Una mujer ilustrada, escritora, traductora, maestra y feminista, vista con muy malos ojos por la iglesia y las instituciones del siglo XVIII. Llegará a nuestras librerías el próximo 21 de octubre.
Detendrán mi río, de Virginia Mendoza (Libros del K.O.)
La periodista y antropóloga Virginia Mendoza vuelve a Libros del K.O. tras el impecable Quién te cerrará los ojos (2017), colección particular de historias de personas arraigadas en la España rural que decidieron quedarse cuando los demás abandonaban sus pueblos.
Detendrán mi río aborda, en esta ocasión, el impacto que tienen en las vidas de las personas la construcción de grandes embalses a lo largo y ancho de nuestro país, partiendo de la historia de Cauvaca, una huerta aragonesa que desapareció bajo las aguas del Embalse de Mequinenza. Llegará a las librerías el 1 de noviembre de 2021.